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CAPÍTULO 21

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CAPÍTULO 21

 

—Usted no debería de estar aquí, doctora Carson— anunció Bernard mientras se preparaba para entrar en cirugía. Ana alzó la mirada para observar cómo estaban preparando al fiscal Morrison para cirugía, le habían disparado en el pecho. Un disparo a quema ropa. ¡Maldita sea! Estaban viviendo una pesadilla.

—Permítame asistirlo, doctor Bernard— Pidió, Ana jamás, jamás, jamás pedía nada. Ella exigía, ordenaba, se abría paso por el mundo a la fuerza. Pero en esta ocasión no tenía opción. El poder estaba al otro lado de la cancha. Y Ana tenía que jugar muy bien sus cartas.

—Escuche que está de baja, doctora…—

—Estoy bien— interrumpió Ana —Solo sufrí un golpe en la cabeza días atrás. Nada de cuidado, usted mejor que nadie sabe que es mero protocolo darme esos días de descanso— Ana miró directamente al doctor Bernard a los ojos.

—Comprendo, pero este hombre es mi paciente y le aseguro que soy más que capaz de realizar esta cirugía—

—Solo lo asistiré— Dijo firmemente y ya era bastante esfuerzo. Ana le costaba ceder el mando a alguien, pero estaban hablando de Allister. El padre de Keity. la pareja de Iain. El amigo de Kai y Gideon. Por todos ellos, Ana definitivamente debería de estar ahí. —Seré un respaldo para usted doctor Bernard, definitivamente soy mejor opción que uno de sus internos. Estamos hablando del fiscal de Distrito, no quiero hacer presión. Pero tiene a todos los medios de comunicación, al FBI, a la Corte de Justicia, al secretario de Justicia de la casa blanca y Dios sabe que autoridades más esperando buenos resultados. ¿Quiere matarlo? ¿Eso quiere? Déjeme ayudarlo— Ana no sintió remordimientos al ver como el doctor Bernard tragaba saliva. Sus palabras eran verdad. No era por ponerlo nervioso, el fiscal Allister Morrison no era un paciente cualquiera. Era figura pública importante y su casi asesinato era lo que llenaba ahora las noticias y tenía a toda autoridad del país en alerta. Ana no estaba ahí por el fiscal, estaba ahí por Allister. El hombre, El esposo. El padre y el amigo.

—Si algo sale mal… Usted no está autorizada a estar ahí, entonces el hospital podría…—

—Yo la autorizo a estar ahí— Aseguró Edson entrando en la zona de lavado. —Yo asumiré las consecuencias, además estaré en el quirófano observando a la doctora— Ana miró a Edson por sobre encima de su hombro.

—Muy bien— Acepto el doctor Bernard después de unos segundos —Hay que prepararse— A Ana no se lo dijeron dos veces, inmediatamente comenzó a lavarse. Cuando Bernard terminó inmediatamente se dirigió al quirófano, mientras Ana continuaba lavándose, a su lado Edson simplemente la observaba.

—Gracias— Susurró Ana incómodamente.

—Creo que no escuche, podrías hablar más alto— dijo Edson divertido.

—Cállate— Ana lo fulminó con la mirada —Creo que ya son varias las que te debo, no me gusta estar en deuda con nadie. —

—Tu tranquila, querida— Edson le guiñó un ojo —Ya encontraré la manera de cobrármelas— Negando con la cabeza, Ana terminó de prepararse y se dirigió al quirófano. Mientras observaba a Bernard tomar el lugar del cirujano principal, Ana observó al fiscal Morrison en la mesa. Ella no rezaba, no creía en un Dios, creía solo en la medicina y la destreza de los médicos. Pero esperaba que, si existía una fuerza mayor superior en los cielos… Si de verdad existía un Dios. Esperaba que ese ser inmortal hiciera todo lo que estuviera a su alcance y no permitiera que Keity perdiera nuevamente a un padre.

—Todos listos— Anunció el Doctor Bernard, eso hizo a Ana moverse y colocarse en su lugar frente a Bernard, tenía que apartar la mirada de la cara del fiscal, era solo un paciente, tenía que enfocarse y concentrarse. Mirando a Bernard a los ojos asintió con la cabeza. Entonces el doctor Bernard comenzó con la cirugía.

Era una cirugía riesgosa. Donde era más sesenta por ciento instintos que un procedimiento médico establecido. Pasaron los primeros minutos, pero aún no habían logrado localizar la bala.

—¿Sientes algo? ¿Puedes ver de dónde viene la sangre? — preguntó Ana a Bernard, Allister estaba perdiendo demasiada sangre.

—Aún no, todavía no veo nada— Dijo el médico un poco desesperado. —Dame más succión— Ana no podía soportarlo más le entregó el retractor al interno que asistía al doctor Bernard y Ana comenzó por iniciativa propia comenzó a trabajar. Al principio Bernard le hizo una advertencia, pero Ana no lo escuchó. Se concentró en su paciente, no podía perder el tiempo, cada segundo, era primordial. En la cabecera de la mesa se encontraba Edson, observando, él no dijo nada. Seguramente ya había previsto que Ana no simplemente se quedaría sosteniendo el retractor.

—     ¡Oh, no! No, no, no— Gruñó al sentir lo que estaba buscando.

—¿Qué sucede? — Preguntó el doctor Edson.

—La bala esta junto a la aorta — << Mierda, mierda, mierda>> Esto no era nada bueno.

—¿Qué dice? — El doctor Bernard hizo las comprobaciones necesarias para asegurarse que Ana estaba diciendo la verdad.

—Tranquila, Ana, sé que pueden lograrlo— Aseguró Edson. —Concéntrate—

—Sé que podemos— Aseguró Ana— Solo quería que fuera sencillo, no la reparación más difícil del mundo— ¿Dónde se supone que estaba Dios? No se la estaba poniendo fácil ¡Joder!

—Hay hemorragia masiva en los pulmones— Anunció el doctor Bernard

— La bala esta alojada junto a la aorta y hay un enorme hematoma — Ana cerró los ojos, pensando, estudiando y analizando que hacer a continuación. << Piensa, Ana, piensa>> tenían dos opciones, utilizar un injerto o…

—Utilizaremos un injerto, llamen a…— dijo el doctor Bernard optando por la opción más lógica a la cual recurriría cualquier cirujano.

—Pinzas y sutura— Interrumpió Ana.

—¿Qué? — El doctor Bernard no estaba muy contento con su intervención, pero a Ana le importaba un pepino.

—¡Pinzas y sutura! — ordenó. La instrumentista obedeció su orden y Ana se puso a trabajar. Ana vació todo de su mente, alejó los problemas y preocupaciones. Días atrás habían auxiliado a James y a su amigo herido, Gideon y ella habían sido atacados y ahora le habían disparado el fiscal. Estaban sin duda hasta el cuello de problemas, ella no era policía, no era abogada. No era agente del FBI. Pero podía encargarse de eso, ella podía salvar al fiscal Morrison y después que Kai se encargara de patear los traseros de esos hijos de puta que les estaba haciendo daño. Ana no permitiría que esos malnacidos se salieran con la suya. Allister Morrison, no moriría ese día. No si ella tenía algo que decir al respecto.

—Saturación cuatro cero, iniciaré la traqueotomía— Ordenó Ana —¿Signos vitales? —

—Pulso ciento veintiocho, presión reciclándose— escuchó la voz de Edson. Ana siguió trabajando, minutos, horas, daba lo mismo. Ella solo estaba enfocada en una cosa, y el doctor Bernard, aunque renuente al principio no le quedó más remedio que cederle el mando a ella y asistirla.

—Ya casi terminamos, solo falta reparar el pericardio…— El doctor Bernard se vio interrumpido cuando Allister comenzó a fibrilar. Ana apretó los dientes. << No me haga esto ahora fiscal Morrison>>

—¡Paletas internas! — ordenó Ana.

—Uno de epinefrina— ordenó Bernard. A pesar de que ellos no se llevaban del todo bien, era la primera vez que trabajaban juntos, y no lo estaban haciendo del todo mal. Primero cargaron a cincuenta, pero no obtuvieron respuesta, cargaron de nuevo las paletas, y de nuevo.

—¡Vamos Allister! —Murmuró. Ana miró esperanzada el monito. Esperando. Esperando. Ana pasó los segundos más largos de su vida observando el monitor de la frecuencia cardiaca. Este era el momento. La elección de Allister de quedarse y luchar por su familia o seguir a su amado Nicolas al más allá…

—¡Lo logramos! — Anunció el doctor Bernard cuando la frecuencia cardiaca de Allister se regularizó y el corazón comenzó a latir con normalidad. Ana cerró los ojos, aliviada. Jamás se había sentido tan contenta de ver un corazón latir.

—Felicidades a todos, bien hecho— Dijo el doctor Edson Ana abrió los ojos y miro a… ¿Su amigo? No, Edson era un colega, no muy cercano a un amigo. Nada más. Y no podía pasar desapercibido el detalle que el médico quería robarle a Morgan.

—Lo logramos— Dijo aliviada.

—Me ha robado a mi paciente, doctora Carson— Dijo el doctor Bernard reclamando su atención, aunque no parecía del todo furioso.

—Puede firmar el expediente y dar usted el reporte a la prensa— Ana le guiñó un ojo —Fuimos un equipo esta noche, y nunca olvidaré este favor— El doctor Bernard asintió con la cabeza en reconocimiento.

—Terminemos, para ir a informar a la familia— Ana asintió. Tenían que terminar y averiguar qué mierda estaba sucediendo. Después de que Keity llamará, Ana se había apresurado al hospital simplemente sabiendo que Allister había sido atacado al salir de la corte. ¿Era un caso aislado? ¿Estaba relacionado con el ataque hacia Gideon y ella? ¿Qué mierda estaba sucediendo? Lo que menos deseaba era que las personas a su alrededor fueran heridas. Su mente fue hacia Morgan, Mina, Bruno. Aún no solucionaba las cosas con Mina y tenía varias llamadas y mensajes de Bruno. Seguía preocupándose por ellos. No deseaba que les sucediera algo por culpa de Ana.

Cuando llegaron a la sala de espera, no le extrañó encontrar a Iain y a Keity rodeados de personas de seguridad, había personas trajeadas que Ana no conocía en absoluto. Pero era lógico, ya que Allister era una persona importante políticamente hablando. A Ana no le importaba eso, ella solo quería decirle a Iain que su pareja estaba vivo, a Keity que no perdería a su padre. Buscó con la mirada a Kai, Dorian, Gideon y Alex, pero no los encontró, eso se le hizo extraño.

Al verlos aparecer, como Ana había preparado para el impacto del huracán vestido que Keity solía ser. Keity se abalanzó inmediatamente contra ella. Ana apenas tuvo tiempo de sujetarla. Los demás los rodearon.

—¡Ana! ¡Por favor! Mi papá…— Keity se aferró a su bata con los puños y la mirada suplicante llena de lágrimas.

—Tu padre ha resistido la operación— Ana no podría prometer que el fiscal sobreviviría. Fue una operación riesgosa y su herida era grave.

—Logramos extraer la bala…— Comenzó a explicar el doctor Bernard lo sucedido en la operación. Pero Keity seguía mirándola a ella como si Ana fuera un superhéroe que tenía que prometer que todo estaría bien. Agradecía esa confianza. Iain a su lado también esperaba que Ana le confirmara que su amado Allister estaba con vida. Prácticamente estaban ignorando al doctor Bernard.

—Tu padre es fuerte, Keity, él no te dejará— Ana apartó el cabello de la chica.

—No puedo perder a mi papá— Keity hundió su rostro en el pecho de Ana y se abrazó firmemente a ella. Eso no sería bien visto por el personal del hospital. En muchas ocasiones se habían tenido que enfrentar a la muestra de afecto de los familiares de los pacientes, pero en esta ocasión era una cuestión personal para Ana. —Él no me puede dejar—

—No lo hará, él luchará por ti y por Iain— Ana respiró profundamente, no podía negarse a darle consuelo a Keity. A espaldas de Keity, miró a Iain. Jamás había visto a Iain tan destrozado, su mirada también era suplicante.

—Por favor— susurró Iain abrazando a Keity por la espalda, ella seguía renuente a soltarla. Intercambió una mirada con el doctor Bernard. No hizo falta que dijera nada. El asintió con la cabeza y se adelantó para hablar el mismo con las autoridades y los que esperaban noticias discretamente a unos pasos de ellos. Él se encargaría del protocolo y Ana de la familia. << Otro nuevo favor que debía>> Se le estaban acumulando las deudas.  Ana obligó a que Keity la mirara.

—No te voy a mentir, Keity— dijo sinceramente —La herida de tu padre es grave, estuvimos a punto de perderlo en el quirófano— Iain Jadeo horrorizado y las lágrimas de Keity aumentaron. Ana la sujeto por un hombro y alcanzo la mano de Iain con su mano izquierda. —Ahora se encuentra estable, lo vigilaremos de cerca, confío en su fuerza, tiene que confiar en Allister, él no los dejara— Miró a Iain —Se que no se ira sin dar pelea— recalcó. Iain intento sonreír a pesar de que las lágrimas también comenzaron a correr por sus mejillas.

—No lo hará— dijo Iain con convicción —Es demasiado obstinado para hacerlo— Ana asintió con la cabeza.

—Así es, yo esteré vigilándolo de cerca…— << Si es que no me corren del hospital>> pensó, aunque dudaba que eso ocurriera, tal vez la reprenderían por sus acciones, eso dependería del informe de Bernard.

—Quiero verlo— demando Keity.

—Los llevarán con él en cuanto lo trasladen a la UCI [25] — Ana volvió a mirar por la sala de espera. —¿Dónde está Morgan? — preguntó, habían llegado juntas, Ana la había dejado con Keity y Alex mientras se apresuraba al quirófano.

—Un hombre apareció hace algunos minutos…— dijo Keity limpiándose las lágrimas con las mangas del suéter—Saludo a Morgan y a Gideon, no recuerdo su nombre—

—Gideon dijo que era esposo de una amiga tuya— Intervino Ana —Y él les dijo que ella estaba ingresada en el hospital, fueron a visitarla…—Ana apretó los dientes. ¿Por qué Gideon había permitido que Morgan fuera con Mina? Con delicadeza, Ana apartó a Keity. La miró a los ojos, jamás había visto a Keity tan preocupada, ahora si parecía una pequeña niña indefensa. No la chica valiente y decidida que siempre era.

—En un momento volveré para acompañarte a ver a tu padre ¿De acuerdo? —

—Gracias por todo, Ana— Ella hipo un poco —Se que no deberías estar trabajando, pero no confiaba en nadie más—

—No sé cómo agradecerte todo esto— Agregó Iain. Ana no estaba acostumbrada a esto, era incómodo para los médicos tratar con los sentimentalismos de las familias. Pero eran sus amigos después de todo.

—Café y desayuno gratis por una semana será pago suficiente— Ana intentó bromear para aligerar el ambiente, funciono un poco, Iain y Keity rieron.

—Que sea un mes a cuenta de Allister ¿Qué te parece? — Dijo Iain con una sonrisa triste.

—Bueno, si el fiscal pagará la cuenta para mí es un buen trato— Y con esas pequeñas bromas, por lo menos la crisis inicial estaba superada. Dejando a padre e hija, Ana se apresuró al piso de obstetricia, al abrirse el elevador encontró a Gideon conversando con Bruno en el pasillo.

—Ana— Gideon no estaba utilizando una silla de ruedas, su tobillo estaba mucho mejor y ahora solo recurría a muletas << Típico de hombres orgullosos >> —¿Cómo se encuentra Allister? —

—Fue una cirugía difícil, tendremos monitorear su evolución— Ana habló mirando hacia la puerta de Mina.

—Ana ¿puedo hablar contigo un momento? — Bruno quiso interceptarla mientras avanzaba hacia la puerta.

—Ahora no, Bruno— Ana lo esquivó —No tengo la paciencia para tratar con ustedes ahora mismo— Ana llegó a la puerta de la habitación. Bruno justo detrás de ella. Pero Ana solo tenía un objetivo en mente. Alejar a Morgan inmediatamente de Mina.

—Ana— Mina exclamó desde la cama al verla. Ana podría decir a simple vista que Mina estaba recuperando fuerza, además de que sabía gracias a la doctora Rosse que, si seguía evolucionando bien, sería dada de alta al día siguiente. —Escuche que uno de tus amigos se encuentra herido ¿Estás bien? — Mina estaba actuando normalmente, cualquiera que las viera, afirmaría que no habían tenido una discusión la madrugada de ese día en particular.

—Allister se recuperará— Ana miró a Morgan cuando dijo eso —Te estaba buscando, ven conmigo— Ana buscó en el rostro de Morgan cualquier cosa, algún indicio de que Mina le hubiera dicho algo innecesario.

—Le estaba contando a Morgan como es que somos mejores amigas desde niñas—

—Si, me ha dicho que tienen una conexión especial— Dijo Morgan levantándose de la silla a un lado de Mina, esquivando deliberadamente mirar a Ana. Eso no le gusto.

—Un vínculo que nadie más comprende ¿No es así Ana? — Mina sonreía, de verdad que lo hacía, pero había algo que no le terminaba de agradar a Ana, mucho menos por la mirada triste de Morgan.

—Solo es una amistad de muchos años— Ana se acercó a la cama de Mina, pero con el simple objetivo de sujetar a Morgan de la mano. Ella jadeó ante ese acto, pero no intento apartarse. Al regresar a mirar a su amiga, vio como Mina no podía apartar la vista de sus manos unidas. —La doctora Rosse me ha informado que, si sigues respondiendo a tus medicamentos, te darán la alta mañana o pasado mañana, consideren contratar una enfermera. Convence a tu marido. —

—Ana…— Algo intento decir Mina, pero Ana no quería escuchar.

—Tengo que regresar a la UCI, descansa, Mina—Ana se giró sin soltar a Morgan de la mano y se dirigió hacia la puerta. Bruno la estaba mirando duramente, pero Ana no estaba para soportar sus mierdas ahora. Si alguien podría ser descortés y desagradable, esa sin duda era ella.

—Ana, ¿Qué se supone que estás haciendo? — dijo Bruno cuando Ana pasó a su lado.             

—Ocúpate de tu esposa, Bruno y deja de meterme en tus asuntos— murmuró a su paso, Gideon seguía esperándolos en el pasillo, él simplemente arquea una ceja. —Tengo que ocuparme de… Algo, trasladarán a Allister a la UCI, pero solo permitirán que Keity e Iain lo vean, tal vez sea mejor que vuelvas a casa— Ana sintió que Morgan intentaba liberar su mano, pero Ana apretó fuertemente su agarre.

—Me reuniré con Kai, necesitamos idear una estrategia para encontrar a James. Dorian se está haciendo cargo de procesar al bastado que le disparo a Allister. — Gideon apretó los dientes —Es primordial encontrar a James — Ahora que recordaba, algo había escuchado sobre que habían atrapado con vida al hombre que disparo. Kai había estado furioso y amenazando sobre que le sacaría la verdad a golpes. Pero ese no era trabajo de Ana, ya que ella había tenido su propia batalla para que la dejaran entrar en el quirófano.

—A no ser que me corran del hospital, me quedaré a vigilar al fiscal, avísame si saben algo más—

—Ten cuidado— Gideon miró a Ana, después a Morgan y de vuelta a Ana. —¿Necesitas algo antes de que me marche? —

—No, gracias. Haré un encargo especial de café para todas las enfermeras de la UCI. Se los debo—

—Yo me encargo del café, parece que tienes cosas más importantes que hacer— Gideon señalo con la cabeza a Morgan y después enarcó una ceja. Preguntando silenciosamente sobre qué ocurría.              — Me encargaré de que Morgan llegue a casa—

—¡No! ¡Me quedaré a hacerle compañía a Keity! — dijo Morgan en un tono un poco molesto, eso le gusto a Ana. Quería que Morgan dejara de ser la chica asustadiza que era.

—Ya hablaremos de eso—

—¿Qué cosa? No tenemos que hablar de nada, yo decido si me quedo o no—

—Seguro que si— Ana suspiró. Miró hacia ambos lados, pensando a donde ir, entonces recordó una zona en particular donde podría hablar con Morgan. Despidiéndose de Gideon al cual escucho reír mientras apremiaba a Morgan para que caminara.

Decidió evitar el elevador, y dirigió a Morgan por las escaleras de emergencia, era solo un piso hacia el área administrativa del hospital. A esa hora, prácticamente ese piso estaba vacío y podría hablar tranquilamente con ella en alguna de las oficinas.

Morgan estaba nerviosa. Asustada. Preocupada. Pero sobre todo confundida. ¿Por qué Ana no le había dicho que su amiga estaba ingresada? ¿Esa fue la razón por la que había salido aprisa del restaurante? Si lo era, ahora todo tenía sentido. Mina fue la razón por la que Ana la había dejado cenar sola. Morgan no era de las que se hacían mala idea de las personas, en verdad siempre confiaba en todo lo que le decían, pero no era tonta.

Mina en el hospital.

Ana apareciendo en su casa de mañana.

La forma en la que Ana estuvo pensativa todo el tiempo.

La tristeza en sus ojos.

Y la forma en la que Mina se empeñaba en hablar tan posesivamente de su amiga como si fuera su propiedad.

La ira en el rostro de la doctora Carson al encontrarlas en la habitación.

Todo esto le provocaba un mal presentimiento y no estaba preparada para conocer la respuesta. Recordaba la conexión de ambas mujeres cuando estuvieron en la casa de Mina. Pero ahora, Ana estaba molesta por algo y Mina estaba ansiosa por la amistad de Morgan con Ana. Mientras observaba a Mina hablar alegremente de Ana, no dejó de darle vueltas. Ilusa y tonta eran los dos adjetivos que primero le vinieron a la cabeza. En ese momento hubiera deseado marcharse y no saber nada, no debió de haber ido a esa habitación en primer lugar. Pero el señor Bruno había insistido. Mientras estuvo ahí, había buscado pensamientos positivos que le ayudaran para minimizar los negativos, pero no lo consiguió, ya que por la forma en la que Mina hablaba quedó claro ninguna otra persona sería tan importante para Ana como Mina.

Entraron en una habitación de archivo, Morgan arrugó la nariz ante el olor a polvo y humedad. Ana cerró la puerta.

—Esto es…— La doctora Carson no la dejo hablar, la estrelló contra la pared y aplastó sus labios juntos. Morgan no pudo alejarse de Ana, al igual que no podía detener los sentimientos que inundaban su alma. Morgan susurró su nombre cuando ella le cogió suavemente la cabeza con la mano. El contacto de sus labios sobre los de ella, hizo que se le parara la respiración. Ella se estremeció y Ana la acercó con más fuerza hacia ella, si es que eso era posible. Ella podía sentir el latido de su corazón, podía oír su respiración agitada.

Y entonces volvió a besarla. Esta vez un beso más largo, con sus labios recorriendo los de ella con suavidad. Morgan gimió cuando Ana le lamió los labios y entonces su lengua se introdujo en su boca.

Morgan gimió, el calor había invadido su cuerpo y se había concentrado entre sus piernas al sentir su sabor. Ana siguió besándola hasta que Morgan se pegó a ella. Desesperada por sentir más. Desesperada por ella. Su cuerpo ya no respondía a su voluntad. Cada caricia, cada movimiento de su lengua contra ella, hacía que su deseo creciera cada vez más hasta hacer que le temblara el cuerpo entero.

—Por todos los cielos… —dijo Ana.

Margan la miró sin saber muy bien si sería capaz de utilizar la voz. Pero entonces Ana volvió a posar sus labios sobre los de ella. El brazo que tenía cogiéndola por la espalda fue bajando lentamente. Ana la apretó más contra sí, permitiendo que sus cuerpos se amoldaran. Ella la deseaba. Quería sentirla, verla y experimentar la sensación de ser suya. No importaba nada más en aquel instante excepto Ana y el deseo que compartían.

Ana nunca había probado nada tan dulce como los besos de Morgan. Ahora, con su esbelto cuerpo contra ella y sus suaves gemidos inundando sus oídos mientras la besaba, lo único que quería era hacerle el amor, darle placer, oírla gritar su nombre. Ana deslizó sus manos por su cuerpo, que avanzaron hasta su diminuta cintura y luego hasta sus caderas, que se ensanchaban de aquel modo tan seductor. Pero no podía dejar de besarla. Hacía tiempo desde que Ana estuvo con un amante, pero nunca antes la habían besado con tanta pasión y necesidad como lo hacía Morgan. Ella se estaba entregando por completo, confiaba en Ana. Le temblaron las manos al cogerla por las caderas y empujarla hacia ella, presionando los senos de ambas. Esta gimió, haciendo que su sangre comenzara a hervir de deseo, de urgencia. Con el hambre de probar más de ella acuciándola, se olvidó de todo menos de la hermosa mujer que tenía entre los brazos. Ana no dejó de besarla mientras la empujaba sobre el escritorio lleno de papeles

—Me encanta sentirte —Le susurró Ana al oído. Morgan gimió y volvió a besarla. Podría estar besándola toda la eternidad y ni siquiera así tendría suficiente. Mientras ella le acariciaba la espalda y los hombros con las manos, Ana le cogió los senos. Morgan le clavó las uñas en la espalda cuando le acarició el pezón con el dedo por encima la blusa y sintió cómo se endurecía.

Morgan no la detuvo cuando le subió la falda hasta poder tocarle la parte interna de los muslos. Durante unos momentos ella dejó que sus manos reposaran sobre la suave piel de sus piernas antes de ir a buscar su sexo. Ana se estaba excitando al sentir la humedad que había entre las piernas de Morgan. Ana puso la mano sobre su sexo antes de deslizar un dedo en su interior.

—Ana —susurró ella contra su hombro—. Alguien puede entrar—

—No te preocupes por ello— Volvió a besarla mientras dibujaba círculos sobre su clítoris con el dedo. El cuerpo de Morgan se sacudió entre sus brazos. Ana apenas había empezado a tocarla y, sin embargo, sabía que estaba a punto de llegar al clímax. Ana deslizó otro dedo en el interior de ella y empezó a moverlo mientras con el pulgar seguía jugueteando con su clítoris, suave y lentamente. Cambió el ritmo del movimiento de sus dedos. Primero penetrándola rápida y profundamente. Luego suave y lentamente. Ella levantaba las caderas y las movía al compás de sus estocadas y su respiración iba acelerándose por momentos. Ana no había visto nunca antes nada tan hermoso.

Hasta que ella se desmoronó entre sus brazos.

Ana la miraba fijamente al rostro y observaba el placer que la consumía. Y en aquel justo instante Ana supo que, en lo que a Morgan se refería, uno nunca sería suficiente. Y sería una canallada de su parte terminar lo que había comenzado en esas circunstancias, Morgan no era un juguete con el cual desahogar sus frustraciones en un cuarto lleno de polvo. Morgan se merecía delicadeza, amor, cuidados y sabanas limpias… Era virgen por el amor de Dios. Ana nunca fue una chica de romance, pero no quería que Morgan viviera su primera vez en tan precarias situaciones, ella misma no tenía un buen recuerdo de su primer encuentro sexual, pero quería darle eso a Morgan.

Ana retiró la mano y le bajó la falda antes de poder hacer algo de lo que se arrepentiría después. Ana quería poseerla, pero la realidad de donde se encontraban cayó sobre él rápidamente como una losa. Morgan abrió los ojos y la miró sonriente, con unos ojos llenos de pura felicidad y algo aturdida.

—Eso fue…— Susurró Morgan. Ana apartó el cabello de su rostro.

—Lamento haberte atacado de esa forma— Ana le sonrió —pero necesitaba esto— Ella sacudió la cabeza. Parpadeó confundida. Entonces aferro sus manos al uniforme de Ana.

—Pero… Pero tú no… Yo no… Hice nada para— Murmuró nerviosa y avergonzada.

—Yo estoy bien—Le prometió ella —Encuentro un enorme placer al ver como disfrutas con mi toque, temía que el toque de otra mujer te desagradara— Ella le cogió el rostro con ambas manos antes de besarla. Lentamente, sin prisas.

—Eres tú —dijo ella casi en un susurro. —No tengo la menor idea de cómo funciona entre dos mujeres— << Ni con un hombre>> Pensó Ana, pero no lo dijo en voz alta. —Pero me gusta cuando me tocas—

—Quiero hacerlo. Más que nada en este mundo. Te quiero a ti, Morgan. —Ana le cogió la mano y la posó sobre uno de sus pechos —. Quiero volver a besarte, volver a saborear tu cuerpo, quiero mostrarte todo el placer que podemos alcanzar juntas—

—Espero que lo hagas. — Susurró Morgan sinceramente sin apartar la mirada de su mano en su pecho. Ana sintió un escalofrío, podía sentir sus pezones duros contra su ropa, su cuerpo estaba ansioso, sentía la humedad entre sus piernas, deseaba enseñarle a Morgan como le gustaba ser tocada, pero no era el momento. Ana suspiró y bajó la frente, reposándola sobre la de ella. No se había dado cuenta de lo mucho que necesitaba oír aquellas palabras hasta que ella no las había dicho.

—Tengo que volver a la UCI —dijo resignada. Fue entonces cuando Ana se dio cuenta de que todas las emociones que la habían estado consumiendo desde el momento en que recibió la llamada de Keity, habían desaparecido. Ana levantó la cabeza y la miró a los ojos. —Pero lo único que deseo es llevarte a casa y… ¿Qué me has hecho, Morgan? — Morgan se encogió de hombros.

—El papá de Keity te necesita— Aseguró Morgan apartando la mano de su seno y colocándola en sus mejillas. —No entiendo todo lo que está sucediendo. Primero el accidente de ustedes y ahora el señor Allister, mientras estaba en la sala de espera, escuche como Kai y Alex murmuraban cosas…— Ana parpadeó. Solo la idea de que Morgan estuviera preocupada hizo que se le partiera el corazón.

—No tienes nada de qué preocuparte—

—Pero…—

—Te prometo que estamos haciendo todo lo posible por solucionar esto, tengo fe en Kai y Gideon, ellos se encargaran de averiguar qué está sucediendo— No podía contarle todo a Morgan, no quería que se preocupara o que corriera un peligro innecesario, entre menos detalles supiera sería lo mejor.

—Por favor. Prométeme que tendrás cuidado— Ana no podía negarse a esos hermosos ojos suplicantes.

—Lo prometo —Ana se quedó mirándola un instante antes de volver a besarla.

 

 

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