Cross

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TERCERA PARTE - Terapia » 63

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Algo muy sentido.

Pero de repente no conseguía recordar el qué.

Me incorporé —solo en mi cama— expulsado de golpe del lugar en que había estado, mitad despierto, mitad dormido, hasta un momento antes. Mi memoria acababa de tropezar con un hueco, como un agujero en el suelo que no estaba ahí antes.

Los recuerdos de nuestra luna de miel en Barbados habían permanecido siempre indelebles en mi memoria, hasta el menor detalle. ¿Cómo podía ser que no recordara lo que le había dicho a Maria?

A mi lado, brillaban los números del despertador. 2.15.

Pero yo estaba totalmente desvelado.

«Por favor, Dios, esos recuerdos son todo lo que me queda. Todo lo que tengo. No te los lleves también».

Encendí la luz.

Quedarse ahora en la cama no era alternativa. Salí al salón, preguntándome si bajar y tocar el piano un rato.

En lo alto de las escaleras, me detuve con la mano en la barandilla.

El leve sonido de la respiración ronca de Ali me retuvo en el sitio.

Entré en su habitación y observé a mi niño desde la puerta.

No era más que un bultito bajo la colcha, y un pie desnudo que asomaba; su respiración parecía un ronquido en miniatura. La luz de noche de Imaginarium de la pared era suficiente para que se le viera la cara. El pequeño Alex tenía las cejas fruncidas, como si estuviera ensimismado, con la misma cara que pongo yo a veces.

Cuando me escurrí bajo la colcha, se acurrucó contra mi pecho y apretó la cabeza contra el interior de mi brazo.

—Hola, papi —dijo, despierto a medias.

—Hola, cachorrito —susurré yo—. Vuelve a dormirte.

—¿Has tenido una pesadilla?

Sonreí. Era una pregunta que yo le había hecho en el pasado innumerables veces. Ahora aquellas palabras volvían a mí como un trozo de mí mismo del que me hubiera desprendido.

Él me había dado mis palabras. Yo le di las de Maria.

—Te quiero, Ali. Nadie va a quererte nunca como te quiero yo.

El niño estaba perfectamente inmóvil, probablemente ya dormido. Me quedé ahí tumbado con la mano en su hombro hasta que su respiración recuperó el mismo ritmo suave de antes. Y en algún lugar dentro de mí, volví a estar con Maria.

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