Cristina

Cristina


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–¿Pero a ustedes que les pasa? Como han podido hacerle algo así a Cristina después de los sacrificios que ha hecho por los tres, las horas que ha dejado de dormir para tener sus cosas listas y arregladas cuando ustedes no podían hacerlo por ustedes mismos. Puedo decir sin lugar a equivocarme que ustedes son lo que son hoy en día gracias a ella, sin ella ninguno hubiese llegado a donde están. Cómo pueden olvidarse de todo precisamente ahora cuando ya no la necesitan. Esto es inconcebible, nunca pensé que ocurriera algo así, que fueran tan malagradecidos. Han hecho sufrir a mi niña y eso no se los perdonaré nunca jamás.

Rosi mentía, y lo sabía; siempre estuvo muy consciente de que esta amistad con los chicos mayores iba a terminar mal para la niña. Eran mundos muy diferentes y aunque los muchachos no se dieran cuenta, ya habían dejado de necesitarla; ya Cristina pasaba a un segundo plano.

–Rosi, por favor escúchame. Tú de verdad crees que nosotros queremos hacerle algún daño a Cristy?

–Está bien, digamos que esa no fue su intención, pero ya está hecho, y si ella les dijo que no había problema entonces déjenla tranquila; ella esta ocupadísima esta mañana.

–¿Ocupada en qué?

–En lo que a ustedes no les importa.

Rosi estaba preparando la siguiente arremetida contra el muchacho cuando oyeron la puerta abrirse, Will la había dejado entrejunta al entrar. Era Ali que llegaba con cara de derrota.

–¿Y, la encontraste?

–¿Tu la vez conmigo? ¿No, verdad? Pues eso quiere decir que no la encontré.

Rosi notó como los ánimos entre ellos estaban bien cargados, las palabras aunque muy normales tenían un tono ofensivo y desafiante. Qué cosas tenía la vida, eran ellos y no Cristina quienes estaban mal. ¿Dónde estaría la niña? Dios mío, cuídamela, no la dejes sufrir… Cristina es mucho más fuerte de lo que todos nosotros pensamos, pensó Rosi; siempre aprovecha las circunstancias negativas para aprender, quizás era esto lo que necesitaba para de una vez y por todas olvidarse de ese amor absurdo de Paul.

–Bueno está bien ya. Se me tranquilizan los dos ahora mismo. Yo espero…, no… yo sé…que ninguno de ustedes trató de herirla, y si ya lo hicieron, hecho esta, pero si ella no dijo nada y se despidió bien con ustedes ¿por qué han de pensar que han hecho algo malo?

–Porque su normalidad no tiene nada de normal. –Dijo Ali. –Al menos debía haberse enfadado con Paul, pero ni eso hizo. ¿Te das cuenta? No es normal.

–Yo creo que le están dando muchas vueltas al asunto.

“Dios mío cuídamela. ¿Dónde estará? ¿Por qué no contesta el teléfono? Tengo que encontrarla. Tengo que echar a estos fuera de aquí para salir a buscarla.”

–Rosi tiene razón. –Dijo Will.– Los equivocados somos nosotros. Estoy seguro que con lo ocupada que esta no ha tenido ni tiempo de pensar en la fiesta. Quizás mañana le hale las orejas a Paul, pero no creo que lo haga hoy– Se viró hacia donde estaba Rosi y le preguntó– ¿Qué tanto tiene que hacer Cristy hoy? Todo está parado con motivo de la fiesta.

–Tenía que terminar varias cosas que estaban pendientes en algunos departamentos, creo que la oí decir, o algo así, no sé bien. Anoche alguien la llamó tarde y le dijo algo que la puso muy contenta pero yo estaba medio dormida y no entendí bien. Yo que ustedes no le daba mucha importancia al asunto. Como dice Will, si esta brava con Paul se lo hará saber en cuanto tenga tiempo.

Pero no tuvieron que esperar, por la puerta apareció Cristy y los miró a todos sorprendida. Rosi le dio gracias a Dios por habérsela devuelta sana y salva.

–¿Qué pasa? ¿Qué hacen aquí ustedes?

–Cristy, queremos hablar contigo…

–Ya les dije que no hay nada que explicar. Si siguen insistiendo me van hacer enojar de verdad y ya les dije que hoy es un día muy especial para mí y no voy a permitir que nadie me lo eche a perder. ¿De acuerdo?

–Cristy por favor óyenos, no quisimos ofenderte…

–Ali, ya los oí, los que no me oyen a mi son ustedes. Tengo mil cosas que hacer y no puedo perder el tiempo en esta tontería.

El uso de esta última palabra lo hizo a sabiendas de que los molestaría; quería dejar claro que la decisión de Paul no era lo suficientemente importante como para alterar su ánimo. Sin embargo quería herirlos como antes ellos la hirieron, dejándoles saber que lo que para ellos representaba un mundo, para ella no era nada. Por lo menos por fuera, cualquiera que la estuviera viendo creería en sus palabras, menos Rosi, pero con esta tendría una discusión a solas mas tarde.

–No voy a permitir que te quedes en la casa. Tú tienes que ir a esa fiesta.

–¿Y quien dijo que yo no iba?

–Entonces te sentaras con nosotros ̶ dijo Ali – Rosi también, por supuesto.

–Por mi y por Rosi no tienen por qué preocuparse, ya se los dije, y ahora, si me permiten tengo que ponerme a trabajar. Nos vemos esta noche.

Con la misma me metió en su cuarto y se sentó al frente de su computadora. Will la siguió.

–¿Con quién vas y donde te vas a sentar?

–Eso no es de tu incumbencia Will.

–Lo vez, si estas enojada con Paul, pero lo que no quieres es dar tu brazo a torcer y decírselo en su cara. ¿Con quién vas?

–Will, yo te quiero mucho, tú eres uno de mis mejores amigos, mi hermano, lo mismo Ali y Paul, pero ustedes no son el centro de mi universo. Yo tengo muchos amigos que ustedes no conocen, como ustedes tienes muchos que yo no conozco.

–¿Con quién vas?

–Te dije que a ti eso no te interesa y por favor déjame tranquila que tengo que terminar esto. Para tu información, yo soy la oradora de la fiesta de esta noche, yo daré el discurso de despedida a la clase graduanda y me sentaré en la mesa presidencial con un amigo mío que tú no conoces, Rosi se sentará con los padres de él. Esto está planeado desde mucho antes que Paul dijera que no podría ir conmigo. ¿De verdad tú crees que yo alguna vez pensé que Paul pudiera perder una noche con alguien como yo? Por favor. Ahora que ya tienes toda la información que necesitas puedes irte tranquilo. Seguro que nos veremos esta noche puesto que quiero ir saludar a tus padres y a los de Ali.

–¿Con quién vas?

El tono de voz de Will había cambiado completamente. Ahora el enojado parecía ser él, como si Cristina lo hubiera ofendido con la información

–Voy con un hombre Will, con un hombre precioso, y bueno, que me gusta muchísimo y lo más seguro es que pierda mi virginidad esta noche; con quien mejor que con él. Sus padres me quieren mucho y siempre han sido muy amables conmigo, esta noche están encantados de tener a Rosi con ellos.

La voz de Cristina también había cambiado, su tono era bajo y calmado pero sus palabras sonaban fuertes y desafiantes.

–Que rápido le buscaste repuesto a Paul.

–Ni que fuera yo su novia o algo por el estilo. Yo nunca pensé ir con Paul, ya te lo dije, esto no tiene nada que ver con él.

–Tú planeaste todo esto para llamar la atención.

–Pues fíjate que sí. Llevo meses planeando lastimarlos a todos y me ha salido muy bien el plan. Ya los herí, ya sabemos que lo planeé todo y que soy una mala persona, así que ya se pueden ir.

Los dos callaron mirándose a los ojos. Cristina no sabía de donde estaba sacando las fuerzas para enfrentarse a Will y Ali de la manera que lo estaba haciendo. No tenía sentido perder el tiempo en argumentos completamente contraproducentes, pero si ellos insistían en discutir, pues adelante.

–Entonces todo el lio con firmar el dichoso papel y toda la ilusión que tenias de ir con Paul fue una vil mentira.

–Yo tenía apenas diez años cuando eso sucedió, no pensaran que he estado soñando en ese momento todo este tiempo. Ustedes son mis amigos, mis mejores amigos; mis hermanos, y espero que lo sigan siendo por muchos años más pero eso no les da derecho a tomar decisiones por mí, y mucho menos a decirme con quien tengo o no tengo que salir. Yo nunca les he preguntado a ustedes que hacen o dejan de hacer, porque eso no es de mi incumbencia. Pues igual debe ser cuando a mí se refiere.

–Tú puedes decir de nosotros lo que quieras, y botarnos a patadas de aquí, pero yo no te voy a dejar ir a esa fiesta con alguien que nosotros no conocemos y sobre todo con las intensiones que tienes de perder la virginidad.

–¿A qué edad perdiste tú la tuya Will, y tu Ali? ─Dijo mirando a la misma─ Yo nunca se los he preguntado. ¿Por qué? Porque no es un asunto mío, eso es algo totalmente privado de ustedes. De la misma manera deben ustedes respetar mi privacidad. El hecho de que me hayan mirado como a una niña todos estos años tampoco prueba que lo soy. Ustedes se han hecho una idea de mi completamente errónea y es hora de que la cambien. Ya yo crecí, ya soy una mujer, ya me puedo hacer valer por mi misma sin ayuda de nadie. ¿A qué viene todo esto ahora? ¿Cómo nunca se ocuparon de lo que hacía cuando se perdían por días o por semanas durante las vacaciones? Ah, es que sabían que estaba con Rosi, pues ahora sigo estando con ella y no es asunto de ustedes con quien entro o salgo, o voy o vengo. Vaya… ya me arruinaron la mañana, pero no me van a arruinar el resto del día. Ali, vete tranquila que yo estoy bien. Will, no te metas en lo que no te importa porque no te queda el oficio de padre.

Al final de su bravuconería Rosi advirtió que la voz de Cristina estaba llena de dolor y no faltaba mucho para que se echara a llora por lo que los empujó a todos fuera del cuarto diciéndoles.

–Afuera, todos. Aquí la única que tiene que ocuparse de ella soy yo, como lo he estado haciendo desde que nació, así que déjense de tonterías y váyanse por donde mismo llegaron. Esta noche nos veremos en la fiesta. Ahora mi niña tiene que trabajar. Adiós.

Salieron sin poner resistencia. Ali se detuvo para decirle algo a Rosi pero esta no la dejó.

–Ali, sigue con Will, luego hablamos.

Les cerró la puerta en la cara y volvió al cuarto a ver si Cristina seguía viva. La encontró tirada a lo largo de la cama, apretando su rostro en una almohada que humedecía con sus lágrimas. Rosi no le dijo nada, la dejó llorar como si quisiera que el dolor se le fuera con las lágrimas. La abrazó tiernamente y la arregló como pudo en la cama. Allí se mantuvo un buen rato pasándole la mano por la cabeza pero sin decir palabra.

Al cabo de un rato Cristina paró de llorar y se incorporó

–Rosi, tráeme unas bolsitas de té para ponerme en los ojos, no quiero verme así esta noche.

–¿Entonces lo que dijiste es verdad? Vas a ir con William.

–Si, voy con él y tú te sentaras en la mesa con sus padres, ya sabes que nos quieren mucho.

–Si lo sé y me alegro que todo haya sucedido así, aunque te duela el corazón ya es hora que despiertes y empieces a obrar como el adulto que dices ser.

–No me lo reproches más por favor. Seguiré adelante, pero nunca podré dejar de amarlo, así que vete haciendo a la idea.

–No creo que tu padre hubiera aprobado lo que…

–No metas a mi padre en esto Rosi. Y ahora por favor déjame un rato, todavía tengo mucho que hacer.

Rosi se retiró pensando en lo mucho que estaba sufriendo su niña, sin embargo ella no sabía qué hacer para aliviar su dolor así que lo mejor sería dejarla sola con sus sufrimientos, confiaba en que Cristina le buscaría solución a este problemas como lo hacía con todo lo demás.

“Le conteste muy mal a Rosi”, se dijo Cristina una vez esta se hubo marchado. “Siempre terminamos hiriendo a quienes más queremos, y no debería ser así.” Pero era tanta su infelicidad que no sabía cómo detener aquellas palabras ofensivas que uso para quitarse de arriba a todos los que querían ayudarla y no sabía cómo.

Una vez más, yo sola en el ruedo…

15

El Jet del abuelo Gallagher, estaba atrasado. La tormenta que se desplomaba sobre Boston había demorado todo tipo de transporte, tanto por tierra como por aire en la costa Noreste del país. Paul aparcó su Ferrari debajo del hangar y se sentó fuera a esperar por su abuelo. No tenía por qué preocuparse por Cristina, ella estaba bien… ¿Entonces por qué se preocupaba? No era preocupación, era solo un pensamiento… Se alegró de la manera con que Cristina había aceptado la noticia, de hecho le molestó un poco que lo tomara tan bien. ¿Y qué quería? ¿Qué se pusiera a llorar y a pataletear como una niña chiquita? Mejor así, lo que si debió hacer fue insistir en comprarle algo de ropa para que llevara a la fiesta, tanto para ella como para Rosi, no quería que se rieran de ella y muchos lo harían, empezando por su madre que nunca le gustó su amistad con Cristina. No entendía cual era el problema que Agnes tenía con Cristina, siempre criticándole su atuendo y tratando de disminuir la realidad de su inteligencia, "Esa es una arribista, le decía Agnes, que lo único que quiere es tu dinero." Que poco conocía su madre a Cristina, lo menos que le importaba a la niña en este mundo era el dinero, pero hacérselo ver a su madre era perder el tiempo.

El Aeropuerto Internacional Logan de Boston quedaba solo a unas cuatro millas del centro de la ciudad; este pequeño aeródromo abrió sus puertas el 8 de Septiembre de 1923. Era el único aeropuerto de entre las grandes ciudades de los Estados Unidos que no servía de base de una de las importantes aerolíneas del país. Esto lo hacía más pequeño y personal. Estaba rodeado de agua y aterrizar en él no era nada fácil, especialmente durante el invierno cuando las pista se congelaban y no había como parar los aviones. Aparte de las cuatro terminales públicas, Logan contaba con una terminal paralela donde llegaban los jets privados. Paul se acordaba de la primera vez que aterrizó el avión de su abuelo en este lugar, se estaba muriendo de miedo pero no dijo nada, lo hizo con la misma calma como cuando lo aterrizaba en San Ignacio donde la pista, paralela al mar, era casi interminable.

El aeropuerto Logan se hizo trágicamente famoso el 11 de Septiembre del 2001, cuando dos aviones, uno de American Airlines y otro de United Airlines, que salieron juntos esa mañana desde él, fueron secuestrados por terroristas musulmanes quienes después de matar al piloto y al copiloto tomaron el mando de la cabina y condujeron ambos aeroplanos hasta New York donde los estrellaron contra las Torres Gemelas del World Trade Center. La tragedia nacional más grande de la historia Americana moderna.

El sonido del avión lo sacó de sus reflexiones. El Eclips 500 era una joya de la aviación, el abuelo había insistido en que él aprendiera a volar quizás antes que aprendiera a conducir un automóvil, por lo que Paul le estaría agradecido toda su vida. La libertad de poder subir al liviano aeroplano y volar a donde quisiera, era algo que muy pocos tenían la oportunidad de experimentar.

Paul vio como el avión hizo un perfecto aterrizaje y poco a poco fue disminuyendo la velocidad hasta quedar justo delante de las grandes puertas del hangar. Unos segundos después vio como la puerta se abría y su abuelo descendía por la diminuta escalerilla.

–Bienvenido abuelo.

–Gracias hijo, no sabes lo feliz que estoy de estar aquí contigo celebrando el fin de tus estudios. Estoy ansioso porque tomes las riendas de GALCORP.

–Abuelo, todavía me queda mucho por aprender para poder hacer lo que tú haces.

–Pues quiero que aprendas rápido.

Se abrazaron con un apretón que decía cuanto se querían.

–¿Todo listo para esta noche?

–Todo listo, solo faltabas tú.

–¿Y tus padres, están aquí ya?

–Si, llegaron anoche. Están en el Four Seasons, en la suite presidencial.

–¿Y yo?

–Tú estás en la suite continua.

–Hubiese querido alojarme en otro hotel pero tu madre se ocupó de hacer todo eso y yo por no oírla la dejé que hiciera lo que le diera la gana. Si supieras las ganas que tengo de salir de tus padres.

–No más que yo, créeme.

–¿Y mi nieta como esta?

Ah… no había pensado en cómo decirle al abuelo que Cristina no estaría con ellos esta noche

–Bien, contenta porque ya termina.

–Me alegro mucho. Ha trabajado tanto ese angelito que se merece ser feliz e independiente al fin.

–Sí, tienes razón.

–¿Ali y Will?

–Bien también, contentos como nosotros.

–¿Están sentados cerca de nosotros?

–Sinceramente no lo sé, Agnes se ocupó de todo eso.

–No sé qué fuera mejor para ellos, si estar cerca o lejos de tu madre. De cualquier manera los veremos esta noche.

–Si, por supuesto.

Montaron en el Ferrari y partieron a toda velocidad bajo la lluvia que todavía azotaba la ciudad. El hotel quedaba a unos 15 minutos del aeropuerto pero la lluvia lo haría más largo. Paul no quería hablar más de la fiesta ni de esta noche, de repente se dio cuenta que quizás su abuelo no aprobaría lo que hizo con Cristina; en fin, ya no había nada que hacer, además, su abuelo estaba allí por él solamente, ya vería a Cristina en el transcurso de la noche.

Se hizo una nota mental de llamar a Ali a ver si le habían comprado algún vestido a Cristy, y que había pasado con sentarse en la mesa de ellos. Cristina, lo que tenia de inteligente lo tenia de terca, y si se había empeñado en ir vestida de payaso, así lo haría.

Buscó algo que decir para que su abuelo no preguntara más por sus amigos.

–Papa, estaba pensando ir a pasar unos días en San Ignacio después de la graduación, qué te parece la idea.

–Me parece estupenda. Te mando el avión con Jeffrey o si quieres lo piloteas tu mismo, como desees.

–¿Quieres ir conmigo?

–Sí, si puedo me reúno contigo aunque sea por un par de días. Pero no creo que tú vayas a ir solo. ¿O tienes a alguien esperándote allá?

–No, no me espera nadie, solo quiero descansar, además si necesito a alguien con ir al club o a uno de los hoteles tengo.

–Sí, tienes mucha suerte con las mujeres. A propósito. ¿Qué ha dicho tu madre de que lleves a Cristina de pareja?

Fingió no oírlo y le respondió.

–Ya estamos aquí, bájate que yo voy a dejar el carro y te veo arriba.

–Deja que el mozo lo aparque.

–No, tengo algo que buscar para mi frac de esta noche; ve subiendo tu que enseguida vengo.

Cuando su abuelo se hubo desmontado del carro arrancó lo más rápido que pudo y se perdió de vista en medio de la lluvia y el tráfico. Cómo no pensó en su abuelo cuando decidió no llevar a Cristina, ahora iba a tener problemas con él por culpa de ella, ya lo veía venir. ¿Qué podría hacer? Si la cosa se ponía muy mala, la sacaría de la mesa de Will y Ali y la sentaría con ellos y Agnes se tendría que aguantar, con su abuelo allí no se atrevería a decir nada de la niña. Se le iba a fastidiar la noche, ya lo sabía. Claro que siempre podía decirle al abuelo la verdad, que Agnes se apareció con esa familia y no podía hacerles el feo, su abuelo lo entendería. Es más, quizás hasta se le olvidaría el royo de Cristina una vez llegara a su suite y su madre empezara a cacarear como una gallina, aturdiéndolo como siempre lo hacía.

Quería estar seguro de que todo estaba en orden con el asunto de Cristina, así que decidió llamar a Ali.

–Halo.

–¿Ali, arreglaste algo con Cristy?

–No, no quiso que la ayudara.

–¿Insististe?

–Hasta donde pude.

–¿Entonces, no va la fiesta?

–Sí, si va, ella es la oradora que dirá el discurso de despedida de la clase graduanda.

–¿Y le compraste algo de ropa?

–No, tampoco quiso, me dijo que no lo necesitaba.

–Que terca es esa niña, veras la vergüenza que va a pasar cuando se levante a hablar delante de todo el mundo, se reirán de ella, lo sé; empezando por mi madre.

–No se Paul, ella se ve muy confiada. Me atrevería a especular que ella sabía que todo esto iba a suceder y lo arregló antes de que tú le dijeras que no la llevarías.

–No lo creo.

–Bueno, ya no hay nada que hacer, como ella misma nos dijo a mí y a Will, esta noche es especial para todos y debemos disfrutarla al máximo y dejar las preocupaciones a un lado. Yo confió en que todo saldrá bien.

–Se sentará sola en la mesa presidencial y todos la verán, ojala no se vista de payaso…

–No, no va sola, van con un amigo.

–¿Qué qué? ¿Con quién?

Notó como el tono de su voz cambió y como le molestó el saber que Cristina tenía compañero para esta noche.

–No lo sé.

–¿Por qué no le preguntaste?

–Claro que le pregunté pero, dice que nosotros no lo conocemos.

–Eso es mentira. ¿Cómo se va a haber buscado un acompañante en menos de una hora?

–Me dijo que ella nunca pensó que tú cumplieras con tu palabra de llevarla a la fiesta, por eso se buscó alguien con quien ir, mucho antes de que tú le dijeras que no la llevarías.

–Eso también es mentira. Eso no puede ser.

–Bueno, puedes preguntarle cuando la veas, yo te voy a dejar porque estoy en la peluquería. Nos vemos esta noche.

–¿Espera…a donde están sentados ustedes? Mi abuelo quiere saludar a tus padres y a tus suegros.

–No tengo idea, creo que cuando lleguemos allí nos indicaran donde esta nuestra mesa, pero no te preocupes, nosotros te encontraremos y lo traeremos hasta la mesa nuestra.

–De acuerdo, entonces nos vemos más tarde.

No creía lo que le había dicho Ali, Cristina quizás había dicho eso como escusa, pero no era posible que "su Cristina" lo hubiera suplantado por otro en tan corto tiempo. Y eso de que sabía que él no cumpliría el contrato; otra mentira. Ya se encargaría él de aclarar toda esta situación en cuanto llegara a la fiesta. ¿Por qué me molesta tanto que Cristina vaya con otro hombre que no sea yo? Pensó Paul, pues porque ella es mía, me pertenece, ella no hace nada sin mí, sin consultarlo conmigo. ¿Y si lo hizo para molestarme? ¿Molestarme de qué? Y a mí que me importa quién sea su acompañante.

El sonido del teléfono celular lo sacó de sus reflexiones, vio con desagrado que había un mensaje de su madre diciéndole que volviera al hotel inmediatamente; ya empezamos, pensó Paul, cuál será el problema ahora. Como pudo dio la vuelta y se dirigió al hotel, dejó el carro con uno de los porteros del mismo subiendo hasta la suite de sus padres. Allí se encontró con toda la comitiva esperándole. Al entrar, su madre no le dio tiempo de decir nada.

–¿Qué es eso de que tú vas a llevar a la chiquilla mocosa esa amiga tuya y la vas a sentar con nosotros en nuestra mesa?

–No, yo no voy a llevar a nadie a ningún lugar.

–¿Tú no serás la pareja de Cristina esta noche?

Ahora era el abuelo quien preguntaba con algo de disgusto en la voz.

–No papa, Cristina va con un amigo de ella.

–Pero yo pensé que…

–Si pero no, ella cambio el plan en el último momento.

Era la primera vez en su vida que le mentía a su abuelo; no tenía otra alternativa.

Vio la cara de disgusto que puso su abuelo y una vez más se preguntó si habría hecho bien o mal al dejar a Cristina plantada. Giró su mirada hacia donde estaba Bamby, la hija del matrimonio amigo de Agnes, esta era rubia y esbelta, con una mirada medio tonta pero que decía a mil gritos "quiero estar contigo". Sí, había hecho bien, él no podía pasar una noche tan memorable sin satisfacer sus necesidades fisiológicas, se dijo a sí mismo con una sonrisa en los labios; esta tonta me hará olvidar a Cristina. Bamby por su parte parecía derretirse ante sus ojos. ¿Cómo tomarían sus padres el hecho de que ella no regresaría a dormir al hotel? Eso no era asunto suyo. ¿Estaría su madre jugando a casarlo? Ahí la cosa sí que estaba fea, porque si no llegaba con la muchacha al hotel le dirían que… Ah, a mí que me importa lo que digan, Bamby es mayor de edad y yo no la obligaré a hacer nada que ella no quiera; el asunto es que todas "querían". Si, la vida suya era muy, pero que muy buena, y se pondría mejor en los próximos meses, estaba loco por salir de la universidad y meterse de lleno en GALCORP; pero de ataduras y matrimonio nada, tenía una maravillosa vida por delante y pensaba vivirla a plenitud.

♣♣♣

 

Gavina bajó con un maletín de mano y se dirigió a la esquina a coger un taxi, Pepe no había querido llevarla al aeropuerto, pensaba que lo que estaba haciendo era una tontería y una pérdida de tiempo. Después de muchos ruegos y promesas consintió en comprarle un pasaje, y le dio algo de dinero para que se quedara en un hotelito barato, a ella no le importaba. Lo importante era que se iba a Boston a buscar a su hijastra y a arreglar su futuro a costa del trabajo de la mocosa. No sabía cómo, pero la encontraría. Llamó al consulado y pidió una cita con el cónsul en Boston para el sábado por la mañana pero no fue posible, no podría verlo hasta el lunes, sin embargo no le dijo nada a Pepe puesto que si no, era posible que no la hubiera dejado ir hasta el mismo lunes. Necesitaba respirar un poco de aire fresco sin Pepe a su lado haciéndole la vida imposible. Un fin de semana en Boston no le vendría mal. El problema del idioma no le importaba, estaba segura que sus encantos femeninos hablarían claramente por ella. Se vio sentada en una barra llena de hombres, todos mirándola y deseándola…

Un taxi se detuvo ante ella y subió.

–Al aeropuerto por favor.

–¿What?

–¡¡¡AEREOPUERTO…!!!

Este tarado no habla español, con la cantidad de dominicanos que hay por aquí.

–¡¡¡AEREOPUERTO…KENNEDY…!!!

–You don't have to scream at me lady. Damn Latins, this city if full with these fucken people.

–AEREOPUERTO…KENNEDY…

–I KNOW BITCH, I KNOW…SHUT– UP…

–Eres gilipoyas o qué, por qué me gritas imbécil. ¿De dónde carajos eres que no hablas español?

–Fuck you.

–Fokin tu madre, hijo de puta.

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