Cuba

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Según las Cartas de Indias, una vez que Colón pisó suelo cubano, se arrodilló en la arena y con la cabeza inclinada hacia arriba exclamó: «Esta es la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto jamás».

Posteriormente, en 1494, durante su segundo viaje,[17]​ Colón "descubrió" la actual isla de la Juventud,[18]​ a la cuál bautizó como "La Evangelista".


Colonización española


Siglos XVI y XVII


Monumento al cacique taíno Hatuey, en Baracoa, Cuba.

En 1513, Diego Velázquez de Cuéllar fue enviado por los reyes de España como adelantado de la Corte para las nuevas posesiones del reino. Fue nombrado gobernador de Cuba, con la facultad de fundar villas y efectuar repartimientos de indios, entre otras.

Ya Velázquez había fundado la primera villa en territorio cubano, Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa en 1511. En 1513 fundó San Salvador de Bayamo, así preparó la fase siguiente de la conquista, la exploración del resto de la isla, paso previo a la creación de nuevas villas. En enero de 1514 se fundó La Trinidad. El 2 de febrero de 1514 se fundó la única villa de la costa norte (que sería trasladada al interior), Santa María del Puerto del Príncipe (actual Camagüey). Entre abril y mayo de 1514 se fundaron San Cristóbal de La Habana y Sancti Spíritus. El 24 de junio de 1514 se funda San Juan de los Remedios. Por último, en agosto de 1515, quedó establecida Santiago de Cuba.

Estas villas constituían la base legal, organizativa y política en cada región lo cual se lograba al establecer en cada acto de fundación, la institución del municipio, y también garantizaban la concentración y permanencia en el territorio de un núcleo conquistador mediante la vecindad.

La encomienda fue la institución que trazó el rasgo de carácter de la primera colonia. Esta institución colocaba a los aborígenes cubanos en manos de los españoles encomenderos, quienes debían cristianizarlos y enseñarles a trabajar.

El 10 de febrero de 1516, por petición de Velázquez, se creó el obispado de Cuba, cuya sede original estuvo en Baracoa y fue trasladada en 1523 a Santiago de Cuba. Esta villa sería la primera capital de la Cuba colonial hasta que la sede del gobernador fue trasladada definitivamente a San Cristóbal de La Habana, a mediados del siglo XVI.


Óleo del puerto de La Habana (1639).

Por otro lado, la villa de San Cristóbal de La Habana, que había sido fundada en 1514 en la costa sur del occidente de la isla, fue trasladada de lugar en, al menos, dos ocasiones hasta que, el 16 de noviembre de 1519, quedó finalmente emplazada en su actual ubicación. Esta última fecha se considera como la fundación definitiva de la ciudad.

El sector económico más importante en estos primeros años de la colonia fue la extracción de oro y otras formas de minería con el empleo de aborígenes encomendados así como algunos esclavos negros que se integraron desde muy temprano al conglomerado étnico que, siglos después, constituiría el pueblo cubano. Una vez agotados los yacimientos de oro, este sector recaería sobre el cobre de Santiago del Prado.

Ya en 1503, los Reyes Católicos fundaban la Casa de Contratación de Sevilla destinada a organizar y regular el comercio español con sus nuevos territorios, lo que despertó los celos de otras potencias europeas.


Castillo del Morro (1589).

A consecuencia de las guerras entre Francia y España, hicieron su presencia en el Caribe los primeros corsarios franceses, a los que se sumaron después, piratas ingleses y holandeses. Sin embargo, fueron los franceses los que atacaron la isla, como Roberto de Baal y Jacques de Sores.

Para repelerlos, la corona puso en marcha dos proyectos, ambos ventajosos para la nueva capital, La Habana. El primero fue el Sistema de Flotas o Puerto Único, mediante el cual todas las embarcaciones de las Indias Occidentales (Hispanoamérica) tenían que partir juntas rumbo a España desde el otrora Puerto de Carenas (la bahía de La Habana), lo que desarrolló un auge comercial sin precedentes en la ciudad, con el crecimiento de su población y la diversificación de su actividad por la creación de nuevos oficios. El segundo plan fue dirigido a fortificar la ciudad, el cual tuvo como precedente la construcción en 1538 de la segunda fortaleza de América, la llamada Castillo de la Real Fuerza.

De años posteriores datan las fortificaciones del Morro y la Punta, destinadas a proteger la bahía. Este desarrollo económico de La Habana contrastaba sobremanera con la reducida actividad comercial de las poblaciones alejadas, las cuales iniciaron un comercio de contrabando con los corsarios extranjeros.


Siglo XVIII: la ilustración cubana


En el siglo XVIII casi todas las tierras ya estaban repartidas en la isla, en particular las occidentales y las de las grandes sabanas, pero muchas se mantenían improductivas y despobladas. La producción de tabaco se incrementó entre 1713 y 1720. Paralelo al proceso tabacalero, se dio el azucarero. Las nuevas fábricas o trapiches se ubicaron en las proximidades de los centros urbanos. En 1740 se creó la Real Compañía de Comercio de La Habana, a ella se le otorgó el privilegio del control y conducción del tabaco, los azúcares y el coambre de Cuba a España, como parte del control metropolitano.

El desarrollo de las ciudades y villas fue marcadamente desigual. La Habana llegó a ser a mediados de siglo, la tercera urbe y el primer puerto del Nuevo Mundo con una activa y bulliciosa vida portuaria y comercial. En 1728 se fundó la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana y el colegio de San José, que junto a los conventos de Belén y San Francisco, imparten la enseñanza en la capital y el Seminario de San Basilio el Magno en Santiago de Cuba.


Mapa de las Indias Occidentales, México y América Central, la denominada "Nueva España" con Cuba en el centro, dibujado por Herman Moll en 1736.

En esta etapa comienzan a observarse las primeras luchas sociales de Cuba como consecuencia de las medidas monopólicas tomadas por la Corona acentuados ahora por el "Estanco del Tabaco", que prohibía la venta del producto a particulares, colocaba un precio arbitrario y establecía las cantidades a comprar. Los movimientos se concentran en los vegueros y los cobreros, lo que dio lugar a protestas y sublevaciones, la tercera de las cuales fue reprimida mediante la ejecución de once vegueros en Santiago de las Vegas, próxima a la capital. Imposibilitados de vencer al monopolio, los más ricos habaneros decidieron participar de sus beneficios.

Al estallar la Guerra de los Siete Años, entre Francia e Inglaterra, España entraría a favor de la primera. Esta contienda sirvió de escenario para que los ingleses dirigieran la mayor armada que había cruzado el Atlántico bajo la dirección de Sir Jorge Pockock con el objetivo de tomar La Habana. La ciudad fue defendida de forma combativa tanto por los criollos, dirigidos por José Antonio Gómez (capitán de milicia de la cercana villa de Guanabacoa, muerto a consecuencia de los combates) como por españoles dirigidos por el capitán español don Luis de Velasco. Sin embargo, el 12 de agosto de 1762 se firmó la capitulación de la ciudad. Al día siguiente entraban triunfantes las tropas británicas. Esta ocupación duró once meses.

El 6 de julio de 1763 tomaba posesión del gobierno de Cuba, en nombre del rey de España, el teniente general Ambrosio de Funes y Villalpando, conde de Ricla. A cambio de la estratégica posición, se le entregaba a Gran Bretaña la península de La Florida.

Las prioridades del conde de Ricla y sus sucesores ilustrados estaban dirigidas al fortalecimiento militar de la isla. Este objetivo debía cumplirse aplicando una nueva política que se basaba en la necesidad de crear una amplia base económica y ágiles mecanismos administrativos que le permitieran que el sistema defensivo fuese lo más autóctono y potente posible.


Castillo de Jagua (1742).

El castillo de Jagua fue erigido por el rey Felipe V de España en 1742 para proteger la bahía de Cienfuegos. En el breve período de dos años, en La Habana se reconstruyen las fortalezas del Morro, La Fuerza y La Punta; se edifican las fortalezas de La Cabaña, Atarés y El Príncipe; los fortines de La Chorrera y Cojímar y se moderniza la muralla. Hacia 1774, el sistema se completó con la ampliación de los castillos de San Severino en Matanzas y El Morro, en Santiago de Cuba.

Es de destacar el diferente proceso colonizador de los españoles frente al resto de los imperios de la época. Mientras los españoles trataron de integrar a la población local y convertirla al cristianismo, los ingleses y franceses los exterminaban y repoblaban sus colonias con esclavos traídos de África. Un dato que muestra esta política es el bajo número de esclavos que el Imperio español tenía en la isla en el siglo XVIII: 50 000 frente a los 60 000 en Barbados o 300 000 en Virginia, del Imperio británico; o los 450 000 que los franceses tenían en Haití.

En cuanto a la economía, se reorganizó la administración con la creación de la Real Intendencia General de Ejército y Hacienda; la supresión de los privilegios de la Real Compañía de La Habana y la autorización del libre comercio con extranjeros; la promulgación por la corona de la nueva ley arancelaria; la liquidación del monopolio de Cádiz con la apertura al comercio de la isla de otros puertos españoles, la ejecución de planes de desarrollo urbano y el reajuste de todo el sistema de impuestos con el objetivo de que, a corto plazo, cubriese los gastos administrativos de la isla.


Salón de los Espejos, en el Palacio de los Capitanes Generales, sede del poder colonial.

Bajo Ricla y su sucesor el marqués de la Torre, La Habana incrementó la pavimentación e inició el alumbrado de las calles, dispuso medidas sanitarias, e inició la construcción del primer paseo habanero, la Alameda de Paula; del primer teatro, El Principal; y del Palacio de los Capitanes Generales. Se llevó a cabo el primer censo poblacional de 1774 y se inició el trazado urbanístico de la ciudad, mediante el cual se prohibió las casas de guano y se fue imponiendo una nueva arquitectura de grandes y ostentosos palacios.

Los hacendados criollos se enriquecieron y su flamante poder se materializó en instituciones que, como la Sociedad Económica de Amigos del País y el Real Consulado, canalizaron su influencia en el gobierno colonial.

En este contexto hace su entrada en la escena histórica cubana un cerrado y brillante grupo de hombres de pensamiento, la "Generación del 92" o la ilustración reformista cubana. Francisco de Arango y Parreño es el más brillante expositor del proyecto socioeconómico y el de mayor agudeza política. Las principales proposiciones de este grupo liderado por Parreño eran: libre comercio de esclavos; aumento de la esclavitud para resolver las necesidades de fuerza de trabajo y eliminación de todos los obstáculos que impiden su explotación intensiva; mejoramiento y perfeccionamiento en la utilización de tierras y la aplicación de la más moderna técnica; desarrollo tecnológico de la manufactura azucarera, desarrollo científico del país, libertad de comercio y disminución de la usura en los préstamos necesarios para incrementar la agricultura y la manufactura.


Siglo XIX: formación de la identidad nacional


Artículo principal: Capitanía General de Cuba

Hacia 1802, comienza a observarse otra corriente en la ilustración reformista cubana. El movimiento se aglutina alrededor del obispo de La Habana Juan José Díaz de Espada Fernández y Landa y tiene dos centros de proyección colocados bajo la dirección de aquel: el Real y Conciliar Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio y la Real Sociedad Económica de Amigos del País. La actividad de este nuevo grupo se dirige más a la esfera social y a la del pensamiento que a la económica.

Desde el punto de vista político su proyección no es homogénea aunque todos sus integrantes muestran adhesión a las ideas políticas modernas, una tendencia descentralizadora y autonómica y la ponderación de lo cubano en formación en cuyo proceso quieren incidir. Espada es antirracista, antiesclavista, antilatifundista, crítico de la oligarquía y asume un proyecto de desarrollo sobre la base de la pequeña propiedad agraria. En esta corriente se formaron Félix Varela, José de la Luz y Caballero, José Antonio Saco, Felipe Poey y Domingo del Monte, entre otros.

Otra corriente política cifraba sus esperanzas de solución de los problemas cubanos en la anexión a Estados Unidos. Un sector de los hacendados esclavistas veía en la incorporación de Cuba a los Estados Unidos una garantía para la supervivencia de la esclavitud, dado el apoyo que encontrarían en los estados sureños. Estos, agrupados en el "Club de La Habana" favorecieron las gestiones de compra de la isla por parte del gobierno de Washington, así como las posibilidades de una invasión "liberadora" encabezada por algún general estadounidense en contra de España.

En esta última dirección encaminó sus esfuerzos Narciso López, general de origen venezolano que, tras haber servido largos años en el ejército español, se involucró en los trajines conspirativos anexionistas. López condujo a Cuba dos fracasadas expediciones, y en la última fue capturado y ejecutado por las autoridades coloniales en 1851.

Otra corriente separatista más radical aspiraba a conquistar la independencia de Cuba. De temprana aparición —en 1810 se descubre la primera conspiración independentista liderada por Román de la Luz—, este separatismo alcanza un momento de auge en los primeros años de la década de 1820. Bajo el influjo coincidente de la gesta emancipadora en el continente y el trienio constitucional en España, proliferaron en la isla logias masónicas y sociedades secretas. Dos importantes conspiraciones fueron abortadas en esta etapa, la de los Soles y Rayos de Bolívar (1823), en la que participaba el poeta José María Heredia ―cumbre del romanticismo literario cubano― y más adelante la de la Gran Legión del Águila Negra, alentada desde México.

El padre Félix Varela Morales, definido por Luz y Caballero como "el que nos enseñó primero en pensar", fue el iniciador de la ideología de la independencia cubana. Educador, político sagaz, filósofo, sostuvo que Cuba debía ser independiente tanto de España como de los Estados Unidos y que esa independencia solo sería real si se lograba con los propios medios y por los propios naturales. Condenado a muerte por la corona española, vivió en el exilio hasta su muerte en 1853. Su esfuerzo, sin embargo, tardaría largos años en fructificar pues las circunstancias, tanto internas como externas, no resultaban favorables al independentismo cubano.

El fracaso de la Junta de Información convocada en 1867 por el gobierno metropolitano para revisar su política colonial en Cuba, supuso un golpe demoledor para las esperanzas reformistas frustradas en reiteradas ocasiones. Tales circunstancias favorecieron el independentismo latente entre los sectores más avanzados de la sociedad cubana, propiciando la articulación de un vasto movimiento conspirativo en las regiones centro orientales del país.


Guerras de Independencia (1868-1898)


Guerra de los Diez Años (1868-1878)


Artículo principal: Guerra de los Diez Años
Independencia[cita requerida] de Cuba representada por la revista La Flaca en 1873.

El 10 de octubre de 1868 en el Ingenio "La Demajagua", que le pertenecía el hacendado Carlos Manuel de Céspedes, en la región de Manzanillo, comenzó la primera guerra de independencia cubana. Céspedes libera a sus esclavos y, sin imponerles nada, los invita a iniciar la lucha contra el colonialismo español que se imponía en Cuba. Así se iniciaba el periodo revolucionario de las luchas por la independencia de Cuba que no triunfaría hasta el 20 de mayo de 1902. En este levantamiento se traza Céspedes un programa de lucha donde expresa las causas y los objetivos del inicio de la guerra conocido como el Manifiesto del 10 de Octubre.

Sin embargo, la guerra fracasó, fundamentalmente por la falta de unidad en las fuerzas independentistas. No se pudieron alcanzar los dos objetivos principales de la lucha: la abolición de la esclavitud y la independencia.

Durante el período de la guerra que por el tiempo que se extendió tomó el nombre de Guerra de los Diez Años surgieron grandes jefes revolucionarios, que tuvieron una significación histórica en las posteriores guerras y contiendas. Es el caso de Ignacio Agramonte, Antonio Maceo, Máximo Gómez, José Maceo, Vicente García González y Calixto García, entre otros muchos.


Período de entreguerras (1878-1895)


Artículo principal: Tregua Fecunda

Entre 1878 y 1895 los Estados Unidos hacen importantes inversiones en Cuba, sobre todo en azúcar, minería y tabaco. Hacia 1895 ascendían a 50 millones de pesos. En esta etapa Estados Unidos intensificó su control comercial sobre Cuba.


Paz en Cuba, entrada del general Martínez Campos en la Habana, 1878.

Como consecuencia de la guerra y de las transformaciones económicas que exigían mano de obra cualificada, España decretó en 1886 la abolición de la esclavitud, lo que provocó el aumento del proletariado. A ello se unía la negativa situación comercial. Las presiones de la burguesía textil catalana habían llevado a promulgar de la Ley de Relaciones Comerciales con las Antillas (1882) y el Arancel Cánovas (1891),[19]​ que garantizaban el monopolio del textil catalán obligando a Cuba absorber sus excedentes de producción.[20]​ Este privilegio en el mercado cubano asentó la industrialización en Cataluña durante la crisis de la década de 1880, derivada de sus problemas de competitividad,[21]​ a costa de los intereses de la industria cubana, lo que fue un estímulo esencial de la revuelta.[22]

Durante esta etapa se produjeron cambios que acentuaron la estructura colonial, la deformación económica y la dependencia del exterior, lo que exigía la necesidad de una guerra de liberación nacional.

Entre 1879 y 1880 tuvo lugar la Guerra Chiquita, preparada por Calixto García al frente del Comité Revolucionario Cubano de Nueva York. Se sumaron, dentro de Cuba, Quintín Bandera, José Maceo y otros. Se produjeron alzamientos de importancia en Oriente y Las Villas. España triunfó con facilidad e hizo que los cubanos sintieran la necesidad de otra preparación y organización mucho mayor. Se promovieron ideas revolucionarias y alentaron a más cubanos a la lucha. Mientras, en Cuba, se reunieron fuerzas para el alzamiento.


José Martí y la Guerra Necesaria (1895-1898)


Artículo principal: Guerra del 95
El héroe nacional José Martí (1853-1895).

José Martí fue la figura cimera del siglo XIX cubano y continental. Su ideario político-social trascendió las fronteras de su patria, marcando pautas que condujesen a América Latina a su "segunda independencia". Con la creación del Partido Revolucionario Cubano, concebido como la organización única de todos los independentistas cubanos que debía conseguir los medios materiales y humanos para la nueva empresa emancipadora, y su labor como periodista de talla universal, impulsó una labor de esclarecimiento y unificación, centrada en los núcleos de emigrados cubanos, principalmente en Estados Unidos, pero con amplia repercusión en la isla. Martí impulsó una tremenda renovación dentro de las letras hispanas de fines de la centuria.[23]

El 24 de febrero de 1895 mediante un levantamiento simultáneo en Oriente y Matanzas se reanuda la lucha independentista. Aunque se provocaron levantamientos en Bayate, Guantánamo, El Cobre, Ibarra, etc., el hecho pasa a la historia como el "Grito de Baire".

Martí y Gómez, antes de partir para Cuba desde la República Dominicana, firmaron el Manifiesto de Montecristi, redactado por el primero. Este documento es considerado el programa de la revolución en la Guerra Necesaria. Martí señala que esa guerra es continuación de la anterior y que también expresa la necesidad de hacer una República nueva con iguales derechos para todos. Al final destaca el significativo latinoamericanismo de la guerra en Cuba.

Tras arribar a Cuba el 1º y 11 de abril, los tres grandes de la tercera guerra de independencia (Maceo, Gómez y Martí) se reunieron el 5 de mayo en La Mejorana y, por encima de las diferencias de enfoques, organizaron la guerra y aprobaron el plan de invasión a Occidente.

El 19 de mayo de 1895 Martí cayó mortalmente herido en la batalla de Dos Ríos, a los cuarenta y dos años de edad. Fue una pérdida irreparable para los independentistas cubanos.

Durante el verano de 1895 se extendió la lucha a Oriente, Camagüey y Las Villas. En Oriente Maceo obtuvo victorias en los combates de El Jobito, Peralejo y Sao del Indio. En Camagüey vence Gómez en los combates de Altagracia y La Larga. En Las Villas se alzan Carlos Roloff y Serafín Sánchez.

El 16 de septiembre de 1895 se produjo la Asamblea de Jimaguayú, como su paralela de Guáimaro (1869), que redactó una nueva "Constitución de la República en Armas". En ella se eligió un poder civil más reducido y práctico formado por un consejo de gobierno compuesto por un presidente (Salvador Cisneros Betancourt), un vicepresidente y cuatro secretarios. Este gobierno civil tenía atribuciones sobre los asuntos políticos y económicos pero con facultades limitadas sobre lo militar. Se planteó que tanto esta Constitución como los acuerdos de esta asamblea tendrían vigencia solo por dos años cuando se convocaría a otra asamblea.

Entre el 22 de octubre de 1895 y el 22 de enero de 1896 se produjo una de las páginas más épicas de las guerras de independencia: la Invasión a Occidente. Maceo partió desde Mangos de Baraguá con 1400 hombres y, al llegar a Camagüey, ya contaba 2500. Cuando cruzaron la Trocha de Júcaro a Morón se encontraron con Gómez, con quien constituyeron el Ejército Invasor. En Las Villas combaten en la batalla de Mal Tiempo, la más importante de la guerra, mientras que en Matanzas ejecutan la contramarcha o Lazo de la Invasión, ardid que les permitió cruzar el Occidente con más facilidad. En La Habana, ya en enero de 1896, Maceo partió a Pinar del Río y Gómez quedó protegiéndolo con la Campaña de la Lanzadera. En Pinar del Río, Maceo sostuvo combates en Las Taironas y llegó al poblado occidental de Mantua victorioso.

Valeriano Weyler sustituyó a Martínez Campos como capitán general de la isla, ordenando el Bando de Reconcentración que obligaba a miles de campesinos a trasladarse a pueblos y ciudades con el objetivo de aislar a los insurrectos en las zonas rurales.[24]​ Aunque desde posiciones cubanas se señalan las víctimas de la reconcentración en números superiores a 250 000, otros datos apuntan a 300 000 desplazados y 100 000 fallecidos víctimas de hambre, hacinamiento y enfermedades.[25]

Mientras, dirigida por Maceo, se desarrolló la Campaña de Occidente para consolidar las posiciones ganadas con la invasión, los combates de Río Hondo, El Rosario y El Rubí. En Camagüey, Gómez venció en la batalla de Saratoga y Calixto García en la toma del Fuerte San Marcos.

El 7 de diciembre de 1896 se produce la segunda gran pérdida para los independentistas cubanos: muere en el combate de San Pedro el general Antonio Maceo, a los cincuenta y un años de edad.

Entre 1897 y 1898, Gómez dirigió la Campaña de La Reforma en territorio villareño para atraer soldados españoles y aliviar el frente occidental que había perdido a Antonio Maceo el 7 de diciembre de 1896. Esta campaña consistía en emplear la guerra de guerrillas, la guerra de desgaste con emboscadas y ataques relámpago de pequeños grupos para desorientar al enemigo y llevarlos a terrenos pantanosos (manigua) para vencerlos por enfermedades y agotamiento. Cerca de 4000 insurrectos ponen fuera de combate a 25 000 soldados españoles.

Desde Oriente, Calixto García tomó las ciudades de Victoria de Las Tunas, Guisa, Jiguaní y Santa Rita con una eficiente dirección de la artillería mambisa. Mientras tanto, en Occidente se produjeron miles de acciones de mediana y pequeña escala. La suerte del colonialismo español estaba echada.


Guerra hispano-cubano-estadounidense (1898)


Artículo principal: Guerra hispano-estadounidense

Entre finales de 1897 y comienzos de 1898 se instauró en Cuba el autogobierno autonómico. Las fuerzas cubanas ganaban cada vez más terreno y el ejército español se debilitaba rápido.[26]​ En esa situación, se produjo la intervención militar de los Estados Unidos.

En 1898 el acorazado estadounidense Maine se hundió en la Bahía de La Habana el 15 de febrero, debido a una explosión provocada por un atentado de falsa bandera,[27]​ para así intervenir en la guerra. El conflicto concluyó con la firma de un tratado de paz, el Tratado de París, firmado el 10 de diciembre de 1898 entre España y Estados Unidos. En virtud del mismo, Estados Unidos recibió, de manos de España, el control absoluto de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam.



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