Dante

Dante


Testimonios

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Testimonios

Miguel Angel Buonarroti

Del cielo descendió, y en cuerpo, errante,

el justo infierno vio y el compasivo,

volviendo a contemplar a Dios, de vivo,

para que aquella cierta luz nos cante.

Luciente estrella, que alumbró radiante

e injustamente mi lugar nativo,

no le es premio este mundo tan nocivo;

tú sí, que la creaste, lo eres, Dante.

De él digo, pues sus obras no entendieron

los de ese pueblo ingrato, cuyo auxilio

sólo les niega a los que justos fueron.

¡Poder ser Dante! Que a tal suerte dado,

por sus virtudes, con su amargo exilio,

diera del mundo el más feliz estado.

(Traducción: Joaquín Arce)

Francesco Petrarca

Nunca admiraremos y alabaremos lo bastante a este hombre, a quien ni la injusticia de sus conciudadanos, ni la pobre2a, ni las enemistades personales, ni el amor a su esposa, ni el cariño hacia sus hijos fueron capaces de apartarle del camino que él se había trazado, mientras tantos otros de espíritu elevado suelen tener un carácter tan voluble que un simple murmullo es capaz de disuadirlos de su propósito más firme e íntimo. Y esto, precisamente, les suele ocurrir a los que utilizan la pluma, a esos que, además de los pensamientos y de las palabras, también cuidan la estructura de las frases, y por tanto necesitan más que los otros calma y tranquilidad… Créeme: el estilo y el ingenium de este hombre me fascina, y todo cuanto diga de él es poco. A todos cuantos me han preguntado, pidiéndome una respuesta concreta, les he dicho simplemente: no hay nadie como él. Dante destaca sobre todo por su poesía en lenguaje popular, y raya mucho más alto que en sus composiciones en latín, ya sean en verso o en prosa.

(Carta a Giovanni Boccaccio, 1359)

Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling

En el Empíreo, cielo donde se fusionan religión y poesía, Dante oficia de sumo sacerdote y consagra el camino del arte moderno. La Divina Comedia no es un poema concreto de un autor concreto, sino mucho más: es la culminación de la poesía de su tiempo que inaugura un género único; es una obra tan cerrada en sí misma que la abstracción teórica a partir de otros modelos aislados resulta a todas luces insuficiente, porque esta obra tiene su propio mundo, y en consecuencia su propia teoría… Desentrañar la filosofía, la física y la astronomía dantistas es una tarea secundaria, ya que la originalidad auténtica de Dante reside en la fusión de aquéllas con la poesía. La cosmología ptolemaica, sobre la que hasta cierto punto se asienta su edificio poético, revela en sus raíces matices mitológicos; cuando a su filosofía se la califica subrepticiamente de aristotélica, no hay que ver en ello una relación pura con el aristotelismo, sino una amalgama (característica de aquellos tiempos) de ese sistema con las ideas platónicas, fenómeno comprobable en numerosos pasajes del poema… La división del universo y la estructuración de la materia en tres reinos (Infierno, Purgatorio y Paraíso) es también un modelo universal, simbólico e independiente de la importancia de estos conceptos en el cristianismo, de manera que cada época podría tener su Divina Comedia… El poeta penetra hasta las entrañas mismas de la tierra y luego asciende hacia la luz: en la oscuridad del Averno sólo distingue los contornos vagos e imprecisos de las formas; en el purgatorio, la luz cobra tintes humanos y se hace color. En el paraíso sólo queda la musicalidad pura de la luz, los reflejos y sombras cesan, y el poeta va subiendo más y más hasta contemplar la esencia pura e incolora de su propia divinidad… La grandiosidad admirable del poema, que aúna arte y poesía, llega de este modo a su culminación perfecta. Esta obra divina no es plástica, pintoresca y musical, sino una conjunción armónica de todas estas cualidades; tampoco dramática, ni épica, ni lírica simplemente: es una fusión de estos elementos completamente personal, única y sin precedentes.

(«Über Dante in philosophischer Beziehung», en Kristisches Journal der Philosophie, 1803)

Georg Wilhelm Friedrich Hegel

La Divina Comedia de Dante es la obra más meritoria y fecunda, la verdadera epopeya artística de la cristiandad medieval que trata un tema fundamental y desemboca en el poema más sublime… En esta obra, la conducta, sufrimientos, deseos y acciones de los individuos quedan petrificados como efigies para siempre. Además, el poema abarca la totalidad de la vida objetiva, es decir, la eternidad estática del Infierno, Purgatorio y Paraíso, y sobre este fondo imperecedero se mueven las figuras del mundo real según su carácter particular; o mejor dicho: se movieron, porque sus actos y su existencia han quedado definitivamente fijados, petrificados, eternizados… Esta inmortalización a través de la memoria del poeta, mirada objetivamente, es una especie de juicio del ser humano divinizado…

(Curso sobre Estética. Berlín, 1838)

Jacob Burckhardt

Dante, calificado en vida de poeta por unos, de filósofo por otros, y de teólogo por algunos, evidencia en todas sus obras un derroche de fascinación tal, que, independientemente del tema, subyuga por completo al lector. ¡Qué energía demuestra en esa creación llena de equilibrio y armonía llamada Divina Comedia! Si atendemos al contenido, veremos que no existe en el mundo material o espiritual tema alguno relevante que no haya examinado a fondo y sobre el cual su testimonio —a menudo limitado a unas pocas palabras— no representa la voz más autorizada de su tiempo. En lo referente al arte plástico, Dante es un punto referencial importante, no tanto por las escasas líneas que dedica a los artistas de su tiempo, como porque no tardó en convertirse él mismo en fuente de inspiración… ¡Qué sucesos humanos no contemplarían los ojos atentos y activos de Dante para poder describir de un modo tan sensitivo y veraz los acontecimientos de la vida futura! Ni en Italia ni en todo Occidente ha vuelto a surgir nadie como él, así que le queda el timbre de gloria de haber hecho aflorar la Antigüedad al primer plano de la cultura. El tratamiento que Dante da a la Antigüedad clásica y al mundo cristiano no es igualitario, aunque sí mantiene un constante paralelismo; siguiendo el procedimiento de siglos anteriores, a partir del cual se habían combinado arquetipos positivos y negativos tomando como ejemplo las historias y personajes del Antiguo y Nuevo Testamento, Dante asocia, por regla general, un ejemplo cristiano y otro pagano del mismo hecho. No conviene olvidar que en el cristianismo el mundo cultural y el real eran mundos conocidos, mientras que en la antigüedad eran relativamente desconocidos, más atrayentes y excitantes, y que era inevitable que estimularan más el interés general, siempre que no existiera un Dante preocupado por armonizarlos.

(La cultura del Renacimiento en Italia)

Thomas Mann

La figura de Dante (muy ilustrativa cuando sube, por ejemplo, la escalera al final de la «boda espiritual») se consideraba y se considera con respecto a la época que inaugura como un modelo de lirismo profético. Hoy nos damos cuenta de que esa época, humanista, burguesa y liberal al mismo tiempo, está a punto de extinguirse. Ya no sabemos qué quedará mañana, cuando despunte el sol, de eso que llamamos cultura o humanidad. Ahora, sumidos en el atardecer del tiempo y solidarios quizá en el destino, vemos con nuevos ojos la figura lejana y solemne del florentino, que, desgarrado entre el escolasticismo y la ciencia, entre Beatriz (o guía mística) y Virgilio, el famoso saggio, aparece envuelto también por esa doble luz.

(Publicado por primera vez en «Jugend», Munich 1921, n.º 24)

Thomas Stearns Eliot

Para mí lo más esencial es lo siguiente: no podemos hacer caso omiso de las creencias filosóficas y teológicas de Dante, ni saltamos los pasajes en los que las manifiesta; pero, por otro lado, tampoco es necesario creer en ellas. En mi opinión, es erróneo pensar que existen partes en la Divina Comedia que sólo tienen interés para los católicos o para los investigadores de la Edad Media. Hay una diferencia —y yo la apunto aquí— entre las ideas filosóficas y su expresión poética… Si la poesía se lee en cuanto poesía, entonces se «creerá» en la teología de Dante lo mismo que se cree en la realidad física de su viaje; dicho en otros términos: se dejará en suspenso tanto el creer como el no creer. No pretendo negar que, en la práctica, numerosos pasajes de Dante resultan más accesibles e inteligibles para un católico que para un agnóstico corriente; este fenómeno no se debe a la fe del católico, sino a su mejor información. Se trata, en definitiva, de un problema de conocimiento o de ignorancia, no de fe o de escepticismo.

(«Dante». Ensayos escogidos, 1917-1947)

Jorge Luis Borges

Imaginemos, en una biblioteca oriental, una lámina pintada hace muchos siglos. Acaso es árabe y nos dicen que en ella están figuradas todas las fábulas de las Mil y una noches; acaso es china y sabemos que ilustra una novela con centenares o millares de personajes. En el tumulto de sus formas, alguna —un árbol que semeja un cono invertido, unas mezquitas de color bermejo sobre un muro de hierro— nos llama la atención y de ésa pasamos a otras. Declina el día, se fatiga la luz y a medida que nos internamos en el grabado, comprendemos que no hay cosa en la tierra que no esté ahí. Lo que fue, lo que es y lo que será, la historia del pasado y la del futuro, las cosas que he tenido y las que tendré, todo ello nos espera en algún lugar de ese laberinto tranquilo… He fantaseado una obra mágica, una lámina que también fuera un microcosmos; el poema de Dante es esa lámina de ámbito universal. Creo, sin embargo, que si pudiéramos leerlo con inocencia (pero esa felicidad nos está vedada), lo universal no sería lo primero que notaríamos y mucho menos lo sublime o grandioso. […] A todos es notorio que los poetas proceden por hipérboles: para Petrarca, o para Góngora, todo cabello de mujer es oro y toda agua es cristal; ese mecánico y grosero alfabeto de símbolos desvirtúa el rigor de las palabras y parece fundado en la indiferencia de la observación imperfecta. Dante se prohíbe ese error; en su libro no hay palabra injustificada.

(Nueve ensayos dantescos, 1982)

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