Cristina

Cristina


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El abuelo Gallagher llegó con su hijo Anthony a la hora acordada al despacho de Gene, donde ya este en compañía de Bailey los esperaba.

–Paul, cuánto hace que no nos vemos.–Preguntó Bailey.

–No lo sé, pero si hubiéramos esperado un poco mas lo hubiéramos hecho en el cielo… o en el infierno…

Todos rieron con la broma.

–Siéntense donde les quede más cómodo. Aquí están los papeles, pero antes de dártelos necesito hacerte un par de preguntas.

–Tú dirás.

–Tu nieto Paul está casado, pero no veo el nombre de la esposa por ningún lugar. Si están separados, pero no divorciados, deberíamos hacer los cambios pertinentes, de lo contrario ella tendría derecho a la mitad de toda esta fortuna.

El viejo Gallagher se quedó pensativo y miró a su hijo Anthony quien a su vez clavó su mirada en él esperando una respuesta. ¿Qué hacer? Si le preguntaba a Paul este se opondría al traspaso de bienes. Si no le preguntaba corría el riesgo de que Cristina se enterara y le viniera a quitar su parte; si ya lo había hecho una vez por unos míseros tres millones de dólares, seguro que lo haría otra vez estando en juego semejante capital.

–La vida privada de Paul no tiene que ver nada con la decisión de mi padre, no tienen que preocuparse por eso, déjenlo como está.

El viejo miró a su hijo con curiosidad, ¿Qué sabia Anthony que él no sabía? La respuesta no se hizo esperar.

–Papá, deja las cosas así y confía en mí.

“Confía en mí”, pensó el viejo, cuando fue la última vez que Anthony le había hecho semejante petición… Nunca… ¿Qué estaba pasando? La gran decepción que sufrió con la traición de Cristina le había hecho perder la confianza en los seres humanos, sin embargo ahora algo le decía que debía confiar en su hijo. ¿Qué podría pasar? Que Cristina se adueñara de la mitad de todos sus bienes; si ese era el precio que debía pagar para verla de nuevo valdría la pena. Soñaba con tenerla delante y confrontarla con una sola pregunta; por qué.

–Anthony, estamos hablando de mucho dinero.

Dijo Gene.

–Lo sé. Por favor papá, déjalo así.

Algo en la voz de Anthony le decía que confiara en él. Después de haberle pedido que lo ayudara con Paul la vida de ambos había cambiado por completo. No sabía lo que estaba sucediendo, solo se dejaba llevar por algo que era superior a su lógica y raciocinio.

–Si Bailey, déjalo así, no hay problema.

–¿Seguro?

–Sí, seguro.

–Bien, ahora échenle un vistazo a estos borradores.

EL viejo Gallagher miró a Anthony diciéndole.

–El abogado eres tú.

–No, el abogado es Gene. Yo confió en él.

–Entonces no hay nada que mirar.

–Un momento – Dijo Gene ̶ Es solo unos minutos, por favor revisen lo que van a firmar, yo no puedo imprimir estos originales hasta que ustedes no los hayan revisado.

–Dame acá.

Dijo Anthony. Pasó hoja por hoja, deteniéndose solo unos segundos en cada una. Miró a Gene.

–Imprímelos.

–¿Seguro? –Preguntó Gene.

–Seguro. –Respondió Anthony.

–De acuerdo, el lunes por la tarde estarán listos.

En eso estaban cuando un ruido de gritos y voces de niños que venía del otro lado de la puerta los sacó de lo que estaban haciendo. Todos miraron hacia la puerta. Esta se abrió solo un poco y se vio la cabeza de una mujer que se asomaba; era Crystal.

–Oh, perdón, no sabía que estaban ocupados.

–Espérenme en el cuarto de conferencias, por favor, no me tardo nada.

–¿Ella es tu esposa? Me pareció reconocerla.–Dijo Anthony.

–Entre señora por favor, me encantaría saludarla.–Dijo el viejo.

Crystal se viró y dijo algo al otro lado de la puerta, después la abrió un poco más y pasó a dentro.

–Crystal este es mi amigo Anthony Gallagher y este es su padre Paul Gallagher.

Crystal estaba haciendo el ademan de extender su mano cuando por arte de magia se detuvo en medio del movimiento, mirando intensamente a Anthony…

–Amor. ¿Estás bien?

Crystal creía que le iba a dar un patatús…Ay, ay, ay….Este hombre tenía que ser familia de Pauly, eran igualitos… Ay Dios mío ayúdame, me voy a desmallar delante de toda esta gente…

Millones de preguntas y especulaciones le pasaban por la mente a la velocidad del rayo y sin poder entender ninguna…. Estos hombres eran de apellido Gallagher y se parecían a Pauly…Tenia delante de sus ojos el pasado de Cristina…

Crystal se dejó caer en el sofá más cercano tapándose la cara con sus manos.

–¿Crystal, qué pasa, te sientes mal…?

–No, no, es solo que me ha dado un leve mareo. No he comido nada hoy y ya sabes el problema que tengo yo con el azúcar.

–¿Qué? ¿De qué problemas hablas?

Crystal miró a su esposo queriendo comérselo, pero se dirigió a Bailey.

–Bailey, no te habíamos dicho nada para que no te preocuparas, no es nada grave, ya se me pasará. Gene, acompáñame afuera por favor. Disculpen la interrupción.

Crystal se paró y le hizo seña a su esposo que la siguiera. Una vez afuera le dijo.

–¿De qué hablas?

–Cállate Gene y escúchame. Tengo que irme de aquí en este mismo momento, esos hombres no pueden ver a Pauly..

–¿Por qué?

–Ay Dios mío, que bruto eres querido, te lo explico luego, ahora tengo que irme.

–¿Pero el circo qué?

–No hay circo, se suspendió.

La campanilla del ascensor indicando que este había llegado al piso en que estaban sonó, y de él salió Cristina con una sonrisa luminosa.

–No quise llamar para que me esperaran, no sabía si ya se habían ido o no. Gracias a Dios que los alcancé. Me voy con ustedes para el circo, a mi me encanta.

Ahora sí que a Crystal se le doblaron las rodillas y si no es por Gene se cae al piso.

–¿Qué pasa? Crystal… Gene, ponla aquí en este sofá.

–No, no me pongan en ningún lugar, tenemos que irnos de aquí ahora mismo. Cristina, hazme caso, coge a Pauly, los niños están en el salón de conferencias, llévatelo ahora mismo. Corre Cristy, llévatelo…

Cristina salió corriendo hacia donde le decía Crystal, entró al recinto y agarrando a Pauly por una mano salió al pacillo. El ascensor estaba allí todavía, montaron en él y marcó el botón que los llevaba al garaje. Lo vio en la miraba de Crystal, Pauly estaba en peligro.

Justo cerrándose la puerta del ascensor, Bailey que salía para preguntar por Crystal.

–¿Qué pasa Gene? Llamemos al 911…

–No, no, ya estoy bien, fue un bajón de azúcar pero ya estoy bien.

Se volvió a abrir la puerta del despacho y de ella Crystal vio como salían Anthony y su padre… Cristina y Pauly estaban a salvo, gracias Dios mío…

–¿Podemos ayudar en algo?

–No, ya estoy bien, le decía a Bailey que fue solo un bajón de azúcar, pero ya estoy mucho mejor, me acabo de comer un dulce y ya me siento bien…

–Bien Gene, no queremos estorbar, nosotros nos vamos, espero tu llamada para venir a firmar los documentos.

–NO, NO, NO…. No se vayan, ya yo estoy bien, por favor quédense un rato mas. Gene me ha hablado mucho de su compañero de cuarto en la universidad y tenía muchas ganas de conocerte Anthony. Miren este es nuestro hijo Billy..

Crystal había gritado como si en ello le fuera la vida, definitivamente aquí había algo muy extraño, pensó Gene, pero que hacer…Le seguiría la corriente a su esposa y le preguntaría más tarde.

–Ya tendremos tiempo otro día, ahora debes descansar amor.

–NOOOO, por favor no se vayan todavía….

–¿Crystal, qué te pasa?

Ahora era Bailey quien preguntaba. Los iba a matar a los dos cuando estuvieran a solas…

–¿Mami que te pasa? ¿Por qué tía Cristy se llevó a Pauly corriendo?

–Ay Dios mío, no, no, por favor, no.

–Billy, vuelve al cuarto donde estabas, AHORA MISMO… Vamos, corriendo…

El niño, medio confundido, y con lágrimas en los ojos se fue corriendo hasta el salón de conferencias. Anthony se dio cuenta que algo no estaba bien, Crystal estaba ocultando algo y no quería que ellos lo supieran. ¿Qué podría ser?

–Señora Hackman, créame que ya habíamos terminado, solo estábamos conversando. No se preocupe por nosotros, creo que Gene tiene razón, debe descansar. Bailey, te llamo el lunes o me llamas tu a mí, de acuerdo.

–Sí, ya nos comunicamos.

Crystal fingió desmayarse y cayó al suelo, tenía que darle tiempo a Cristina para que llegara al garaje y se fuera con Pauly.

–Crystal, voy a llamar a Crisssss…

–NOOOO, NOOOO… Gene, escúchame; por una vez en tu vida, ESCUCHAME… Estoy bien, no llames a nadie…

–Pero si acabas de desmayarte.

–GENE…ESCÚCHAME.

Gene se dio cuenta, al fin, de que Crystal no quería que se fueran los Gallagher. El por qué no lo sabía, pero era obvio.

–De acuerdo, siéntate aquí. Por favor Anthony, Paul, tomen asiento, ya se le está pasando.

“Que situación tan ridícula”, pensaba Gene. Bailey también se dio cuenta de que algo pasaba y no habló ni preguntó nada más. Pero los Gallagher también se habían dado cuenta de que esta mujer les estaba ocultando algo. El viejo Gallagher no se pudo contener y le dijo.

–¿Qué quiere ocultarnos señora? ¿Por qué no podemos irnos? ¿Qué hay allá afuera que usted no quiere que nosotros veamos?

Crystal lo miró con desafío e irguiéndose en el sofá donde estaba acostada se paró como un resorte diciéndole…

–Sr. Gallagher, yo a usted no lo conozco de nada, ni tengo que ocultarle nada. Mi esposo sabe que soy diabética y que cuando me baja el azúcar me pongo así. Es una impertinencia de su parte pensar que mi enfermedad tiene algo que ver con usted, yo no estoy ocultando a nadie.

–Disculpe, yo no dije que estuviera ocultando a alguien, quien lo dijo fue usted, yo solo dije que quizás nos estuviera ocultando algo…Pero no se preocupe, ya nos vamos y le prometo no mirar a mi alrededor para no descubrir a la persona que usted quiere ocultar. Vamos Anthony. Gene, Bailey, nos hablamos el lunes.

Ambos se dirigieron al ascensor. ¿Qué estaba pasando? Se decían Gene y Bailey que no entendían nada. El ascensor llegó y ambos subieron a él perdiéndose detrás de las puertas del mismo

–¿Crystal, me quieres explicar que es todo este rollo que has armado?

–Ustedes dos están ciegos o que les pasa… Los Gallagher…Esos dos hombres tienen algo que ver con Cristina…Pauly es el retrato de Anthony… ¿Cómo no se dieron cuenta?

–¿Qué?

–A ver si me entienden de una vez y por todas, para ser unos abogados tan famosos me han salido los dos súper brutos…. Esos Gallagher, esa familia, ellos… Forman parte del pasado de Cristina, no sé cómo ni cuanto pero Pauly es familia de esos dos hombres, y aunque yo no sé que esconde el pasado de Cristina, no es verdad que la voy a exponer a algo que….Yo no sé…Si ella se esconde de ellos por algo será…El más joven, el Anthony, tu amigo, es el retrato de Pauly…

Gene y Bailey se miraron… ¿Estaría Crystal en lo cierto? Ambos asintieron y volvieron a mirarla.

–Vamos a conversar…

 

♣♣♣

 

El chófer de los Gallagher los esperaba con las puertas del coche abiertas. Ambos entraron y se sentaron en silencio, sabían que algo raro había ocurrido pero no tenían ni idea de lo que pudiera ser. El viejo dijo.

–Aquí hay algo que no encaja.

–Estoy de acuerdo.

–¿Qué puede ser?

–No tengo ni idea, pero esa mujer, Crystal, estaba tratando de ocultarnos algo.

–¿Crees que tenga que ver algo con Paul?

–No lo sé, Paul ha andado con tantas mujeres que no me extrañaría que esta fuera una de ellas.

–Se ve mucho mayor para Paul.

–¿Y cuando a Paul le interesó la edad de las mujeres?

–Ojala que esa mujer no hable más de la cuenta, no quisiera perder de nuevo la amistad de Gene. Yo he cambiado mucho pero él sigue siendo el mismo; Gene es un amigo de verdad.

–Entonces recemos para que Paul no se haya acostado con su mujer.

 

♣♣♣

 

Cristina montó a Pauly de un tirón en el Mercedes Benz y salió como alma que lleva el diablo. Lo que había visto en los ojos de Crystal la asustó. Tenía que llegar a la casa inmediatamente

–Mami, por qué vamos por este camino.

–Cambiaron los planes, tía Crystal se puso malita y la están trayendo para la casa para yo la vea.

–¿Y por qué no vamos al hospital entonces?

–Porque solamente tiene un catarro y no hay que llevarla al hospital, ya pronto se va a sentir bien. Ahora tío Gene la trae para la casa y yo le doy una medicina y se pondrá bien.

–Entonces vamos al circo mañana, verdad.

–Eso es, dejamos el circo para mañana y hoy atendemos a tía Crystal.

30

 

 

Eran las doce de la noche y la casa estaba en penumbras. Agnes aprovechó para ver si Anthony había tomado de la botella donde le puso la medicina que lo mataría. Tenía que andar con cuidado, nadie podía verla, si no luego la asociarían con su muerte. No le resultaba muy agradable tener que matarlo ella misma, hubiese querido que lo hiciera otro, pero no podía confiar en nadie.

¿Y si le salía mal el plan? Eso le había dicho Fiona, pero Fiona era una envidiosa así que era mejor no prestarle atención a sus palabras. ¿Cuánto le habría dejado Anthony…? Anthony no tenía nada que dejar…Claro que sí tenía, era el único hijo del viejo, seguro que tenia, y mucho, lo que pasaba es que él nunca se había ocupado de nada de eso. En fin, por muy mal que salieran las cosas y que no le dieran nada, su vida no cambiaria mucho en cuanto a sus posesiones personales y sus gastos; ella era la madre de Paul y este era el heredero universal del viejo.

Las ventanas estaban todas cerradas, no entraba ni un solo rayo de luna que la guiara hasta donde iba. No podía encender ninguna luz. Llegó a la sala donde estaba el bar. Miró a su alrededor y se metió detrás del mostrador como si estuviera sirviéndose un trago, por si alguien la encontraba allí. Buscó la botella donde había puesto la medicina de su marido y vio que estaba como el día anterior, o sea que el imbécil ya no tomaba Whisky Escoses, qué basura tomaría ahora. La última vez que lo vio estaba saliendo de su cuarto y le dijo que se iba a tirar de un puente. Si hubiese sido así, las cosas saldrían mucho mejor. Sin pensarlo dos veces abrió su cartera y busco el frasco con la droga que haría sangrar a su marido hasta la muerte. Fiona le dijo que no le echara mucho la primera vez; necesitaba ser paciente, le había dicho Fiona, pero ella ya estaba cansada de esperar, quería que se muriera pronto, así que derramó algo de bebida y le echo toda la medicina que tenía en el frasco. Cuando hubo terminado lo volvió a depositar donde estaba y se dispuso a salir, pero oyó un ruido que venía de la entrada y se salió del bar escondiéndose detrás de una de las cortinas. Casi no se podía distinguir quién era pero parecía un hombre, que no era Anthony.

Quien fuera no lo reconoció, pero si lo vio llegar al bar y detenerse delante del mostrador de madera pulida, luego echó una mirada a su alrededor y al confirmar que estaba solo, se sacó una botella vacía de su bolsillo y lo llenó de whisky hasta arriba…De “su” whisky… Este se iba a morir también por ladrón…

¿Qué hacer? Y si ahora este hombre moría y descubrían la causa antes que Anthony tomara de esa botella. ¿Pero quién asociaría a ese hombre con Anthony y con el bar? Su casa estaba llena de criados que no conocía, este debía ser un ayudante de mucamo porque no lo reconoció. Bueno, si moría a ella que le importaba.

Se oyó otro ruido viniendo de la entrada, el ladronzuelo salió corriendo sigilosamente y Agnes se metió aun más detrás de la cortina, pero esta vez sí reconoció los pases de su esposo. Este llegó al bar y encendió la luz, cogió un vaso del estante y después de llenarlo con unos trozos de hielo se sirvió un poco de Whisky y se fue, dejando la luz encendida. Cretino… Ahora como saldría ella de allí sin que nadie la viera. Tenía que esperar un rato a que todo se calmara. Estaba asustada.

 

♣♣♣

 

El cuento de Crystal gritándole a Cristina que se fuera de la oficina había dejado a Rosi confusa y preocupada. Sabía que esto tenía que ver con los Gallagher, de alguna manera Crystal se había enterado de algo que la hizo reaccionar de una forma tan inesperada. No, Crystal los había visto, y había hecho la asociación por el parecido físico con el niño…No entendía cómo era posible que hubieran estado tan cerca todos estos años y no se hubiesen encontrado antes.

¿Cómo era que Gene y Bailey no habían hecho la conexión entre Cristina y los Gallagher? Aquel no era un apellido común. Esa noche del sábado había visto a Cristina volver a ser la niña vulnerable de 10 años atrás. La había acompañado pasándole la mano por la cabeza como cuando era chiquita, oyéndola llorar en silencio hasta que el llanto la había dormido, maldiciendo la hora en que esto tuvo que ocurrir. Pero era de esperar…El mundo era mucho más pequeño de lo que Cristy pensaban y tarde o temprano tendría de suceder.

Esa misma noche cuando llegó a su cuarto, se incoó de rodillas al lado de su cama y habló con su Dios, “Dios mío tú no puedes permitir que mi niña pase una vez más por algo tan horrible como lo que pasó hace 10 años. ¿No crees que ya le has dado demasiada carga y sufrimiento en su corta vida? ¿Qué ha hecho mi niña para merecer tanto dolor? ¿Cómo se puede amar a un Dios al que no se le entiende y quien no explica? No creo que estoy siendo soberbia, pero si así lo entiendes entonces mándame a mí los castigos pero no a ella, te lo suplico Dios mío, no la hagas sufrir más.”

Rosi también se durmió llorando, y cuando se despertó, el sol ya estaba afuera hacía rato. Se bañó lo más rápido que pudo y fue a ver a su niña. La encontró saliendo de su cuarto. Se quedó boquiabierta cuando la vio. Estaba preciosa, se había arreglado con esmero y llevaba una media sonrisa que prometía algo que hacía mucho tiempo no veía en ella; esperanza. Le dijo que iba a hablar con los Hackman, que los secretos habían llegado a su fin y que desde hoy mismo empezaría una nueva vida.

Con la cancelación del circo y la supuesta enfermedad de Crystal, Pauly llamó a Billy y este acabó quedándose en casa, donde todavía estaba, así que ella aprovechó para ir a hablar con su amiga. El día anterior Cristina no encontró prudente ahondar en el tema; se limitó a oír lo que su amiga le dijo.

–Discúlpame Cristy, pero no tenía otra forma de avisarte que te fueras de allí inmediatamente, creí que tanto tu como Pauly estaban en peligro y tuve miedo.

Eso fue lo único que le dijo Crystal, ante lo cual Cristina no hizo ningún comentario. No logró dormir especulando a cerca de lo ocurrido, de cómo su amiga tuvo el raciocinio para hacer lo que hizo, y no pudo esperar más, tenía necesidad de saberlo todo con lujo de detalles.

Entró por la puerta que daba a la cochera, por la cocina, donde encontró a una sirvienta desayunando, cuando esta vio a Cristina se levantó inmediatamente.

–Doctora, buenos días, en que puedo ayudarla.

–¿Están los señores durmiendo todavía?

–No doctora, están desayunando en el comedor de la terraza.

–Gracias.

Sin decir una palabra más siguió adelante. A la muchacha le extrañó la actitud de la doctora, esta era una persona muy agradable que trataba a todo el mundo con mucha dulzura, pero esta mañana se veía tensa y preocupada.

En el comedor se encontró con los esposos que a su vez se quedaron algo asombrados al verla allí tan temprano. Vestía un suéter blanco hueso en combinación con el pantalón del mismo color, llevaba el pelo negro y largo semi–suelto, cayéndole en cascada por la espalda, el conjunto se completaba con una larga y fina chaqueta del mismo color blanco hueso, con escote corto por donde salía el delicado cuello de Cristina adornado por cadenas doradas. Llevaba un maquillaje suave que la hacía lucir preciosa; los esposos no pudieron evitar admirar una vez más su belleza.

–Discúlpenme por haber venido tan temprano. Ustedes son la única familia que yo tengo y tarde o temprano debo contarles mi verdad…Pero primero quiero saber cómo Crystal descubrió el peligro y me mandó a salir de la oficina con tanta urgencia.

Crystal puso la taza de la que estaba tomando café en la mesa, se limpió los labios con la servilleta que tenía en sus piernas y miró a Cristina con una mezcla de vergüenza y dolor.

La terraza de los Hackman estaba rodeada de plantas verdes con algún que otro tiesto de color, el sol de Octubre entraba en el recinto con todo su resplandor y hacia de la estancia un lugar agradable, tibio y claro, como si la esperanza se hubiera vestido de blanco para esta mañana.

–Cristy… Yo…Tu sabes que nunca me he inmiscuido en…

–Crystal, dime que pasó ayer. Después de hoy no habrá más secretos. Si lo que me imagino es cierto, es hora de contarles la verdad.

–Ayer cuando llegué a la oficina a buscar a Gene y entré a su despacho me encontré de frente con dos hombres, uno de ellos mayor, de nombre Paul Gallagher y el otro contemporáneo con Gene de nombre Anthony Gallagher, este último es el vivo retrato de Pauly… No supe que pensar, solo que todos estos años tú te has estado escondiendo de alguien y de buenas a primeras yo me doy de narices con estos dos hombres y tiene que haber una conexión entre ustedes porque Pauly es igualito a ellos, así que lo único que se me ocurrió para salvar la situación y protegerte fue decirte que te fueras…

Cristina asintió con la cabeza, tomó una profunda inspiración y empezó a hablar muy lentamente…

–Esos hombres son el abuelo y el bisabuelo de Pauly. Su padre es, Paul Anthony Gallagher, el hijo de Anthony, y yo llevo diez años escondiéndome de él, pero ya no más. Yo soy mucho más fuerte que ellos, emplearé a todos los abogados que hagan falta pero nunca podrán tocar a Pauly, tengo pruebas que me harán ganar su absoluta custodia en caso de que estos quieran inmiscuirse en la vida de mi hijo. ¿Qué querían? ¿Me andaban buscando a mí o al niño?

Crystal y Gene se miraron y fue este quien contestó.

–No estaban buscando a nadie. Anthony y yo fuimos compañeros de dormitorio cuando estábamos en la escuela de derecho. Después nos distanciamos, perdí su pista y no lo vi más por muchos años. Al cabo del tiempo me lo encontré en un Club de Golf, estaba viejo y acabado, nos saludamos como los buenos amigos que éramos, yo no pregunté nada por su ausencia y él no explicó nada tampoco. Hace apenas unos días vino para que nuestra firma le hiciera un traspaso de propiedad legal, el abuelo Gallagher pasará toda la fortuna a nombre de Paul, su nieto. Yo les pregunté por la esposa de Paul, puesto que en sus datos dice que él está casado pero el nombre de la esposa no aparece en ningún lugar. Les hice la pregunta porque como tu bien sabes, si sigue casado con ella, esta podría legalmente reclamar la mitad de todo cuanto pasará a su nombre, sin embargo y para mi asombro, su padre dijo que lo dejara así, que eso no importaba. Y eso es todo lo que yo sé. Luego llegó Crystal y los vio y empezó con su teatro tratando de ahuyentarlos de ti, cosa que al final consiguió, pero yo estoy casi seguro de que ellos sospechan que nosotros les ocultamos algo y el viejo no tiene pelos en la lengua, estoy convencido de que el lunes, cuando nos veamos para la firma de los documentos, me preguntará. No creo que haya podido establecer un vínculo entre nuestra familia y tu, pero si se que ambos se quedaron con la curiosidad de saber porque Crystal armó todo ese teatro. Sin dudas percibieron que Crystal ocultaba algo.

–O sea–Dijo Crystal–Que yo tratando de salvarte metí la pata hasta atrás…

Se hizo un silencio, Cristina se acercó a la mesa y se sentó al lado de ambos. La mañana crecía y el Sol inundaba el comedor, la claridad le auguró a Cristina un desenlace inofensivo, le dio gracias a Dios para sus adentros por haberle permitido ver un día más y tener a su hijo sano y salvo a su lado.. Y con una leve sonrisa llena de melancolía y tristeza empezó a contar…

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