Dark

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CAPÍTULO 23

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CAPÍTULO 23

 

Morgan se sentía un poco culpable por no haberse presentado a trabajar esa mañana, pero no había tenido otra opción, desde lo sucedido con el fiscal Morrison, la pareja de Alex, el detective Kai se estaba comportando de una forma muy sobreprotectora con todos. Alex aseguraba que era un exagerado. Pero comprendía en cierta parte la preocupación de Kai por su pareja. O por proteger a la familia del fiscal. Pero no entendía por qué con ella se tomaban demasiadas precauciones. La noche anterior, no permitieron que ella fuera a su casa, fue la primera ocasión en la que Morgan había dormido fuera de casa. Su madre estuvo sumamente sorprendida cuando ella le dijo por teléfono que se quedaría a dormir en la casa de una amiga. Las reacciones de sus padres, fue una mezcla entre no poder creerlo y estar un poco aliviados. Por lo menos su hija había logrado conocer a una amiga.

Amiga

¿Ana era una amiga?

Además, en realidad se había quedado en la casa de Alex. Kai prácticamente los había dejado encerrados y con la clara advertencia de que no salieran a ninguna parte, no se acercaran a las ventanas y que si sucedía algo tendría que llamarlo inmediatamente. Alex era buena compañía, le agradaba, aunque al principio fue algo incómodo sin Ana o Keity alrededor. Además, ella sentía que no debería de estar ahí. Pero las palabras de Kai sobre que era su deber proteger también a la novia de la doctora Carson, la dejaron descolocada. ¿Era su novia? No se sentía como una novia, aunque nunca jamás haya sido una. Pero Ana la había besado, entre otras cosas. Se sonrojaba solo de recordarlo. ¿Novia de una mujer? Eso la volvía lesbiana ¿No es así? Tuvo mucho tiempo para pensar sobre ello mientras aguardaban por noticias. Aunque no llegó a una conclusión. Ya que pensó en otras mujeres y la verdad no se sintió atraída.

Por la tarde se encontraba leyendo un libro y Alex estaba escuchando música cuando Ana le llamó. Sintió que su corazón comenzaba a golpear fuertemente contra su pecho al mirar su nombre en la pantalla. Con manos temblorosas había contestado la llamada, Ana le había avisado que el fiscal Morrison estaba estable y ahora respiraba por su cuenta, pero aún no podía alejarse del hospital. Mogán se sintió un poco incómoda al principio, era extraño todo lo que estaban viviendo. Y a causa de lo sucedido no habían tenido tiempo de conversar. Morgan tenía tantas preguntas que, aunque le daba vergüenza hacerlas, aun así, quería obtener respuestas.

Dos horas más tarde, Keity les había llamado emocionada informándoles que su padre al fin había despertado. Ana no se comunicó con ella, y Morgan quería llamarle. Quería preguntarle cómo se encontraba y si volvería esa noche a su casa o que sucedería. Su madre también le había llamado, preguntando si volvería a dormir fuera. A Morgan no le quedó más remedio que volver a mentir, al menos una mentira parcial, a su madre le daría un infarto si le contaba que sus nuevos amigos estaban metidos en problemas policiacos.

—Alguien viene— dijo Alex moviendo la cabeza. Ambos estaban llevando los platos de la cena a la mesa de la sala. A pesar de ser ciego, era sorprendente la forma en la que Alex podría moverse con facilidad, claro que no podía preparar comidas elaboradas, pero hasta le había ayudado a picar unos pimientos para el salteado. Fue sorprendente observar cómo era que media las distancias con sus dedos para no cortarse.

—No han llamado al timbre…—

—Reconozco esas pisadas— Dijo Alex riendo. Morgan entrecerrando los ojos. Ya que en ese instante la puerta principal se abrió. Fue Ana quien entró. Ella se detuvo un poco en la entrada para quitarse el abrigo y los zapatos, su mirada se quedó clavada en ella y una sonrisa iluminó su rostro. Ana ralentizó sus pasos al verla. Y Morgan se movió sin siquiera pensarlo. Se acercó a Ana y se abrazó a ella.

—¿Cómo te encuentras? —

—Ahora que estoy aquí… Mucho mejor—Escuchó el suspiró por parte de la doctora.

—¿Cómo se encuentra Allister? — Al escuchar la voz de Alex, Morgan se apartó. Pero Ana no dejo que se alejara de su lado, uno de sus brazos rodeo su cintura y su otra mano sostenía la de ella.

— Sus resultados posoperatorios son buenos, se encuentra estable, estoy segura de que se recuperará—

—Gracias a Dios— susurró Morgan, Ana asintió y le levantó la mano para que su palma quedara justo frente a la suya.

—Hubo un par de ocasiones en las que pensé que no lo lograría— Dijo Ana con sinceridad. —Cuando por fin abrió los ojos, creo que estuve a punto de derrumbarme del alivio—

—Kai dijo que la herida fue muy grave, estaba realmente conmocionado cuando me contó lo que sucedió. Temió de verdad por la vida del fiscal— Morgan también se estremeció. Al fiscal le habían disparado directamente saliendo de la corte de Justicia. Un solo tiro, directo al corazón. No fue un accidente.

—Allister es su amigo, aunque ambos siempre estén picándose el uno al otro, una herida de ese tipo impresiona a cualquiera, recuerdo lo afectado que Kai estaba el día que te hirió por accidente, y no te conocía aún. — comentó Ana —Seguro que ver a su amigo con una bala en el pecho, fue un más impresionante. — Morgan miró a Alex, y vio la mueca en sus labios, conocía la historia de como él y su pareja Kai se conocieron. Alex había estado viviendo en las calles hasta hacía poco.

—Dejaremos que hoy Ana y Keity estén con el fiscal a solas, mañana podremos visitarlos— Dijo Alex con una sonrisa triste —Merecen este momento para ellos—

—Ojalá eso se lo hubieras dicho a tu novio troglodita— Ana rio —Entró en la habitación de Allister gritándole lo idiota que había sido al no moverse lo suficientemente rápido para esquivar la bala— Las palabras de Ana hicieron que el semblante de Alex cambiara.

—Kai estaba esperando pacientemente para gritarle— Afirmó Alex —Estábamos a punto de cenar, ¿quieres unirte? —

—En realidad estoy famélica, no he comido nada desde ayer, salvo galletas y café—

—Iré a traerte un plato— Morgan quería hacer algo por Ana, y que mejor que darle de cenar. Se apresuró a la cocina a cumplir con la tarea, estaba buscando un plato en el estante cuando sintió que Ana la rodeó con sus brazos, apenas y tuvo tiempo de reaccionar cuando la boca la doctora tomó posesión de la de ella.

Morgan sintió sus labios cálidos y la punta de su lengua deslizándose por su boca. Al instante, sintió que le costaba respirar, pues aquello prometía mucho, mucho más. Lo único que hubiera tenido que hacer habría sido buscar su lengua, darle una silenciosa invitación… Morgan sintió un escalofrío por todo el cuerpo y rezó para que Ana no se diera cuenta. Le pilló completamente por sorpresa que Ana le tomara el rostro entre las manos y profundizara el beso. Aquello hizo que se le acelerara el pulso. Se sentía perdida en un mar de sensaciones tan intensas, que solo podía concentrarse en la doctora.  Ana se apartó lentamente y Morgan se quedó mirándola con los ojos muy abiertos.

—Dios… —Susurró Ana al terminar el beso—. No tienes ni idea de cuando anhelaba hacer eso—

—¿De verdad? —

—Sí, hay tanto que deseo hacerte— Ella sonrió y la apretó fuerte contra su cuerpo mientras la rodeaba con sus brazos. —Eres como los primeros rayos de sol después de un crudo invierno. Es injusto que te arrastre a mi lado oscuro, pero no puedo dejar que te alejes de mi lado— Mogán dudo qué contestar. Estaba tan confundida por tantas cosas.

 

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Ana observó su reflejo en el espejo del baño. Estaba agotada, las ojeras oscuras debajo de sus ojos, daban fe de que necesitaba una larga siesta. Y pensaba hacerlo, pero había otras cosas que necesitaba también. Su mirada fue hacia la bañera que estaba preparando. << Eres realmente una bruja>> dijo su conciencia. Después de llegar del hospital y de cenar en casa de Alex, había arrastrado a Morgan a su casa.

Ella no debería de estar encerrada en lo que fuera que todos estuvieran metidos en ese problema. Lo honorable seria llevar a Morgan a su casa y alejarse de ella antes de que se viera involucrada en más problemas. Estar cerca de Ana solo la colocaba en peligro. Ya que no sabían en realidad si los ataques continuarían o que sucedería. Kai estaba realmente preocupado, hasta el momento no habían conseguido ningún rastro sobre James. El tipo ese no le caía nada bien a Ana, pero no deseaba que nada malo le ocurriera. De hecho, a ninguno de los tres, porque sabía de antemano que, si algo le sucedía a James, Lobo daría su vida por ayudar a su amigo y Charlie…

—Mi madre quiere conocerte— Ana giró la cabeza para encontrarse con Morgan en la entrada del baño —Creo que ella sigue sin creer que tengo una amiga con la cual puedo quedarme a dormir— No le pasó desapercibido la forma en la que Morgan miraba la bañera.

—¿Amiga? — Ana sonrió al contemplar el sonrojo en las mejillas de Morgan.

—A mi madre se le hace sospechoso que de buenas a primeras pase de ser una persona socialmente torpe y solitaria a… Tener amigos— Morgan tragó saliva —También le he hablado de Keity, Alex, Iain…—

—Morgan —Interrumpió sus balbuceos, Morgan hacía mucho eso cuando estaba nerviosa, hablaba, hablaba y hablaba, pero sobre todo evitaba mirar a la gente a los ojos — ¿Crees que tus padres se opondrían a que tuvieras una novia? —

—¿Novia? —Morgan se encogió de hombros, una sonrisa nerviosa salió de momento. —Yo… —

—Si, una novia —Ana dio un paso más cerca—. Me gustas. Estoy muy atraída hacia ti. No es raro para mí tener relaciones de una noche, pero contigo es diferente, quiero algo diferente—

—¿Novia? —Mogán aún parecía impresionada por esa palabra de cinco letras. Ana se acercó, tocando su mejilla suavemente.

—Sé que es egoísta de mi parte, eres virgen, no sabes lo que estar con un hombre significa, y yo de plano estoy empujándote a una relación lésbica sin siquiera conocer la diferencia— Morgan se relajó por el toque y cerró los ojos. —Mi conciencia dice que me aleje y que permita que primero experimentes antes de arrastrarte conmigo—

—Tú me gustas…— Morgan sujetó su mano cuando Ana intento apartarla. —No me importa que seas una mujer— Ana estaba encantada con esa respuesta, era sin duda lo que deseaba escuchar, y aunque seguía sintiéndose culpable por esto. Ana no retrocedería. Sin decir nada, se apartó de Morgan, del estante de debajo del lavabo sacó una botella de baño de burbujas con fragancia a lavanda y las coloco en la bañera. Burbujas explotaron sobre el agua, llegando a la parte superior de la porcelana. Música en ingles sonaba desde la habitación, y sería aún más perfecto si hubiera vino, pero por el momento tenía que estar alerta por si la llamaban del hospital. Además de que quería de Morgan estuviera en sus cinco sentidos para esto. Cuando la bañera estuvo lista, Ana se enfrentó a Morgan, ella no se había movido de su lugar, observaba a Ana como una pequeña gatita a punto de correr.

Manteniendo el contacto visual, Ana comenzó a desabrocharse la blusa. Se preguntaba si Morgan se sentía de la misma manera que ella. Estaba muy nerviosa. Segundos pasaron, aunque se sintieron como horas, hasta que Ana vio temblar la mano de Morgan cuando empezó a desabrochar su propia blusa, sonrió. Su gatita estaba realmente asustada, pero parecía realmente decidida. Eso le gustaba.

Morgan se quitó su blusa y la arrojó a un lado. Después siguió para desabrochar el sencillo sujetador color melocotón. Ana ya se esperaba eso. Morgan era sencilla, simple y de gustos cómodos, pero eso no afectaba en nada el lívido de Ana. Después de un momento de vacilación por parte de Morgan lo deslizó, dejando al descubierto los pechos pequeños con areolas grandes de color marrón. Ana contuvo el aliento al ver tal delicia. Parecía una eternidad desde que había estado con otra mujer.

—Joder —murmuró, los ojos clavados en los pezones marrones. Ana observó como las manos de Morgan temblaban, se dio cuenta de que era un poco incómodo. —No tienes por qué estar avergonzada—

—Me siento extraña—

—¿Qué sientes? —Ana se lamió los labios—. ¿Sientes calor? ¿Ansiedad? ¿Excitación? —

—Yo…— Morgan tragó saliva —Son tantas cosas—

—Todavía no has terminado. —Ana asintió con la cabeza hacia su falda —Adelante. Quiero que te desvistas para mí. — Morgan la siguió mirando sin moverse. Ana sonrió, así que decidió ella seguir desnudándose, se quitó el sujetador y se llevó las manos hacia el botón de los pantalones. Todos sus movimientos los hizo sin apartar la mirada de Morgan.

—Me imaginé cosas acerca de ti. Tu piel es preciosa, sé lo suave que es, lo hermosa que eres…—Dejando sus pantalones abiertos. Ana dio un paso más cerca de Morgan. Ella tembló cuando Ana trazó un dedo sobre la línea de su cuello —Eres tan linda y sexy…— Un estremecimiento recorrió la espalda de Ana, llegando directamente a su centro. Sentía la humedad entre las piernas, deseaba tanto a Morgan—El agua se enfría… — Fue la escusa que Ana utilizo para ella misma deshacerse de la falda de Morgan, Ana le cubrió la boca con un beso que le robó el aliento. Cada movimiento de su lengua contra la suya le decía todo lo que ella necesitaba saber. Morgan también la deseaba. Y no podía esperar para seguir sintiendo más. Lo quería todo, lo quería por completo y lo tendría esa noche.

El cuerpo de Ana nunca había sentido un impulso tan irresistible por el cuerpo de una mujer como lo que sentía por Morgan. Su cuerpo todavía era inocente ante los placeres de la carne. Pero aprendía rápido. Ana se aseguraría de eso.

Separándose de ella, Ana la llevó hacia la bañera y la sostuvo de la mano mientras ella entraba, cuando estuvo sentada en uno de los extremos, Ana terminó de desnudarse y metió el pie en la bañera y se estableció detrás de Morgan. Gimió de placer al sentir el agua caliente rodeando su cuerpo adolorido. Pero aún más le gustó la sensación del cuerpo de Morgan recargado contra el suyo, cruzaron sus piernas torpemente por un minuto hasta que se entrelazaron en una posición cómoda. Ana hundió la nariz en el cabello de Morgan, aspirando su aroma. Era realmente relajante. Sin muchas palabras por parte de ninguna. Ana se dedicó a tocar a Morgan, algo que había deseado hacer desde que la conoció, recorrió con sus manos llenas de jabón cada rincón del cuerpo de la chica. La piel que Morgan podía ver era como de porcelana en comparación con la de Ana. Ella de piel clara pero no tanto como Morgan.

Ana contuvo el aliento mientras sus ojos recorrían de arriba a abajo la forma de la chica, tratando de memorizar todo. Morgan era delgada, con la piel lisa, todo lo que Ana había anhelado en secreto en un amante, pero nunca había sido capaz de encontrar. Alargando las manos, deslizó las dos palmas hacia arriba, por las piernas de Morgan, hasta sus caderas.

—Tu piel es tan suave. —dijo Ana. Ella quería explorar más de la piel de Morgan, pero sabía que tendría mucho tiempo después del baño. Necesitaba que Morgan se relajará en el agua. Las manos libres Morgan de forma automática cubrieron sus pechos tratando de cubrirse, Ana se dio cuenta rápidamente de que Morgan se vio afectada por su cercanía. Tan afectada como ella. Esa era una buena cosa, una cosa muy buena.

Enjabonándose las manos, Ana acarició el cuerpo flexible de Morgan, usando suficiente presión para masajear suavemente a la chica. Morgan soltó tranquilos pequeños gemidos de aprecio, y los sonidos no hacían otra cosa que excitar a Ana. Apretó la mandíbula y puso en cada abrazo una onza de autocontrol que había aprendido a lo largo de los años y continuó lavando a la chica.

—¿Cómo se encuentra la señora Mina? — Preguntó Morgan. Eso causo que las manos de Ana se quedaran quietas un segundo.

—¿Por qué le llamas señora? Eso a ella no le gustará, es muy parcial en cuanto a su edad— Ana intentó restarle importancia al asunto —Hoy le dieron el alta. La doctora Rosse la estará monitoreando de cerca, necesita guardar reposo—

—Rezaré porque su bebé nazca con bien— Y ahí estaba, el alma gentil de Morga.

—La doctora Rosse es la mejor en su campo. — Ana suspiró —Tengo entendido que pronto se casara, así que tendré que darle un gran regalo de bodas, se lo debo. — Volvió a suspirar —De hecho, creo que en las últimas semanas he acumulado muchas deudas con el personal del hospital— Ana rio.

—Por mi culpa también tienes una deuda con Omer ¿No es así? — él que llamara a Edson por su nombre de pila. La molestó.

—Con comprarle el desayuno en algunas ocasiones bastará— Ana masajeo descuidadamente los hombros de Morgan. Por sobre encima de ellos tenía una clara vista de sus pechos. Ana se inclinó hacia adelante y sacó el tapón, permitiendo que la bañera se vaciara parcialmente. Y añadió más agua caliente. Hace mucho rato atrás, Morgan había dejado de estar nerviosa, al menos no tanto como al principio. Morgan sentía los dedos jugando en sus caderas y el trasero. Cuando la bañera estuvo lista, Ana la recostó de nuevo contra su pecho.

— Mucho mejor. —

—Si —Morgan contesto, simplemente por contestar algo, ya que al sentir las manos de Ana sobre sus pechos le causo dificultades para pensar y respirar, las piernas de Ana se envolvieron alrededor de ella al mismo tiempo que besaba su cuello.

— Quiero poner mis manos sobre tu cuerpo. — dijo la doctora antes de apretar los pezones, Morgan se retorció de nuevo, volvió la cabeza hacia un lado cosa que Ana aprovecho para besarla. Se besaron, lenguas danzando, buscando. Ana siguió acariciando sus pezones, y el delicioso beso pareció durar para siempre. Sintió una de sus manos dejar uno de sus pechos y en cambio se estremeció al sentirla deslizarse por su vientre hasta ajustarse entre sus piernas, la doctora deslizó la otra mano entre las piernas de Morgan.

—. ¿Lista para eso? —

—Sí… —Morgan cerró sus ojos de nuevo, escuchó la risa suave de la doctora. Pero más que nada, sintió sus dedos se separaron sus pliegues, Morgan estaba preparada y lista.

—Mmm, eres muy suave. Te siento exquisita. —

—Ana…— Morgan jadeo.

—Quiero que te corras. —Ana besó el lóbulo de la oreja, rodeando el clítoris con una presión lenta que creció más vigorosa—. No puedo esperar para enterrar mi cara ahí abajo y hacerte terminar con mi lengua. —

—¡Oh, Dios! —Morgan siempre había sido torpe en todo, ni en un millón de años podría hacer tan sexy como la doctora. Tener a Ana murmurando en su oído, frotando su clítoris, pellizcando los pezones, la sensación era demasiado. Ondas de excitación invadían su cuerpo. Morgan agarró los muslos en un apretón monstruoso y se estremeció por la gloriosa liberación.

—Eso es cariño… —Ana apartó el pelo del cuello de Morgan, repartiendo besos por todas partes. Capturando la temblorosa piel, soltó el pecho que había estado atormentando y acunado en un abrazo—. Eso estuvo genial. — Ana se obligó, a que sus bocas se encontrasen con avidez y hambrientas, disfruto de tener a Morgan relajada entre sus brazos. Durante algún tiempo permanecieron así, besándose y tocándose, hasta que el agua se enfrió.

—. Será mejor que vayamos a la cama antes de que me quede dormida en la bañera. — Ana no mentía, había soñado con estar con Morgan de esa forma, pero ahora, todo el agotamiento vivido durante esos días le estaba pasando factura.

—Debes estar agotada—

—Con una buena noche de sueño estaré bien —Ana se levantó. Sacó el tapón de drenaje y tomó dos toallas. Entregando la otra, salió pisando en la alfombra de baño. Mientras Ana se movía por la habitación. Morgan parecía un pequeño gatito confundido a un lado de la cama. Aún tenía las mejillas rojas por el baño o por el orgasmo que Ana le había provocado. En realidad, deseaba hacer mucho más que eso, pero era demasiado rápido para Morgan. Ana rebuscó en cajón y sacó una camiseta vieja, nunca utilizaba pijama al dormir, y aunque le encantaría dormir desnuda junto a Morgan, esperaba que sentir algo de ropa entre ambas ayudara a su autocontrol. También le entregó una camiseta a Morgan mientras quitaba la colcha de la cama, se deslizó las sábanas y dio unas palmaditas en la cama

— Ven aquí, hora de dormir— Mientras Morgan dudaba entre subir con ella o no. Ana miró la pantalla de su móvil que estaba en la mesilla de noche, tenía dos llamadas perdidas. Pero eran de Bruno << Nuevamente>> Tenía un mensaje de uno de los internos informándole las constantes y los resultados de las pruebas de Allister. Todo estaba yendo como se suponía debería de ir. Eso era un alivio.

—Yo…— Ana apartó la vista del móvil cuando Morgan se colocó de rodillas sobre la cama frente a ella. Si Morgan no estuviera en una posición como si estuviera rezando con las manos fuertemente apretadas en su regazo, hubiera sido una posición muy sexy.

—¿Morgan? —

—Yo… no sé— Todo el cabello de Morgan cayó sobre su cara cuando agacho la cabeza —No sé qué hacer— Susurró. Morgan cerró los ojos, los volvió a abrir y se dio cuenta de que tenía la respiración entrecortada. Ana entendía las preocupaciones de Morgan. Ana la estaba arrastrando a un mundo de problemas con ella. Si Morgan estuviera con un hombre sería más sencillo para ella, se podría tener sexo con una mujer de diferentes formas, pero era muy rápido para Morgan exigirle tanto y Ana… Ella en verdad no consideraba que arrebatarle la virginidad con una dildo de goma fuera lo que Morgan merecía para su primera vez. Esto sería más sencillo si Morgan tuviera un poco de experiencia. Pero a Ana le costaba tanto trabajo apartarse de ella, la deseaba en serio, y sería una hipócrita si no admitía que ella deseaba enseñarle tantas cosas. Ana dejó el móvil en la mesilla y alargó el brazo y le tendió la mano.

—Ven —le dijo. Morgan dudo, pero al final reposó su mano en la de Ana y se acercó. —Mírame —Le ordenó, acariciándole la mejilla. A continuación, deslizó la mano hasta su mandíbula, acarició la curva de su labio inferior e inclinó la cabeza hacia ella. Sus labios se tocaron con una caricia suave que dejó a Ana con el deseo de algo más. Fue Morgan la que abrió la boca, fue ella la que buscó la lengua de Ana con la punta de la lengua y la que comenzó la exploración con un mordisquito. Ana le apartó un mechón de pelo de la cara y acarició la base de la nuca. A continuación, deslizó los labios por su garganta y percibió cómo a Morgan se le ahogaba la respiración cuando buscó su cuello. Fue una caricia evocadora, suave, seguida de un beso abrasador en la boca. Ana le acarició la espalda, la columna vertebral y la cintura mientras Morgan se dejaba hacer y absorbía su aroma al acariciarle los hombros, los brazos a las costillas. No era suficiente. Quería tocarla, quería sentir su piel desnuda, quería explorar su cuerpo.

—Hay tanto que deseo hacerte— Susurró Ana cerca de su cuello —Pero me detendré si lo deseas— La voz de Ana sonaba grave.

—Yo no sé qué hacer— Escuchó la voz tímida de Morgan.

—No tienes que preocuparte por eso— Morgan apretó sus brazos alrededor de su cuerpo.

—Tú me das placer, pero yo no sé…— Entonces Ana comprendió sus temores. Ana era dominante, le gustaba dar placer a sus amantes, concentrarse en alguien era un placer indescriptible para Ana. Aunque al final no recibiera la misma atención, tocar y besar a Morgan era todo lo que Ana deseaba, le encantaba verla perderse en su placer, no tenía porque Morgan preocuparse por eso.

—Dime algo Morgan… ¿Quieres hacer el amor conmigo? —

—Si— ella contestó mordiéndose el labio —Pero no sé…— Ana colocó un dedo en sus labios.

—Puedes hacerme lo que quieras, Morgan— Ana levantó el rostro y le besó la punta de la nariz —Tócame todo lo que quieras— Aunque insegura al comienzo, Morgan buscó el borde de la camiseta que Ana llevaba y se la quitó. Ahora ya la tenía desnuda y no dudó en tocarla. Al principio, lo hizo tímidamente… En el pecho… Alrededor de uno de los pezones y luego el otro, explorando… luego, siguiendo la necesidad de saborearla, sacó la lengua y le masajeó los pezones en círculos con ella hasta que notó que se endurecían. Eso hizo a Ana reaccionar con una enorme necesidad casi incontenible. Ana la besó con pasión, le acarició con la yema del dedo pulgar la base del cuello y siguió bajando, hasta su escote. Morgan sintió que la necesidad se apoderaba de ella y, allí donde Ana la tocaba, sentía que el deseo se apoderaba de ella. Sentía las manos de Ana en la cintura y, poco a poco, le fue levantando la camisa de algodón hasta que se lo quitó y sus pieles desnudas entraron en contacto. Al principio, Morgan sintió la necesidad de cubrirse los pechos, pero Ana no se lo permitió.

—Apaga la luz —Le indicó entonces.

—No —contestó Ana muy seria—. Me gusta mirarte. Eres preciosa. — Morgan bajo la mirada y sonrío tímidamente. A continuación, comenzó a besarle los pechos hasta hacerla gritar de placer. Morgan sintió sus dedos en la cintura, alrededor de su ombligo, antes de seguir hacia su vello púbico y el interior de sus muslos. Morgan ahogó una exclamación cuando Ana le separó las piernas y los labios vaginales y comenzó a explorar sin prisas, haciendo que Morgan se apretara contra su mano cada vez quería y necesitaba más.

Sus caricias hicieron que se lubricara tanto, que le permitiera introducir dos dedos en el interior húmedo de su cuerpo. Cuando Ana encontró su clítoris, Morgan dio un respingo de placer. Las sensaciones eran salvajes, tan intensas que no podía controlarlas. Cuando Ana se arrodilló ante ella y recorrió el mismo camino con la boca bajando y bajando hasta llegar al vello púbico, no pudo evitar gritar. Morgan se agarró a ella y permitió la invasión. Indicándole con una voz que no reconocía como propia que siguiera mientras un fuego líquido abrasaba su cuerpo y llegaba el clímax. Saltando en mil pedazos. Disfrutando de aquella exquisita sensación que aquella mujer le había regalado. Con infinito cuidado, Ana comenzó a trazar una hilera de besos por todo su abdomen, subió entre sus pechos, se paró en su esternón y se apropió de su boca.

—Quiero hacerte el amor— Escuchó la voz de Ana. Morgan aún estaba algo desorientada, pero se esforzó en mirarla cuando Ana le aparto el cabello de la cara —Quiero hacerte el amor como cualquier hombre te lo haría en tu primera vez—

—¿Cómo? — Morgan parpadeo confundida. Y se dio cuenta que su pregunta sonó estúpida. Pero Ana no se burló de ella, en cambio, se levantó y salió de la cama. Morgan quiso preguntar que estaba haciendo, pero Ana se apresuró a una de las cómodas, la escuchó buscar algo, y cuando se giró…

—Esto es un consolador cinturón— Explicó Ana mostrándole las correas color negro y el gran pene de goma, de hecho, la cosa tenía dos penes de goma color carne, uno más pequeño que el otro. —Yo me colocaré esto y después podre follarte, de hecho, nos follaremos ambas— Ana esperaba que Morgan no enloqueciera, toda su autodeterminación de ir lento, se estaba yendo por el caño y se estaba lanzando con todo. Pero a la mierda, deseaba follarse a Morgan. Quiera hacerla suya. Ser su primera vez y que se jodieran los hombres que perdieron su oportunidad.

—Tú… ¿Tú también… sentirás…? — A Ana le encanta ver como Morgan se avergonzaba con algo tan simple.

—¿Placer? — Ana sonrió —Por supuesto, hay tantos juguetes que quiero probar contigo— dijo Ana colocándose el arnés, estaba excitada, así que no fue nada difícil introducir el vibrador en su coño. Apretó los labios e intento resistir el placer que sintió. —Para los hombres es más sencillo al tener un pene. Pero nosotras tenemos que utilizar la imaginación y muchos juguetes de silicona. — Ana sujetó muy bien las correas, y del cajón, extrajo un poco de lubricante, el pene de silicona era alrededor de veinte centímetros, algo promedio, pero no quería hacerle daño a Morgan. Después de lubricar el pene, Ana se apresuró hacia la cama, observó a Morgan a los ojos. Si encontraba algo de desagrado en su mirada, Ana aún podría dar marcha atrás… En cuanto estuvo con una rodilla en la cama, Morgan le pasó los brazos por el cuello y se apropió de su boca.

<< Ella quiere esto>>

Le dijo Ana a su conciencia, mientras colocaba una rodilla entre sus muslos para separarlos. A continuación, se colocó sobre ella. En aquel justo instante, Ana estaba dispuesta a remover cielo y tierra para asegurarse de que esta vez la poseería. Sus dedos se agarraron a las caderas de ella en un esfuerzo por mantenerla quieta. Ana tenía tan poco control sobre sus deseos que temía perderlo por completo si ella cambiaba de postura y se apretaba más contra su cuerpo. Dejó que sus manos subieran hacia la estrechez de su pequeña cintura y luego un poco más arriba. Se detuvo y dejó que sus pulgares descansaran sobre sus senos. Morgan arqueó la espalda cuando él la besó más intensamente, Ana cogió entre sus manos sus senos, maravillado ante la exuberancia que las colmaba. Ana le acarició los pechos lentamente con los pulgares y pudo oír como a ella se le cortaba la respiración cuando le tocó los pezones.

—Ana —susurró ella.

—Esta noche voy a poseerte, Morgan— Gimió cuando las manos de ella se deslizaron por su espalda hasta sus nalgas. Ella apretó sus caderas y las levantó para acoplarse sobre el dildo de goma. Ana jadeó cuando el movimiento causo que el dildo en su interior se frotara contra sus paredes vaginales. Estaba en el límite. Eso causo que Ana acabara perdiendo el escaso control que le quedaba. Con un simple movimiento de su cadera, deslizó la punta del dildo el sexo de ella. Ana ya había podido sentir con sus dedos los cálidos pliegues de su sexo y sabía lo sensibles que eran. Ana hizo rotar sus caderas para que el dildo hiciera círculos sobre su clítoris. Morgan soltó un gemido pronunciando su nombre mientras arqueaba la espalda y rodeaba la cintura de Ana con sus piernas . Ana deslizó la mano entre ambas y guio el dildo de goma hacia el acceso que le ofrecía ella. Se detuvo antes de penetrarla. Quería a Morgan con tal intensidad que le daba miedo, pero, sobre todo, quería que Morgan la quisiera a ella del mismo modo.

—¿Ana? —

—Te deseo —dijo ella—. Te deseo desesperadamente…—

—Yo también… No te detienes ahora… creo que me moriré si lo haces. —Esa era toda la respuesta que Ana precisaba. Ana apretó los dientes y se introdujo suavemente en su sexo. Trató de ser cuidadosa, pero su deseo la empujaban con más violencia. Ana empujó una vez más, introduciendo todo el dildo en el interior de Morgan. Lo que causo también que el otro extremo se introdujera con fuerza en Ana. Morgan le clavó las uñas en la espalda con la respiración acelerada. Ella bajó la vista para mirarla y la descubrió con los ojos cerrados, la cabeza echada hacia atrás y la boca entreabierta en pleno éxtasis.

—¿Estás bien? — le pregunto —Morgan…—

—No pares —Le pidió a pesar de que le costaba mucho hablar—. Por favor —insistió. Ana se quedó quieta unos segundos, pero terminó besándola en la boca lenta y apasionadamente y volviendo a introducirse en su cuerpo por completo. A Morgan le gustó, le gustó muchísimo. Morgan le puso la mano en la nuca y atrajo su cabeza hacia sí, se apoderó de su boca y lo hizo jadear de placer. Instintivamente, Morgan movió la pelvis para animarla y Ana comenzó a moverse. Al principio lo hizo lentamente y, luego, a medida que Morgan fue uniéndose a sus movimientos, fue acrecentando el ritmo. Ana sintió que ella se tensaba y supo que Morgan estaba a punto de llegar al orgasmo. Ana inclinó la cabeza y cerró los labios sobre su pezón. Recorrió el pequeño pezón con la lengua, lo sorbió hasta que ella empezó a temblar. Y entonces lo mordió suavemente.

Ana observó, fascinada, que ella se estremecía entre sus brazos. Era lo más hermosa que había visto jamás. Ella siguió moviéndose, prolongando su orgasmo. Cuando el último temblor recorrió su cuerpo, ella llegó también al orgasmo. Con la cara enterrada en el cuello de Morgan. Ana experimentó el orgasmo más maravilloso, más enternecedor de su larga vida. Después, la abrazó con fuerza. Morgan cerró los ojos y se sumergió en un profundo sueño… Mientras Ana a su lado permanecía despierta analizando todos los errores de su pasado y reconsiderando sus planes a futuro.

 

 

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