Cristina

Cristina


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Los últimos años, que habían pasado entre bibliotecas, laboratorios y salones de clase, lo hicieron con una rapidez que ninguno de ellos notó hasta ahora, cuando ya estaban en la etapa final de sus sueños. Lucas había conseguido doctorados en Física Nuclear, Astronomía, Matemáticas y Filosofía, Winona los tenía en Contabilidad, Economía, Ciencias Políticas y también Filosofía. Cristina había terminado Derecho, Medicina, Farmacología y Genética. Los tres también tenían doctorados en Música, Winona además tenía Comercio Internacional, Lucas Antropología y Cristina Ciencias Políticas. Entre los tres eran un manantial de información y sabiduría andante. Esto solo era conocido por los más allegados a los muchachos y sus maestros. Por otra parte, entre el grupo de los amigos adultos, Ali terminaría con un doctorado en Contabilidad y Economía, Will y Paul terminarían cada uno con un doctorado en Derecho. Los tres le debían a Cristina sus títulos, puesto que los habían conseguido en tiempo record gracias a su insistencia y tutela.

Paul, Ali y Will se habían convertido en jóvenes adultos y seguían siendo sus mejores amigos. Aunque los intereses de ellos se alejaban cada día más de los de ella. Cristina todavía supervisaba y les ayudaba con todos sus trabajos. En algún momento durante todos estos años Ali y Will se habían mudado juntos para un apartamento y aunque los padres de ambos protestaron hasta más no poder, nadie pudo cambiar la decisión tomada por ellos; Will y Ali estaban atados por cadenas de amor que nada ni nadie podrían nunca romper; almas gemelas. Cuanto hubiese dado ella, pensó Cristina, porque Paul la quisiera como Will quería a Ali. Ella sabía que Paul siempre la querría, pero como una hermana o una buena amiga, nunca con el mismo amor con que ella lo quería a él. Por mucho que trató de dejar de amarlo nunca pudo, cuando se llenaba de fuerzas para hacerlo algo siempre sucedía que terminaba destruyendo sus mejores intenciones y volvía a soñar con su amor.

Soñaba despierta con estar en sus brazos, con besar sus labios y acariciar su rostro. Soñaba con sus ojos clavados en los de ella; había veces cuando estaban estudiando o colaborando en un trabajo, que se sentaban muy juntos y se hablaban mirándose a los ojos, en esos momentos tenía que aguantar una fuerza brutal que la empujaba a acercar sus labios a los de él y besarlo. Hubo ocasiones en que se perdía en su mirada y él le preguntaba, "Estas bien Cristy" y ella tenía que volver corriendo de su quimera para decirle, si, es que estoy un poco cansada. En esas ocasiones él la llevaba hasta su casa y al despedirse la besaba en la cara o en la frente y ella se alejaba como si estuviera cabalgando en una nube.

Paul era tan tonto, ¿Cómo no se daba cuenta de lo mucho que lo amaba? Quizás lo sabía y no decía nada porque lo tomaba como una pretensión de niña. Nunca permitiría que nadie la besara, sus labios estaban reservados para Paul, que algún día se daría cuenta de cuánto lo quería, y la amaría como a una mujer de verdad. Cada día se acercaba más la hora en que podría quitarse el disfraz de payaso y entonces sí que lo conquistaría. ¿Podría ella conquistar a Paul? No lo sabía, pero lo que si sabía era que no se perdonaría ir por la vida con el vacío de no haberlo al menos intentado. Cristina sabía que su secreto estaba bien guardado por Rosi quien nunca más habló del asunto desde aquella vez.

Recordó aquella tarde de Febrero cuando en medio de un manto de nieve la Universidad se vio obligada a cancelar todas las clases por lo inmenso de la tormenta. Cristina llegó muy temprano a la biblioteca, apenas empezaba a nevar y puesto que no pensó que la tormenta fuera tan grande como la habían anunciado se quedó allí a esperar por los muchachos. Ali y Will la habían llamado diciendo que se habían quedado trabados en el tráfico de Boston por lo que no sabían si podrían llegar; solo Paul se presentó. Rosi estaba visitando a sus padres. Era un viernes, y aunque ya se esperaba la fuerte borrasca, era bien sabido por los alumnos de Harvard que la universidad no cerraba tan fácilmente sus puertas, sin embargo esta vez tuvo que capitular. Cristina y Paul estaban en su cubículo habitual de estudio viendo cómo caía la nieve formando una cortina blanca impenetrable.

–Yo creo que nos vamos a tener que quedar a dormir aquí. –Dijo Cristina que en sus adentro bendecía a la naturaleza por regalarle ese tiempo, a solas con Paul.

–Siempre y cuando no se rompa la calefacción, a mi me da los mismo, nos tiramos en uno de esos sofás de cuero que tienen en la rotonda y a dormir.

–¿Y qué comeremos?

–Oye Cristy, yo a veces creo que tú piensas solo con el estomago.

–Y que quieres que haga si tengo un hambre que muerdo, no desayuné por venir temprano.

–¿Quieres que nos vayamos a mi casa? Puedo llamar a un restaurante para que nos preparen algo de comer y no los lleven allí.

–¿Tú has visto la cantidad de nieve que está cayendo? ¿A dónde dejaste el coche? Definitivamente no podrás conducir en estas condiciones.

–Sí, tienes razón, no podemos hacer nada más que esperar.

–Rosi se fue a visitar a sus padres, estoy segura que no podrá volver esta noche.

–No importa, te quedas en mi casa.

–No, no te preocupes, me quedo con Winona y Lucas que están ahí mismo.

–Sigues prefiriéndolos a ellos, verdad.

–Paul, otra vez con eso. Ay no, por favor. Ellos viven en el mismo edificio mío, que a propósito está muy cerca de aquí. Es mucho más fácil para mí correr un par de cuadras que para ti conducir en esta nieve hasta tu casa. Es más, quizás tu debas quedarte en mi casa. Si nos vamos ahora mismo y corremos llegaremos enseguida.

¿Qué estás diciendo, tonta? Llegaran a la casa todos mojados y tendrás que quitarte el disfraz y Paul te verá… Quizás llegó la hora de que sepa quién soy en realidad… ¿Estás loca? Si te reconoce como mujer te tratará como lo hace con las demás y lo perderás para siempre… Dios mío, tengo que inventarme algo para arreglar este rollo…

–De acuerdo, vamos.

–No, espera, acabo de darme cuenta de que no tengo llaves, las dejé en casa esta mañana y Rosi no está, no tenemos quien nos abra la puerta. Claro que podemos irnos a casa de Winona y Lucas.

–No, yo no voy. Mira vamos a quedarnos tranquilos aquí un rato hasta que esto pase, luego nos podemos ir a mi casa hasta que llegue Rosi y pueda abrirte.

Gracias Dios mío…

–Está bien, entonces vamos a aprovechar el tiempo. Debemos empezar por el caso ND25JP42381, MacArthur vs Thayer como referencia…

–No, no, no, no tengo deseos de hacer nada de eso ahora, mejor… conversamos un rato, hace mucho que no hablamos tú y yo.

–De qué quieres hablar.

–Del futuro. Pronto nos graduaremos y toda esta vida fácil de estudiante terminará y empezará otra más…

–Más adulta…

–Eso mismo, más profesional, si así lo quieres llamar. Papa quiere que me integre al grupo ejecutivo de GALCORP enseguida, pero yo creo que debería empezar por abajo. ¿Qué tu cree?

–Empezar por abajo sería bueno, no puedes dirigir si no sabes hacer todo lo que hacen a los que diriges. O por lo menos tener una idea de cuál es su trabajo y que necesitan para desempeñarlo mejor. Me parece más lógico que empieces por abajo.

–Se lo he dicho al abuelo mil veces pero dice que no, que mi lugar está en la sala ejecutiva junto a él. Quiere que lo aprenda todo rápido. Yo creo que lo que quiere es que este junto a él.

–Es muy posible. En ese caso lo único que tienes que hacer es prestar mucha atención; asimilar lo que hace y como él maneja la empresa y tratar de aprender lo más rápido posible las cosas que te serán necesarias para dirigir a GALCORP cuando él te lo pida. Estoy segura que lo hará muy pronto.

–¿Y tu Cristy? ¿Ya decidiste a donde te vas? Yo quiero que te vayas a New York, por favor. Yo tengo un condominio en la quinta avenida, te puedes quedar conmigo…

–Sí, ya decidí, me voy a New York, pero no me voy a quedar contigo, me buscaré un apartamento para mí y para Rosi hasta que pueda compra algo, los padres de Rosi también tendrán que venir a vivir con nosotros hasta que yo pueda empezar a hacer algún dinero.

–Por eso no te preocupes, yo puedo darte el dinero que quieras.

–No me preocupo, yo voy a empezar a hacer dinero muy pronto, las mismas compañías que me han patrocinado aquí seguirán trabajando conmigo, es más, varios ya me han ofrecido buscar apartamento y lo que necesite, pero tú sabes que a mí me gusta hacer las cosas por mí misma. No creo que tenga ninguna dificultad económica.

–Seguro que trabajaras tanto o más de lo que trabajas aquí. ¿Cuándo nos vamos a ver?

Estaban sentados muy cerca, Paul alargó sus manos y le tomó las de ella diciéndole.

–Te voy a extrañar mucho mi niña…

–¿Y yo a ti? Tú ya eres un hombre grande, te meterás de lleno en la vida corporativa, te buscaras una novia, te casaras y tendrás tus propios hijos y ya no necesitaras que yo sea tu niña…

Cristina sintió como las lágrimas le corrían por las mejillas sin poder contenerse. Que tonta había sido dejando que sus sentimientos controlaran sus actos y la descubrieran de aquella manera tan incauta.

–No Cristy, eso no será así, estaremos juntos siempre. Vamos a encontrarte algo cerca de mi casa o en mi mismo edificio para estar más cerca; yo no voy a dejar que nada ni nadie me aleje de ti. No llores, ven…

Paul la haló suavemente con sus manos y la atrajo hacia él sentándola en sus piernas. Hacía tiempo que no estaban así. Cristina había crecido mucho, y muy rápido, pensó el joven Gallagher. De aquella muchachita que se acurrucaba en su regazo ya no quedaba nada. Sin importarle lo grande que fuera la forzó a apoyar su cabeza sobre su hombro y la arrulló como lo hacía antes. Cristina se abrazó a él fuertemente y se quedó tranquila, sollozando bajito, y disfrutando el contacto de su cuerpo y el olor de su piel.

Esto era la verdadera felicidad, pensó Cristina. Así, como estoy ahora, quiero quedarme el resto de mi vida…

Paul se recostó para atrás en la butaca en que estaba sentado con la niña encima y empezó a acariciarle la cara mientras con el otro brazo la sostenía dulcemente junto a él… CUIDADO… Mucho cuidado… ¿Qué me está pasando? No puede ser que Cristina me haga sentir así…

Tratando de no parecer brusco, se paró con ella en los brazos y la colocó en el butacón de al lado diciéndole

–Ya estás muy grande y muy gorda, ya no puedo contigo.

¿Qué dices imbécil? Le dijiste gorda… Quisiste hacer un chiste y metiste la pata.

Cristina no dijo nada, solo levantó la vista hacia a él y por un instante ambos quedaron fundidos en una mirada de fuego que los llenó de una sensualidad inesperada. Cristina, levantó sus brazos y le dijo.

–Siéntate a mi lado por favor.

Esta no era la Cristina que él conocía. ¿Quién era esta…Mujer? Paul no pudo resistir el deseo de estar junto a ella y procedió a sentarse a su lado. La volvió a abrazar y levantándole la barbilla fijo sus ojos en los de ella

–¿Cristy?

–Si Paul…

Sin darse cuenta de lo que hacía, Paul acercó sus labios a los de ella y los rozó levemente, atrayéndola más hacia él. No podía contenerse, la mirada de Cristina era inequívoca… Ella lo deseaba tanto como él…

El sonido de la puerta abriéndose los hizo regresar bruscamente a la realidad. Cristina se desprendió de los brazos de Paul rápidamente y se incorporó. Will y Ali entraban en el cubículo tiritando de frio.

–Que tormenta de nieve tan grande, nos hemos pasado una hora en menos de dos millas, la ciudad está paralizada, no se puede dar un paso. Pensé que no estarían aquí, pero vi el carro de Paul afuera y decidimos parar. De todas formas, no creo que hubiéramos llegado a la casa. Dejé mi auto al lado del tuyo, que por cierto tiene una capa de por lo menos 10 pulgadas de nieve encima… La calefacción de mi carro se rompió, creo que si no nos bajamos aquí nos hubiéramos congelado.

Will había entrado al cuarto de estudio con el gorro de algodón y el abrigo llenos de nieve. Ali le siguió, venia tullida de frio, no podía hablar.

–Ali, siéntate aquí. –Le dijo Cristina tomando su abrigo que estaba colgado detrás de la puerta y poniéndoselo arriba a la chica.

–Quítate las botas, están todas húmedas…

–No siento mis pies…

Cristina le quitó las botas y empezó a frotarle los pies que a su vez estaban húmedos y fríos.

–Pensé que me moría, si no hubiésemos parado aquí no hubiera podido caminar, no me siento los dedos de los pies, ni las orejas, ni la nariz…

–Espera un momento. Paul ve al baño y tráeme papel para secarla. Will quítate el abrigo y las botas tú también.

Los muchachos obedecieron, estaban en shock. Paul salió corriendo a traer lo que Cristina le encargara. Si no hubiesen llegado Will y Ali habría besado a Cristina… ¿Qué me está pasando? Estoy loco. Tengo que arreglar esto lo más pronto que pueda, estoy poniendo en juego nuestra amistad; yo no quiero perder a Cristy… ¿Qué voy a hacer? Me disculparé con ella…No, mejor será dejarlo así y esperar a ver que hace ella. Idiota, ella es una niña ¿Qué quieres que haga? Tú eres el adulto, el único responsable de poner las cosas en su lugar.

En la habitación, las manos de Cristina frotaban los pies de Ali pero su mente corría a una velocidad desenfrenada ¿Qué pasó? Me iba a besar, yo sé que iba hacerlo; de hecho lo hizo, aunque muy levemente. ¿Y si lo hubiera hecho de verdad? ¿Si sus labios se hubieran abierto en mi boca? Habría desnudado mi alma ante él y no lo hubiera dejado ir hasta que… Tonta, hubieras perdido para siempre su amistad. Eso es lo único que lograrás si sigues comportándote de esa manera con él. Dios mío ¿Qué pensará de mi? No puedo quedarme sola con él nunca más. Pero tengo que hablar y aclarar lo que pasó. No…No tienes que aclarar nada, olvídalo, aquí no ha pasado nada. Si él quiere aclararlo que lo haga, tu solo tienes que esperar a ver lo que él hace, y si no hace nada, mejor. Bórralo de tu memoria y sique adelante. Si claro, eso es muy fácil de decir. ¿Pero cómo olvidar su piel, y su olor; sus manos acariciando mi cara? Cuando sus labios tocaron los míos sentí que mi corazón se abría para dejar entrar la felicidad. Sentí mi cuerpo reaccionar como nunca antes lo había hecho… ¿Podre algún día tenerlo y amarlo como he deseado hacerlo todo mi vida? ¡Por mucho que sufra…! La esperanza es lo último que se pierde, y la mía esta brillando en mi cielo como un Sol gigante calentando mis ansias.

 

♣♣♣

 

Cristina le había contado el incidente a Rosi, porque si no lo contaba iba a explotar. Rosi la había escuchado en silencio sin decir palabra.

–¿Por qué no me dices lo que estas pensando nana?

–No pienso nada mi amor, solo te escucho. Eres tan feliz en este momento que las palabras sobran.

Dios mío protege a mi favor, pidió Rosi a u Dios al que no entendía. ¿Por qué razón el destino se empeñaba en jugar con la vida de esta niña? ¿Es que acaso no era ya suficiente lo que le había sucedido en su corta vida? Sabía que no debía pensar de esa manera, pero en ocasiones como esta no podía contener la frustración que le causaba el no entender a ese Dios que debía amarlos y cuidarlos, en vez de ponerles obstáculos y causarles problemas.

 

♣♣♣

 

Paul nunca dijo nada a nadie delo sucedido con Cristina, no lo hubieran entendido, ni él mismo se entendía. Mejor dejarlo así. El abuelo tenía razón, pensó el muchacho, está enamorada de mí y con mi actitud lo único que lograré será hacerle daño. Tengo que alejarme y dejarla tranquila, de lo contrario la haré sufrir y eso nunca me lo perdonaría.

¿Qué fue eso que sentí cuando roce sus labios? ¿Por qué no puedo quitarme de la mente ese instante? Si me hubiera dejado llevar por el instinto… ¿Hasta dónde hubiera llegado? Sin quererlo se imaginó haciendo el amor con Cristina, solo veía su cara, sus ojos, y sentía sus manos en su espalda atrayéndolo hacia ella. No, no puede ser, estoy loco de remate. ¿Qué voy a hacer?

Trató de encontrar la respuesta a su pregunta de la única manera que sabia; llamando a una de las tantas mujeres que lo acosaban constantemente e invitándola a estar con él. Tuvo sexo con ella… Y pensó en Cristina…

Por mucho que trató, no logró quitarse la imagen de Cristina de su mente, por eso despachó rápido a esta mujer con quien había estado y busco otra, y así siguió haciéndolo por varios días en sus ratos libres hasta que se hastió tanto de su comportamiento que se detuvo, antes de poder suplantar el recuerdo de ella. Estaba perdido y muy enojado consigo mismo. No podía entender lo que había pasado. Sería posible que todos estos años al lado de ella lo hubiera confundido al extremo de sentirse tan fuertemente atraído hacia ella…

13

Faltaba menos de un mes para que terminara el curso. Todos se graduarían. Estos seres maravilloso que construyeron su propio universo atando sus vidas con amistad y amor del bueno, tomarían distintos caminos hacia donde la vida los llevara y aunque seguirían siendo amigos, nunca más tendrían la proximidad física y emocional de los pasados seis años; Cristina no sabía cómo iba a poder vivir sin Paul, pero le quedaba una esperanza, que aunque pequeña era mejor que nada.

Pensó en aquel papelito que firmó Paul el día después de haberla conocido, donde decía que él la escoltaría a su fiesta de graduación. ¿Se acordaría Paul de tal ocurrencia? ¿Sería ella capaza de recordárselo? Su padre hubiera dicho "Tienes que agarrar el toro por los cuernos". Definitivamente se llenaría de valor y se lo preguntaría, aunque después callera muerta de vergüenza a sus pies.

¿Y si se lo preguntaba a Ali? Ella y Will fueron testigos de lo ocurrido entonces; todos rieron de su ingeniosidad y nadie la tomó en serio, a no ser Rosi, por supuesto, la única que podía con solo mirarla saber en qué pensaba.

Eso haría, ya estaba resuelto, le preguntaría a Ali, con quien no podría consultarlo sería con Winona y Lucas porque ellos le dirían que no lo hiciera. Nunca les gustó la amistad de Cristina con Paul, él había sido posesivo con ella hasta más no poder y ellos creyeron siempre que lo hacía por conveniencia propia, por no perder su único chance a convertirse en abogado; no lo respetaban para nada, y mucho menos cuando Paul se comportaba de una manera tan altanera y descarada con todos.

No tenía tiempo que perder; la fiesta era esta noche.

–¿Cristy?

Dio un salto en la silla, llevaba rato soñando despierta y la voz de Ali la trajo a la realidad de una manera intempestiva.

–Hola, me quedé medio dormida esperándolos. Donde está Will?

–Ya viene, no encontramos lugar donde dejar el carro. Cambridge está lleno de familiares y amigos que asistirán a la gala de esta noche.

Eso era, pensó Cristina, Paul la había llamado temprano y citado en el lugar habitual de la biblioteca, él quería recordarle en frente de testigos, Ali y Will, que él sería su acompañante esta noche. El decano de la universidad la había llamado la noche anterior para informarle que sería ella quien daría el discurso de despedida de la clase graduanda. Era un gran honor para Cristina que la hubieran escogido como oradora para tan significativa ocasión, y aunque el decano le advirtió que no lo comentara, se lo iba a contar a sus amigos con la promesa de que guardaran el secreto por unas horas. Usaría este comentario para informarle a Paul que se sentarían en la mesa presidencial; eso lo llenaría de orgullo.

Se veía sentada en medio de los catedráticos y grandes figuras de la universidad, con Paul a su lado, erguido y hermoso como un adonis, atractivo, codiciado y totalmente suyo, aunque fuera por una sola noche.

–Es que estoy un poco cansada. Tengo mil cosas que hacer esta mañana y venir hasta acá a tan temprana hora del día me ha desequilibrado mi agenda. ¿Para qué quieren reunirse conmigo hoy? Cualquier cosa que tengan pendiente puede esperar hasta mañana. ¿Cuál es la prisa?

Comentó Cristina con el fin de que Ali no descubriera su ansiedad.

–No lo sé, Paul fue quien nos citó a nosotros y aunque igual que tú protestamos por lo temprano de la hora, nos dijo que era indispensable que estuviéramos aquí.

Gracias Dios mío, eso era, Paul la iba a invitar formalmente delante de los amigos, él quería hacer de esta una ocasión inolvidable. Que tonta había sido pensando que Paul no iba a cumplir su palabra.

–Ay Cristy, si vieras, ya tengo el vestido para esta noche, es precioso, me enamoré de él en cuanto lo vķ en Neiman Marcus, la verdad es que me gasté mucho más de lo que debía pero…La ocasión lo amerita, tu no crees.

–Claro que si, has trabajado muy duro para conseguir tu título y te lo mereces, además, dentro de poco no tendrás que preocuparte de precios, serás una economista excepcional y próspera.

–De tus labios al cielo… ¿Oye Cristy, y tu ya estas lista para la fiesta? Quieres que te acompañe a comprarte algo, o hacerte el pelo o el maquillaje, lo que tú quieras, yo encantada de transformarte en una niña linda.

–No, no te preocupes por mí, yo me las arreglo.

–Yo sé mi amor pero quiero ayudarte. Quiero que te compres un vestido nuevo, nada de que Rosi te lo haga ni mucho menos. Quiero que vayas a Neiman Marcus como fui yo y escojas algo que te quede bien, apropiado para tu edad.

–¿Y cuál es mi edad?

–Quince preciosos añitos.

–Ali, me faltan solo unos meses para cumplir los 17 años. ¿A esa edad ya tú y Will eran novios, no?

–No, no, no, un momento señorita. ¿Qué me estas tratando de decir? ¿Qué ya eres un adulto? Pues no, por muchos títulos que tengas tú todavía eres una niña, no puedes compararte con nosotros, tú eres algo especial.

–Si no te conociera como te conozco te diría que me estabas discriminando. Qué más da la edad cronológica, la edad intelectual es la que cuenta.

–Está bien, digamos que eres toda una intelectual, madura y con experiencia. ¿Qué tiene eso que ver con comprarte un vestido?

–Ay Ali, no tiene nada que ver, solo estaba jugando contigo.

Seria mejor dejarlo así, ninguno de ellos entendería nada, para qué seguir batallando con algo imposible. Los hechos hablarían más que las palabras esta noche. Estaba tan ilusionada con arreglarse como una mujer y verse bien bonita para Paul. ¿Será posible que Paul me encuentre atractiva? Por qué no; hay que pensar positivamente.

–Quizás debas preguntarle a Paul que frac se pondrá para la ocasión y así no corres el riesgo de ponerte un vestido que no combine con su atuendo.

Cristina se le quedó mirando sin saber que decir

–Cristy… ¡Hola!...

–¿Qué decías?

–Te decía que debes preguntarle a Paul que frac llevará para que luego no descompaginen, yo estoy segura que él se pondrá un precioso esmoquin y tú debes llevar algo que este a su altura.

–¿Ali, tú crees que él se acuerde de la promesa que me hizo?

Ay…Se le salió, no debía haberlo dicho de aquella manera, pero ya era muy tarde. Ahora Ali sabría que ella añoraba el momento con toda su alma.

–Por supuesto, y si no aquí estamos nosotros para recordárselo.

–Ay no Ali, no digas nada, me da pena. Cómo le voy a exigir a Paul que me lleve a la fiesta.

–Tu no le estas exigiendo nada, él te lo prometió y hasta te firmó un contrato. ¿Te acuerdas?

Qué si me acordaba, pensó Cristina, por supuesto que me acordaba, no había dejado de pensar en dicho contrato ni un minuto en estos últimos seis años. Ya no le cabía ninguna duda, Paul le iba a recordar su compromiso.

De pronto sintió como todos los músculos de la cara se le relajaban y una brillante sonrisa le iluminaba el rostro. Que feliz era, como podía haber dudado de la palabra de Paul, que tonta había sido.

Trasladada como estaba en su pensamiento, escuchó cómo se abría la puerta del cubículo de estudio. Aquel cuartico del último piso de la biblioteca tenia la historia de todos ellos grabada en sus paredes. Cuanto habían aprendido y discutido entre aquellos paneles de cristal. Dentro de muy poco todo pasaría a ser historia y Cristina estaba segura que la nostalgia la abrumaría. Escucho como se abría la puerta y entraban Will y Paul.

–Llevo veinte minutos buscando un maldito lugar para dejar el auto, y nada. Sin embargo Paul llega detrás de mí y se mete en uno que acaba de ser desocupado justo en frente de la biblioteca. No lo entiendo. ¿Cómo haces para tener tanta suerte siempre? Déjanos un poco para los demás, no seas avaricioso.

–Perdona hermano, pero no fue mi culpa, vi el carro salir y dejar el espacio vacío y me metí en él, no sabía que andabas buscando aparcamiento. Si lo quieres te lo doy.

–Si claro, ahora, después que me he calado la maldita lluvia corriendo dos cuadras hacia acá. La calle estaba llena de gente. ¿De dónde salió este temporal? Estaba pronosticado buen tiempo para hoy; los meteorólogos no saben lo que dicen.

–Will, cada día te pones más peleón y refunfuñón, te estás convirtiendo en un viejo.

–No es nada de eso, es que encima de quitarme el aparcamiento me has hecho levantar súper temprano y no entiendo por qué. ¿Qué pasa? ¿Cuál es la emergencia?

Paul se sentó frente a ellos y respiró profundamente. Bajó la vista por unos instantes y cuando la levantó, posó su mirada en Cristina. Mostraba una mueca de inseguridad en su cara que los amigos nunca antes habían visto. Tomó otra profunda respiración y comenzó a hablar muy bajo

–Cristy, tengo algo que decirte que no te va a gustar mucho pero quiero que me escuches hasta el final, por favor. Y ustedes no hablen hasta que yo termine, está bien.

Nadie respondió, los seis ojos estaban clavados en Paul como saetas queriendo traspasar su mirada. El corazón de Cristina se detuvo.

–Cristy, no voy a poder llevarte a la fiesta esta noche, mi…

–¿Qué?...

–¿Qué dices, estás loco?...

Cristina fue la única que no dijo nada, se le quedó mirando. Con razón el corazón le había parado de latir, sabía que de un momento a otro caería al suelo muerta; así que se había acordado pero rompería su promesa. Que tonta soy de haberme hecho ilusiones.

–Les dije que me escucharan, por favor…

Todos callaron, pero el silencio se oía mucho más fuerte que los gritos que pudieran haber dado, sobre todo Will y Ali que estaban fuera de sí.

Paul se viró hacia Cristina y le dijo.

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