Cristina

Cristina


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–No, no tengo tiempo, esto tiene que resolverse lo antes posible. La persona de la cual sospecho es mi esposa, la madre de mi hijo. Ella y yo nos casamos en unas circunstancias poco favorables y nuestro matrimonio… nunca funcionó. Ella siempre odio a esa muchacha y sé que es capaz de hacer hasta lo más terrible por impedirle que estuviera junto a Paul. Además, todo el incidente se desenvolvió alrededor de ella. Su apellido de soltera era Moreau, Agnes Moreau, y era de Tennessee. Según ella no tenía ninguna familia, sus padres murieron cuando ella era joven… De hecho, en la boda había un primo de ella, que luego resultó ser abogado, ella le consiguió un puesto en la compañía de mi padre y… Él fue quien estuvo a cargo de la gestión legal cuando denunciaron a Paul… ¿Cómo no me di cuenta antes? …Eso es…Ahí está el fraude…

Anthony hablaba consigo mismo, asombrándose de lo que decía. Wiseman lo miraba también con asombro, no estaba acostumbrado a tener clientes de este tipo. Había algo raro en él, inocencia, culpabilidad, vergüenza… Pero no malicia. Decidió esperar hasta que Anthony se repusiera de su descubrimiento para que siguiera contándole.

Anthony por su parte, después de unos minutos, levantó la vista lentamente clavando sus ojos en los del investigador como una súplica de ayuda…Sus labios se transformaron en una leve sonrisa de esperanza y le dijo.

–Estoy seguro de que fue ella quien lo hizo todo…Ahora sí que estoy seguro, no entiendo cómo es que no lo descubrí antes…Señor Wiseman tiene que ayudarme, no me importa lo que cueste, necesito encontrar a esa muchacha lo antes posible…

–No se preocupe, haremos lo que esté en nuestras manos para encontrarla. ¿Qué hay de las otras dos personas?

–Si claro, ellos también eran amigos, se llaman William Smith y Alison… Hopkins, creo no estoy seguro, pero la prioridad es Cristina.

–De acuerdo. Veo que su prisa es auténtica, aunque todavía no me ha contado toda la verdad…

La sonrisa de los labio de Anthony se convirtió en una mueca de venganza…Le había llegado la hora a Agnes, y era él mismo quien la iba a hundir para siempre…

 

♣♣♣

 

Eugene Hackman recibió la llamada de Anthony Gallagher alrededor de las once de la mañana, tenía el día ocupadísimo pero algo le decía que debía verlo hoy mismo. Le dijo a su secretaria que lo pusiera al final del día, como a las seis de la tarde y que le advirtiera que quizás tendría que esperar un rato. Cuando su secretaria le llamó para confirmar la cita, le hizo saber que el señor Gallagher esperaría lo que fuera necesario pero que le era urgente verlo hoy mismo.

Había sido un día extremadamente ocupado para Bailey y para él, no podían quejarse, la firma marchaba a todo tren, tenían muchos más clientes de los que podían manejar y cada día necesitaban más abogados… Gene dejó que su mente vagara y se remontara diez años atrás…Recostado en uno de los butacones de su oficina, volvió a ver en su mente el día que naciera su hijo; como su esposa se había hecho gran amiga de Cristina, y como esta los había ayudado a llegar hasta la cumbre donde estaban. Cristina había resultado ser un genio, la persona más inteligente que él conociera en su vida. Como aquel primer caso en que la consultó, le había tomado solo unos minutos después de los cuales le aconsejó que lo aceptara y le dijo como ganarlo… De aquellos primeros cien dólares que le pagó por menos de media hora de trabajo y como aquel caso le trajo a la firma unos buenos millones de dólares. De ahí en adelante, los casos les llovían y Cristina los resolvía todos.

Que bendición de Dios había sido que aquella niña llegara a sus vidas cuando lo hizo. Crystal y él se habían casado algo mayorcitos. El nunca pensó tener hijos pero ella sí, y él la complació. Luego aquel hijo se convirtió en la mayor felicidad de sus vidas. Billy y Pauly crecieron como hermanos. En aquel entonces Cristina vivía en un apartamento en el barrio latino del alto Manhattan, pero no por mucho tiempo, la chica trabajaba incansablemente con un montón de compañías farmacéuticas, se movía en la vida medico–académica a una velocidad nunca vista, hacia negocios, invertía…En menos de dos años se compró la mansión de los Hamptons, endeudándose hasta el cuello, pero en solo seis meses más salió de su deuda y siguió adelante. Cuando Gene le preguntó cuál era el apuro por comprar tremenda mansión, Cristina le contestó que quería que Pauly viviera una vida feliz y sin carencias de ningún tipo y sobretodo, quería protegerlo del bullicio de la ciudad y de la fealdad de la urbe. Cristina lo convenció de comprarse una casa cerca de ella para que los niños crecieran juntos, él al principio se negó porque no tenía el dinero para ello, pero ella lo convenció y puso de su propio dinero para que pudieran ser vecinos.

Cuando Gene quiso averiguar algo de la vida de Cristina, su esposa Crystal le dijo que Cristina era una persona muy reservada y que no la molestara. Siempre dijo que era casada pero nunca se le conoció un esposo, eso lo intrigaba al principio, pero con el tiempo se le pasó. Su hermano mayor Bailey la acogió como a una nieta y Cristina a él como a un abuelo; se llevaron bien desde el primer instante que se conocieron. ¿Pero cómo no llevarse bien con aquel ángel? Cuan afortunados habían sido con la llegada de aquella muchachita a sus vidas.

El sonido del intercomunicador lo trajo a la realidad.

–Señor Hackman, el señor Gallagher está aquí.

–Pásalo Clarisa, gracias.

Gallagher… ¿Que coincidencia…?

Oyó abrirse la puerta y se levantó dirigiéndose hacia el recién llegado

–Tony, que gusto de verte.

–Hola Gene, igualmente.

Se abrasaron como lo hacen los hombres, tocándose pecho a pecho y dándose duros golpes en la espalda.

–Qué es de tu vida, hace mucho que no te veo en el campo de golf.

–Sí, hace mucho que no juego, si antes me ganabas con facilidad, ahora ni se diga.

–No digas eso, tú siempre fuiste mucho mejor que todos nosotros.

Era verdad, se dijo Anthony para sus adentros, siempre fue el mejor atleta del grupo; cómo era posible que hubiera perdido su vida de una manera tan estúpida…

–Siéntate, por favor, deseas tomar algo. ¿Un escoses?

–Si me acompañas…

–Por supuesto, he tenido una jornada de trabajo muy ocupada y ya lo estoy necesitando.

Anthony se sorprendió al darse cuenta de que él no había necesitado el alcohol en todo en día.

Gene le trajo su trago y se sentó delante de él

–Tú dirás, en que puedo servirte.

Eso era lo que más le gustaba de esta cultura neoyorquina nacida de tantas otras, aquí no se andaba con rodeos ni conversaciones vanas, aquí se iba al punto inmediatamente, no había tiempo que perder.

–Veras, mi padre quiere pasar la compañía y todos sus bienes a nombre de mi hijo Paul, pero no lo quiere hacer con nuestros abogados porque prefiere que sea algo privado. No sé si te acuerdas de mi padre, pero siempre ha sido muy reservado para sus cosas.

–De veras no me acuerdo mucho de él, tu ibas a casa muy a menudo pero no creo que él viniera a la universidad tanto, tú decías que el siempre estaba trabajando.

–Así era, y ha seguido toda su vida hasta ahora, creo que ya se cansó de todo y quiere que Paul tome las riendas.

Gene quiso preguntarle por qué no dejarle las cosas a él, pero no se atrevió, sin embargo Anthony se lo vio en la cara.

–No pienses que me siento mal por la decisión de mi padre, la verdad es que a mí nunca se me ha dado muy bien eso de trabajar, sin embargo mi hijo es todo lo contrario. Yo creo que es una muy buena decisión, papá ya esta mayor y debe dejar que Paul se ocupe de todo ese lio, a él le encanta su trabajo, yo diría que vive en su oficina.

¿Había hablado de más? El no tenia que justificarse con nadie y mucho menos que dar explicaciones a cerca de la vida de Paul… Su conciencia le dijo, cálmate Anthony, que si no luego te arrepentirás…Piensa antes de hablar…Hacia tanto que no discutía un tema importante con otra persona que le parecía ser como un niño aprendiendo a caminar.

–No pienso nada de eso Tony, el hecho de que no nos hayamos visto más a menudo no quiere decir que dejamos de ser amigos. Te recuerdo que tú y yo fuimos compañeros de cuarto por cuatro largos y estupendos años, y que nos llevábamos como hermanos.

–Lo sé, disculpa, no quise decir nada…

–No tienes que justificarte tampoco; yo se que tu vida no ha sido fácil.

–¿Cómo lo sabes?

–Eso se veía claramente desde que éramos estudiantes. Tu madre murió joven y tu padre estaba siempre trabajando. Al principio lo visitabas con frecuencia los fines de semana, pero luego te cansaste de esperarlo y dejaste de ir. Fue ahí donde empezaste a beber.

–Si mal no recuerdo no bebía solo.

–Claro hombre, yo bebía contigo por divertirme, pero tú lo hacías por necesidad, lo tuyo era olvidarte de todo, y eso solo lo conseguías estando ebrio. Luego tuviste el lio con aquella muchacha que salió preñada y te tuviste que casar…

–Para vernos tan poco te acuerdas muy bien.

–Claro que me acuerdo Tony, tú eras mi mejor amigo y de la noche a la mañana te perdiste y nunca volviste a ser quien eras…

–Mi vida ha sido un total fracaso…

–¿Cómo puedes decir semejante estupidez? Tienes un hijo, vives como un rey…

–Te recuerdo que no estamos en los dormitorios universitarios y que hace mucho tiempo que alguien me llama estúpido.

Mentira, Agnes se lo decía a diario…

–Pues para mí no ha pasado el tiempo. La amistad no tiene edad, ni envejece ni se muere. La verdadera amistad es para siempre y no puedes negar que éramos los mejores amigos del mundo, y eso me da derecho a ponerte en tu lugar. Es posible que tú hayas olvidado nuestra amistad pero yo no. ¿Crees que alguien puede llamar a mi oficina y pedir una cita conmigo para hoy mismo y conseguirla? A no ser que seas el presidente del país, eso solo puede lograrlo un amigo.

Gene tomó de su vaso y se mantuvo en silencio, quizás se estuviera pasando con el pobre Tony, pero como decía Cristy; las victimas escogen serlo porque es mucho más fácil ser cobarde que valiente.

–Tienes razón, discúlpame. Hace muchos años que no hablo con alguien que se interese por mí de la manera que lo estás haciendo tú. No estoy acostumbrado a que alguien me tome en serio.

–No me digas que te has convertido en una víctima.

–Creo que hasta la noche pasada lo fui, pero algo cambio hace solo unas horas, y ahora… ya no lo soy más…

–¿Fue la decisión de tu padre, verdad?

–Sí, pero no la decisión en sí, si no que me llamó para pedirme que hiciera algo por él; él nunca antes lo hizo y anoche, como por arte de magia me llamó y me dijo que quería que lo ayudara a hacer esto. Me dijo que no quería hacerlo con nuestros abogados porque deseaba que esto fuera algo completamente privado, y me recordó que yo tenía amigos que se habían graduado conmigo que seguro pudieran ayudarlo a llevar a cabo sus deseos. Inmediatamente pensé en ti, y aquí estoy…

 

♣♣♣

 

Los Yankees habían ganado sobre los Texas Rangers y se habían coronado campeones de la liga Americana, ahora solo quedaba esperar que se decidiera quien iría a la serie mundial representando la liga nacional. La salida del Stadium fue larga y tumultuosa, los niños se durmieron en el carro de camino a casa, al llegar Billy quiso quedarse a pasar la noche con Pauly, cosa que pasaba muy a menudo. Cristina los dejos en el cuarto y llamó a Crystal para decirle que el niño se quedaría en casa. Después se fue a la cama a tratar de leer un poco, a ver si lo conseguía…

Hacia poco tiempo, quizás un par de semanas o un mes, que no podía concentrarse en nada de lo que se pusiera a leer, sin proponérselo se le iba la mente hacia el pasado y se veía leyendo la misma línea por horas. ¿Qué le estaba pasando? Ella siempre había sido dueña de sus pensamientos, de su tiempo, de su vida, y ahora estos escapes espontáneos hacia el pasado la dejaban sin respuesta, era como si hubiera perdido su capacidad de concentración…

En este momento, en la soledad de su alcoba, lo estaba haciendo otra vez, sentada en la cama, recostada en su cómodo respaldar de piel, con el libro en sus manos y nada…No podía pasar de la maldita primera línea… Mejor era dejarse vencer e ir a donde su pensamiento quería llevarla, quizás así terminaría de una vez estas repentinas huidas de conciencia…Como por ejemplo ahora, se veía delante del padre Guzmán diciéndole que estaba embarazada y que tenía que buscarse un lugar donde vivir. Cuanto la martirizó el sacerdote con reproches por haber hecho semejante cosa, y ella lo aguantó todo sin nunca decir que estaba formalmente casada con el hombre que sería el padre de su hijo. Esa discusión hizo que se fueran de la sacristía y vagaran por las calles de New York hasta poder encontrar un albergue, primero para los padres de Rosi que estaban ya ancianos y no soportarían una noche a la intemperie, y luego para ellas, cosa que no paso hasta la tercera noche. El padre las botó como a unas indeseables. Rosi era la única persona en este mundo que la había ayudado a sobrevivir ese impase cruel que la vida le asigno. Solo estuvieron en la calle unos tres días, de estos, dos los pasaron en la lavandería del hospital donde trabajaba Cristina. A los tres días encontraron una casa de refugio para ancianos, a donde dejaron los padres de Rosi, y el próximo día, con ayuda de una trabajadora social del hospital encontraron un refugio para mujeres. Allí estuvieron hasta el fin de semana cuando Cristina consiguió algo de dinero y se mudaron para un pequeño apartamento en Washington Hights my cerca de donde trabajaba Cristina. Algunos meses después Cristina compró el edificio donde estaba el albergue y lo convirtió en una casa de protección para mujeres jóvenes que no tenían a donde llegar, para embarazadas, desamparadas, y para las que eran abuzadas por sus maridos y no contaban con recursos para sobrevivir.

Muchas personas la ayudaron, sobre todo en el mundo profesional, donde confiando siempre en sus capacidades intelectuales le hicieron préstamos para que ella pudiera realizar sus planes, por supuesto estos préstamos los pagaba Cristina con creces en solo unos meses. Así fue como compró el primer edificio y fundó la organización María Madalena, que recogía a muchachas jóvenes que quedaban embarazadas y se veían rechazadas por sus familias. Allí podían vivir y tener a sus hijos, al termino del embarazo y después del el nacimiento del bebe, se les buscaba un trabajo y se les ayudaba a empezar una nueva vida; el compromiso solo era ayudar a las jóvenes que vinieran después de ellas, únicamente desde el punto de vista emocional, los gastos estaban todos cubiertos por la fundación cuya presidenta era Cristina, aunque su nombre se mantuviera anónimo para efectos públicos. Winona y Lucas la ayudaron mucho. Al irse de Boston con Rosi, Cristina cortó su comunicación con todo el mundo, sabía que Gavina la andaba buscando y no quería comprometer a nadie, pero con Winona y Lucas fue diferente puesto que ellos siempre criticaron su relación con Paul y más de una vez le advirtieron que en cuanto él no la necesitara más, la dejaría botada en la calle como hacía con todas las mujeres con quienes andaba. Cristina sentía vergüenza de tener que admitir su equivocación frente a sus amigos. Winona y Lucas sin embargo la buscaron intensamente, usando todos sus pobres recursos y su inteligencia hasta que un mes después la encontraron trabajando en el Hospital Presbiteriano en New York.

Después de los abrazos y las lágrimas que provocaron la alegría de volverse a ver, empezaron a trabajar juntos, como antes, y una vez más, triunfaron. Lucas quería irse para Alaska con su padre a trabajar en los pozos de petróleo pero allí no había futuro para Winona, ni para él mismo, así que decidieron quedarse en New York. Vivieron juntos en aquel primer apartamento los padres de Rosi, Rosi, Winona, Lucas y Cristina. Con el esfuerzo de todos, reunían el dinero que ganaban y Winona lo invertía, así fue como una vez más salieron adelante.

El pensamiento la trasladaba a los primeros días de su embarazo, cuando los vómitos no la dejaban comer nada, así estaba de flaca y demacrada cuando la encontraron Lucas y Winona, trabajaba constantemente, Rosi tuvo que limpiar y cocinar en el albergue para que las dejaran quedarse unos días más. Allí Cristina conoció la verdad a cerca de un mundo cruel y duro que castigaba la pobreza con el desprecio, pero conoció también la bondad humana y la satisfacción de sobrevivir por sus propios medios. Se había cortado el pelo como si fuera un hombre; no tenía tiempo para pelo largo, vivió en pijamas quirúrgicos sin ponerse otro tipo de ropas hasta después que nació Pauly. En esos nueve meses de embarazo se convirtió en un ser automático, gracias a eso pudo sobrevivir. Cuando al fin dejo de vomitar, empezó a comer bien y a dormir al menos cinco a seis horas diarias, más que suficiente para ella. El peso se le fue todo para la barriga, sin embargo después de los primeros tres meses no tuvo más ojeras debajo de sus ojos, se fueron los malestares matutinos y pudo mantener una sonrisa en sus labios. Esto lo hacía por su hijo, sabía que él comprendería porque su madre trabajaba tanto. En los minutos que tardaba en dormirse conversaba con el bebé, le hacía cuentos, le cantaba y le prometía un mundo lleno de amor y felicidad. Nunca supo si él la oyó o no, pero quien si la había oído era Dios, quien estuvo a su lado siempre para que no callera rendida ni le pasara nada malo a ningunos de los dos.

Winona y Lucas se mudaron para su propio apartamento un mes antes de nacer Pauly, para ese entonces las dificultades económicas empezaban a desaparecer y los muchachos creyeron prudente dejar a la nueva mamá con el espacio necesario para poder disfrutar a su bebe. Hoy en día, Winona tenía su propia compañía de Inversiones y Lucas era feliz trabajando con la NASA.

Cristina cerró el libro, apagó la lámpara y se acostó a recordar…Nunca antes le había dado tanta importancia al dinero como cuando se vio sola y sin recursos. El dinero por el cual trabajó como una loca todos estos años, le había hecho posible darle a Pauly la vida que tenia, pero sobre todo aislarlo de un mundo lleno de preguntas para las cuales ella no tenia respuestas.

Cuando el niño cumplió los cinco años le preguntó a donde estaba su papá, aunque antes ya lo había hecho, esta vez quiso una respuesta más completa.

–Veras Pauly, tu papá está lejos, él ahora tiene otra familia y está muy ocupado.

–Y cuando me va venir a ver.

–Pues, en cuanto tenga tiempo.

–En el colegio todos los niños tienen papá, por qué yo no tengo uno también.

–Tu también tienes papá mi amor, solo que él ahora tiene otra familia y está muy ocupado.”

–Pero por qué mami.

Y así seguía y seguía y ella tenía que inventarle cuentos alrededor de la verdad hasta que al fin hacía muy poco, y ya con nueve años, Pauly le había dicho un día.

–Mami, yo creo que mi papá no me quiere, porque no hace tiempo para venir a verme.

Cristina le había contestado como nunca antes lo había hecho puesto que no podía mentirle a aquel angelito bueno y único, cuya inteligencia se negaba a aceptar las escusas que ella le daba.

–Pauly, hay cosas que no te puedo explicar en este momento, cosas que solo los adultos entienden. Yo te prometo que te lo voy a explicar todo, sin embargo, tienes que esperar algún tiempo más. Lo que si te puedo decir es que tu padre es un hombre bueno y que cuanto al fin te conozca te va a querer mucho.

–Siempre he creído todo lo que me has dicho de él mami, pero el otro día le pregunté a Rosi por mi papá y se puso a llorar; se fue y no me dijo nada. ¿Hay algo malo que yo no sé de mi papá?

–No mi amor, no hay nada malo, solo que Rosi es muy sentimental y ya sabes que llora por todo.

–Esta bien mami, como tu digas.

Y ahí estaban, en ese lugar que se esconde detrás de la verdad pero donde no cabe la mentira y cada día crece y crece más tratando de salir a la luz. Cristina sabía que ese día estaba más cercano de lo que ella hubiese querido y tenía que estar preparada para explicarle a su único hijo que su padre no quería saber nada de él. ¿Podría hacerlo?

No, eso nunca se lo diría, por primera vez en su vida le mentiría; prefería una y mil veces mentirle a su hijo que hacerlo sufrir con la verdad.

29

La casa de Eugene y Crystal Hackman quedaba dentro de la propiedad que Cristina compró cuando adquirió su mansión en los Hamptons. En aquel terruño neoyorquino de la alta sociedad, Cristina había renovado el campo de golf privado para que Pauly pudiera jugar con ella y sus amiguitos. Cristina nunca dejó que Pauly asistiera a ningún evento público donde pudiera encontrarse con su padre o alguien de la familia Gallagher, esto lo había logrado con mucho sacrificio, puesto que tuvo que aislar a su hijo del mundo sin que este se diera cuenta. En su propiedad había todo lo que cualquier niño pudiera necesitar y desear.

El aislamiento empezó a los pocos días del nacimiento de Pauly, en aquellos días, aunque dolida profundamente con Paul, ella trató de ponerse en contacto con él de nuevo para decirle que su hijo había nacido; el que no la quisiera a ella no quería decir que no quisiera a su propio hijo, sin embargo y para su sorpresa y dolor, Paul le contestó con unas lacónicas líneas que todavía guardaba en su caja de seguridad junto con aquella primera e infame carta. La nota decía;

“Te dije que no quería saber nada de ti. Si sigues molestándome te voy a quitar al maldito bastardo y no lo vas a ver nunca más en tu vida. Coge a tu retoño y váyanse los dos al mismísimo infierno y no me jodas más.”

 

Aquel día pensó que moriría, pero por algún hechizo que todavía no entendía, una vez más sobrevivió a sus insultos y a su desamor, y aquel impase la hizo todavía más fuerte, si es que aquello fuera posible…

La vista de la fachada de la casa de los Hackman con Crystal al frente esperando a los niños la sacó de sus pensamientos. Billy había pasado la noche con ellos y ahora Pauly pasaría el sábado con Billy.

Cristina detuvo el auto justo delante de Crystal.

–Hola, aquí te los dejo, que lo pasen muy bien.–Le dijo Cristina a Crystal.

–No te preocupes, los estaba esperando. Tengo un buen plan para hoy.

–¿Plan?

Cristina se puso a la defensiva, Pauly no podía estar en público.

–Tranquila Cristy. Vamos a pasar la mañana aquí y en la tarde vamos a recoger a Gene y nos vamos al Madison Square Garden donde está el circo Ringling Brothers ̶ Barnun & Baily. Tenemos un palco justo al frente de la pista y vamos a llegar temprano para que Pauly y Billy puedan jugar con los payasos.

Cristina no contestó. ¿Y qué tal si Paul y su esposa estaban allí con sus hijos y veían a Pauly? Aunque no se conocían eran el retrato uno del otro, había que ser ciego para no darse cuenta de que eran padre e hijo.

–Mami, todo va a salir bien.

Lo sobre–protegía, lo sabía, Rosi se lo había dicho munchas veces, pero no concebía que un día llegara Paul de la nada y se lo quitara. Tenía miedo, obsesión de perderlo. ¿Pero cómo no tenerlo si todo cuanto había querido en la vida lo había perdido?

–Si mi amor, yo lo sé. Si puedo me reúno con ustedes mas tarde y me voy al circo yo también.

–Si tía Cristy, ven con nosotros.

–Si mami, ven con nosotros.

–Está bien, llámenme cuando estén listo a ver donde podemos encontrarnos.

–Perfecto.

Le dijo Crystal, puesto que lo niños ya habían salido corriendo para dentro de la casa.

–Yo creo que a ti te hace más falta el circo que a ellos.

Cristina no contestó, era lo que hacía cada vez que alguien opinaba sobre su metódica vida.

–Discúlpame Cristy, no quise inmiscuirme en tus cosas.

–No te preocupes. Nos vemos luego.

Con la misma, Cristina aceleró el carro y se fue rumbo a la salida. Ya en la carretera empezó a pensar lo buena y discreta que había sido Crystal aceptando siempre su silencio, no inmiscuyéndose en su vida pasada y personal. Estaba segura de que todos sabían que guardaba un secreto del cual no quería hablar y respetaban su silencio… Todos menos Ali y Will, los únicos que junto con Rosi, Winona y Lucas sabían la verdad.

Cristina también se escondió de ellos, al principio lo hizo por vergüenza, no podía resistir que la miraran con lastima después del desaire de Paul, y luego porque pensó que ellos todavía estarían en comunicación con Paul y quizás podrían ponerse de su lado y quitarle al niño… Cuantas veces se equivocó durante aquel primer año.

–Lo que tu llamas equivocación yo llamo precaución amiga, yo no sé que hubiera hecho en tu lugar, quizás me hubiera tirado de un puente alto y hubiera acabado con todo de una vez.

Le había dicho Ali una vez que Cristina les contó lo sucedido.

Will sin embargo había tomado una actitud que Cristina no comprendía.

–Yo estoy seguro que Paul no escribió esa carta y que todo esto es una gran confusión o engaño, yo que sé, pero lo que si se es que mi hermano Paul nunca en su vida hubiese actuado de esta manera, sabrá Dios que le contaron de ti o quien lo está manipulando pero esto no es así como tú lo crees y algún día me darán la razón.

Will seguía queriendo a Paul como al hermano que nunca tuvo y mil veces quiso llegar hasta él pero Cristina no se lo permitió.

“Tu puedes hacer con tu vida lo que quieras Will, pero te prohíbo terminantemente que me inmiscuyas a mí y a Pauly en tus decisiones. Tienes que decidir, o eres amigo de él, o lo eres mío, pero de los dos no puedes serlo.”

Al final Will también había respetado sus deseos y las cosas habían quedado así. Cualquiera que pudiera leer sus pensamientos pensaría que vivía en un infierno, con una película que se repetía una y mil veces y volvía a empezar; Dante se hubiese sentido a gusto allí. Sin embargo la realidad era otra, Cristina era feliz con Pauly y con su vida, y nunca dejó ver su tristeza. Para todos ella seguía siendo la niña alegre e inteligente que conocían.

 

♣♣♣

 

Gene consiguió con Anthony los datos que necesitaba para hacer los trámites que el abuelo Gallagher quería. Los documentos se crearon a la mayor brevedad posible y solo quedaba presentarle los borradores al viejo para que les echara un vistazo, y diera su consentimiento antes de imprimir los originales. Habían quedado en reunirse este sábado. Los fines de semana las oficinas de ambos estaban cerradas y no había peligro de que alguien se pusiera de curioso a hacer preguntas indiscretas.

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