Danielle

Danielle

Angel Medina

Quiero contar mi historia pero no sé ni siquiera por dónde comenzar, tal vez deba empezar por decirles que si escribo esto es porque sé que tal vez algún hombre esté pasando por lo mismo o algo similar y quiero dejarle un mensaje de aliento y esperanza como en su momento alguien lo hizo conmigo, por favor no juzguen mi persona hasta el final de la historia.

Todo comenzó hace algún tiempo, años, meses, qué más da, mi matrimonio, por así llamarlo, estaba al borde del colapso, mi esposa y yo peleábamos todo el tiempo, nuestros hijos nos veían gritarnos y agredirnos, el amor se había terminado o al menos ambos era lo que sentíamos.

Los problemas económicos aunados a los personales, el estrés del trabajo y de la escuela de los niños hacían aún más dura nuestra relación y si a eso le aumentamos que ambos teníamos intereses en otras personas, ya imaginarán el caos que se provocó.

Yo ya no sentía el mismo amor por ella y ella me demostraba que tampoco sentía lo mismo por mí, siempre celándonos y peleándonos por el tiempo que pasábamos al celular, la relación se hacía añicos entre insultos y gritos que destruían nuestra autoestima y amor de pareja.

Mi esposa no era la mujer perfecta pero sé que tenía quién la quisiera, digo, que yo ya no la viera con ojos de amor no quería decir que algún tipo no quisiera algún acostón con ella. Y yo me empecé a fijar en una amiga que siempre estaba ahí cuando me peleaba con ella.

Me daba miedo dejar a mi esposa y siempre puse de pretexto a mis hijos pero si ustedes han estado en esta situación saben que efectivamente da miedo dejar de verlos, o al menos a mí sí me daba y cuando ella me decía déjala, yo argumentaba: no puedo por mis hijos, ella me abrazaba y me daba ese consuelo y cariño que ya no encontraba en casa y de alguna forma me daba lo que mi esposa no, jamás me exigía tiempo ni me cuestionaba donde estaba. Una vez me dio un beso y me dijo que no le importaba y que siempre estaría para mí.

No era infiel, o al menos yo no lo sentía así, pero sí me escondida para hablar con ella y muchas veces en venganza de que veía que mi esposa también lo hacía, quería convencerme que me daba igual si a ella la cortejaban mientras yo tuviera a mi amiga ella ya no me importaba.

Pero un día de pronto la bomba explotó, revisó mi teléfono, no sé ni cómo, las mujeres son hábiles rastreando información y se dio cuenta de mi amiga y de mis mensaje y en un minuto mi matrimonio se acabó.

La recuerdo llorando con el celular en sus manos repitiendo en voz alta todos los mensajes, uno a uno, las cosas candentes que le decía y lo que ella me escribía, incluso algunas fotografías íntimas, ella lloraba, se sentía traicionada y más aún, humillada por una mujer más joven y más bornita o al menos así lo sentí yo. 

Le marcó y le gritó muchas cosas pero mi amiga le colgó, mis hijos escuchaban todo y ella tomó todas mis cosas y las sacó a la calle, me gritó que me largara con ella... yo me envalentoné y le dije que así lo haría, que esa mujer me daría lo que ella no y que estaba ahí sólo por mis hijos y no recuerdo qué más tonterías dije mientras ella lloraba y lanzaba mis cosas a la calle, cerró la puerta y me dejo ahí, frente a la mirada atónita de mis vecinos que murmuraban a mis espaldas.

Salí, levanté algunas cosas, las subí a mi auto y, casi enseguida, empezaron a llover llamadas de mi familia preguntando qué había pasado y mensajes de mi esposa decepcionada y dolida, todo estaba pasando muy rápido.

Llegué a casa de mi amiga pero me dijo que no podía quedarme ahí, que su madre vendría a visitarla y que lo sentía pero que en cuanto encontrara a dónde irme ella me visitaría. Yo me sentía mal, necesitaba de su amor pero ella se mantuvo al margen, no sé, la verdad esperaba otra reacción.

Mis amigos me daban la espalda y mi familia también, por desgracia cuando hay hijos las personas suelen hacerse al lado de quien se queda con los hijos para no perderse el estar cerca de ellos y más cuando tú eres el que quedó como el traidor, yo la culpaba a ella por no darme atención, quería convencer a todos y convencerme a mí mismo de que lo que hice tenía justificación.

Conseguí un cuarto de hotel y empecé a buscar casa, para el día siguiente ya tenía un cuarto con mis pocas cosas y mucho qué pensar, es curioso pero cuando te corren de casa extrañas todo, desde un sartén hasta un broche para colgar la ropa y empiezas a valorar las cosas que sin darte cuenta hacía tu esposa, pero eso ¿era que la estaba extrañando?

Mi amiga fue a verme y nos acostamos, pero solo eso, me dio ánimos y me llevó una pizza de comer, se despidió y se fue, no se ocupó de mí, ni de mis cosas, supongo que eso sólo lo hacen las esposas, de alguna forma empezaba a verla de otra manera.

Las cosas estaban pasando muy distintas a como las había imaginado, mi ex esposa no me escribía ya nada y yo le empecé a mandar mensajes con la excusa de hablar con los niños pero solo me respondió que fuera el fin de semana, seguía molesta y pues yo, la verdad ya me sentía mal de estar fuera de mi casa en una fría habitación, me empezaba a querer entrar desesperación.

Al tercer día fui a buscarla y le pedí que me perdonara, le compré flores pero me las aventó en la cara gritándome que se las llevara a mi zorra y cerró la puerta en mi cara. Yo grité que así lo haría, que por eso la dejé, haciendo más grande la herida.

Mi amiga me mandaba mensajes pero se mantenía a distancia, ahí comprendí que sus promesas no eran ciertas y más cuando me llegaron rumores que yo no era el único con el que ella salía. Un día la llame y le dije que porqué me hacía eso, que yo había perdido mi matrimonio por ella y me respondió que nunca me había pedido nada y que mi matrimonio ya estaba mal, que ella era libre de estar con quien quisiera, que no me equivocara, que ella no era como la estúpida de mi esposa, y con una risa burlona me colgó.

Los días pasaron, mi esposa me prestaba a mis hijos pero mi situación no era nada buena, me daba vergüenza que me vieran así y solía investigar si ella tenía alguna relación; ellos me decían que no pero que sí hablaba mucho con un amigo, eso me llenaba de celos. 

Un día que fui a entregarlos ahí estaba un tipo, yo morí de celos, lo amenacé y ella me corrió, me gritó que ya no era nadie en su vida y que si ella quería podía empezar con alguien como lo hice yo, me di la vuelta, mi mundo estaba despedazándose, a cada paso todo me daba vueltas: mi amiga, mi matrimonio, mis hijos, mi casa, su nueva relación y todo, había sido mi culpa.

Me fui a un bar cercano y empecé a beber, me puse muy pero muy ebrio y le llamé a mi esposa… le grité majaderías y también a mi amiga le dije que era una zorra, puse canciones, le canté al teléfono y por mensajes de voz. La molesté tanto que al final me mandaba a buzón.

Todos en la cantina me acompañaban y me decían que me animara, pero la verdad solo eran otros borrachos miserables, mi vida estaba destruida y yo perdido en una copa de licor humillándome y tocando fondo, llorando en una mesa de cantina. Estaba muy ebrio, ya no me querían servir. La cantina se fue quedando sola. Pasaba de la medianoche.

Tantas veces me quejé de tener que irme temprano para no tener problemas con mi esposa y ahora que tenía todo el tiempo, nadie me esperaba, nadie me apoyaba, estaba tomando solo, sin amigos que siempre me invitaban.

De pronto todos desaparecieron y yo estaba ahí llorando, tomando, brindando y cantando con la nada. Me sentí tan solo y tan abandonado, quería morirme. Ahora sí me daba cuenta lo que había perdido y que tenía una buena vida, que en un momento debí de haber dado gracias a la vida por estar tan bendecido. Ahora solo me quedaban botellas vacías y un plato de botanas también vacío.

Me desplomé en la mesa, no podía no levantar la cabeza de lo borracho que estaba cuando una copa con vodka se apoyó en mi mesa, solo miraba una sombra, era un hombre vestido con traje negro que puso su copa y me dijo con voz amable ¿qué lo tiene tan mal amigo?

Estaba tan ebrio que no podía levantar la mirada y me sentía mareado, no me salían las palabras, solo veía su traje negro y su copa de vodka, sentí que puso su mano en mi cuello y apretó muy fuerte mi cervical mientras decía: no puede hablar si sigue ebrio, fue un dolor fuerte pero duró solo un instante y de pronto ya no me sentía ebrio, fue como si en ese apretón se hubiera apagado toda mi borrachera, levanté la cabeza, me sentí confundido, lo miré y pregunté ¿qué me hizo?

Se sentó más relajado y me dijo con un tono de presunción ¡magia! Digamos que puse tu alcohol en otro lado que no fuera tu mente.

Era verdad, ya no me sentía ebrio y le dije, mi historia es muy larga ¿porquee le interesa saber? Él me respondió, hace un instante rogabas por ayuda y ahora que estoy aquí ¿vas a cuestionarme?

Tenía razón pero, cómo lo supo ¿acaso es usted un ángel? De nuevo sonrió y me dijo, a veces soy Ángel, pero en ocasiones como hoy puedes llamarme Daniell y extendió su mano.

Le di la mano y le dije mi nombre; dio un sorbo a su copa y me dijo ahora que acabamos con las formalidades ¿me puedes contar lo que te tiene así?

Le conté, todo era extraño, como si lo conociera de toda la vida, me miraba con mucha atención y yo le conté todo, lloré mucho, él sólo bebía de su copa, de alguna forma me sentía desahogarme. Cuando terminé de contarle me dijo ¿y qué es lo que quieres? Si pudieras pedir un deseo en este momento ¿qué pedirías? Lo miré y estallando en llanto le dije ¡quiero recuperar a mi esposa!

Daniell dio un último trago a su copa y me dijo, de acuerdo eso haremos pero tengo algunas condiciones, le respondí no tengo mucho dinero, él sonrió y me dijo más que dinero necesito confianza y que hagas todo lo que te diga paso a paso sin mentirme y sin cuestionar, algo como esto es muy delicado y no podemos darnos el lujo de fallar.

Lo miré tan convencido y le dije ¿está seguro? Se comió la aceituna de su copa y me dijo, recuerda, sin cuestionar.

Puso su teléfono en un papel y me dijo ve a casa a descansar recupérate de esta cruda y mañana me mandas un mensaje con tu dirección iré a verte y platicaremos mi estrategia, se puso de pie y sonrió un gusto conocerte y deja de preocuparte muy pronto estarás de nuevo en casa.

Al siguiente día le mande un mensaje y fue a verme llegó y se sentó, hizo un poco de té y me pidió una foto de mi esposa y de mis hijos se la mostré y me dijo sin fallar como era ella su forma de ser sus miedos sus virtudes yo estaba sorprendido me dijo cosas que solo creí conocer yo

Me describió todo el carácter de mi esposa de mis hijos incluso dedujo cosas que nos habían pasado, me estaba asustando le pregunté ¿cómo sabe todo eso? Él sonrió y después de beber un poco de té me dijo, una fotografía revela más de lo que muchos piensan, solo tienes que saber ver.

Bien lo primero que haremos es que ya no le vas a escribir mensajes, no la atosigues tienes que dejar que ella pase su trago amargo, la desesperación de reparar las cosas te está haciendo pensar mal y actuar precipitado sólo deja ver que te sientes culpable y no aceptará ninguna de tus disculpas, mucho menos tus promesas, debes comprender que la lastimaste de una manera muy profunda no sólo en su confianza sino en su autoestima y es normal que ella necesite defenderse y protegerse. Para tu buena o mala suerte ella te conoce tan bien que sabe diferenciar tus argumentos de cuando eres sincero o cuando solo le dices lo que quiere escuchar.

Lo primero es que debes dejarla que respire un poco, ella también está atravesando una crisis dura en este momento, no sólo enfrenta los estragos que dejaste en su corazón y en su autoestima si no también los cambios a su rutina sin contar que tiene que manejar todos los comentarios, chismes y preguntas que la gente curiosa suele argumentar para opinar de las desgracias ajenas.

Así que necesita su espacio y eso te dará tiempo de restaurarte y recuperar el hombre que fuiste cuando la enamoraste. No va a ser fácil y aún con esto tendremos un momento duro donde ella decidirá si realmente vale la pena volver a tu lado, así que hagamos que valga la pena. 

Yo lo miré muy entusiasmado y le dije que sí, me llevó ropa nueva y me dijo creo que esto te quedará, bien limpia tu casa, aséate y vístete bien, hoy tienes que dar el primer paso, irás a terminar con tu amiga. Yo lo miré y le dije pero, bueno es que realmente ella la última vez me dio a entender que no había nada y… (él me interrumpió) y ahí empiezan tus problemas, porque te dan a entender, en esta vida no podemos darnos el lujo de suponer, el amor y el desamor no se enfrentan con suposiciones, por el contrario siempre hay que ser muy claro y de esta plática dependerá tu matrimonio porque tu esposa se va a enterar de todo créeme, siempre se enteran y quiero que el primer rumor sea que la dejaste tú y no que fue tu amiga quien te abandonó.

¿Y qué le digo? Él sonrió y me preguntó ¿recuerdas el primer beso que le diste a tu esposa? Al momento respondí que sí, me tomó de la cabeza y me miró a los ojos, quiero que lo recuerdes en este momento; de pronto viajé en el tiempo y pude verla ahí con su ropa de escuela, joven y hermosa, y reviví los nervios de besarla por miedo a perderla, entonces Daniell me soltó y dijo ten ese recuerdo en tu cabeza y las palabras saldrán solas de tu corazón Bebió el último sorbo de té y se fue. 

Esa tarde limpié mi cuarto, tiré botellas y latas de cerveza, era extraño pero ya no me sentía deprimido ni con ganas de beber, y el recuerdo del primer beso me traía ilusionado. Luché contra las ganas de mandarle un mensaje pero Daniell tenía razón, todo lo que dijera lo tomaría como un intento falso de recuperarla, fui a casa de mi amiga, me estaba esperado, se puso un babydoll rojo y al verme bien vestido (tenía días que no me arreglaba) me dijo vaya te sentó bien el divorcio, se me quiso acercar y la tomé de la mano, de pronto el recuerdo de mi esposa y nuestro primer beso invadió mi mente, la tomé de ambas manos (para evitar que me acariciara) y mirándola a los ojos le dije gracias, ella me miro confundida, fuiste una gran amiga, tus caricias y romance me los llevo en el alma, gracias a ti pude entender mi camino y decidí que mi vida debe ser al lado de mi esposa, no voy a insultar tu amor ni tus intenciones, en ti encontré un refugio que al principio no me daba cuenta que sólo era un castillo de arena donde me escondí para evitar darme cuenta que mi relación se hacía añicos.

Tú eres libre, siempre me lo dejaste claro y ambos nos aceptamos y construimos esta relación de arena que hoy vengo a derribar, te quiero y fuiste importante en mi vida, o al menos así lo creí, pero ahora mi esposa y mi familia son mi prioridad, ella me miró y empezó a llorar, me levanté y fui a la puerta, se levantó y me gritó que era un idiota si pensaba que mi esposa me perdonaría y que volvería de rodillas a buscarla pero nuevamente la sonrisa de mi esposa apareció en mi mente y sin decir una sola palabra me fui de ahí.

Llegué a casa y había una nota pegada que decía, felicidades hoy aprendiste que un solo instante con tu esposa vale más que cualquier amante. Espera mi llamada temprano, sigue tu vida normalmente, ve al trabajo has tu día y evita hablar del tema, no dejes que nadie sepa, para que nadie pueda opinar. 

Al siguiente día llegué al trabajo normal, mis compañeros me miraban distinto, siento que notaban que me veía mejor, no faltó el que llegaba con la intención de preguntarme qué había pasado pero manejé la plática a forma de no darle pautas para preguntar u opinar, el tiempo se me fue rápido, era como si una parte de mi mente se hubiera liberado, tuve mucho trabajo y cerré el día con mucha energía así que necesitaba algo en qué distraerme y me metí a un gimnasio.

Empecé a cambiar mi rutina, me arreglaba y empecé a mejorar mi vivienda, pasaron unos días cuando Daniell tocó a mi puerta, entró y me dijo te felicito, ahora sí espera a que ella te llame para que vayas por tus hijos. Háblale relajado sin tocar el tema de ustedes y pacta la hora de recogerlos, vístete con tu mejor ropa y mejor loción, luego ve a buscarlos; salúdala educado, llévate a los niños y trata de pasar con ellos un buen rato. 

No les preguntes por su madre y no vayas a usar el celular, deja que ellos noten algo diferente en su papá. Tus hijos son los ojos de tu esposa, es tu primera oportunidad de llamar su atención así que sé cauteloso.

Pasaron unos días y me mandó un mensaje bastante seco que decía: puedes venir por los niños, yo le respondí que sí y que me dijera cuándo, ella me mando un horario y una cita.

Llegué puntual, ella no esperaba verme así y la noté un poco apenada porque estaba recién levantada, me sonrió y me dijo qué guapo, dónde es la fiesta, yo sonreí y le dije que era lo único que tenía limpio. Ella rió y escupió el café.

La noté más relajada, tomé a los niños y me aguanté las ganas de invitarla a venir, nos fuimos y empecé a platicar con mis hijos, los llevé de paseo y a mi casa, los note más tranquilos y de alguna forma me acerqué mucho a ellos, no podía usar el teléfono pero conforme avanzó la tarde estábamos tan divertidos que ni siquiera extrañé estar al teléfono.

Fui a llevarlos era muy tarde, llegamos y ella se despedía de un amigo, mis hijos se pusieron nerviosos, pensaron que nos enfrentaríamos, yo saludé cortésmente y le dije a mi ex esposa: aquí están los niños, ya cenaron, que pasen una excelente noche, ella titubeó y se alejó un poco de su amigo y me preguntó ¿ya te vas?

Sonreí y le dije debo irme, trabajo temprano, pero la pasamos muy bien, gracias por dejarme verlos, hasta luego y me fui manejando.

Llegué a casa y de nuevo había una nota, ¿qué aprendimos hoy? Yo sonreí y respondí, aunque estaba solo, aprendí que perdí mucho tiempo sin conocer a mis hijos, desperdiciándolo en poner atención a otras personas o redes sociales sin darme cuenta del tesoro que había en ellos, jamás pensé que pasar un día a su lado fuera tan divertido, había olvidado cuánto los amo y ahora pase lo que pase no quiero dejar de sentir que los tengo conmigo y aunque estén lejos les haré sentir que estoy a su lado. 

Di vuelta a la hoja y había una nota extra de Daniell, bien dicho, ahora que volviste a ganarte a tus hijos será tu herramienta más grande para acercarte a tu esposa. Yo sonreí y dije nunca dejas de sorprenderme, levanté la mirada y en la ventana de afuera una nota pegada decía: Lo sé.

Los días avanzaron, mis hijos me mandaban mensajes a toda hora, mi esposa me decía sé que estás ocupado pero los niños insisten que les dijiste que siempre tenías tiempo para ellos, yo le respondí que no se preocupara, ella me puso una carita sonriendo.

Mi vida empezaba a tomar forma, Daniell no solo estaba haciendo que regresara con mi esposa, sino que también preparaba el plan B por si ella no me aceptaba y poco a poco me moldeaba a ser el hombre que fui una vez.

Esa tarde Daniell me llamó y me dijo, estos días tendrás una prueba de fuego, tu esposa tratará de ver si realmente has cambiado o solo es uno de tus intentos falsos. Me puso nervioso y le pregunté ¿qué debo responder? entonces me dijo, ¿recuerdas la primera vez que llegó llorando a pedirte un consejo? Entonces lo recordé, fue cuando a su padre le diagnosticaron cáncer de pulmón, traté de darle mi mejor consejo y mi protección, creo que fue ahí donde ella se dio cuenta que sería mi esposa, entonces Daniell me dijo, responde como lo hiciste aquél día, con el corazón.

Ese día estaba muy nervioso y miraba a cada rato el teléfono esperando su mensaje y miles de preguntas invadían mi mente, ¿qué me va a preguntar… y si Daniell se equivocó? ¿Y si no llama? ¿Y si no respondo bien? Pasaron horas que me parecieron eternas, ya se hacía de noche, me puse la pijama, dejé el teléfono en paz, Daniell se había equivocado y mi día con los nervios de punta había sido en vano.

Estaba quedándome dormido y al punto de las 12 de la noche mi celular se iluminó con un mensaje ¿estás despierto? Mi corazón latió al mil, me senté en la cama y los nervios me traicionaban pero le respondídiciendo, sí, ¿qué pasa? 

Tardó un poco, me sentía impaciente pero recordé las palabras de Daniell, respiré y me calmé, entonces me dijo, tengo ganas de platicar, me siento mal, en ese momento un recuerdo llegó a mi mente, ella no era mi novia y su novio era un idiota que siempre la dejaba sola, una noche llegó a casa y se enteró de que su papá tenía cáncer, me llamó muy tarde y sus primeras palabras fueron, necesito platicar, me siento mal.

Fui a verla, sus ojos estaban rojos, me abrazó y me contó todo.

Sentí que en ese momento estaba de esa forma y le dije cuéntame, ella me mandó un mensaje diciendo pero no quiero desvelarte con mis tonterías, le respondí, durante muchos años ignoré tus problemas y no quiero volver a hacerlo, eso me bajó a la categoría de amigo y no quiero bajar aún más, ella me mandó una carita sonrojada y me dijo no eres solo un amigo, eres el papá de mis hijos y eso nunca va a cambiar, pasamos toda la noche platicando su problema, pasamos de la confusión al llanto, del llanto a las risas y la madrugada se nos fue de una manera que hacía años no lo hacía, se nos acabó el tema, sentí que se esforzaba por durar más en la llamada pero ambos sabíamos que era tarde y teníamos que despedirnos, me dijo buenas noches varias veces hasta que colgamos.

De pronto llegó un mensaje y me dijo, mañana accidentalmente estaré bebiendo café cerca del trabajo, le mandé una carita cerrando un ojo, eso mismo me dijo aquella vez, así fue nuestra primera cita, removió tantos recuerdos que era imposible no sentir que la amaba de nuevo.

Al siguiente día Daniell me llamó por teléfono y me preguntó qué había pasado, le conté y me dijo perfecto, usa tu mejor traje, ve a verla, paga su café y despídete de inmediato, yo lo miré extrañado, aún no estás listo para hablar con ella y ahorita tiene muchos sentimientos encontrados, si te quedas te dirá que lo de anoche fue un error y me dio muchas instrucciones.

Me puse mi mejor traje, entré a la cafetería, ella estaba mirando a la ventana, se notaba preocupada y confundida, Daniell tenía razón, lo ocurrido la noche anterior no la tenía convencida, entré, le compré un café y le puse una frase que solía decirle cuando la veía así, puse el café en su mesa y decía borrador de memoria, ella sonrió, le di un beso en la mejilla y le dije lamento decirte que no tengo tiempo de quedarme, tengo un trabajo de última hora, ella trato de tocar el tema pero la tomé de la mano y le dije, hagamos un trato, que esa platica se quede como si por un momento nos hubiéramos salido del tiempo y ahí se hubiera quedado siento que anoche de alguna forma nos necesitábamos, pero tampoco quiero que pienses que me dio a entender algo.

Ella me dijo, supe que la dejaste, le tomé la mano y sonreí, la miré a los ojos y le dije: cometí muchos errores, confié en las personas equivocadas y pagué un precio muy alto, de alguna forma necesitaba mi espacio y una relación como esa no es lo que yo quería, comprendí mucho de ti estos días y le agradezco a la vida que me diera un tiempo a tu lado porque sin saberlo aprendí el significado verdadero del amor. Apreté su mano, ella me miraba con tanta ternura y le dije debo irme, pero si esta noche sales un rato del tiempo no dudes en buscarme, me levanté y cuando abrí la puerta ella me tomó de la mano y me dijo, imagina que detuvimos el tiempo, dale esto a mi marido y dile que lo extraño y me besó de una manera tan cálida y dulce que lentamente despegué mis labios y la puerta de cristal se cerró entre nosotros.

Salí de ahí enamorado y feliz nuevamente mi corazón latía, la magia de Daniell estaba funcionando, fui a una entrevista de trabajo y lo conseguí, llegué a casa y Daniell me estaba esperando y me dijo supongo que te besó. Le di la mano y dije, es usted el mejor de los magos Daniell, sonrió y dijo es hora de la fase dos, la reconquista.

Esa noche me mandó un mensaje y puso, fuera tiempo, yo le mandé un reloj de arena roto y empezamos a platicar banalidades, me habló de cómo iban las cosas y de todo lo que había progresado en el trabajo, luego me contó sobre su relación y me dijo que lo hizo por despecho pero que tenía miedo de haber cometido un error, le dije que lo mismo me había pasado, que yo había entendido que lo que hice fue producto del abandono que le di a la relación, ella compartió la culpa, empezó a llorar y dijo: qué nos hicimos, en qué momento nos dejamos morir así y dejamos de cumplir tanta promesa, mi voz se quebró y le dije que la amaba y que me perdonara, que no podía pensar en una vida sin ella y ella me dijo que extrañaba a su marido, el hombre que la enamoró, lloró un poco y se quedó dormida. 

A la mañana siguiente Daniell me llamó y me dijo quiero que vayas a casa temprano, tenemos que hablar del plan. Así que pedí permiso en el trabajo, cuando llegué a casa Daniell estaba ahí (nunca le di llave, supongo que hasta en eso usaba magia) y me dijo es hora de la última terapia, noté que tenía un espejo y una venda, lo deduje, me pidió sentarme, me vewndo los ojos y me dijo quiero presentarte a alguien, se sentó junto a mí y me dijo, antes de que lo veas quiero que me digas qué aprendiste de esta terapia, respiré profundo y le dije, aprendí que la vida nos da un amor tan grande que le dio un nombre aparte, le puso esposa, que el amor de una esposa resiste tanto que hasta en su último aliento puede regalar vida, que su juramento es tan eterno que aún cuando nosotros mismos la alejamos, ella nos sigue teniendo amor y respeto y que justificamos con banalidades nuestras acciones pensando que jamás la perderemos, hablaré por mi, yo tuve a la mujer perfecta y la perdí por una ilusión de arena que solo me daba placer momentáneo y no veía más allá de mis ojos que esa bendición me la habían dado para envejecer a su lado.

La lastimé no sólo en su cuerpo, sino también en su corazón, fui un cobarde que no le cumplió tantas promesas y se me hizo más fácil perderme en otros brazos que recuperar su amor, me dolió cada una de sus lágrimas y el miedo a perderla es lo que me tiene hoy en esta habitación escuchando los consejos de un extraño que atendió mi desesperación y que hoy más que nunca le agradezco haberme hecho ver lo mucho que amo a mi esposa y quisiera poder decirle que me perdone, dejar que mis acciones hablen por mí, hacerle promesas en silencio que sé que voy a cumplir, porque atravesé el infierno para poder volver a estar junto a ella.

Daniell quitó la venda y frente a mi estaba un espejo y antes de decirme algo, vi el espejo bajar lentamente y quien lo estaba sosteniendo era mi esposa, que enseguida me dijo con amor yo te perdono.

La abracé, la besé, Daniell ya no estaba, la llevé a mi cama e hicimos el amor. La amé como cuando la conocí y sin decirle nada ella entendió que esta vez era para siempre, fuimos a casa y nuestros hijos estaban felices, puse mi celular en la mesa, ya no tenía nada qué temer, mis demonios y yo hicimos las paces. 

Pasaron los días y no volví a ver a Daniell, pasé por una librería y lo vi en una foto de un libro que decía Cuentos y relatos de Ángel Medina y sonreí, ahora entiendo por qué a veces eres un ángel. Compré el libro y de vez en cuando leo para mi esposa y mis hijos algún relato del hombre que me regaló una nueva oportunidad para reconquistar a mi mujer.

FIN

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