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Capítulo 18

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JONATHAN

No quería oír una palabra de lo que dijo mi ex mujer. No quería navegar su laberinto de mentiras y medias verdades, y no quería explicarle nada a Monica mientras mi mente estaba en Kevin y las cámaras. Necesitábamos tener a mano las llaves, que ella armara un bolso para la noche, y meterla en mi cama. Entonces me gustaría explicar o follar para alejar lo que Jessica le dijo. Jessica se estaba yendo a la lona. No podía hacer frente a su mierda por otro minuto. Su peor pesadilla era verme feliz, al parecer, debido a que no la había visto tanto en el último medio año, como lo hice en el último mes.

Llegué a Echo Park primero y aparque al otro lado de la calle de la casa de Monica. La camioneta verde había desaparecido, reemplazada por una furgoneta negra. Los chicos de Margie. Me acerqué a su puerta metálica. Un hombre me dio la bienvenida. Al final de sus veinte. Traje y corbata. Anillo en el meñique. Mis ojos se acostumbraron y vi a otros dos sacudiendo los arbustos.

—¿Jonathan Drazen? —dijo, extendiendo la mano.

—El mismo. —La estreché.

—Will Santon es mi nombre. Te ves exactamente igual a Margie.

—Dile que se ve más joven.

Me sonrió.

—¿Este lugar es tuyo?

—De mi novia.

—Hemos encontrado una mini cámara inalámbrica en el porche. No es la mejor, pero lo suficientemente buena. Un trabajo de clase media.

El porche. ¿Qué habíamos hecho en el porche? ¿Cualquier cosa? Mi mente estaba en blanco. Estaba cegado por las luces de un pequeño Honda negro subiendo la colina y en la calzada.

—No le digas —dije—. Déjame encargarme de ello.

Monica salió, toda piernas y pelo, viéndose como la fuerza de la naturaleza, un animal salvaje con derecho a su propia soberanía. Su sexualidad no era tímida o linda. No era descarada; ella era salvaje. Su presencia en la tierra me agitaba.

—Hola —dijo, sonriendo.

Santon le devolvió la sonrisa.

—Señorita, ¿es esta su casa?

—Vivo aquí.

—Soy Will Santon. Soy un investigador privado con licencia en el estado de California. —Él le mostró una tarjeta de identificación. Ella la miró, le devolvió la mirada, y de vuelta a la tarjeta—. He sido contratado por el bufete de abogados de Bode, Drazen, y Weinstein para comprobar su casa por dispositivos de vigilancia. ¿Tengo su permiso para entrar?

Ella me miró. Asentí.

—Sí. —Agitó las llaves y se dirigió dentro. La seguimos, una línea de cuatro trajeados. Los otros dos se desplegaron, echando un vistazo a todo, cuando Santon le dio los papeles para firmar a Monica. Me puse de pie detrás de ella y recé para que todo aquel que la vigilara solo lo hiciera desde el exterior. Si tenían dentro, tendría el fuerte deseo de quemar el lugar.

Terminando con Santon, Monica se volvió hacia mí y susurró:

—Estoy incómoda.

La besé en la frente.

—Ve a tomar tu cepillo de dientes y lo que sea, y vamos a salir de aquí.

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