Dakota

Dakota


CAPÍTULO III

Página 4 de 22

CAPÍTULO III

CY BROMTON

 

Era un año terrible, muy duro, muy sangriento. La primavera no había proporcionado alivio ninguno a la situación y su luminosa sonrisa parecía falsa. Pata los sioux, el invierno que terminaba había sido agotador. Se sentían exasperados, impacientes. Un soplo de nervosismo azotaba sus aldeas y en ellas hervía la guerra, pronto a desatarse.

Las noticias que Cy Bromton llevó a los Thor una mañana lluviosa no podían ser peores, pero él se mostraba impasible, digno y frío como siempre, montando su inseparable «mustang». Cy era un hombre extraño, vagabundo eterno, que habitaba las soledades de Pine Ridge como un camarada de los oguelalás o como uno cualquiera de ellos. Se limitaba a vivir sin objeto, gozando de la naturaleza, en cuyo conocimiento era maestro; cazaba algunas veces: nutrias, castores, ocatís… Pero sus necesidades eran mínimas y con nada quedaban satisfechas. Vender algunas pieles era un lujo para él. Sin embargo, su aspecto engañaba: parecía sumido en un constante letargo, era alto y delgado, de facciones de halcón, se movía poco y hablaba menos; pero sabía luchar como un lince acorralado si la ocasión lo exigía y el nombre que los indios le habían dado, Gran Cuchillo, era muy significativo al respecto.

—Algo grave ocurrirá —dijo a los Thor, mientras bebía el ron con que estos le obsequiaron a su llegada—. Los sioux no debieron ceder nunca cuando les propusieron la reducción de la Reserva a la mitad. Claro está que no tenían otro remedio. Colonos, colonos, colonos… Llegan de todas partes. El Oeste entero es pequeño para ellos. Yo comprendo que las tierras de los sioux eran demasiado grandes y demasiado buenas, pero… El Gobierno está ciego. Ha demorado el pago de la indemnización demasiado tiempo, no ha enviado los víveres que prometió hasta hace poco, cuando ya el invierno había terminado. Los indios han pasado hambre, verdadero hambre, y se han sentido ofendidos. Después, los agravios se han ido sumando. Y para colmo, se ha empezado a hablar del Redentor… Ignoro quién fue el primero en hacer circular los rumores, pero su influencia ha sido desastrosa.

—¿Qué rumores? —inquirió Joe.

—Un Mesías ha surgido en el oeste de Nevada, y según dicen está destinado a resucitar la antigua vida india y el antiguo esplender. Son viejas profecías… Pero los sioux han enviado delegados al Oeste y han regresado con noticias que parecen verdaderas y que confirman cuanto se dijo. Yo no sé qué hay de verdad en ello, aunque… Bien, en Pine Ridge se ha bailado la Danza del Espíritu para apresurar el cumplimiento de las profecías. Las tropas que se han enviado no harán más que exasperar a los indios; precipitarán la guerra. El alzamiento del año 71 no será nada comparado con este. Si entonces los sioux tetón se unieron a los cheyennes y parte de los arapahos, ahora se alzarán solos. Pero serán todas las bandas: oguelalás, brules, hungpapas, blackfeet, miniconjus, sans-arcs y two kettles1… Si entonces aplastaron a Custer y sus doscientos hombres, ahora, enardecidos por las promesas del Mesías y por el invierno que han sufrido, aplastarán a quién sea. Nada detiene a los sioux cuando están en el sendero de la guerra… Vosotros sabéis el prestigio de que goza Toro Sentado. Al conjuro de su voz, la sangre correrá. Él está a la cabeza del movimiento y los años no le han escarmentado. Tuvo que huir al Canadá después de lo del 71, volvió hace nueve años y ha pasado dos confinado por el Gobierno. Ahora que todo se le ha perdonado, está dispuesto a empezar. Y nadie, desde los tiempos del famoso Nube Roja, ha tenido su autoridad… Os repito que algo grave va a ocurrir.

Gran Cuchillo calló después de aquel discurso de longitud inusitada. Realmente, opinaron los Thor, la situación debía ser desesperada para inducirle a dejar su retiro de los montes y hablar tanto.

—Nube Negra está aquí —dijo luego mistress Thor—. Llegó anteayer, huyendo del pueblo. Le hirieron… Durante un día y medio le han estado buscando los soldados hasta más allá del White River. Si tú pudieras hacer algo por él, Cy…

El hombre movió la cabeza apesadumbrado.

—Suponía que esto ocurriría… Volveré pronto a Pine Ridge y puedo llevarle conmigo si es capaz de cabalgar. Ningún soldado nos descubrió, si me lo propongo.

—¿A qué has venido tú aquí?

—Quería conocer la situación. Si no me gusta, par, tiré lejos; quizá al otro lado de los Black Hills2. Es posible que allí encuentre tranquilidad.

—¿Y Nube Negra?

—Decida lo que decida, cumpliré primero con él.

Joe había escuchado atentamente la conversación.

Se daba cuenta de que las escaramuzas, y todos los asaltos, por muy sangrientos que hubieran sido hasta entonces, no podrían compararse a lo que habría de llegar después. Los sioux estaban en la pendiente de su propio exterminio, impulsados por la desesperación. Cuando la guerra estallase de verdad, que sería muy pronto, todo el país, de Nebraska al Canadá, sería una enorme y sangrienta hoguera. El día en que un hombre como Gran Cuchillo daba muestras de preocupación era un día aciago.

—Yo partiré contigo, Cy —anunció.

Mistress Thor posó en él su característica y firme mirada.

—¿Por qué harás eso, hijo?

—Acompañaré a Nube Negra hasta Pine Ridge. Quiero ver a los oguelalás, hablar con ellos… Quizá algún día necesiten de mí.

Cy Bromton rio secamente.

—No necesitarán de ti, muchacho. Son sabios en la ciencia de guerrear y tú a su lado eres como un niño.

—No he hablado de guerrear. Quizá me necesiten… porque sé de la paz mucho más que ellos.

Bromton volvió a reír.

—Ve sí quieres —dijo mistress Thor—. Aquí no te necesitamos, por el momento… Y si a Rod Ranke se le mete entre ceja y ceja alguna de sus estúpidas ideas, es mejor que no encuentre cutre nosotros a un hombre en quien desahogarse. Lo de anteayer por la noche puede repetirse y no siempre tendremos tanta suerte.

—Pero si Hazel…

—Eso es lo que quiero decir. Hazel no estará siempre con nosotros, especialmente si la guerra llega hasta aquí. Además, no podemos obligarle a servir de pantalla. Ya sabes de quién es hija y conoces su modo de pensar.

—Conozco su modo de sentir, que es más importante.

—O acaso no lo es.

Gran Cuchillo terminó de un trago su vaso de ron y sé puso en pie.

—Desearía ver a Nube Negra —dijo—. ¿Dónde está?

—En mi habitación —replicó Joe—. Sígueme, Cy.

—¿No hay peligro en tenerle aquí?

—Ninguno… por ahora.

Los dos hombres subieron la escalera que conducía a los dormitorios.

En un rincón del comedor, Ardilla susurró al oído de Tom:

—Gran Cuchillo decir verdad. Profecías cumplirse. Toro Sentado hace de sioux nación poderosa. Pronto, tú ser gran guerrero sioux, como Ardilla.

Mientras, Hazel Carruthers, sentada en el soportal desde donde había presenciado la llegada de Cy Bromton, contemplaba la extensión solitaria de las Bad Lands que se perdían por el este hacia Pine Ridge, morada del más feroz de los enemigos.

 

 

Ir a la siguiente página

Report Page