Congo

Congo


Día 3. Tánger » 2. Problemas B-8

Página 19 de 78

2Problemas B-8

—¿Que quieres que haga qué? —preguntó Tom Seamans, apoyando el auricular en el hombro y torciendo la cabeza para mirar el reloj sobre la mesa de noche. Eran las tres de la madrugada.

—Que vayas al zoológico —repitió Elliot. Su voz sonaba rara, como si viniera de debajo del agua.

—Peter, ¿de dónde llamas?

—Ahora estamos volando sobre el Atlántico —dijo Elliot—. Camino de África.

—¿Va todo bien?

—Todo va muy bien —dijo Elliot—. Pero quiero que por la mañana vayas al zoológico.

—¿Para hacer qué?

—Para filmar un vídeo de los gorilas. Trata de sacarlos en movimiento. Eso es muy importante para la función discriminante. Que se muevan.

—Es mejor que lo escriba —dijo Seamans. Era el encargado de los programas de computación para el personal del Proyecto Amy, y estaba acostumbrado a peticiones extrañas, pero no en la mitad de la noche—. ¿Qué función discriminante?

—Ya que estás en eso, pasa todas las películas que tenemos de gorilas en la biblioteca, de cualquier gorila, salvaje o en cautiverio. Siempre que estén en movimiento, cuantos más especímenes consigas, mejor. Y para referencia, filma unos chimpancés. Cualquier cosa que tengamos sobre chimpancés. Transfiere todo un vídeo y ponlo en la función.

—¿Qué función? —preguntó Seamans, bostezando.

—La función que vas a formular —dijo Elliot—. Quiero una función discriminante múltiple y variable basada en imágenes totales…

—¿Te refieres a una función de reconocimiento de estructuras? —Seamans había escrito funciones de reconocimiento de estructura para el uso del lenguaje de Amy, que les permitieron observarla haciendo señas constantemente. Seamans estaba orgulloso de ese programa. A su manera, era muy inventivo.

—Estructúralo de cualquier forma —dijo Elliot—. Yo sólo necesito una función que discrimine a los gorilas de otros primates, como los chimpancés. Una función que diferencie las especies.

—¿Estás bromeando? —dijo Seamans—. Ése es un problema B-8.

En el nuevo campo de los programas de ordenador de reconocimiento de estructuras, los llamados problemas B-8 eran los más difíciles. Equipos enteros de investigadores habían dedicado años tratando de enseñar a los ordenadores a distinguir entre «B» y «8», precisamente porque la diferencia era obvia. Pero lo que era obvio para el ojo humano no lo era tanto para el analizador de la computadora. Al analizador había que enseñarle, y la instrucción específica resultó más difícil que lo que se suponía, particularmente para caracteres escritos a mano.

Elliot quería un programa capaz de distinguir entre imágenes visuales similares de gorilas y chimpancés. Seamans no pudo por menos de preguntar:

—¿Por qué? Es bastante obvio. Un gorila es un gorila, y un chimpancé un chimpancé.

—Tú hazlo, eso es todo —dijo Elliot.

—¿Puedo usar el tamaño?

Sobre la base del tamaño era posible distinguir perfectamente entre gorilas y chimpancés. Pero las funciones visuales no podían determinar el tamaño a menos que la distancia entre el instrumento de grabación y la imagen del sujeto fuera conocida, igual que la longitud focal de la lente.

—No, no puedes usar tamaño —respondió Elliot—. Sólo morfología de elementos.

Seamans suspiró.

—Muchas gracias. ¿Qué resolución?

—Necesito límites de seguridad de 95% sobre asignación de especie, basados en menos de tres segundos de imagen en blanco y negro.

Seamans frunció el entrecejo. Evidentemente, Elliot tenía una imagen de vídeo de tres segundos de algún animal y no estaba seguro de si se trataba de un gorila o no. Elliot había visto suficientes gorilas en su vida para conocer la diferencia: los gorilas y los chimpancés eran animales completamente diferentes en tamaño, apariencia, movimiento y comportamiento. Eran tan diferentes como mamíferos oceánicos inteligentes, como ballenas y delfines. Para hacer discriminaciones de este tipo, el ojo humano era superior a cualquier programa de computación que pudiera inventarse. Sin embargo, al parecer, Elliot no confiaba en sus ojos. ¿En qué estaría pensando?

—Lo intentaré —dijo Seamans—, pero me llevará algún tiempo. No se puede hacer un programa así de la noche a la mañana.

—Lo necesito de la noche a la mañana, Tom —dijo Elliot—. Te llamaré en veinticuatro horas.

Ir a la siguiente página

Report Page