Cristal

Cristal


1. Génesis

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Me llamo Cristal. Hace tiempo que renuncié a otorgarme títulos, a mencionar mis apellidos o a incluirme en uno de los bandos de la guerra. He sido tantas cosas que ya no sabría decir cuál de ellas me define mejor. Muchos me llaman “la asesina de escarcha” porque dicen que soy tan fría que cuando mato a alguien dejo una capa de escarcha sobre la escena del crimen. Claro que eso son tonterías. Algunos me llaman así con miedo y respeto; otros, con orgullo.

Ahora mismo soy todo y no soy nada. Porque, en realidad, dejé de ser “alguien” hace casi un siglo. Una parte de mí, que ya murió, vivió con humanos y se consideró una de ellos durante mucho tiempo. Fue criatura de la noche, hija, compañera y amante, aprendiz y veterana, Guerrera Esmeralda, y lo que la mayoría me considera ahora... Cazadora de Sombras.

Sin embargo, no me agrada que me otorguen ese cargo. No porque sienta cierta simpatía hacia mi raza, porque os aseguro que no la siento, sino porque no quiero formar parte de nada.

En cuanto a mis apellidos...sí, los recuerdo a la perfección. Al principio, desconocía que no fueran humanos; más tarde descubrí que eran de mi raza. Además, aunque naciese así, he sido tantas otras cosas... y, en realidad, no me gusta que se me considere ninguna de ellas.

Soy una de las criaturas más poderosas que las seis realidades han conocido jamás. Soy una bestia que podría haber sido la criatura más maravillosa del conjunto de realidades, pero que no tuvo más remedio que resignarse a ser lo que era.

No por eso estoy dolida, ni disgustada; pero tampoco orgullosa, ni satisfecha. Simplemente me resigno a ser lo que soy; y a vivir, si es que a esto se le puede llamar vida... Al principio, acaricié varias veces la idea de suicidarme; pero, por una razón que ahora no alcanzo a comprender, no era capaz. Y ahora que sí lo soy, no veo necesidad de hacerlo, porque no soy infeliz, aunque habría que decir que tampoco soy feliz, porque no puedo experimentar esas emociones como lo hacía antes.

Respecto a los bandos de la guerra, no me inclino por ninguno, aunque sea el arma más mortífera de mi emperatriz y trabaje para ella. Porque no lo hago por lealtad, sino por una promesa inquebrantable, una promesa de la que no puedo escapar porque, al pactarla, pasé a ser propiedad de la emperatriz y ella tiene el poder de controlarme como le plazca.

Antes de continuar con mi historia, me gustaría que conocierais un dato importante a tener en cuenta: La historia, mi historia, trata sobre dos personas diferentes. La joven que fui, y la que soy. Y no penséis que es una forma de hablar, porque os equivocaríais. Ya entenderéis por qué esa adolescente y yo somos dos personas diferentes.

Físicamente somos iguales, aunque nos llevemos un siglo de diferencia. Yo solo aparento un par de años más, como mucho, y quizás sea algo más alta y delgada por el cambio de vida. Incluso mi mirada ha cambiado. El color verde esmeralda de mis ojos es más intenso que nunca y, a veces, tengo la impresión de que a la gente le da miedo.

Otra de las diferencias es mi alma, de la que carezco. Y mi corazón, que se enfrió como el resto de mi ser, desde la piel hasta los huesos, pasando por la sangre.

Aunque ella muriese, recuerdo todo acerca de su vida, porque una vez fue la mía. Y ahora veo todo desde otro punto de vista, ya que soy lo que soy, pura energía asesina capturada en el cuerpo de una hermosa adolescente con el poder del mentalismo.

He llegado a conocer las sensaciones de todas las personas que aparecen en mis recuerdos. Bueno, de todas, o de casi todas y, gracias a eso, podré ofrecer una versión omnisciente de lo que pasó con todo tipo de detalles.

Así pues, centrémonos en lo que es de verdad importante. Empezaré a contar la historia de la que una vez fui, desde el principio, desde que empezaron sus recuerdos.

 

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