Dante

Dante


Nota del autor

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Nota del autor

Cuando, junto con Raffaello Avanzini, pensé en cómo afrontar la figura de Dante Alighieri, enseguida me quedó claro que sería fundamental encontrar un corte narrativo original, una perspectiva que me permitiera hablar de un Dante Alighieri completamente inédito. A partir del estudio llevado a cabo en estos años, me pareció que podría ser una excelente idea la de hablar del joven Dante, que se había tratado poco en los ensayos y menos en novelas. Además, tenía la intención de explorar la dimensión aventurera del poeta más grande de la historia. Tanto más cuanto que, a partir de las lecturas de la Cronica delle cose occorrenti ne’ tempi suoi [Crónica de las cosas ocurridas en su época], de Dino Compagni, y de la Nuova Cronica [Nueva Crónica], de Giovanni Villani, emergía con brío toda la salvaje crueldad de la Edad Media florentina, desgarrada por las disputas entre güelfos y gibelinos.

Además, en la parte central de la novela, estaría la batalla de Campaldino, que desempeñó un papel muy importante en la vida de Dante, siendo él un feditore en primera línea que, como veterano, se encontró haciendo frente a pesadillas, resultado de una batalla sangrienta. Y, por lo demás, no hay quien no vea hasta qué punto las visiones apocalípticas de ese conflicto fueron cruciales en la concepción misma de la Divina Comedia.

Después mantuve una conversación con el profesor Fabrizio Fornari —en el curso de una cena fabulosa en el café Pedrocchi de Padua— para confirmar lo fundamental que fue Campaldino como acontecimiento en la Edad Media italiana y como hecho histórico que merecía ser narrado con aire de aventura y convertirse en el núcleo central de una novela dedicada al Poeta Supremo.

Otro gran mapa resultó ser Vida nueva, obra de juventud por excelencia del joven Dante, en la que habla de su amor por Beatriz, de su concepción de la mujer ángel, del abecé del Dolce Stil Novo, un texto que incluso contiene algunos indicios autobiográficos que luego podría cruzar con lo que iba surgiendo de la lectura del Trattatello in laude di Dante [Breve tratado en alabanza de Dante], de Giovanni Boccaccio.

Estaba claro que en ese momento tenía que releer la Divina Comedia de arriba abajo para registrar los tonos, para encontrar las sugerencias literarias que representarían la constelación ideal para contemplarla como un náufrago en el mar tempestuoso de mi tentativa. No me molesté en aprender de memoria los pasajes, me contenté con sumergirme en la belleza y con llevarme algunos destellos conmigo. En cierto sentido, la única posibilidad que tenía de salir vivo era concebir una novela histórica y de aventuras sobre el poeta guerrero más extraordinario que jamás haya existido. Sí, porque a pesar de la absoluta grandeza, el Dante que trato de contar no es otro que un joven, hijo de la pequeña nobleza, que intenta encontrar un lugar en la Florencia dividida entre los Cerchi y los Donati. Y para alcanzar su ubicación y su papel, combate en Campaldino como un rito de supervivencia y de paso. Dante nunca volverá a ser el mismo después de esa batalla, y no podría ser de otro modo, ya que se trató de una de las más sangrientas de la Edad Media.

A esto hay que sumar la amistad con Giotto, genial pintor, el que cambió los paradigmas de la pintura. No tenemos evidencia de la amistad entre los dos, pero tampoco tenemos pruebas que la nieguen. Por lo tanto, había materia suficiente para la invención, o más bien para una hipótesis verosímil. Después de todo, Giotto y Dante vivieron en Florencia en los mismos años, al menos hasta 1290. Sabemos con certeza que ambos fueron heraldos de una auténtica revolución en la pintura y las letras. Por tanto, dada la grandeza que los caracteriza, la oportunidad de verlos juntos en el escenario era demasiado tentadora para dejarla escapar. Como he hecho anteriormente con otras parejas de personajes (Cosimo de Médici y Filippo Brunelleschi, Lorenzo el Magnífico y Leonardo da Vinci, María de Médici y Pedro Pablo Rubens), también en este caso he juntado a mi protagonista, Dante, con un artista como Giotto.

Por no mencionar que los estudiosos de la historia del arte son casi unánimes en reconocer las nociones no precisamente banales de Dante sobre las técnicas pictóricas.

En cuanto al trabajo de Giotto, cito entre las fuentes consultadas: Maurizia Tazartes (editora), Giotto, Milán, 2004; Giuliano Pisani, I volti segreti di Giotto. Le rivelazioni della cappella degli Scrovegni [Los rostros secretos por Giotto. Las revelaciones de la capilla de los Scrovegni], Milán, 2008; Angelo Tartuferi, I giotteschi [Los giottescos], Florencia, 2011; Alessandro Tomei, Giotto. La pittura [Giotto. La pintura], Florencia, 2017; Roger Fry, Giotto, Milán, 2020.

Para evitar dudas, quiero señalar que lo que me guio en mi investigación fue la obra de uno de los expertos en Dante más importantes de la historia, nunca suficientemente reconocido: Marco Santagata, a quien me tomé la libertad de dedicar esta novela. A este propósito menciono algunos de sus libros más importantes, que estudié con mucho cuidado: Dante, il romanzo della sua vita [Dante, la novela de su vida], Milán, 2017; Il racconto della commedia: guida al poema di Dante [El relato de la comedia: guía al poema de Dante], Milán, 2017; Il poeta innamorato. Su Dante, Petrarca e la poesia amorosa medievale [El poeta enamorado. Sobre Dante, Petrarca y la poesía amorosa medieval], Parma, 2017; Guida all’inferno [Guía al infierno], Milán, 2013.

También me urgía contar qué había «alrededor» de la Divina Comedia. No soy ensayista ni crítico, no tengo un enfoque científico de la totalidad del tema y también me siento aliviado, para ser honestos, porque hay mucha gente más preparada que yo que ya se dedica a ello. Sin embargo, la novela ofrece una oportunidad para intentar reflexionar, a través de la invención y la verosimilitud, sobre las razones de un veterano superviviente, sobre las debilidades de un hombre en el frente del conflicto más sangriento de aquel siglo. Sería extraño pensar que Campaldino no tuvo consecuencias profundas para el alma y la mente del Poeta Supremo. Y sería igualmente extraño suponer que la literatura sobre el viaje al infierno, la del undécimo libro de la Eneida de Virgilio, la Visio Pauli, la Visión de Tundal —obras muy difundidas en el periodo medieval, y a las que Dante ciertamente tuvo acceso— no hayan constituido un germen importante en la génesis del poema más grande de todos los tiempos. Al respecto me permití una indagación en el contenido y propuse la hipótesis de que ciertas ideas tuvieron algún peso en el joven Dante, lo que, combinado con sus nociones de pintura y su amor por obras como el fresco del Juicio Final, de Coppo di Marcovaldo en su «bel San Giovanni», podía haber supuesto un precedente, o una simple chispa de inspiración, para la estructura del Infierno de la Divina Comedia. Respecto a ese punto, además de una cuidadosa relectura de la Eneida, aconsejo profundizar más en otros textos literarios sobre el viaje al infierno a través de las páginas de Alberto Magnani (editor), Il cavaliere irlandese all’Inferno [El caballero irlandés en el infierno], Palermo, 1996; Alison Morgan, Dante e l’aldilà medievale [Dante y el más allá medieval], Roma, 2012; Giovanni Orlandi y Rossana E. Guglielmetti (editores), Navigatio sancti Brendani [El periplo legendario de San Brandán], Florencia, 2018; Pasquale Villari, Antiche leggende e tradizioni che illustrano la Divina Commedia [Antiguas leyendas y tradiciones que ilustran la Divina Comedia], Turín, 2020.

El enfoque del novelista que combina la historia con la aventura me ha permitido además concederme algunas licencias. En primer lugar, la razón por la que Dante participó en la fallida batalla de Laterina. No tenemos noticias en este sentido y por lo tanto podemos contar esos capítulos como una invención narrativa, pero, incluso en ese caso, ni siquiera tenemos argumentos que atestigüen con certeza lo contrario y, puesto que aquel enfrentamiento no sucedió nunca, me pareció una licencia que podía concederme y que bien podría contribuir a construir esa figura de poeta guerrero y veterano que tenía que ser «mi» Dante. Tanto más cuanto que los eruditos autorizados, como Marco Santagata, de hecho, subrayaron que la experiencia militar de Dante duró todo el curso de las guerras entre Arezzo y Pisa, que significaría que desde Poggio Santa Cecilia hasta Campaldino, el clímax, el poeta habría participado en todas las campañas.

También con respecto al hecho de que Dante sufría de epilepsia mencionaré como referencia a Marco Santagata. El escritor y gran experto en Dante aporta bastantes pruebas de esta enfermedad en su obra. Por lo tanto, se me ofrecía un personaje maravilloso y poco contado: poeta, caballero, veterano de guerra, epiléptico, enamorado del amor. ¿Existe acaso un personaje más fascinante y aventurero que él? No me lo parece.

Y, por último, disponía de todo lo demás: algunas de las figuras históricas más fantásticas que un novelista podría desear.

El juego entre invención y realidad se ha vuelto a proponer en lo que respecta a algunos de ellos. Si en el caso del conde Ugolino della Gherardesca me atuve a los hechos tal como los conocemos, sin embargo, no he dejado de sacar el de su esposa Capuana da Panico de las sombras: una figura casi desconocida pero absolutamente fascinante. De ella no quiero añadir más porque, llegados a este punto, el lector ya habrá descubierto todo lo que hay que saber. Otro tanto sucede con Buonconte da Montefeltro, un personaje que siempre ha ejercido sobre mí una fascinación extraordinaria. Aquí también, a través de la invención novelesca, intenté ponerle cara a su asesino, de modo totalmente imaginario, que quede claro. En cuanto a la conducta de Buonconte, ese capitán inescrupuloso y astuto, héroe de las Giostre del Toppo, capaz de hacer desfilar a su ejército a marchas tan forzadas como para cubrir la distancia entre Laterina y Poppi en dos días, pues es verdad, como casi todo lo que le pasa a Buonconte en la novela.

Pero vayamos a la mayor invención ficticia: Filippo Argenti. Sobre este personaje los invito a leer un interesante panfleto firmado por Michele Tortorici, Due bugie di Dante [Dos mentiras de Dante], Roma, 2018. En él argumenta el autor, y ciertamente no es el único, de hecho diría que en excelente compañía de otros expertos en Dante, que los personajes de Ciacco y Filippo Argenti son pura invención de Dante y nunca existieron. También se especula, y de una manera muy seria, que entre Dante y los muchos comentaristas autorizados de la Divina Comedia, incluidos su hijo Iacopo y el mismo Giovanni Boccaccio, ha tenido lugar una especie de conspiración de gente honesta que habría decidido ocultar en el imaginario personaje de Filippo Argenti a un personaje real del que Dante quería vengarse. Pues bien, no seré yo quien revele esta sugerente y bien documentada teoría, pero, por mi parte, no quería privarme del carisma infinito de un personaje tan memorable, que en esta novela aparece fugazmente, con la secreta esperanza de que, si hubiera una secuela, pudiera volver.

Respecto a la batalla de Campaldino, recomiendo consultar la monografía firmada por Kelly DeVries y Niccolò Capponi, La battaglia di Campaldino, 1289. Dante, Firenze e la contesa tra Comuni [La batalla de Campaldino, 1289. Dante, Florencia y la disputa entre municipios], Gorizia, 2019, que ha sido, cuando menos, fundamental. De manera más general, en lo que concierne a las técnicas de guerra medievales, aconsejo las obras siguientes: Kelly DeVries y Robert Douglas Smith, Medieval military technology [Tecnología militar medieval], Toronto, 2012; Kelly DeVries, Infantry Warfare in the Early Fourteenth Century: Disciple, Tactics, and Technology [Guerra de infantería a principios del siglo XIV: Disciplina, tácticas y tecnología], Woodbridge, 1996.

Respecto a todo lo relacionado con la época medieval en general y la figura de Dante y los tiempos que lo vieron como protagonista, sugiero la lectura adicional de: Eileen Power, Vita nel Medioevo [Vida en el Medievo], Turín, 1999; Jacques Le Goffe, L’uomo medievale [El hombre medieval], Bari, 2006; Lo sterco del diavolo. Il denaro nel medioevo [El estiércol del diablo. El dinero en la Edad Media], Bari, 2012; Il Medioevo raccontato da Jacques Le Goffe [El Medievo contado por Jacques Le Goffe], Bari, 2015; Renato Bordone y Giuseppe Sergi, Dieci secoli di Medioevo [Diez siglos de Edad Media], Turín, 2009; Franco Nembrini, Dante, poeta del desiderio. Conversazioni sulla Divina Commedia [Dante, poeta del deseo. Conversaciones sobre la Divina Comedia], vols. 1-3, Ravenna, 2011-2013; Erich Auerbach, Studi su Dante [Estudios sobre Dante], Milán, 2017; Pierre Antonetti, La vita quotidiana a Firenze ai tempi di Dante [La vida cotidiana en la Florencia de los tiempos de Dante], Milán, 2017; Giorgio Inglese, Biografia di Dante. Una biografia possibile [Biografía de Dante. Una biografía posible], Roma, 2018.

Finalmente, he vuelto a abordar la Divina Comedia con la ayuda de dos versiones comentadas diferentes: la de Natalino Sapegno y la de Umberto Bosco y Giovanni Reggio.

 

Padua, 1 de abril de 2021

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