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Día 11. Zinj » 1. «Gorilla elliotensis»

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1Gorilla elliotensis

Los cadáveres de dos gorilas yacían sobre la tierra, poniéndose cada vez más rígidos en la tibieza de la mañana. Elliot pasó dos horas examinando los animales. Los dos eran machos adultos en la plenitud de la vida.

La característica más sorprendente era el color gris uniforme. Las dos razas conocidas de gorilas, el gorila de montaña, de Virunga, y el de los llanos, cerca de la costa, tenían el pelaje negro. Las crías eran a menudo marrones con un mechón de pelo blanco en la zona del sacro, pero se les oscurecía en los cinco primeros años. Para los doce años, los machos adultos tenían una franja plateada en el lomo y el sacro, señal de madurez sexual.

Con el tiempo el pelo se volvía gris, del mismo modo que ocurría con las personas. Al principio, a los gorilas machos les aparecían unos mechones grises sobre las orejas. A medida que pasaban los años, más pelos del cuerpo se tornaban grises. Cuando el animal se convertía en anciano —alrededor de los treinta años de vida— sólo conservaban negros los brazos.

Elliot procedió a medir los cuerpos de los dos ejemplares muertos. De la cabeza a las patas medían, respectivamente, 139,2 centímetros y 141,7 centímetros. Normalmente los gorilas de montaña machos medían entre 149 y 207 centímetros. Para tratarse de gorilas, estos animales eran mucho más bajos, y decididamente pequeños. Los pesó: 127 kilos y 173 kilos, respectivamente. La mayor parte de los gorilas de montaña pesaba entre 140 y 225 kilos.

Elliot registró treinta dimensiones esqueléticas adicionales para analizarlas en la computadora una vez que regresara a San Francisco. Estaba convencido de que encontraría algo interesante. Con un cuchillo hizo una disección en la cabeza del primer animal, cortando el pelaje gris para revelar el músculo y el hueso subyacente. Estaba interesado en la cresta sagital, el reborde óseo que corre por el centro del cráneo desde la frente hasta la nuca. La cresta sagital es un rasgo característico del cráneo del gorila que no se encuentra en otros monos ni en el hombre; es el que les da ese aspecto de cabeza puntiaguda.

Elliot pudo establecer que la cresta sagital estaba poco desarrollada en estos machos. En general, la musculatura craneana parecía más propia de un chimpancé que de un gorila. Elliot tomó medidas adicionales de las cúspides molares, la mandíbula, la plataforma simiesca y la caja del cráneo.

Para el mediodía, su conclusión estaba clara: se trataba, al menos, de una nueva raza de gorila, igual que el de montaña o de los llanos, aunque posiblemente era una especie totalmente nueva.

«Algo sucede al hombre que descubre una nueva especie animal —escribió Lady Elizabeth Forstmann en 1879—. De inmediato olvida a su familia y amigos, y a todos quienes estaban próximos a él, y a quienes quería; olvida a los colegas que apoyaron sus esfuerzos profesionales; con crueldad, olvida a padres e hijos; resumiendo, abandona a todos los que lo conocieron antes de su insensata avidez por la fama en manos del demonio llamado Ciencia».

Lady Forstmann sabía de qué hablaba, pues su marido acababa de abandonarla después de descubrir el urogallo noruego de cresta azul en 1878. «En vano —observaba— pregunta una qué importa que se agregue otro pájaro o animal a la rica variedad de creaciones divinas, que, según estimaciones del Linneo, alcanza a millones. No hay respuestas para esa pregunta, porque el descubridor se ha sumado a las filas de los inmortales, o así lo imagina, y está más allá del poder de la gente común disuadirlo».

Ciertamente, Peter Elliot habría negado que su propio comportamiento se pareciera al del disoluto noble escocés[7].

No obstante, descubrió que sentía tedio ante la perspectiva de continuar con las exploraciones en Zinj. No le interesaban los diamantes, ni los sueños de Amy. Sólo quería regresar a su país con un esqueleto del nuevo espécimen, que dejaría alelados a sus colegas de todo el mundo. De repente recordó que no tenía esmoquin, y empezó a preocuparse por asuntos de nomenclatura. Imaginó que en el futuro habría tres especies de simios africanos:

Pan troglodytes, el chimpancé.

Gorilla gorilla, el gorila.

Gorilla elliotensis, una nueva especie de gorila gris.

Aunque en última instancia rechazaran la categoría de la especie y el nombre, él habría logrado mucho más de lo que podía llegar a soñar la mayoría de los científicos dedicados al estudio de los primates.

Elliot estaba encandilado por sus propias perspectivas.

Analizando las cosas retrospectivamente, nadie, en realidad, pensaba con claridad esa mañana. Cuando Elliot dijo que quería transmitir a Houston las grabaciones de los sonidos de respiración, Ross le respondió que era un detalle trivial que podía aguardar. Elliot no insistió. Más tarde ambos lamentaron su decisión.

Y cuando más tarde oyeron fuertes explosiones, como disparos lejanos de artillería, no prestaron atención. Ross supuso que se trataba de los hombres del general Muguru luchando contra los Kiganis. Munro le dijo que la lucha era por lo menos a ochenta kilómetros de allí, demasiado lejos para que pudiera oírse, pero no ofreció una explicación alternativa para el ruido.

Debido a que Ross no hizo la transmisión matinal a Houston, no se enteró de los nuevos cambios geológicos que podrían haber dado una significación distinta a las detonaciones.

Estaban fascinados por la tecnología empleada la noche anterior, seguros de su poder. Sólo Munro permanecía impasible. Había revisado la provisión de municiones, con resultado descorazonador.

—Ese sistema láser es espléndido, pero gasta demasiadas balas —dijo Munro—. Anoche consumimos la mitad de todas nuestras municiones.

—¿Qué podemos hacer? —preguntó Elliot.

—Esperaba que usted tuviera una respuesta —replicó Munro—. Usted examinó los cuerpos.

Elliot expresó su creencia de que estaban ante una nueva especie de primate. Resumió sus descubrimientos anatómicos, que respaldaban sus creencias.

—Eso está muy bien —dijo Munro—. Pero me interesa saber cómo actúan, no cómo son. Usted mismo lo dijo: los gorilas son animales diurnos, y éstos son nocturnos. Los gorilas son tímidos, por lo general, y eluden a los hombres, mientras que estos son agresivos y atacan a los hombres. ¿Por qué?

Elliot tuvo que reconocer que no lo sabía.

—Teniendo en cuenta las provisiones de balas que nos quedan, me parece que es necesario averiguarlo —dijo Munro.

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