Dark

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CAPÍTULO 33

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CAPÍTULO 33

 

Mientras Gideon y ella entraban al bar. Ana no podía dejar de sentirse traicionada por todo el mundo. Por Alex y Kai por aceptar esto. Por Keity que estaba intentando… ¿Qué? ¿Qué Morgan se ligará a alguien y se la llevarán a la cama? Aún le temblaban las manos. Mientras se dirigía hacia el bar con Gideon había recibido una foto de Keity. Era una imagen de Morgan, al menos sabía que era Morgan. Porque estaba irreconocible con todo ese maquillaje, ese top de tirantes y esos vaqueros oscuros. Morgan estaba sexy. Muy diferente a lo que ella estaba acostumbrada a ver. Pero que, si bien su atuendo la ayudaban a desarrollar ciertos pensamientos de lo más sugerentes. Eso solo la hacía enfurecer, ya que esos mismos pensamientos los tendrían todos aquellos que la miraran y eso sí que no iba a permitirlo. No podía evitar tener pensamientos de lo más posesivos, pero, sin embargo, inevitables. Hasta entonces, pocas veces se molestaba cuando su amante enseñaba más de lo prudente. Era de admitir que al principio Ana pensó que muchas de sus faldas eran feas. Pero Morgan no lo era y ese look sencillo le quedaba como un guante.

—Intenta calmarte— Dijo Gideon a su lado —Recuerda que estás aquí para disculparte—

—¿Cómo me pides que me calme? — Gruñó Ana mientras empujaba a alguien fuera de su camino — Ella está aquí con la intención de irse a la cama con alguien— Gideon la sujetó por el brazo y la obligo a mirarlo.

—¿Crees que ella haría eso? — Preguntó Gideon entrecerrando la mirada. Ana estaba furiosa, pero conocía la respuesta.

—No— aceptó al fin —Pero eso no exime que cualquier idiota intentara seducirla—

—Kai es el chaperón esta noche, no lo va a permitir— Tal vez eso era verdad, pero, aun así, Ana no se tranquilizaba.

—De acuerdo, intentaré calmarme— Ana respiró profundamente. Confiaba en Kai, y el fiscal Morrison e Iain también, de no ser así no hubieran permitido que Keity saliera con ellos. Recobrando algo de autocontrol, reanudo su camino hacia la barra. Tenía que admitir que descaradamente se comió el trasero de Morgan con los ojos… Reprimiendo el impulso de sacarla a fuerzas del bar. Se colocó junto a Morgan.

—Hola —Les dijo a todos, aunque solo tenía ojos para Morgan. Ella se tensó, pero no se giró para mirarla.

—Ana, que alegría que llegaras, ¿Dónde dejaste a Mina? Quiero conocerla y a Bruno también — Dijo Keity inclinándose hacia ella con una mirada asesina.

—Keity… de verdad que te quiero mucho, pero ahora mismo no me agradas tanto—

—También estoy furiosa contigo— Keity le sacó la lengua.

—Ok, puedes estar furiosa todo lo que quieras, pero ¿Podrías irte a bailar y dejarme hablar con Morgan sin interrumpir? —Preguntó firmemente, ya que, de un modo u otro, se libraría de ella. Al final de cuentas Keity estaba furiosa porque apreciaba a Morgan y eso Ana se lo agradecía. E intentaría agradecérselo más tarde. Pero ahora no tenía mucho tiempo. Tenía que regresar al hospital. Dos horas fueron el tiempo límite que le dieron. Tenía que participar en una cirugía programada. Era una cirugía de Edson y le debía tantas a ese hombre que no podía dejarlo tirado.

—Podría, sí, pero no me da la gana —Le espetó sin inmutarse. Estaba claro que Keity iba a ponérselo un poco difícil. Detrás de ella estaban Kai, Alex y Gideon, los cuales cuchicheaban algo, seguramente Gideon estaba informándoles de lo ocurrido. Ana tenía que hacer algo antes de que Alex se uniera a Keity. Kai simplemente se limitaría a fastidiar a Ana de forma directa y clara.

—Morgan, ¿Podríamos hablar? Por favor— Pidió acercándose un poco más a ella.

—Ana…— intentó decir algo Keity, pero Morgan la interrumpió.

—Está bien, no te preocupes —Dijo Morgan.

—¿Segura? —Preguntó la otra por asegurarse, Morgan asintió. Keity entonces estuvo de acuerdo. Entonces Keity se alejó un poco, no sin antes mirar a Ana de forma reprobatoria, como si quisiera advertirle de que la estaría vigilando.

—Vamos fuera, aquí no podemos hablar… —pidió ella agarrándola de la mano—Necesito que me escuches, sin que me interrumpan. —añadió refiriéndose a su grupo de amigos, que no estaban muy lejos. Mientras se dirigían a la salida. Ana se dio cuenta de que con la poca ropa que Morgan llevaba, más de una persona la devoraba con la mirada. Así que se quitó su chaqueta y se la puso encima; además de evitar mirones también evitaría un resfriado ¡¿Qué le cruzo por la cabeza para dejar que Keity la vistiera de ese modo? Ya en la calle, caminó hacia la esquina del edificio.

—Keity está sobreactuando su papel de protectora—

—Ella solo es una buena amiga— Ella no quiso analizar esas palabras, implicaban peligro. Ana se pasó la mano por el cabello, intentando organizar sus pensamientos, necesitaba ser sincera, lo que dijera esa noche definiría la relación que deseaba tener con ella. Morgan se mordió el labio y a Ana solo se le ocurrió besarla.

Morgan no hizo amago de apartarse. Sabía que debía, pero deseaba ese beso. Así que le rodeó el cuello con los brazos, enredó las manos en su pelo y la atrajo aún más hacia sí. Fue Ana quien se apartó. Ana inspiró profundamente antes de hablar.

—Antes que nada, necesito aclararte un par de cosas. Mina…—

—Ella me contó— La interrumpió ella, decidida a ser fuerte, o al menos a serlo durante un rato.

—Maldita sea… —Gruñó molesta.

—Yo soy la inexperta en esto, no debí asumir que tú…—Morgan dudo —Cuando la señora Mina me explico todo, comprendí entonces nuestra charla sobre la lujuria y el amor—

—Morgan…—

—Siempre la has amado a ella, aunque es fácil para ti tener sexo con cualquiera. Amor y lujuria, ahora está claro. —Prosiguió ella—. Así que no tengo por qué sentirme molesta por ello, lo nuestro solo era sexo. —Mentir nunca es bueno, pero menos aún mentirse a una misma. Ana dijo una maldición.

—No voy a negar que siempre me he sentido atraída por ella —comenzó mirándola a los ojos. Tenía mucho que perder admitiéndolo, pero si deseaba que aquello tuviera un mínimo de fundamento, o hacía bien las cosas o nunca tendría una nueva oportunidad.

—No quiero oírlo— Morgan apartó la vista. Pero Ana la sujetó de la barbilla para que lo mirase.

—Siempre tuve un amor incomprensible hacía ella, hasta parecía algo irracional haberme aferrado tanto cuando Mina no sentía lo mismo por mí—

—La amas— dijo Morgan firmemente.

—La amaba— declaró Ana —Y es verdad que me pidió que tuviera una relación menage con ella y su esposo, pero me negué y esta misma tarde de haberlo querido hubiera acabado follando con ella. —Dijo con sinceridad brutal, pero quería que Morgan comprendiera la realidad.

—¿La amabas? —Preguntó extranguladamente.

—Siempre estuve enamorada de ella. No sé decir con certeza si con el paso de los años seguía siendo amor u obsesión. Hoy la rechacé. Fue por ti, Morgan. En el momento que la toqué lo supe— Morgan sintió el escozor que suponía escuchar esas palabras. Aunque prefirió no demostrarle hasta qué punto la afectaban.

—Yo no quiero que te sacrifiques por una cuestión de moralidad o sentido del deber hacia mí, no soy una niña— Ana resopló.

—¿Quién dijo que me estoy sacrificando? — Ana acercó su rostro más hacia Morgan.

—Tú la amas—

—Ella te dijo eso— Ana suspiró —¿A caso no escuchaste lo que acabo de decir? — Ana puso las manos en sus caderas— Morgan, yo caminaría por las llamas del purgatorio, solo por ti— Morgan parpadeo ante tal declaración. No era un “ Te amo ” pero a consideración de Morgan se acercaba demasiado, ya que era lo mismo que Morgan estaba sintiendo.  Ante su indecisión. Ana se inclinó hacia adelante para hablarle al oído. Había cosas que solo se podían decir de esa forma tan íntima; incluso si estuvieran completamente solas lo haría igual. Ana moría por besarla, pero temía que si lo hacía no podría detenerse, y necesitaba reparar el daño que le había hecho. En ese momento le parecía fácil decirle todo lo que sentía su corazón, y no lograba comprender por qué había sido tan tonta. El amor no la debilitaba, la fortalecía, la hacía invencible cuando tenía a su lado una mujer como Morgan.

—Te he buscado la vida entera. Jamás podría dejarte. Mi casa está donde estés tú —Le tembló la mano al acariciarle suavemente la mejilla—. ¿No lo entiendes? Te amo, y quiero despertar a tu lado todas las mañanas del resto de mi vida. Si eso implica que tenga que irme a Toronto contigo, lo voy a hacer. Tengo todo preparado, tomé mi decisión hace tiempo— Lágrimas de felicidad desbordaron los ojos de Morgan. Estaba abrumada por los profundos sentimientos de Ana hacia ella, y por la tierna y romántica manera en que se los había expresado.

—¿Me amas? —

—Acabo de decirlo— Murmuró Ana. Morgan colocó una mano en su mejilla. —Y no soy muy buena manifestando sentimientos, pero creo que mis acciones hablan más que mil palabras ¿no lo crees? —

—¿Te irías conmigo? —

—Te dije que no quiero que sacrifiques tu futuro por mí. Soy cirujana cardióloga y tengo buenas recomendaciones, puedo trabajar en cualquier hospital, ya hice varias llamadas hace días— Morgas se abrazó a ella y hundió su rostro en su cabello.

—¿Dejarías todo por irte conmigo? —

—Volveremos en cuanto termines tu especialidad, tu familia y nuestros amigos están aquí, puedo negociar mi contrato solo por un par de años—

—¡Oh Dios! Esto no puede estar pasando… Yo creí que todo había terminado— Ana se separó de Morgan y sujetó su rostro con ambas manos. Sus labios reclamaron los de ella en un apasionado beso, repleto de anhelo y promesas de futuro.

—Nunca más quiero estar lejos de ti. Nunca. — Ana rió abiertamente, su alma estaba tan llena de alegría que apenas podía contenerla toda. —Hablaré con tus padres y tu abuelo, no sé si ellos me aceptaran, pero me niego a que sigas viviendo con tus padres, te mudaras conmigo—

—Estoy de acuerdo— Morgan sonrió —Mis padres comprenderán— Ana suspiró

—También te presentaré a mi familia, aunque no me entusiasma tanto la idea— Morgan frunció el ceño y apartó la mirada pensando que Ana se avergonzaba de ella. Ana la obligó a mirarla de nuevo —Tienes que trabajar con tus inseguridades cariño, mis padres te amaran, pero son algo… Intensos, a ellos no les importa si tengo novia o novio, quieren lo típico de todos padres, boda, nietos…—Ana ya podía imaginar el discurso de su madre con ese tema de que se hacía vieja con cada año que pasaba.

—¿Niños? —Murmuró Morgan nerviosa —Pero… pero… como…— Ana le colocó un dedo en los labios.

—Deberíamos dejar ese tema para después… Mucho después— Ana sintió el estómago revuelto. Nuevamente la imagen que tuvo en su pesadilla apareció en su cerebro. Pero ahora ya no estaba tan asustado por ello. Porque estaba convencida de que si vivía esa escena. Ese bebé que Morgan sostenía con tanto amor, sería también de Ana.

—A Ana no le gustan los niños— Ana apretó los dientes al escuchar la voz de Keity. Giró el rostro y encontró a su pequeña amiga recargada en la pared casualmente cruzada de brazos. Alex estaba intentando que se alejaran. Pero Keity era una chica decidida, incluso le recordaba a ella misma. << El karma me está golpeando>>

—Esta es una conversación privada—

—Creo que se necesitan dejar las cosas claras ¿No crees? — Keity sonrió — A ti no te gustan las bodas. Los sentimientos. Las cursilerías. Ni los niños. Ni más mascotas— Enumeró —Creo que Morgan se merece boda, y tendría unos niños hermosos y hasta donde yo sé, ama a los gatos así…—

—Keity, ya basta— dijo Alex. Pero sin mucho esfuerzo, estaba claro que también estaba contribuyendo a esta escena.

—Si, Ana no quiere, entonces yo…—

—Morgan tendrá todo lo que ella quiera, lo prometo— Intervino —¿Conforme Keity? —

—Esa promesa es muy vaga, pero me valdrá por ahora— Ahora Keity le sonrió dulcemente. Ana la fulminó con la mirada.

—¿Estás segura de que no quieres ser abogada? Seguramente podrías quitarle el puesto a tu padre—

—Me lo estoy planteando— Ella le guiñó un ojo — Aún tengo tiempo para decidir, ahora, será mejor que busquen una habitación o algo, sería realmente vergonzoso que las arrestaran por exhibicionismo—

—Keity— la reprendió Alex, pero no muy convincente la verdad, porque comenzó a reír. Cuando Keity le murmuró algo que no pudo escuchar.

—Ya tuve suficiente— Ana se separó de Morgan y la sujetó de la mano. Ignorando a los curiosos se dirigió hacia la avenida. Dejo que Keity y Alex continuaran con su complicidad y les ordenó que le dijeran a Gideon que lo vería después. Pero no contaba que al llegar al final del callejón se encontraría con los agentes del FBI haciendo guardia. Joder.

—¿Adónde crees que vas? — Preguntó Kai divertido.

—¿Qué no se supone que debes regresar a trabajar? — Agregó Gideon. ¡Maldita sea! Ahora todo el mundo estaba en su contra. Ana estaba firmemente determinada a mandar a todos a volar. Incluido su trabajo. Pero nuevamente el sentido de la responsabilidad se impuso. Se la debía a Edson. Ana fulminó a ambos hombres con la mirada.

—Me están fastidiando— Gruñó. Sintió que Morgan apretaba su mano.

—¿Qué te puedo decir? — Kai hizo una mueca divertida —Somos adultos, con trabajos de adultos y tu mi amor, tienes que ir a salvar vidas, tu noche de sexo de reconciliación tendrá que esperar— Escuchó a Morgan jadear. Pegar su cara a su hombro, seguramente estaba avergonzada. Pero la escucho reírse. Era bueno que la intensa personalidad de sus amigos no la asustara.

—Te voy a golpear un día de estos— Kai rio. Gideon también.

—Venga, besa a tu Morgan y despídete, Ana. Te llevaré de vuelta al hospital. Kai se encargará que regrese a casa segura— Ana sintió que su corazón protestaba, no quería marcharse y dejar las cosas a la mitad. Notó como la emoción se atascaba en su garganta. Estaba claro que ese día estaba determinado a ser difícil desde principio a fin. Tendría que aguardar hasta el final de su turno para hacer lo que debía hacer.  Derrotada se giró hacia Morgan. Adoraba esas mejillas sonrojadas, las cuales ahora se veían más rojas a causa de ese maquillaje. Ana la abrazó y la besó. Puso una mano en la mejilla de Morgan. No fue un beso rápido, sino uno prolongado, y los brazos de Morgan la rodearon . Se separaron y Ana movió su mano desde la mejilla de Morgan a su mandíbula. Frotó su dedo pulgar sensualmente a lo largo del labio inferior de Morgan mientras mordía su propio labio.

—Nos vemos pronto —susurró finalmente.

—Si— Contestó Morgan un poco aturdida. Ana inclinó de nuevo su cabeza hasta que pudo poner su frente contra la de Morgan, entonces le permitió ir.

 

 

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