Cristina

Cristina


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–Por mi está perfecto también. Vamos a probar entre hoy y mañana como nos vas con nuestras clases y las reuniones con los profesores, una vez todo este coordinado entonces buscamos horas para nosotros tres. ¿Qué tal si nos reunimos en la biblioteca el miércoles, después de cenar?

Cristina recordó que se reuniría con Will, Ali y Paul el lunes a las cinco de la tarde.

–Por qué no vienen a mi casa y cenan conmigo y con Rosi, así la conocen. ¿Qué les parece?

–Si no es mucha molestia, perfecto.

–Por mi perfecto también, desde que llegué a este lugar estoy comiendo en la cafetería y la verdad es que estoy harto de esa comida.

–Entonces no hay más que hablar, los espero a cenar el miércoles a eso de las siete.

Con estas palabras se despidieron y se dirigieron a sus clases. Cristina estaba ansiosa de ver a Paul pero en cuanto entró en su primera clase se olvidó de todo y le entró de lleno a su habitual y rápido aprendizaje. El día se le hizo más corto de lo que pensaba y antes de darse cuenta eran las dos de la tarde y no había comido nada. Tenía todavía un par de reuniones a que acudir pero el estómago vacío no la dejaba pensar así que se fue hasta la cafetería de la Facultad de Letras donde se encontraba. Al llegar tomó una bandeja y se dispuso a coger algo de comer en la línea del bufete cuando alguien la agarró por detrás y la levantó.

–Mi niña, que ganas tenía de verte.

Era Paul que ahora le daba vueltas agarrándola por debajo de sus brazos. Al fin la depositó en el suelo y la abrazó con todo el cariño acumulado en los meses de verano. Cuando la soltó, la apartó de si con sus fuertes brazos y situándola justamente delante de él le dijo.

–¿Cuánto has crecido?

–Dos pulgadas completas. –Le respondió Cristina toda orgullosa.

–Y también estas más linda, si es que eso es posible.

–Gracias Paul, que bueno verte de nuevo, te extrañé mucho.

Se volvieron a abrazar con ese cariño que siente la inocencia cuando todavía no se ha manchado con la desconfianza.

El resto de los estudiantes de la cafetería los miraban como pensando ¿De dónde habrán salido estos dos locos? Pero ellos estaban demasiado felices para darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor. Por eso fue que no vieron cuando Will y Ali se les acercaron uniéndoseles en un gigante abrazo de grupo.

Después de los besos y abrazos, se fueron a sentar a una mesa cercana donde todos querían hablar a la vez, y de hecho era que lo estaban haciendo.

–Un momento, no entiendo nada. –Dijo Ali echándose a reír, pero su llamado de atención no sirvió de nada, todos siguieron hablando a la vez y para asombro de ellos mismos, todos se entendían a la perfección.

–Tenemos que reunirnos hoy mismo, quiero que veas las clases que tenemos y como le vamos a hacer para estudiar juntos todos los días.

–Yo tengo las mismas clases que ustedes, yo estaba sentada en la primera fila, abajo, por eso quizás no me vieron. Yo no quise mirar para arriba por no llamar la atención. Ya esta mañana todo el mundo me estaba mirando con asombro. Gracias a Dios el profesor llegó enseguida y la clase comenzó dejando a los curiosos con la duda. En cuanto sonó el timbre yo salí corriendo hacia mi próxima clase sin darle tiempo a nadie para preguntas. Ese profesor y yo nos reunimos la semana pasada y yo le pedí que no dijera nada de mi presencia en la clase. Él lo considero adecuado y así lo hizo.

–Yo llegué tarde, para variar. –Dijo Paul con una sonrisa burlona y maliciosa.

–Pues esto es la universidad, aquí tienes que ser mucho más puntual o te atrasarás enseguida. –Dijo Ali que era la más responsable de los tres. Ali había conocido a Paul antes de conocer a Will, de hecho fue Paul quien los presentó, adjudicándose así el mérito de la felicidad de sus amigos. Ali y Paul se querían como hermanos.

–Para eso tengo a Cristy ¿Verdad mi niña linda?

–Yo siempre te ayudaré en lo que pueda pero Ali tiene razón, aquí las cosas serán más difíciles.

–Entonces ¿Cuándo nos reunimos?

Preguntó Will, que había permanecido observándolos calladamente hasta ahora.

–Hoy mismo, en la Biblioteca Widener a las seis de la tarde.

La Biblioteca Widener es el centro del sistema de bibliotecas de la Universidad de Harvard. Es la biblioteca académica más grande del mundo con unos 3.2 millones de volúmenes y unas 50 millas de estantes de libros. Eleonor Elkins Widener financió la construcción de la biblioteca en honor de su hijo Harry Elkins Widener, graduado de la clase del 1907, quien muriera en el naufragio del transatlántico Titanic el 15 de Abril de 1912. Cristina le dio gracias a Dios por el privilegio de asistir a tan distinguida entidad académica.

De allí todos se despidieron y se fueron a atender sus quehaceres. Cristina pensó en lo que le había dicho a Paul, las cosas aquí serían más difíciles, tendrían menos tiempo para compartir y sin quererlo se alejarían. De solo pensar que no lo vería a diario le dolió el corazón, si es que esto podría suceder sin darle un infarto. Sin darse cuenta sintió el peso del tiempo, en solo dos meses había crecido dos pulgadas en tamaño pero muchos años en madurez, la cual ahora le decía que su sueño de estar siempre con Paul sería muy difícil de lograr. No quería ser pesimista, pero debía de ser realista, ella era solo una niña y Paul era el joven más codiciado de Harvard ya en la primera semana de clases. Si tan siquiera pudieran seguir siendo los mejores amigos.

Cristina nunca había sentido por nadie lo que sentía por Paul, al principio sus sentimientos hacia él la llenaban de felicidad pero en los últimos meses de clases en Washington D.C. se dio cuenta que esos mismos sentimientos la llenaban de tristeza, sobre todo cuando veía a Paul rodeado de muchachas bonitas que se peleaban por su atención. Paul nunca andaban con la misma, Will se reía con picardía de sus hazañas amorosas y Ali lo regañaba y calificaba de irresponsable y promiscuo. En fin, si de la única forma que podría mantenerlo a su lado era como amigo, eso era exactamente lo que haría.

 

♣♣♣

 

Cuando Will, Ali y Paul llegaron al cuarto de estudio de la Biblioteca Widener, ya Cristina los esperaba con su agenda de clases y laboratorios lista para arreglarlo todo de manera que pudieran reunirse aunque fuera un par de veces por semanas. Los cuatro decidieron probar con esos dos días y ver como salían las cosas, pero al final de las primeras dos semanas ya los muchachos la empezaron a llamar diariamente con preguntas y problemas que requerían su intervención inmediata.

Acordaron reunirse tres veces por semana, pero eso también duró poco. La redacción de reportes era casi constante y todos requerían de las habilidades editoriales de Cristina. Al final terminaron reuniéndose todas las tardes en la Biblioteca Houghton, la más cercana al domicilio de Cristina y donde esta disfrutaba de una habitación de estudio asignada a su nombre por todo el tiempo que durada el curso escolar, cosa que era bien difícil en este centro.

Will y Paul se veían constantemente presionados de tiempo porque ambos, aunque nuevos en el equipo, se convirtieron en titulares inmediatamente después de empezada la temporada. Entre las prácticas y los juegos fuera, hacia donde partían los viernes por la noche y desde donde regresaban tarde el sábado en la noche o el domingo por la mañana, las actividades académicas se veían relegadas a un segundo plano, era por eso que requerían de la tutela diaria de Cristina para poder mantener las calificaciones requeridas para jugar. Cristina nunca se preguntó como los otros jugadores lo hacían, ella solo sabía que Paul y Will la necesitaban y eso era suficiente.

Los sábados y domingos cuando jugaban en casa, nunca los veía. Después del juego Will y Ali aprovechaban para estar solos sin las interrupciones de las clases y Paul se iba a su casa de playa en Martha’s Vineyard con la rubia de turno, muchas veces Will y Ali se iban con él. Al principio los celos que sentía Cristina hacia todas esas mujeres con quien andaba Paul no la dejaban dormir, pero con el tiempo se acostumbró a bloquearlo de su mente, pretendiendo que Paul existía solamente de lunes a viernes. Se repetía a si misma que Paul nunca seria para ella y que debía cambiar el modo en que lo quería, pero sus bien intencionados auto–consejos nunca trascendieron a la realidad, y sin poder evitarlo seguía locamente enamorada de él. Lo único que la ayudaba a no pensar en él era estar ocupada en algo, y en eso la ayudaron mucho sus jóvenes amigos Lucas y Winona.

Aunque todos estudiaban cosas diferentes, tenían mucho en común. La música los apasionaba a los tres y en cuanto pudieron se matricularon en la Faculta de Humanidades, subdivisión de Arte, sección de música, donde tomaban varias horas de clases a la semana. En menos de quince días idearon crear un grupo musical que interpretaría toda clase de música, tocarían los fines de semana con el fin de ganar un poco de dinero y a la vez aislarse del riguroso horario académico aunque fuera por unas horas. El grupo se llamó Los Albertos, por aquello de Albert Einstein, y muy pronto fue ampliamente reconocido en los círculos académicos. Cuando alguien requería música de cámara para una reunión intelectual, allí estaban Los Albertos interpretando melodías clásicas que servían de fondo perfecto para dichas funciones. Sin proponérselo se acostumbraron a la modesta entrada de dinero, que pronto se hizo singularmente considerable, y a la mutua compañía. Rosi estaba feliz de que Cristina pasara tiempo con amigos de su edad. Aunque nunca le dijo nada a Cristina, Rosi sabía que esta vivía y moría por Paul, y esperaba que el tiempo y las circunstancias la ayudaran a olvidar tan descabellada idea.

En Cambridge las primeras hojas amarillas, rojas y marrón empezaron a caer a mediados de Septiembre y para Octubre los arboles ya estaban casi desnudos. La temperatura bajó de pronto y la Universidad de Harvard se vistió de invierno ante los ojos de sus miles de alumnos que no podían comprender como el tiempo había pasado tan rápido. El equipo de Football de Harvard ganó once juegos y perdió cinco, cosa que se consideró como una buena temporada pero que no fue suficiente como para participar en el campeonato estatal.

Para fines de Noviembre, tanto Paul como Will habían terminado su temporada futbolística y se preparaban para los deportes de invierno. En el día de Acción de Gracias el campo de la universidad se cubría de una sólida capa de nieve temprana acumulada durante la última semana, que con la ayuda de la baja temperatura reafirmaba su blanca presencia.

Cristina no habló con sus amigos grandes de sus planes para ese día, pensó que si no le habían dicho nada era porque tendrían sus propios compromisos, pero si invitó a Lucas y a Winona a que vinieran a comer con Rosi y con ella. Los padres de Rosi compartirían la cena también. Rosi los había ido a buscar el día anterior para evitar contratiempos de tráfico a última hora.

Tanto los padres de Lucas como los de Winona eran personas humildes y no podían pagar el pasaje para que estos fueran de vacaciones por solo tres días. Además ninguno de los dos quería separarse, entre ambos se había creado un laxo muy peculiar que Rosi calificó como amor, pero del cual ellos todavía no se daban cuenta.

El último jueves de Noviembre, día de Acción de Gracias y fiesta primordial en el país, la chimenea del salón principal le daba un aire familiar y acogedor al apartamento de Cristina. Mientras Lucas tocaba el gran piano, Winona y Cristina cantaban villancicos para el deleite de los padres de Rosi. Ya Cristina había cumplido los 11 años en Septiembre y se notaba. Había crecido dos pulgadas más de estatura. Lo mismo pasaba con Lucas y Winona, pensó Rosi mientras los escuchaba con el amor de una madre. Este era un momento feliz, pensó Rosi, si pudiera retener el tiempo lo haría. La verdad era que el miedo al futuro seguía presente en su corazón pero ya se había resignado a recibir lo que viniera. Entre cuidar a Cristina y limpiar las casas de Will, Ali y Paul; quien mando a Renato, el mayordomo que le pusiera su madre para expiarlo, de vuelta a New York a los dos semanas de haber comenzado las clases, la mantenían ocupada todo el tiempo y a la vez se ganaba algo de dinero para ayudar a sus padres. Las cosas habían salido mejor de lo que esperaba, se dijo acordándose de Cristina y de su optimismo que siempre superaba el pesimismo de ella.

El pavo se sirvió y después de una oración de gracias dicha por el padre de Rosi todos empezaron a comer en silencio, no por nada en particular sino porque estaban hambrientos y la comida estaba exquisita. Rosi veía con placer como los muchachos comían con deleite y afán. Cuál de los tres más ávido. En eso pensaba cuando sonó el timbre de la puerta. Cristina se paró como disparada por un cañón de artillería medieval y fue a abrir seguida de cerca por Sasha. Cuál sería su sorpresa cuando vio a Paul y el abuelo parados delante de su puerta.

–Como no nos invitaron a la cena, nos invitamos nosotros mismos. –Dijo el abuelo entrando y abrasando a Cristina.

–Papa, esto es un milagro, soy la niña más feliz del mundo.

Los ojos se le llenaron de lágrimas y no sabía qué hacer. Paul la levantó por debajo de sus brazos y la elevó a la altura de su cara plantándole dos sonados besos en cada mejilla.

–¿Cómo pensaste que te íbamos a olvidar en un día como este? Ahora deja de llorar y vamos a comer.

Detrás de Paul entraron dos señores vestidos de camareros y empezaron a arreglar una mesa con comida

–Ay Dios mío que es esto, pero si aquí hay comida de sobra.

Decía Rosi

–No te preocupes Rosi, que la comida nunca está de más, sobre todo con el apetito que se manda mi nieta.

Todos se rieron y en cuanto los camareros terminaron de organizar los nuevos manjares, siguieron comiendo. Cristina les presentó a sus amigos Lucas y Winona. El abuelo los saludó muy cordialmente pero Paul los miró con desconfianza y con algo de celo. ¿Quiénes eran estos intrusos que le estaban haciendo la competencia? Pensó Paul, quien vivía convencido de que Cristina era de su propiedad.

–¿Cómo es que no me habías presentado a tus amigos antes?–Dijo Paul, con un resentimiento que no le pasó desapercibido a los mayores, sobre todo al abuelo que no sabía que pensar ante la situación. ¿Estaba su nieto celoso de estos niños? ¿Por qué actuaba Paul de esa manera?

–Es que estamos muy ocupados y nunca hemos tenido tiempo para reunirnos todos.

–¿Ustedes también estudian leyes?

–Yo estudio Física y Winona Economía. –Contestó Lucas

–Entonces de que los conoces tú. –Preguntó Paul dirigiéndose a Cristina, todavía con el resentimiento en la voz.

–Somos los estudiantes más jóvenes de la Universidad, y además tenemos un conjunto de Música de Cámara, tomamos clases juntos en la facultad de arte, en el departamento de música.

–Yo pensé que no tenías tiempo para nada más. ¿Cómo es que tienes tiempo para hacer todo eso? Por algo nunca tienes tiempo para mí.

La voz de Paul cambió de tonalidad, ahora parecía más desafiante y algo recriminadora. Se hizo un silencio incómodo que Cristina no entendió.

–Yo siempre he tenido tiempo para ti Paul.

–Sí, de lunes a viernes, pero nunca los fines de semanas.

–Los fines de semanas tú los pasas con tus rubias bimbos, recuerdas, eres tu quien no tienes tiempo para mí, a no ser que tengas algún problema en cuyo caso yo dejo todo cuanto tengo que hacer y me pongo a tu disposición.

El silencio se hizo aún más pesado. El abuelo salvó la situación diciendo.

–Hoy no es día de recriminaciones, sino de dar Gracias a Dios. Yo por mi parte doy gracias a Dios por ti Paul, por ser la razón de mi vida, y también por mi nietecita Cristina y por todos los aquí presentes que hacen de esta cena un acontecimiento único. Y tu Cristy ¿Por qué das las gracias?

–Yo le doy gracias a Dios por tener a mis padres en el cielo siempre velando por mí, por mi nana Rosi, la única madre que he tenido. Por todo cuanto Dios me ha dado. Por mis amigos, por mi abuelo, y por todos los aquí presentes. También por Will y Ali que aunque no están aquí forman parte de mi vida, pero sobre todo por Paul, que aunque a veces se enoja conmigo sin razón, como ahora, es y será siempre mi mejor amigo, al cual quiero con toda mi alma.

–Yo le doy gracias a Dios por mi abuelo y por ti Cristy. Tú eres mi niña, nunca te olvides de eso, yo no te presto ni te comparto con nadie, tú eres mía. –Dijo Paul sin darse por enterado de las miradas de los demás comensales. Diciendo esto se paró y cogió a Cristina y la besó en ambas mejillas sentándosela en las piernas.

–Ustedes pueden ser sus amigos, pero ella en mía ¿Verdad Cristy?

–Así es. –Respondió Cristina desde el regazo de Paul, donde se acomodó con la intensión de quedarse allí por el resto de su vida. Sasha que había estado oyendo la conversación desde el sofá, se le pegó al lado a Paul, como guardia pretoriano protegiendo su reina.

A continuación todos se echaron a reír y empezaron a bromear con Paul, especialmente Rosi que enseguida reclamó la propiedad de Cristina y el abuelo quien también pidió un porcentaje de participación. En eso el timbre de la puerta volvió a sonary Cristina otra vez salió como bala de cañón a abrir la misma.

–No nos invitaron, pero vinimos de todas formas. No es fácil deshacerse de nosotros. –Dijo Will quien entró seguido de Ali. En medio de risas y algarabías todos se sentaron alrededor de la mesa y siguieron comiendo y bromeando

–Will, Paul estaba diciéndonos cuando ustedes llegaron que Cristina era solamente de él.

–Esos son sueños de Paul, Cristina es de los tres, a partes iguales.

–Un momento, Cristina es también nuestra. –Dijo Winona, refiriéndose a ella y a Lucas.

–Nosotros somos de su misma edad así que nos toca la mayor parte.

–Nada, en cuanto Lucas perfeccione su método de clonación, hacemos unas cuantas Cristinas y solucionado el problema. –Dijo Cristina muerta de risa.

La cena se convirtió en fiesta que duró hasta muy entrada la noche y donde todos disfrutaron de lo lindo. Cristina estaba feliz porque Paul había venido a pasar un día tan importante con ella, no la había olvidado, pensaba la niña.

Mientras tanto Rosi, aunque feliz por ver a Cristina tan contenta, se preguntaba por qué Dios se empeñaba en jugar con Cristina y con Paul de aquella manera. Mejor hubiera sido que este nunca hubiera venido a alentar los sueños imposibles de una niña enamorada. ¿Y por qué se comportaba Paul de una forma tan absurda?

Lo mismo pensaba el abuelo que muy discretamente y sin que nadie se diera cuenta observaba la interacción entre Paul y Cristina ¿Qué había entre estos dos seres que los cautivaba y atraía tanto a ambos? Paul no podía pensar en Cristina como algo más que una niña, pero Cristina, qué pensaría de Paul. El viejo se asustó al darse cuenta que la niña estaba enamorada de Paul y que este sin quererlo alimentaba sus ilusiones. Tendría que hablar con Paul a cerca de este asunto, no era justo hacer sufrir a la niña cuando esta se diera cuenta que no era correspondida de la misma manera, puesto que seguro se le partiría el corazón en mil pedazos y perdería a su mejor amigo.

Ya en el carro, y en camino a casa, el viejo Gallagher le dijo a su nieto.

–Paul, tienes que tener cuidado con Cristina.

–¿Qué quieres decir? ¿Cuidado con qué?

–No te has dado cuenta que está enamorada de ti.

–¿Qué dices, Cristina es solo una niña?

–Sí, es una niña pero muy madura y esta perdidamente enamorada de ti.

–No abuelo, no, esas son ideas tuyas. Cristina me quiere a mí como yo la quiero a ella, como un gran amigo.

–¿Cómo puedes ser gran amigo de una niña de solo once años?

–Porque como dices tú, ella es muy madura. Su edad cronológica no tiene nada que ver con su edad intelectual. Cristina es la única persona con la que yo he podido hablar de cosas que ni a ti te he dicho. Dudas, ideas, pensamientos, no sé cómo explicártelo. Yo siempre he podido hablar contigo de todo, pero con Cristy es diferente, ella intuye cuando me pasa algo, cuando estoy preocupado por algo, cuando necesito hablar, y sin esperar que yo aborde el tema, ella me lo hace saber siempre, y nunca falla.

–¿Y eso te da derecho a poseerla?

–Lo de la propiedad es solo una broma, aunque me molesta que ande con esos dos prodigios.

–Ella también es una niña prodigio.

–No, no, esos dos son muy diferentes a Cristina.

–En qué sentido.

–Cristina es completamente inocente, no tiene un ápice de malicia en todo su ser.

–¿Y qué te hace pensar que ellos sí?

–Esos quieren algo de ella, la necesitan.

–¿Y tú no? Ellos podrían decir lo mismo de ti. Además, por qué tendrían que necesitarla, ellos son muy inteligentes también.

–Esos no le llegan a Cristina ni al tobillo.

–¿Por qué hablas así si no los conoces?

–¿Oye, tú de qué parte estas?

–Paul, aquí no hay partes. Quisiera que te oyeras hablar, pareces el novio de Cristina.

–Que tonterías dices abuelo, en todo caso su hermano mayor o su padre.

–Sus hermanos son Will y Ali, acuérdate que contigo se quiere casar.

–Esos son bromas, parece que no la conocieras. Yo no creo que Cristina llegue a casarse nunca, a no ser que se encuentre otro genio como ella, y si ese día llegara yo estaría allí para protegerla de cualquiera que trate de hacerle daño.

–¿Y qué pasará si cuando crezca ya no te quiere como guardián?

–Cristina siempre me querrá a su lado, ella es incondicionalmente mía.

–¿Tú estás oyendo lo que estás diciendo? Sinceramente me asustas Paul.

–Abuelo, por favor. Yo nunca le haría daño a Cristina, nunca, nunca. Y estoy seguro que ella siempre será mi mejor amiga. Además, no soy yo el único que reclama su propiedad, sino qué hacían Will y Ali ahí, llegaron sin avisar, ¿Por qué no me dijeron que venían?

–¿Le dijiste tú a ellos que vendrías?

–Abuelo, te desconozco ¿Qué pasa contigo esta noche? ¿Ya no confías en mí?

–Paul, tu sabes que tu eres todo para mi, y que no hay nadie en este mundo que te quiera como yo, solo estoy avisándote para que no te coja de sorpresa cuando Cristina un día se te pare delante y te pregunte cuando es la boda.

–Abuelo, se te fue la mano en el vino, que cosas dices.

El abuelo no le respondió y Paul no rompió el silencio. ¿Qué le pasaba al abuelo? ¿Estaría celoso de Cristina?

–Abuelo, eres la persona que más yo quiero en este mundo, ni Cristina ni nadie te va a quitar tu lugar.

–Eso es lo menos que me preocupa, yo también siento algo especial por ella. Discúlpame si me inmiscuí más de lo debido en algo que te concierne solamente a ti, créeme no fue mi intensión molestarte.

–Ah, olvídalo, y por Cristy no te preocupes, el vínculo que existe entre nosotros es indestructible y para siempre.

El viejo Gallagher sintió como una corriente fría le subía por medio de la espalda y le llegaba hasta el cuello inmovilizándolo. Que pesar, definitivamente la vida le estaba pasando la cuenta trayéndole la vejez mucho más de prisa de lo que él esperaba. Dios mío, pensó, cuídalos a los dos del mundo que los rodea y no me lleves todavía, tengo que ayudarlos a sobrevivir su destino.

Siguieron en silencio hasta llegar al apartamento donde enseguida el abuelo se dirigió a la habitación de invitados con el pretexto de estar muy cansado.

–Hasta mañana, abuelo.

–Hasta mañana hijo, que Dios te bendiga.

Mientras tanto en casa de Cristina, y después de irse los invitados, Rosi acostó a sus padres en su habitación y se dispuso a recoger la cena. Cristina la ayudaba muy eficientemente, se le veía feliz. Cantaba bajito mientras recogía los platos y los traía para la cocina.

–Estas muy feliz esta noche, ¿Verdad mi niña?

–Si Rosi, mis amigos no me olvidaron, todos vinieron a darme la sorpresa y estar conmigo.

–Sí, la verdad es que no me lo esperaba.

–Sobre todo Paul, que trajo al abuelo y toda esta comida. Me encanta que haya llegado de sorpresa. También estoy muy contentan de que llegaran Ali y Will. Yo creo que Lucas y Winona también lo pasaron bien.

–Si mi amor, fue una velada muy agradable.

–Sí pero

–Pero ¿Qué?

–Nana te conozco mejor que nadie. Tienes un pero que no me has dicho.

–A veces creo que eres bruja Cristy.

–No te vayas del tema, cual es el pero que te tiene tan preocupada.

–Me preocupa que cada día estés más enamorada de Paul. –Dijo Rosi y al momento se dio cuenta que no debía haberse expresado de esa manera tan brusca.

Cristina guardó silencio por un momento que a Rosi le pareció una eternidad. ¿La habría ofendido?

–Mi niña, perdóname.

–No Nana, tienes razón, y te agradezco que me lo hayas dicho. Ya tengo la suficiente madurez como para entender que para Paul siempre seré su hermanita menor. Gracias por hablarme claro y hacerme ver la realidad. De hoy en adelante te prometo que pondré todo mi empeño en sacármelo del corazón.

–Me da mucha pena oírte decir esas cosas.

–No te preocupes, acuérdate que aparte de ser valiente, también soy muy fuerte y puedo hacer todo cuanto me propongo. Además hay otra cosa que tengo que hacer. Tengo que empezar a disfrazarme de fea.

–¿Que dices?

–Mi papá me dijo que durante mi juventud tendría que esconder mi físico y exponer mi inteligencia, que la sociedad nunca me dejaría usar las dos a la vez. Una vez que obtenga mis títulos y haya demostrado mis facultades intelectuales, entonces, podre sacar a la luz mi físico. ¿Me entiendes?

–Si mi amor, a mí también me lo dijo. Qué mundo tan injusto este en que vivimos.

–No Rosi, no pienses así. Este mundo lo hacemos nosotros mismos con nuestras acciones.

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