Crystal

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Capítulo 12

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Capítulo 12

 

El viaje hasta nuestra base en Malcesine –un centro turístico junto al lago– transcurrió en silencio. Con frases concisas, Saul había entregado las desoladoras noticias apenas atravesamos las rejas, advirtiendo a sus hijos que no reaccionaran, ya que seguramente la condesa estaba observando y disfrutando del momento. De inmediato, la cámara explotó. Supuse que había sido el trabajo del irascible Zed pero luego vislumbré la sombría sonrisa de Yves. Acordamos marcharnos y hacer planes fuera de la vista y de los oídos de la condesa.

Había olvidado lo hermoso que era el Lago de Garda. Aguas azul profundo, montañas con laderas de un gris metálico que se elevaban de la costa con pueblitos recostados sobre ellas y bordeadas de cipreses. Ya había estado durante el verano. Ahora, el viento helado de los Alpes formaba ondas sobre la superficie del lago y el aire tenía una textura cristalina que no se percibía en la neblina ardiente de agosto.

–¿Qué hacemos primero? ¿Llamamos a la policía? –pregunté cuando estacionamos frente a nuestra

villa, una casa pintada de amarillo limón de dos pisos y terraza. Una parra se entrelazaba alrededor de la glorieta, un puñado de hojas amarillentas trepaban con tenacidad a pesar de la fuerte brisa.

Saul se sopló los dedos helados.

–Lidiar con cualquier tipo de burocracia siempre lleva más tiempo de lo que uno piensa. No me

inclino por tomar ese camino ahora –pronunció esa palabra formal con gran carga de amenaza. No, él se

inclinaba por discutir y pelearse. Todos queríamos lo mismo.

Victor echó una mirada hacia atrás a la montaña, donde alcanzamos a distinguir la silueta oscura del castillito sobre el peñasco. A la distancia, parecía tan inocente.

–Vamos a necesitar… no sé… tal vez un helicóptero o algo para poder entrar. Nunca antes intenté acceder a un sitio semejante. Es probable que consigamos volar las rejas de la entrada e ingresar con los vehículos pero sería fácil que nos bloquearan la retirada. ¿Trace?

–De todas las malas opciones, el aire es lo mejor –coincidió Trace.

–Tendré que encontrar alguna forma de anestesiar a las mujeres… sería más fácil sacarlas dormidas. Tengo la sensación de que no van a venir voluntariamente.

–Me temo que no –confirmé.

–Entonces tendremos que entrar nosotros mismos… contratar nuestro propio piloto, ya que la burocracia policial lleva muchísimo tiempo. No voy a esperar a que ellos cambien de opinión –dijo Zed.

–Sí, pero ¿cómo conseguiremos con tan poca antelación un piloto de helicóptero que se atreva a hacer una acrobacia semejante como aterrizar en ese pedacito de montaña del tamaño de un pañuelo? –preguntó Will.

¿Un piloto acrobático? ¿Un doble de riesgo?

–Chicos, en realidad yo sé cómo.

Xav giró hacia mí.

–Si tienes la respuesta, seremos tus humildes servidores por el resto de nuestras vidas.

–Te tomo la palabra. El equipo de filmación. Vimos que estaban en las montañas preparando la secuencia de acción de la película de Steve Hughes. El fotógrafo del set me dijo que ellos tenían que resolver unas escenas peligrosas con helicópteros. Yo conozco un poco al director…

–Y Steve, según la prensa internacional, es tu “novio” –gruñó Xav.

–Una especie de amigo al menos. Puedo llevarlos para que los conozcan y después ustedes se encargan del resto.

–No hay problema –repuso Victor–. Si es necesario, puedo ser muy persuasivo.

El punto de partida fue Lily, pues yo tenía el número de su teléfono celular. Se mostró muy feliz de escuchar mi voz.

–Sí, Crystal, ven a verme. ¡Estoy terriblemente aburrida y hace tanto frío!

–¿Te parecería bien que llevara a un par de amigos?

–Claro. ¿Quiénes son?

–¿Te acuerdas de Xav?

–Por supuesto… el increíble norteamericano.

Como Xav tenía la cabeza apoyada en mi hombro, al escuchar el comentario, levantó una ceja.

–Bueno, él es ahora algo así como mi novio.

Xav afirmó con la cabeza, señaló nuestros dos corazones y luego enlazó los dedos.

Casi me perdí lo que Lily dijo a continuación.

–¡No lo puedo creer! ¡Qué envidia te tengo!

–Su padre y sus hermanos vinieron desde Estados Unidos y quieren ver lo que estás haciendo.

–No hay mucho movimiento por acá. Toda la acción está en las pistas de esquí. Tal vez pueda conseguir pases para mañana. ¿Cuántos son?

–Ocho.

–¡Ocho!

–¿Podrás conseguirlos?

–Seguro, después de esa maravillosa filmación en Venecia, James me debe un favor… u ocho.

–Iré a visitarte ya mismo. Tengo que contarte algo.

 

El hotel de Lily estaba a solo un par de cuadras de nuestra base, de modo que me llevó muy poco tiempo dar con ella. Con el trabajo listo hasta que comenzara la filmación, se mostró feliz de verme aunque un poco sorprendida cuando aparecí escoltada por todo el clan Benedict.

–Guau, amiga, ¿dónde conseguiste a estos tipos? –me dio un codazo cariñoso–. ¿Están todos comprometidos?

–Casi todos. Salvo esos tres –señalé a Victor, Uriel y Will. Tratando de fingir que eso era más que nada una visita social para no ahuyentarla, le seguí el juego con lo del coqueteo.

Lily lanzó un suspiro.

–Qué pena que soy demasiado vieja para ellos –a pesar de haber dicho eso, noté que se demoraba un poco más de lo normal charlando con Uriel mientras nos preguntaba qué queríamos tomar.

–Lily, ¿dónde está exactamente el set? –preguntó Xav.

–Hay una reserva natural arriba en Monte Baldo, pistas increíblemente inmaculadas que ya están cubiertas de nieve. Es un poco lejos. Si quieren visitarlas, tienen que ir en vehículos todo terreno pues los caminos de ascenso son muy peligros.

–No se preocupe, señorita George, hemos alquilado algunas camionetas antes de venir –explicó Saul–. Nosotros vivimos en Las Rocallosas, de modo que estamos acostumbrados a este tipo de lugares. Hoy ya subimos hasta allá arriba y los vehículos no tuvieron ningún problema.

–Genial. Están filmando una escena donde un doble de acción de Steve se arroja de un helicóptero y baja esquiando por la pista mientras le dispara a los malvados.

–¿Cuántos helicópteros están utilizando? –preguntó Victor.

–Creo que tres… uno para el doble y dos para las cámaras. Tenemos suerte con el clima. Si se pone muy ventoso, no podrían volar.

Alguien golpeó la puerta.

–¡Adelante! –exclamó Lily.

Cuando Steve Hughes entró a la habitación, sentí que Xav se ponía tenso.

–Hey, Lily, ¿quieres ir a tomar un trago? Ah, veo que tienes compañía, espero no interrumpir –desplegó su seductora sonrisa de estrella de cine sin demostrar sentirse intimidado por encontrase en medio de un grupo de hombres más altos que él. Luego me divisó en el fondo–. Hola, te llamabas Crystal, ¿verdad? ¿Cómo estás, cariño? –su voz cayó en un registro almibarado reservado únicamente para los miembros del sexo opuesto.

Qué amable que estuvo al recordar mi nombre.

–Muy bien, Steve. Pero según las revistas de chismes, tengo el corazón roto.

Steve no captó mi sentido del humor y se mostró verdaderamente preocupado de que yo hablara en serio.

–¿Entendiste que se trataba solo de una cita, no? –echó una mirada a la puerta mientras contemplaba la posibilidad de dejar que Lily se ocupara de arreglar los problemas emocionales.

–Y pobrecita de mí que pensaba que una noche contigo conduciría inevitablemente a una gran boda hollywoodense y cientos de bebés.

Steve frunció el ceño. Los cientos de bebés habían sido un indicio más que evidente como para que comprendiera que no hablaba en serio.

–¿Es una broma?

Mi pobre estrella cinematográfica sin sentido del humor.

–Exactamente, Steve. Te presento a mi novio… me refiero a mi

verdadero novio. Él es Xav. Los demás son sus hermanos y su padre. Son de Colorado.

Xav no le extendió la mano sino que colocó el brazo alrededor de mis hombros en actitud posesiva.

–Es un gusto conocerte –su tono sugirió todo lo contrario… a menos que el gusto incluyera pistolas al amanecer.

Ahora Steve se mostró realmente nervioso. Había llegado a una extraña conclusión del motivo por el cual yo estaba allí con toda la familia de mi novio a cuestas.

–Yo no la toqué, ¿lo saben, no? Todo eso que salió en la prensa es pura especulación.

–Pero sí la besaste –Xav clavó su mirada en él con los ojos entrecerrados.

–Porque se había rasgado la cola de su vestido… no queríamos que eso apareciera en la primera página. Le estaba haciendo un favor.

Esta vez, Xav lanzó un verdadero gruñido.

–Lo que digo es que también fue muy agradable para mí, por supuesto –Steve se retractó al darse cuenta de que su comentario había sonado ligeramente ofensivo–. Pero no volveré a besarla. Jamás.

–Xav, deja tranquilo al pobre hombre –dijo Will–. Está todo bien, señor Hughes. No estamos aquí por ese incidente.

–¿En serio? –Steve se mostró enormemente aliviado.

–No. Tenemos un serio problema –Victor se aproximó a él suavemente como si patinara sobre hielo–. Victor Benedict. Trabajo para el FBI.

Steve le estrechó la mano.

–¿Me parece que estás un poco lejos de tu jurisdicción, verdad?

Me impresionó que Steve no se hubiera sentido inmediatamente intimidado por Victor; yo habría temblado de miedo de ser el centro de atención del más gélido de los hermanos.

–Estoy aquí en una misión personal. Todos lo estamos. Prepárense porque, aun para los parámetros cinematográficos, la historia que van a escuchar es una verdadera locura –Victor incluyó a Lily en el comentario–. Compartiré un secreto con ustedes porque necesitamos su ayuda –anunció. Luego esbozó lo que había sucedido desde que Trace conoció a Diamond en Denver. Noté que no utilizó sus poderes persuasivos sino que intentó convencerlos con la absoluta verdad. Supongo que sería una violación de los derechos humanos torcer la voluntad de alguien a tu favor sin una causa verdaderamente justificable. Eso es lo que colocaba a Victor del lado de los ángeles y no de los demonios como la condesa. Ella no habría vacilado en hacerlo.

Cuando Victor terminó, Steve se sentó en el sofá con un sonoro resoplido.

–Lo siento, muchachos, pero esto es difícil de creer. ¿Se trata de algún tipo de broma pesada? –echó una mirada por encima del hombro como esperando ver un equipo con cámara sorpresa abalanzándose sobre él–. ¿O es un discurso verdaderamente extraño para conseguir mi interés en su próxima película?

Saul se sentó junto a él, su rostro lleno de sabiduría era una confirmación de la veracidad de la increíble historia.

–Te aseguro que esto es realmente serio, Steve. En esta vida, no todo gira alrededor de la producción de películas.

–Mi mundo no es tan sencillo como parece –comentó Steve con una risa sarcástica.

Lily se cruzó de brazos.

–Muy bien. Acaban de contarnos una historia asombrosa pero entiendo que ser un savant no es como la religión, no tenemos por qué aceptarlo como si fuera un dogma de fe. Si tienen esos poderes, ¿por qué no nos hacen una demostración? Después podremos decidir si los ayudamos o no.

Victor parpadeó una vez y luego sonrió.

–Crystal, me agrada tu amiga. No es ninguna tonta. De acuerdo, ¿quién empieza?

Yves se adelantó con la mano en alto.

–Buena idea. Pero por favor no hagas más destrozos de los que podamos pagar –Victor se alejó.

–No estaba pensando en nada de eso –Yves juntó las dos manos, las ahuecó y cerró los ojos. Cuando los abrió, había una bola de fuego girando entre sus manos.

–¡Qué rayos…! –exclamó Steve saltando sobre el respaldo del sillón.

–¡Crystal! –chilló Lily.

Le di una palmada en el brazo.

–Es genial. Sigue observando.

–¡No es genial! ¡Demonios! ¡Es una enorme pelota de fuego!

Era cierto, pero igual me encantó ver actuar a Yves. Era la primera vez que desplegaba su poder frente a mí. Le sonrió a Lily y sus ojos oscuros brillaron con picardía. La bola de fuego se transformó en una flor alta y delgada con una boca de trompeta que disparó chispas minúsculas. Era un lirio de fuego, como el nombre de ella.

–Para ti –anunció mientras la sostenía frente a Lily y dejaba que flotara sobre la palma de su mano.

–¡Me convenciste… totalmente! –Lily se ocultó detrás de mí.

Yves rio y dejó que el fuego se extinguiera. Solo quedó el tenue aroma a humo como cuando se apaga una bengala.

–¿Cómo lo hiciste? –preguntó Steve anonadado–. Nunca vi un efecto especial como ese.

–No son efectos especiales –explicó Zed aproximándose–. Es el poder de la mente sobre la energía natural –el bol de frutas que estaba en la mesa se elevó y comenzó a dar vueltas como un plato volador. Zed lo dirigió hacia Steve. Las naranjas y los plátanos flotaron en el aire y comenzaron a girar alrededor del bol como los planetas rodeando al sol.

Steve miraba fijamente todo el despliegue tratando de entender el secreto.

–Es real, no hay truco –confirmó Saul–. Zed, baja el bol.

Por la expresión de Zed, podía jurar que habría deseado arrojar las frutas a la cabeza de Steve hasta convencerlo. Estaba desesperado por salir corriendo a salvar a Sky, pero el rescate había que hacerlo paso a paso. Necesitábamos un helicóptero y para eso debíamos tener a Steve de nuestro lado. Su apoyo sería completamente decisivo para tratar con el equipo de filmación. El bol se apoyó nuevamente en la mesa, las frutas cayeron suavemente una por una.

Steve levantó el recipiente y luego volvió a colocarlo sobre la mesa.

–No hay cables. Guau. Ahora les creo. Tienen poderes impresionantes.

–Pero puedes imaginar por qué no los mostramos públicamente. Sería como publicar tu número de teléfono para que cualquiera de tus admiradoras pudiera llamarte día y noche –señaló Victor.

–Sí, lo entiendo. ¿De modo que esa vieja bruja tiene a sus mujeres en una fortaleza, hipnotizó sus mentes de alguna extraña manera y ustedes necesitan un helicóptero?

–Exactamente.

Steve miró a Lily.

–¿Estaré loco? Estoy pensando en ayudar a estos lunáticos.

–Yo les creo, Steve –Lily se frotó las manos–. Es algo nuevo también para mí pero coincido en que tenemos que tratar de ayudarlos.

–Les estaríamos verdaderamente agradecidos –feliz ante ese gran avance, apreté la mano de Xav y él me devolvió el apretón–. No podemos perder tiempo siguiendo los canales oficiales… ella ya hizo demasiado daño.

Steve me echó una mirada evaluativa.

–¿Y tú, Crystal? ¿Cuáles son tus poderes mentales?

–Yo… eh… encuentro cosas.

No pareció muy impresionado por mi don. Creo que habría preferido descubrir que había estado unido, aunque fuera brevemente, con alguien que hiciera estallar cosas por el aire.

–¿Y tu novio?

–Yo curo.

–Útil. Me gustaría conocer más acerca de estas cuestiones de los savants. Tengo la sensación de que son amigos con habilidades muy interesantes y sería bueno tenerlos cerca.

–Pero justo ahora somos nosotros quienes necesitamos tu ayuda. ¿Helicóptero?

Steve extrajo el teléfono de la chaqueta.

–Denlo por hecho.

–¿Puedes convencer al piloto?

–Será fácil.

Victor se puso de pie.

–Yo podría ayudar… si encuentras algún obstáculo.

–No te preocupes. Verás, estás hablando con el piloto. Tengo licencia y cinco años de experiencia –me hizo un guiño–. Me cansé de no cumplir con la imagen del héroe de acción y decidí hacer las cosas de verdad.

Un plátano se elevó repentinamente del bol y se dirigió con rapidez hacia la nuca de Steve.

–¡Xav! –lo reprendió Will.

La fruta dio una voltereta y se posó en la mano de Xav como si fuera una pistola.

–Me resulta realmente intolerable –me susurró.

Manoteé el plátano, lo pelé y metí el extremo en la boca de Xav.

–Pero por el momento, es nuestro mejor amigo, así que pórtate bien.

 

–¿Y cuál es el plan? –Steve se inclinó sobre el mapa de la zona que Victor acababa de desplegar.

–Estamos trabajando en base a suposiciones, ya que nuestra inteligencia del interior del castillo se reduce a lo que Crystal y mi padre lograron ver hoy –admitió Victor–. La condesa tiene a nuestras mujeres pero no encerradas, puesto que ellas no saben que son prisioneras.

–Entonces el plan es entrar, rescatarlas y salir con rapidez –dijo Steve, estudiando el terreno.

–Sí, pero la fortaleza tiene una seguridad muy férrea.

–Ya lo veo. ¿Cuán cerca quieres que llegue con el helicóptero? El ruido nos va a delatar.

Will señaló en el mapa.

–Creo que lo de la filmación nos va a resultar de gran ayuda. Los guardias de la condesa ya se deben haber acostumbrado a tener helicópteros dando vueltas preparando las escenas de riesgo. Podemos aprovechar que van a pensar que es otra prueba más. No se preocuparán hasta que lo aterrices justo delante de la puerta principal.

–Puede ser una buena idea hacer un par de pasadas simuladas –asintió Steve–, por lo tanto si miran la primera vez, yo puedo saludarlos para que me reconozcan y luego seguir de largo. Es probable que se fastidien pero, más allá de una llamada telefónica al director, no tomarán represalias.

Saul se frotó la mandíbula. Me di cuenta de que estaba utilizando su don para evaluar a qué grado de peligro estábamos exponiendo a Steve.

–Es una muy buena idea, Steve. ¿Dónde se encuentra el helicóptero?

–En el set. Tengo que estar allí mañana para los primeros planos. Han armado un campamento en la locación en una franja de tierra llana cerca del final del camino. La escena requiere que yo esté en los controles y luego Jessie, mi coestrella, se encarga de pilotear y yo salto del helicóptero. Hago todo menos el salto.

–¿Y después qué? –preguntó Xav, su interés se despertó por algo que Steve había dicho.

–Bajo esquiando la pendiente mientras peleo con los villanos. Los dobles de riesgo también hacen eso. Van a filmar esa escena la semana próxima.

–Papá… –comenzó Xav.

–No, Xav –Saul agitó la cabeza de un lado a otro–. Muy peligroso.

Todos los Benedict parecían entender lo que Xav tenía en mente pero yo estaba en ascuas.

–¿Qué está pasando?

–El problema es que, aun cuando logremos ingresar dentro de las tierras del castillo, igual tenemos que acercarnos lo suficiente como para trasponer los muros –Xav señaló la imagen satelital de la fortaleza–. ¿Ves esa hermosa y suave pendiente, que baja por el costado del peñasco?

–¿Qué? ¿Te refieres al jardín?

–En verano, sí; pero ahora dijiste que era una pendiente nevada llena de obstáculos –estatuas, árboles, fuentes– que termina en… bueno, simplemente termina.

–Sí, en una caída abrupta… les aseguro que no es tan terrible como las de arriba junto al castillo… pero de todas maneras, es un salto suicida.

–No se preocupen, tendré tiempo suficiente para detenerme antes de llegar hasta ahí. Puedo esconderme en ese bosquecillo y luego volver rodeando el castillo para ayudarlos.

–Si todavía estás vivo –Zed le dio un golpe a su hermano en la cabeza.

–¿Y para qué diablos piensas hacer algo así? –pregunté espantada.

–Quiere actuar de carnada. Si logra que varios guardias vayan tras él, nosotros podemos entrar furtivamente a la casa por la puerta trasera.

–Si es que existe una puerta trasera –dijo Steve. No tuve más remedio que estar de acuerdo con él. No parecía muy probable.

–Habrá una porque la haremos nosotros, arrojaremos una cuerda por la pared en un rincón oscuro –Trace señaló las almenas del noreste.

Yo no quería que Xav se convirtiera en la presa de una banda de guardias armados.

–¿No podemos pensar en otro tipo de distracción? ¿Alguna explosión? –lo miré a Yves.

–Podría pero no quiero arriesgarme a lastimar a mamá y a las chicas. No sabemos exactamente dónde se encuentran dentro del fuerte ni cómo reaccionarán ante una crisis en su estado de confusión. Y eso le avisaría a la condesa que regresamos a buscarlas.

Xav me acarició la cabeza.

–No te preocupes, cariño, soy muy rápido en esquíes. No tienen la más mínima posibilidad de alcanzarme.

–¿Más rápido que una bala? No lo creo.

–No les voy a dar oportunidad de que me disparen. Además, estaba pensando presentarme ante ellos más bien como un idiota que quiere molestarlos –un amigo borrachín de nuestro actor estrella– esquiando por el jardín en una especie de provocación. Imagino que solo querrán pegarme y no dispararme.

–Yo diría que ese personaje te va a salir a la perfección, teniendo en cuenta que te portas así todo el tiempo –gruñó Victor.

–Podría funcionar –repuso Steve muy compenetrado con la idea–. Si te asomas fuera del helicóptero mientras yo vuelo por el techo, podrías gritar y mofarte de ellos… algo por el estilo. Yo puedo pilotear borracho, no tengo problema –debió haber notado mi expresión–. Hacerme el borracho, querida, cuando vuelo no bebo.

–Y mientras ustedes estén ocupados en todas esas locuras, ¿qué deberíamos estar haciendo los demás? –preguntó Lily.

–Una vez que Steve reciba la señal de que ya tenemos a las mujeres, aterriza en el techo, las sube al helicóptero y las traslada al set –dijo Trace–, mientras nosotros regresamos a las camionetas. Una salida limpia es esencial. Necesitaremos algunos conductores, quizá dos vehículos con el motor encendido en el set donde él tiene el helicóptero. Tenemos que actuar con rapidez y desaparecer del área, ya que me temo que las autoridades locales no verán con buenos ojos nuestra invasión y preferiría no tener que pasar el resto de la noche explicándoles lo acontecido.

–Yo conduzco. Puedo hacerlo –nerviosa de antemano, Lily se frotó los brazos.

–¿Estás segura? Podrías permanecer aquí y mantenerte al margen.

–Quiero ayudar. Creo que sería peor quedarme esperando oír las sirenas y, además, alguien de la filmación tiene que estar allí en caso de que los guardias de seguridad cuestionen su presencia en el lugar.

–Gracias. Eso será perfecto.

–Yo me quedaré con Lily –se ofreció Saul con pesar–. Pienso que ya no estoy para andar escalando muros y sé que puedo confiar en que ustedes me traerán a su madre.

Mientras todos proponían distintos planes, me acurruqué contra Xav sintiéndome un poco inútil.

–Esto es una locura –susurré–. Todos están dementes. Parece que estuvieran imaginando la trama de una de las películas de Steve y no un rescate en el mundo real. No quiero que hagas esto.

Xav permaneció un instante en silencio evaluando la mejor forma de responderme sin provocar una de nuestras disputas.

–¿Estás preocupada por mí?

–¡Por supuesto! Por todos.

–Tú misma lo dijiste, este es el mundo real y no una película de acción. Los guardias no van a comenzar a disparar balas de verdad ante una mínima provocación. Se van a enojar conmigo, tal vez me perseguirán pero yo soy muy bueno esquiando. Habré desaparecido antes de que sean capaces de calzarse los esquíes. Y con respecto al grupo que va a ingresar al castillo a la fuerza, es lo mismo. Si los atrapan, lo más probable es que los arresten y no que los hieran.

–Pero la condesa tiene dones realmente poderosos. ¿Cómo evitarán que los dirija hacia ustedes?

–Ellos estarán preparados. Reforzarán los escudos mentales, algo que ustedes, las mujeres, no tuvieron la posibilidad de hacer.

–Yo sí… y creo que fue por eso que no me afectó. Ella me derribó pero no logró ingresar en mi mente. Yo siempre mantengo mis escudos en alto, la única manera de sobrevivir en una familia de savants que usan todo el tiempo la telepatía.

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