Dark

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CAPÍTULO 19

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CAPÍTULO 19

 

Por poco, Morgan se corta un dedo con las tijeras, en esta ocasión no era culpa de su torpeza natural, por supuesto que no, era a causa de no poder concentrarse, o mejor dicho era a causa de la doctora Carson. Aun en cuclillas frente a la plantación de dahlias [23] si alzaba un poco el cuello, aún podría tener una perfecta vista de la doctora Carson recorriendo el pasillo de tulipanes. Algo realmente malo estaba sucediendo, para que esa misma mañana antes de las cinco de la mañana la mujer la hubiera estado esperando fuera de casa, con el pretexto de haberse querido asegurar de que hubiera llegado bien la noche anterior. La doctora parecía cansada, además de que seguía utilizando la misma ropa del día anterior. También se había ofrecido acompañarla a su trabajo, y además parecía que no tenía mucha prisa por marcharse.

Todas las mañanas su abuelo, pasaba a recogerla para ir a trabajar, las cosas realmente estaban muy mal, si su propio abuelo al ver el rostro de la doctora Carson, había sugerido que viniera con ella y no solo eso. Le había dicho a Morgan que le enseñara todo el lugar, era porque su abuelo era una persona muy intuitiva y muy astuta. Se había limitado a decirle que permitiera que su amiga la trajera mientras él pasaba a la bodega por algunos fertilizantes.

—¿Qué habrá sucedido? — Susurró hacia una de las dahlias, el día anterior, la doctora se había marchado rápidamente. Morgan se preocupó de que fuera algo grave. Después de todo, no muchos días atrás, Ana y Gideon fueron atacados. Pero conversando con Keity la noche anterior se dio cuenta de que no fue nada relacionado con eso. Ya que Keity parecía muy tranquila mientras le comentaba sobre los detalles de la fiesta para su papá.

—Morgan, ¿Cómo se llama esta planta? — Escuchó que la doctora le llamaba, dejando sus instrumentos en el cubo. Morgan se levantó y caminó hacia donde se encontraba ella, rodeada de muchas flores coloridas.

—Son anémonas o anemone [24] — Morgan sonrió —Son el orgullo de mi abuelo, tiene más de setenta especies diferentes de esta planta— La doctora también sonrió.

—Me recuerdan a ti— dijo ella inclinándose a tocar un racimo color amarillo.

—¿A mí? —

—Si— La doctora la miró por sobre encima de su hombro —Son sencillas, coloridas, alegres y muy bonitas— Morgan la miró a los ojos y en sus profundidades, Morgan vio una calma extraña y amenazadora. La doctora se levantó y caminó hacia ella —Eres especial Morgan ¿Lo sabías? — — Morgan empezó a temblar en cuanto oyó su tono de voz. Era engañosamente suave y calmado, como la seda deslizándose sobre la piel. Pero, por debajo, era duro y frío como el acero y el hielo.

—No…—

—Me estoy controlando, estoy haciendo un gran esfuerzo, eres una buena chica y yo no debería…— Morgan clavó la vista en la tierra del suelo, evitando mirarla a los ojos, que parecían brillar en la oscuridad. Ana se acercó hasta quedar a pocos centímetros de ella. —Eres la única persona capaz de alterarme de esta manera. De todas las maneras. — Morgan no tenía la menor idea de cómo contestar a eso, bajó la mirada. Su instinto le decía que tenía que huir, todo este tiempo la doctora fue tan amable con ella, pero ahora entre ambas corría una energía que Morgan no sabría describir.

—Mírame —susurró ella. Cuando lo hizo, Ana siguió hablando —¿Sigues en contacto con Edson? —

—Me envía mensajes— Murmuró —Me ha invitado a salir…—

—¿Sientes algo por él? —Preguntó Ana. Su voz se había vuelto un murmullo glacial. Morgan jugueteó la manga de su suéter. —Respóndeme—

—Es agradable…—

—¿Y? —

—Omer, me hace reír — dijo sinceramente — Creo que es buena persona, es guapo…—

—Bien. Me rindo —Añadió Ana, señalando el pasillo— Jamás pensé que escucharía tantos halagos para Omer, hasta lo llamas por su nombre, cosa que conmigo te cuesta trabajo, pero si es lo que realmente quieres…— El cerebro de Morgan tardó unos segundos en procesar lo que había oído. Parecía una mariposa a la que le hubieran arrancado las alas.

—¡Yo no he dicho eso! — se apresuró a gritar. Sintió vergüenza. — Creo que Omer es una buena persona… Un amigo— Durante un largo segundo Ana la miró intensamente. Tan intensamente que Morgan no pudo soportarlo, se giró nerviosa, sentía su cara roja. ¿Debería correr? Si, tal vez esa sería buena, ella no estaba habituada a este tipo de situaciones. Sintió que a su espalda la doctora se acercaba. Demasiado cerca para su salud mental, le rodeó la cintura con un brazo, acariciándole la cadera. Al ver que no se encogía por el contacto. Ana se acercó más.

—Debería de dejarte ir— Susurró la doctora —Los cielos saben que yo no debería de acercarme a una persona como tú— Morgan sintió el calor del cuerpo de Ana a su espalda. Irradiaba de su pecho y se extendía por sus hombros.

—¿Tan poca cosa soy? — Susurró Morgan, ni siquiera sabía de donde había tomado el valor —Sé que soy ignorante en muchas cosas y sé que no debo esperar que alguien como tú, se fije en alguien como yo. Me he convencido de que solo me tienes lástima, además, ambas somos mujeres, sería extraño…— Morgan temió que la doctora se enfadara por sus palabras.

—¿Qué ambas seamos mujeres es tu mayor temor? — Susurró Ana. Su cálido aliento le acarició la mejilla—. ¿Una pareja del mismo sexo es extraño? Puede que sea cierto, pero no es lo más importante aquí, yo no soy la persona indicada para ti, Morgan. — Le acercó los labios un poco más a la oreja, provocándole un nuevo escalofrío.

—¿Y el doctor Edson lo es? —susurró Morgan.

—No— gruñó Ana — ¡Maldita sea! Ni siquiera puedo verlo en el hospital sin que me den ganas de golpearlo— Ana la forzó a girarse y le sujetó la cara entre las manos—. En serio he intentado ser buena persona, hay mucho que no sabes sobre mí, y lo que menos quiero es destruirte— Ana le aplastó la boca con la suya, brevemente, pero con mucha pasión, antes de volver a susurrarle al oído: —Deberías de alejarte de mí antes de que sea demasiado tarde —Le ordenó, acariciándole el lóbulo de la oreja con los labios. Morgan permaneció en silencio, sintiendo cómo la energía fluía entre las dos como una serpiente de furia y de pasión devorándose a sí misma.

—¿Quieres que me aleje? —

—Deberías de hacerlo—Ana se apartó lentamente. Morgan sintió su ausencia de inmediato.             

—Eso no fue lo que pregunte— Declaró Morgan —Yo no tengo experiencia en esto, no tengo la menor idea de cómo seducir a alguien, o manifestar en realidad lo que siento, pero tienes que dejar de suponer que es lo mejor para mí. —

—No soy buena persona, Morgan. —

—¿Serás capaz de hacerme daño? Eso es lo que estás tratando de decir— Morgan se pasó la lengua nerviosamente por los labios — No soy una santa, ni una pequeña copa de cristal que se romperá ante el primer golpe. Nadie en este mundo puede ser completamente un ángel o un demonio, deja de pensar que es lo mejor para mí. Si no me quieres de esa manera simplemente tienes que decirlo y yo…— Ana la miró a los ojos antes de besarla. Sus labios se unieron con firmeza, juntando sus alientos, sus bocas húmedas y resbaladizas. Ana le acarició la mejilla y la oreja antes de sujetarla por la nuca. Mientras le aprisionaba la boca con la suya, le acariciaba la piel, para tranquilizarla. Sus labios flotaban juntos, deslizándose, devorándose entre sí. Tras unos instantes, Ana le echó la cabeza hacia atrás rogándole sin palabras que separara los labios. Morgan no respiraba. Era imposible. Las sensaciones eran demasiado intensas, el sabor a menta, el aroma de su perfume, su aliento, que la consumía. Ante la falta de respuesta de ella, Ana le recorrió el labio inferior explorándolo con precaución, antes de apoderarse de él hábilmente y de metérselo en la boca. Morgan ahogó una exclamación ante la sensación, extraña y tan íntima. Ana jugueteó con su labio entre los suyos. Todo era nuevo, pero al mismo tiempo curiosamente familiar. Labios, dientes, el dulce juego de la lengua. La pasión permaneció, pero la rabia se transformó en energía eléctrica que ardió y chisporroteó a su alrededor cuando Morgan por fin respondió a su invitación y se abrió a ella.

Se volvió más atrevida. Le acarició el labio inferior con la lengua antes penetrar en su boca. El primer contacto fue tímido, pero en seguida se volvió sensual y erótico, como el de dos amantes. El calor se apoderó de ellas y el baile de dos se convirtió en un tango de uno. Mogán no podía creerlo. Tantas sensaciones… Fue mucho mejor de lo que Morgan podría haber imaginado. Mucho mejor que cualquier sueño. Porque ella era real. Y mientras sus labios estaban unidos y le exploraba la boca con la lengua, ella era suya, en cuerpo y alma. Aunque solo durara unos momentos. << Esto en realidad está sucediendo >>

Ana tiró de ella para acercarla más. Le enredó las manos en el cabello y quedó aprisionada entre su cuerpo un arbusto. Su forma menuda estaba firmemente aplastada por el cuerpo de Ana. La doctora estaba devorando su boca con maestría. Morgan la escuchó gemir. Era un gemido intenso, fiero y erótico. Morgan recordaría ese sonido y esa manera de vibrar contra su boca durante el resto de su vida. Sintió la sangre correr por sus venas, caliente y espesa, haciendo que su piel se ruborizara. Nunca había deseado nada con tanta intensidad como sentir sus brazos alrededor de su cuerpo y sus labios contra los suyos. Nadie más existía más que ellas. Nada importaba.

Los labios de Ana se apoderaron de su boca. La poseyeron. Un fuego se encendió cuando sus cuerpos entraron en contacto. Morgan trató de respirar, pero no fue suficiente. La cabeza empezó a darle vueltas. Estaban tan juntas que Morgan habría jurado que podía sentir el corazón de ella a través de la blusa. La doctora Carson, deslizó la mano por debajo de su blusa para tocarle la piel de la parte baja de la espalda. Morgan empezó a respirar entrecortadamente. Le faltaba el aire.

Ana no quería detenerse. Quería seguir, llevarla hasta cualquier superficie plana y tumbarla encima para acabar lo que habían empezado. Quería explorar cada centímetro de su piel. Mirarla a los ojos mientras su cuerpo le revelaba sus secretos. Pero la prudencia ganó la batalla y fue deteniéndose lentamente. Aunque todo su ser protestaba a gritos ante el dolor de la separación. Ana la abrazó con fuerza y enterró su rostro en su cabello tratando de calmarse << ¿Qué mierda estás haciendo, Ana?>>

Aunque no tenía respuesta apropiada a esa pregunta, tantas cosas habían sucedido las últimas veinticuatro horas, que todo su autocontrol y su conciencia estaban ausentes. Se estaba lanzando de lleno contra el abismo y estaba arrastrando a Morgan junto con ella. << Tengo un lugar de honor en el infierno justo a un lado de Satanás >>

Ana le acarició el cuello con los labios, muy suavemente, descendiendo hasta llegar al punto donde el cuello se unía con el hombro. Con un último beso en la piel descubierta de su hombro, Ana se apartó. Pero mantuvo las manos en su cadera. Sonrió al contemplar a Morgan toda sonrojada y adorablemente confundida. Casi podía oír el corazón de ambas latiendo frenéticamente, pero al unísono, Morgan lo afectaba hasta ese punto. Le hechizaba la carne y la sangre. Bajó la vista hasta sus labios, aún entreabiertos, y volvió a besarlos con reverencia. Ella no reaccionó. Ana la examinó, empezando a preocuparse.

—Morgan, ¿estás bien? — Preguntó al ver como ella se aferraba a sus antebrazos con fuerza.

—Me tiemblan las rodillas— Susurró ella. Ana sonrió. << Ella es tan inocente >> Le acarició la cara con las yemas de los dedos.

—Creo que eso no es una situación tan grave— rio. Morgan abrió los ojos.

—Jamás me habían besado de esa forma—

—Lo sé —murmuró Ana, acariciándole el cabello—. ¿Estás bien? — Morgan respiró hondo.

—Sí, eso creo. — Ana volvió a besarla en la frente. A lo lejos escuchar unos ruidos de metal y un gritó de una persona, de pronto se acordó de donde estaban.               —Mi abuelo se enfadará si no termino de abonar la sección A5—Trató de liberarse de su abrazo, pero Ana no se lo permitió —¿Y si alguien nos ha visto? —Preguntó, Ana la soltó.

—Me decepcionas, Morgan. Deberías saber que jamás te expondría de esa forma. Te prometo que haré todo lo que esté en mi mano por protegerte. — Morgan la miró a los ojos, y le creyó. —¿A qué hora terminas tu trabajo? —

—A las dos— contestó en automático

—Bueno, dado que aún me quedan unos días de baja, ¿Qué tal si vienes conmigo a mi casa? Comeremos y veremos alguna película ¿te parece? —dijo Ana. Y Morgan se sintió… ¿Emocionada? Estaría a solas con ella ¿Qué significaba? Estaba tan confundida.

—¿Está bien que hagamos eso? Digo… necesitas descansar…— Ana colocó un dedo en sus labios.

—Estoy bien, soy doctora y créeme cuando te digo que conozco mis límites— Morgan no estaba del todo convencida de eso. Recordó la forma extraña en la que la doctora había estado actuando toda la mañana… Seguro que no era nada bueno, solo hacía falta ver el cansancio en sus ojos. Morgan se ordenó olvidarse de la sensación de los labios de Ana sobre su boca y centrarse en sus problemas. Pero era imposible, sobre todo porque los sonidos de ella mientras la besaba seguían resonando en sus oídos.

—Aun así, creo…—

—Cenar y ver televisión no es deporte de riesgo— La expresión de Ana se endureció. — Por el día de hoy necesito un respiro, vendré a recogerte cuando termines tu turno, tenemos muchas cosas de que hablar— Ana sonrió ante su reacción nerviosa.

—Yo puedo llegar a tu casa—

—Vendré por ti— Especificó ella, acercándose mucho a su cara. —Confío en que lo superemos. En estos momentos, cada vez que te miro, solo puedo pensar en besarte. — Y Morgan quería que lo hiciera, de verdad y le habría pedido que la besara de nuevo, si no fuera porque escucharon la voz de su abuelo llamándola. La doctora Carson en automático dio varios pasos hacia atrás, justo al tiempo en que su abuelo doblaba la esquina de la plantación de manzanos.

—Aquí están chicas, no sé qué las entretiene tanto aquí, pero necesito ayuda en la oficina Morgan. Llegaron unas facturas que tienen que pagarse hoy mismo—

—En seguida voy, abuelo— Susurró Morgan nerviosa, no sabía por qué razón imaginaba que su abuelo en cualquier instante comenzaría a regañarla por haberse estado besando con la doctora, tenía la cara roja de la culpa. En cambio, la doctora Carson estaba de lo más tranquila, ella comenzó a conversar con su abuelo sobre que tenía una hermosa plantación de flores ¿Cómo podría estar tan tranquila? Mientras que Morgan sentía aún las rodillas débiles, estaba casi segura que al dar el primer paso, caería al suelo. << Seguramente porque ella ha hecho esto cientos de veces antes, lela >>

Cinco minutos después, la doctora Carson se despidió de ellos tan calmadamente no sin antes recordarle que estaría esperándola a las dos en punto fuera del invernadero, su abuelo estaba encantado con la doctora Carson. Incluso hasta le había dicho alegremente que se pasará a saludar de vez en cuando. Morgan como la tonta y lenta que era simplemente se había limitado a decir adiós. Una hora después mientras Morgan seguía revisando facturas, seguía sin poder creer lo sucedido, ¡la doctora Carson la había besado! ¡A ella! Ni más ni menos.

 

 

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