Dare

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¿Adónde fueron?

Ciento ocho hombres, mujeres y niños no desaparecen de la Tierra sin dejar rastro.

La colonia «perdida» de Roanoke, Virginia, lo hizo. Virginia Dare, el primer bebé blanco nacido en América del Norte, se encontraba entre los que nunca volvieron a ser vistos. Ella y sus camaradas ingleses y algunos indios croatas se marcharon… a alguna parte. Entre 1587 y 1591… viajaron.

Charles Fort, cronista de lo que es mejor olvidar y explicador de lo inexplicable, sabía lo que antecede. Pero no sabía otras varias cosas. Es una lástima, porque le hubiera encantado. ¡La de teorías, ironías, sarcasmos y paradojas que hubieran brotado de su pluma!

Fue una lástima que la desaparición de la nave genovesa Buonavita no fuera puesta en conocimiento de Fort por algún corresponsal sudamericano. El 8 de mayo de 1588 fue vista por última vez a sesenta leguas de la Isla Gran Canaria por la carabela española Tobosa.

Navegando bajo pabellón portugués, la nave transportaba cuarenta monjes irlandeses y tres italianos. Se dirigían al Brasil, donde esperaban convertir a los paganos. Ni cristianos ni paganos volvieron a verles.

Aquí.

En sí misma, la desaparición no es tan notable. Desde hace muchísimo tiempo los barcos han tenido la costumbre de escaparse de la superficie de las cosas evidentes. La Buonavita es mencionada en varias historias eclesiásticas y en una reciente historia brasileña debido a que el abad de los monjes era un tal Marco Sozzini, más comúnmente llamado Marcus Socinus. Era sobrino del hereje Faustus Socinus, y un correo había sido enviado al Brasil con órdenes para que Marcus regresara a Roma, donde tendría que enfrentarse con algunos problemas.

Aquel correo no hubiese podido entregar su mensaje incluso si hubiera sabido dónde estaba Socinus.

Otro acontecimiento en la misma época habría hecho cantar a Fort de alegría, de haber llegado a su conocimiento.

Un libro publicado en 1886 y agotado desde hace mucho tiempo contiene una traducción de pasajes de la Historia de los Turcos de Ibn Khulail. Por una rara coincidencia, el traductor era un ministro metodista, el Reverendo Cari Fort. Dedicando el mismo interés a lo heterodoxo que su nieto literario, registra la descripción del historiador árabe de una gran caravana desvaneciéndose de la noche a la mañana.

En 1588, noventa beldades circasianas, destinadas a los harenes de los magnates musulmanes, y cuarenta guardianes de diversas nacionalidades, desaparecieron de la vista del hombre. Sus caballos fueron encontrados trabados para la noche. Sus tiendas estaban aún montadas. El guiso se había enfriado esperando ser comido.

El único indicio de anormalidad era una ensangrentada cimitarra caída en el suelo. Pegados a la sangre había una docena de pelos largos, recios y rojizos que al decir de los expertos no pertenecían a ningún animal conocido.

Algunos pensaron que podrían ser de un oso, ya que en el lugar de acampada se encontraron las huellas de las pisadas de un enorme animal osuno.

¿A dónde, preguntaba Ibn Khulail, fueron todas aquellas personas? ¿Se las había llevado un djinn a algún castillo protegido por el fuego? ¿Eran suyos aquellos pelos pegados a la hoja?

La historia no tuvo para él más respuesta que la que dio a los curiosos acerca de Roanoke y la Buonavita.

Otro tema para Fort. La difunta Aiguillelte Press, de París, imprimió los ensayos de un sabio chino del siglo XVIII, Ho Ki. Observa casualmente en sus Pensamientos Congelados que la aldea de Hung Choo decidió una noche dar un largo paseo y nunca regresó.

Eso es todo lo que dice, excepto que la cosa ocurrió en el año 1592.

De 1592 a 2092 van quinientos años, no demasiado tiempo en la vida de la Tierra. Pero de la Tierra a Dare hay un largo camino, incluso volando con mucha rapidez. Dare es el segundo planeta de una estrella clasificada como Tau Ceti por los modernos.

Allí se habla inglés, latín y horstel.

Un viejo mapa, dibujado por Ananías Dare, padre de Virginia, muestra el continente sobre el cual fueron desembarcados los raptados terráqueos. Lo llamaron Avalan. Los contornos, trazados apresuradamente a medida que el planeta aumentaba de tamaño en la portilla de observación, revelan una forma toscamente tetralobular extendiéndose en el centro de un globo de agua.

Una cruz señala la ubicación del primer poblado humano, originalmente llamado New Roanoke. Más tarde se convirtió en Farfrom (Lejos de), debido a que la pequeña Virginia Dare observó que estaba «lejos de donde yo nací, papá».

En la cartografía original de Dare figuran también inscripciones indicando dónde se encuentran criaturas ajenas a la Tierra pero nombradas de acuerdo con su parecido a seres terrestres, reales o míticos.

«Aquí hay unicornios… Aquí hay hombres-lobo devoradores de hombres».

Muchos lugares, desde luego, están marcados, simplemente, «Colas de caballo».

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