Crystal

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Capítulo 20

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–Quizá ya había pasado suficiente tiempo. ¿Debería esperar que me asesinen en la cama?

–Más que suficiente. Y no, ellos no están buscando venganza –le serví un vaso de agua–. Nunca debió haber manipulado sus mentes.

Cuando Xav se acercó a la cama, la anciana retrocedió como esperando un golpe.

–¿Me permite? –preguntó extendiendo la mano.

–Xav es un sanador. No la va a lastimar.

Ella movió lentamente la muñeca hacia él y Xav tomó el gesto como un permiso. Cerró los ojos y la examinó con su don.

–Teniendo en cuenta su edad, se encuentra muy bien. Creo que solamente está cansada,

contessa –anunció.

–Sí, es cierto –retiró la mano–. De todo. De la vida.

Cansada y sola, pensé.

–¿Quiere que llame a alguien para que venga a verla?

–No tengo a nadie. Mi hijo está en prisión.

–¿Su familia?

–A ellos no les importo. Solo están interesados en heredar mi dinero.

–Le pediré al sacerdote que venga a hacerle compañía.

–Sí, dile al padre Niccolo que venga.

No había nada más que pudiéramos hacer. El tono de la condesa era pesimista, pero ella era la responsable de su estado, lo cual hacía mucho más triste la situación.

Xav salió detrás de mí.

–Es curioso que, después de nuestro enfrentamiento, sienta lástima por ella.

–Yo también. Tal vez podría intentar ver a su hijo. Conversar con él para ver si puedo ayudarlo, ¿no crees?

Xav golpeteó el pasamanos de la escalera.

–¿Entrometiéndote otra vez?

–Sí. Parece que no puedo evitarlo.

–Lo entiendo pero pienso que sería mejor que ella se encargara de aclarar la mente de su hijo. De esa manera, sería más…

sanador.

–Tienes razón –Xav tenía muy buenos instintos–. Cuando esté un poco más recuperada, se lo sugeriré y le explicaré cómo hacerlo.

Cerramos la verja de la vieja mansión y nos reunimos con los demás, que nos esperaban en el taxi acuático. Experimenté de manera muy intensa el hecho de que regresaba a un apartamento en la ciudad atestado de familiares y dejaba atrás a una anciana muy triste, cuya única compañía era su amargura. Yo era consciente de las partes más feas de la naturaleza humana, por lo tanto sabía que podría haber terminado igual de haber atravesado por lo mismo que ella sufrió. Me juré a mí misma que, a partir de ahora, valoraría la felicidad que había conseguido y no daría por seguro el tener a Xav en mi vida.

Y aún tenía una persona a quien debía pedir perdón por no haberla apreciado como correspondía. Estaba sentada en el apartamento cuando volví a casa y tenía a Robin, el nieto más pequeño, sobre las rodillas. Al principio, no me vio, de modo que permanecí unos instantes disfrutando del hecho de que todavía estuviera con nosotros, haciendo a un lado su profunda tristeza para ser parte de la familia. La elección que ella había hecho era tanto mejor que la de la condesa.

–Hola, mamá. ¿Cómo estás? –pregunté mientras le daba un beso cariñoso en la mejilla. Su cabello corto y oscuro se hallaba detrás de las orejas, donde lucían un par de aritos de brillantes que papá le había regalado en el último aniversario.

–Estoy maravillosamente bien, gracias. Todos sus amigos son tan amables… ¡y la familia de Trace es francamente adorable! –hizo saltar al bebé antes de que se echara a llorar.

–Papá habría estado tan orgulloso de ti si te viera en este momento –comenté con lágrimas en los ojos.

–¡Ah, querida, qué palabras más hermosas! –mamá me echó una mirada radiante; comprendió lo que yo intentaba transmitirle.

–Al haber encontrado a Xav, ahora te entiendo mucho más. Siento mucho haber estado antes tan… enojada.

Colocó a Robin contra su hombro y le dio palmadas rítmicas en la espalda.

–Me doy cuenta de que mis años malos no llegaron en un buen momento para ti. Ojalá todo hubiera sido distinto… ojalá Charles pudiera estar aquí para verlos a todos ustedes ahora, que son unos chicos maravillosos. Me sentiría más culpable todavía si no fuera por lo que Karla me dijo esta mañana acerca de que todos habían salido adelante excelentemente bien. De modo que tal vez sea mejor decirte simplemente que te quiero mucho.

–Sí, eso está muy bien. Estoy feliz de haber dejado de ser la más difícil y problemática de la familia.

–Ay, querida, date tiempo –exclamó riendo–. Cometerás más errores. Por más viejos que nos volvamos, seguimos haciéndolo. Dímelo a mí.

–Te quiero mucho, mamá –la abracé con bebé y todo.

Ella me apretó con fuerza.

–Te amo, chiquita.

 

Finalmente llegó el día de la boda y, mientras la novia se preparaba, los hombres tenían prohibida la entrada al apartamento. Lily ayudó a Diamond a vestirse con la asistencia de mamá y de Karla. Por ese motivo, me encontré disfrutando de un momento de calma con Sky y Phoenix en la cocina. Aparté las tarjetas de felicitación para Diamond y Trace y me puse a hojear el periódico. Ya teníamos un regalo de casamiento: enterarnos de que la condesa había retirado los cargos contra los Benedict.

Encontré una carta dirigida a mí. Al abrir el grueso sobre de color crema con sello postal de Nueva York, quedé boquiabierta por la sorpresa.

–¿Qué pasa? –preguntó Phoenix.

Le alcancé la carta. Sky leyó por encima del hombro.

–¡Dios mío, la agencia de modelos

Elite quiere que trabajes para ellos! –Sky emitió unas risitas nerviosas–. Guau. Tres semanas en el Caribe para filmar una producción de moda veraniega.

–Se han tomado muy en serio los chismes que me relacionaban con Steve. No parece importarles que no tenga experiencia.

–¿Qué piensas hacer? –preguntó Phoenix devolviéndome la carta.

Dejé correr los dedos por encima del papel. Aunque representaba un sueño que había acariciado muy brevemente, la respuesta era obvia.

–Tengo granitos, detesto hacer dieta y no sé caminar con tacones altos –arrojé el sobre a un costado para escribir más tarde una respuesta cortés.

–¿Entonces? –inquirió Phoenix con una amplia sonrisa de aprobación.

–El mundo puede privarse de una modelo más pero no de una rastreadora de almas gemelas. Estaba pensando establecerme cerca de donde Xav vaya a estudiar medicina. Y, mientras tanto, podría realizar algún curso de diseño de indumentaria. Me gusta más hacer ropa que usarla.

–¡Entonces espero que él elija estudiar en Colorado! –exclamó Sky.

–No, California –con un gesto de la mano, Phoenix rechazó la idea de estudiar en las Rocallosas–. San Francisco es un lugar mucho mejor para vivir.

Guardé la correspondencia.

–Para ser sincera, me daría lo mismo que eligiera un pueblito perdido en Idaho.

–Ah, qué dulce.

Lo pensé mejor.

–En realidad, tal vez no me agradaría… que fuera un pueblito perdido.

Sky echó a reír.

–Crystal, a juzgar por el guardarropa de Xav, ¿crees en serio que pueda elegir algo así?

–No. Pienso que será algo más parecido a Manhattan o Londres –Phoenix estaba muy divertida–. Lo gracioso es que Yves me dijo que Xav había decidido esperar hasta saber qué pensabas hacer tú.

Sky colocó los brazos alrededor del cuerpo.

–¡Ustedes dos son tan tiernos! Estoy tan feliz de que hayas sido tú su alma gemela. Dentro de la familia Benedict, no es ningún secreto que todos sienten debilidad por Xav porque él es… bueno, es Xav.

En mi rostro, se dibujó una amplia sonrisa. Sí, Xav era así: único y justo lo que el doctor me había prescripto.

 

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