Dark

Dark


CAPÍTULO 20

Página 23 de 38

CAPÍTULO 20

 

Morgan entró inseguramente al departamento de la doctora Carson.

— Siéntete como en tu casa, Morgan— Morgan se relajó cuando oyó la voz de Ana. Toda la mañana, Morgan había estado un poco nerviosa, por lo ocurrido esa mañana y por qué ocurriría más tarde. Pero sus miedos se alejaron cuando vio a la doctora Carson esperando fuera del invernadero.

— Gracias… por invitarme—

—Eres bienvenida cuando quieras, ponte cómoda— La doctora se quitó los zapatos y descalza se encaminó hacia la cocina, este departamento estaba compuesto por una sala, comedor y cocina abierta, era elegante y moderna.

— ¿Quieres que prepare algo de comer? — Preguntó algo insegura. Mientras se quitaba la chaqueta y los zapatos, no quería manchar la alfombra.

— Yo no soy buena en la cocina, Iain me hizo el favor de preparar algo, ya solo tengo que recalentar—

—El padre de Keity cocina muy bien— Morgan confesó. — He ido con Keity y Alex a la cafetería de su papá en un par de ocasiones— Morgan había continuado con una buena amistad con Alex y Keity, pero no tenía la menor idea de cómo lo tomaría la doctora.

— Me alegró que se hayan hecho buenos amigos… — Ana murmuró.

— Ellos son agradables, lástima que Keity pronto se marchara… — Eso desanimaba a Morgan.

—Ella no sé ira por siempre, por lo menos espero que regrese en vacaciones— Comentó la doctora regresando a la sala de estar con unos vasos de jugo.

— Escucharla hablar con tanto entusiasmo de la universidad me está haciendo considerar lo de mi especialidad— Morgan nunca lo considero, pero viendo que últimamente la idea de ser una mejor profesionista le estaba rondando la mente.

— Floricultura ¿cierto? — Morgan suspiró.

—     El posgrado de Toronto es el mejor, pero aún no sé…—

—¿Toronto? — a Morgan le pasó desapercibido la reacción de la doctora.

—Además Massachusetts queda cerca, podre visitar a Keity— La expresión de Morgan era seria. — Nunca tuve buenos amigos en la universidad, espero que esta ocasión sea diferente.

—La universidad siempre es un infierno para muchos— Dijo Ana bromeando, y Morgan se encogió de hombros.

— Yo siempre fui la rara de la escuela—Morgan bajó la cabeza para esconder su rostro ruborizado. Se sentía muy avergonzada con ese tipo de conversación. — Siempre deseé poder ser como las demás…— La mano de la doctora se colocó en su brazo.

—Oye… No siempre ser como los demás es buena cosa— La tensión que Ana sentía en su mano posada sobre su brazo se relajó. Morgan la miró interrogativamente. —¿Por qué alguien querría ser como los demás? Es hasta absurdo querer seguir los dictados que la sociedad quiere que sigas—Morgan reflexionó un poco y suspiró.

—Tal vez tengas razón, pero es difícil luchar contra corriente—

— Jamás quedarás bien con nadie Morgan, y no tienes que esforzarte en complacer a nadie, solo tienes que ser tu misma, aceptarte como eres—

— ¿Y si no me gusta quién soy? — Morgan preguntó, con aire triste.

— ¿Es así? Realmente solo importa lo que pienses de ti misma. Y es normal no sentirte conforme contigo misma de vez en cuando, todos tomamos malas decisiones y tenemos momentos en que no estamos bien, no todo es felicidad—

— Normalmente no me importa — Ella concordó. — Pero en ocasiones me cuesta no escuchar las críticas de los demás…— Ana apretó la mano que reposaba en su brazo y después hizo que Morgan se detuviera.

—Lo sé— Dijo Ana firmemente —Pero es mejor vivir bajo tus reglas, al final del día, serán tus errores o tus aciertos. Tus victorias o tus derrotas. Tuyos y solo tuyos, no de la sociedad entera— Morgan reflexionó sobre sus palabras, y una vez más envidio la seguridad y la valentía de la doctora Carson. Por un momento se hizo silencio entre ellas, quebrado entonces por Ana.

—Siempre encuentras las palabras para levantarme el ánimo— Morgan se volvió hacia Ana — Me siento muy afortunada de tener una amiga como tú— Ella se dio cuenta de que Ana endurecía su cuerpo ante sus palabras, pero la reacción de ella pronto quedó clara al manifestar su decepción.

— ¿Una amiga, Morgan? ¿Es así como me ves? — Ella se sintió enrojecer y bajó la cabeza, murmurando:

— Yo no quiero creer que tú…— Ana interrumpió las palabras de ella, colocó la mano en su mentón para levantarle la cara y, sin pérdida de tiempo, le cubrió la boca con la suya. Morgan quedó inmovilizada con el contacto de los labios de la doctora, que se deslizaron suavemente, pero firmemente sobre los de ella, en una caricia gentil e intensa. Morgan entreabrió ligeramente los labios en un suspiro, posibilitando que ella introdujese la lengua en su boca. Morgan se congeló por un momento ante semejante intrusión, sintiéndose muy tensa. Pero el movimiento de la lengua de Ana dentro de su boca, era tan delicado y tan dulce que su cuerpo se relajó y sus labios se entreabrieron un poco más en total entrega. Durante muchos años, Morgan absurdamente pensó que besar era algo poco higiénico, eso porque nunca lo había experimentado. Ahora sentía el placer y la excitación recorriendo su cuerpo.

Entre Ana más profundizaba el beso, poco a poco hacía que Morgan fuera recostándose sobre el sofá. A ella no le importaba nada más, Morgan solamente se dejó besar. Pero después respondió con igual ardor. Ana soltó un gemido y sus manos se deslizaron por el cuerpo de Morgan, presionándola contra el sofá mientras sus labios continuaban exigiendo besos cada vez más profundos. Morgan pasó sus brazos alrededor del cuello de ella, con la tentativa de tenerla todavía más cerca. Ella sintió una de las manos de Ana descender por su espalda, apretándola todavía contra ella. Morgan sentía que su corazón dejaría de latir en cualquier momento, y se entregó por completo al beso. Ahora podía constatar que el calor y la excitación que la había invadido esa mañana en el invernadero no fueron su imaginación.

El cuerpo de Morgan parecía saber exactamente qué hacer y se moldeó perfectamente al de Ana.

Morgan suspiró y se dejó besar, gimiendo por el placer de las caricias eróticas de la doctora. En un momento dado, ella soltó una pequeña exclamación de sorpresa cuando Ana se apartó de sus labios.

— Está mal — Ana susurró— No debería estar haciendo esto—

— Cierto, no deberíamos — Morgan concordó, aferrándose a los hombros de Ana, al mismo tiempo que arrojaba su cabeza hacia atrás, permitiendo que ella le besase el cuello.

— Yo… sé que no debo — Ana susurró al oído de Morgan, que sintió un estremecimiento de la cabeza a los pies. — Pídeme que me detenga — Ana murmuró, bajando los labios por su cuello. Morgan abrió la boca y soltó un gemido cuando ella metió la mano por la abertura de su blusa y le acarició un pecho.

— Tal vez … — Morgan murmuró. Ana le acarició la piel suave y ella arqueó su cuerpo, invadida por sensaciones extrañas. Sus músculos latían con excitación y una sensación de calor nacía en su bajo vientre.

— Tal vez … ¿Qué? — Ana preguntó jadeante.

—Tal vez debas besarme de nuevo — Dijo Morgan jadeando, aunque supiese que no era eso lo que debía decir. Ana dejó escapar de sus labios un pequeño murmullo y cubrió los labios de ella con los suyos. Morgan acarició sus cabellos, retribuyendo los besos con el mismo ardor y, por primera vez, sintió viva cada una de las partes de su cuerpo como nunca le había sucedido antes. En virtud de su inexperiencia, todo lo que preocupaba Morgan era no estar correspondiendo de la manera correcta. Pero esa preocupación desapareció cuando Ana soltó un sonido gutural y sus besos se hicieron más ardientes y exigentes. Esa reacción solo podía ser porque estaba respondiendo adecuadamente. Entonces Ana la recostó completamente sobre el sofá y se colocó encima de ella.

— Solo un poquito — Murmuró Ana, interrumpiendo el beso.

— Está bien — Morgan aceptó, solo deseando que el placer que estaba sintiendo no acabase nunca.

— Solo voy a tocarte un poquito y te prometo que después me detengo — dijo Ana, abriéndole un poco más la blusa. Morgan quería que esos momentos durasen una eternidad. Nunca se había sentido tan deseada y tan viva. Cuando Ana comenzó a besarle el pecho. Morgan notó que su brasier estaba completamente abierto. Ana había abierto varios botones de su blusa, y desabrochado su brasier sin que ella se hubiese dado cuenta. El calor de su boca estimulando su pezón tuvo el efecto de una llama encendiendo todo su cuerpo.

— Oh — ella gimió, pasando sus manos de los cabellos a los hombros de ella. Morgan dejó que sus manos se deslizasen por la tela fina de la blusa de Ana. Sin poder contenerse, levantó la tela, deseando tocar su piel. Ana dejó de lamer su pezón y un “no” casi suplicante se escapó de los labios de ella. Ana volvió a besarla y Morgan sacó la blusa fuera de los pantalones ajustados, acariciando su espalda. Ana gimió y sus besos se hicieron más profundos y su lengua más exigente, se estremeció de placer, clavando las uñas en la espalda de Ana.

— Por Dios, Morgan — ella le pidió, apartando sus labios de los de ella para besarla en la cara. — Debemos parar—

—¿Qué? ¿Por qué? — Morgan gimió de placer, endureciendo su cuerpo cuando la mano de ella acarició sus piernas y Ana deslizó sus labios por su cuello.

— Pídeme que me detenga — Ana imploró, haciendo una pausa curvándose después para besar y chupar el pecho de Morgan. Morgan jadeante, enterró sus uñas en la espalda de ella. La mano de Ana se deslizó por las piernas con la intención de tomar el borde inferior de su falda. Morgan se estremeció anticipando lo que estaba por venir y pegó su cuerpo al de ella.

— Oh, Ana… — Morgan jadeó, sintiendo su cuerpo derretirse cuando ella apartó sus bragas y tocó su pubis, ahora al descubierto.

— Solo esto, prometo que no iré más allá— Ella susurró, besándola en el borde de la boca. — Quiero tocarte, sentir tu sabor—

— Si… — dijo Morgan inmediatamente, lista para aceptar cualquier cosa con tal que él no se detuviese. Morgan jadeó cuando la boca de la doctora comenzó a descender por su cuerpo, deteniéndose por un momento en uno de sus senos, después en el estómago y … Súbitamente la trayectoria descendente fue interrumpida. Ella tensó su cuerpo cuando Ana se arrodilló entre sus piernas, para que su boca comenzase a lamer su sexo. Su primera reacción fue de shock y vergüenza. Morgan agarró la cabeza de Ana, intentando levantarla.

— No quiero… no deberías… — Ella murmuró indecisa, desistiendo de protestar ante el placer con que su cuerpo respondió a esa caricia íntima. Morgan soltó la cabeza de Ana y se aferró al acolchado del sofá, sintiendo que todo a su alrededor giraba. Tuvo entonces una vaga consciencia de que sus caderas actuaban en ese momento por cuenta propia, moviéndose hacia arriba en su ansia por recibir más besos y más caricias.

— Oh… — Morgan intentaba decir algo coherente, pero toda su concentración estaba volcada a las sensaciones que estaba descubriendo. Ahora comprendía por qué tanto escándalo con eso del sexo. De repente el diseño del universo pasó a tener sentido.

— Dios… — Si, definitivamente Dios existía. Morgan agudizó sus sentidos, intentando desprenderse de la pasión que nublaba su mente en ese momento. Enterró los dedos en el sofá mientras sus caderas continuaban moviéndose, su cabeza giraba en un torbellino, cuando la lengua de Ana concentró su atención en un punto en específico. Su cuerpo se sacudió sobre el estrecho sofá, sintiendo cada uno de los poros de su piel latir. Instintivamente intentó alejar la cabeza de Ana, pero ella le sujetó las dos manos y apretó con el peso de su cuerpo las piernas de ella para continuar lo que estaba haciendo.

— ¡Ana! — ella lo llamó jadeando con determinación. Pero la doctora continuó lamiéndola, decidida a enloquecerla de placer.

— No…— Morgan lucho una vez más, las sensaciones eran incontrolables, ella jamás había sentido algo así, y eso la asustaba. Luchó para conseguir librarse de sus manos. Pero Ana continuaba sujetándolas. Finalmente, consiguiendo librar una de las manos, pero no intentó apartar a la doctora. Ya que sintió la excitación comenzar a apoderarse de su cuerpo, creciendo en nuevas oleadas interminables de placer hasta convertirse en una masa trémula y frágil arrojada sobre el sofá. Ana finalmente levantó la cabeza y, aunque su mente estaba entorpecida pudo ver la sonrisa satisfecha en la cara de la mujer.

Ana no dijo nada, se limitó a acariciarla, a ayudarla a relajarse, con pequeños besos en el vientre, mientras iba ascendiendo para colocarse a su lado y por fin abrazarla. A Ana no le gustó el rechazo de ella, se dio la vuelta, dándole la espalda apretándose contra el respaldo del sofá, y tapando su cara con sus manos. Estaba claramente avergonzada de lo que acababa de suceder. Ana comenzó a preocuparse, se había movido demasiado deprisa. Pero los cielos eran testigos que ella había estado en su límite.

—Morgan, ¿Estás bien? —Esperó una respuesta, pero ella seguía en esa postura, evitándola— Háblame por favor —Su voz era suave, calmante— Dime qué piensas.

—Yo… —a allá no le gustó ese tono de voz, indicaba vergüenza—. No debías haberlo hecho—

—¿Por qué? —La estrechó aún más entre sus brazos.

—No… Yo, no sé… Yo nunca— Suspiró profundamente, intentando asimilar las palabras de Morgan. Ya sabía que Morgan jamás había tenido sexo y Ana le estaba preocupando que a Morgan le hubiera desagradado hacerlo. Hacerlo con una mujer, después de todo, al no tener experiencia previa. ¿Qué sabia Morgan sobre lo que le gustaba o no? ¿Qué sabia ella de las relaciones sexuales? Y de buenas a primeras, Ana la estaba orillando a una relación lésbica.

—Morgan, esto no es para avergonzarse— Ana dudo —Al menos que te haya desagradado que yo lo hiciera…— Ambas se quedaron en silencio, ¿Qué más podría decir? Podría estar orillando a Morgan a aceptarla, pero sabía que ella no estaba fingiendo cuando la besaba, o cuando la acariciaba. Ana podría marcharse y dejar que ella lo pensara un poco. Pero decidió actuar como siempre lo hacía. Afrontando el problema.

—Morgan —Habló con suavidad, acariciándola el cuello, haciendo que se sintiera relajada— Sé sincera conmigo, ¿Te ha gustado? —Preguntó en un tono casual. Morgan la espió entre sus dedos, estaba roja como un tomate maduro. Ana hacía ver que todo era natural, pero no era así, no podía ser así de simple.

—Sí —Suspiró al fin— Pero… no sé si voy a ser capaz de mirarte a la cara. — Ana se rio a carcajadas, ella era así, podía ser incluso encantadora cuando se sonrojaba, porque estaba segura de que así era. Con un movimiento rápido, la obligó a girarse.

—¡No! ¡Por favor! —

—Mírame, Morgan —La agarró por las muñecas e hizo fuerza para despejarla la cara— Mírame, a la cara, quiero ver tu expresión, ¿Te has corrido no? Pues muéstrame una sonrisa de satisfacción. —añadió en un tono seductor.

—¡No! —Gritó más abochornada aun, cuando Ana retiró las manos de su cara, tuvo que girar el cuello para no mirarle.

—Mírame —Puso uno mano bajo su barbilla y la giró, cuando la tuvo enfrente la besó de forma cariñosa. —No debes estar avergonzada conmigo—

—Me da vergüenza —admitió ella por fin, ganándose una sonrisa traviesa de Ana.

—No tienes porque, a mí me ha gustado mucho saborearte y planeo…—

—No por favor —Morgan le tapó la boca con la mano— No digas nada más o moriré de vergüenza— Ana rio, si, su Morgan era virgen. Ella nunca había conocido a ninguna. Debería de hacerse a la idea que tenía que ir despacio con ella. Tal vez no demasiado despacio, ya que Ana no tenía la paciencia necesaria. Ana estaba a punto de besarla nuevamente cuando su teléfono comenzó a sonar en alguna parte de su apartamento, estaba más que dispuesta a ignorarlo. Pero al mismo tiempo el teléfono de Morgan también comenzó a sonar. A Ana no le quedó más remedio que apartarse. Morgan avergonzada intento acomodarse la blusa al tiempo que alcanzaba su teléfono móvil.

—¿Keity? — contestó Morgan, Ana rodó los ojos, agradecía que Keity se hubiera hecho amiga de Morgan, pero esperaba que sus inoportunas apariciones no fueran tan frecuentes, sonrió. Imaginando que Donnart seguramente se sentía de esta manera cuando ella se entrometía entre él y Gideon. << Karma>> negó con la cabeza. Su teléfono continuó sonando, y estaba decidida a ir a contestarlo, pero las siguientes palabras de Morgan la detuvieron. —¿Keity que sucede? ¿Estas…? Cálmate— Morgan miró a Ana asustada. —Si, ella está conmigo…— Morgan le tendió su teléfono, esto sin duda eran malas noticias.

—¿Qué sucede? Keity— Preguntó Ana inmediatamente aceptando el móvil de Morgan.

—¡Ana! ¡Oh Dios! Ana— Keity estaba agitada y sonaba demasiado desesperada. —¡A mi papá le dispararon! —

 

 

Ir a la siguiente página

Report Page