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Día 11. Zinj » 3. A través de los barrotes

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3A través de los barrotes

En 1975, el matemático S. L. Berensky examinó la literatura escrita sobre el lenguaje de los primates y llegó a una conclusión sorprendente. «No hay duda —anunció— de que los primates son muy superiores al hombre en inteligencia».

Según Berensky, «la pregunta conspicua, que todo visitante al zoo se hace intuitivamente, es: “¿Quién está detrás de los barrotes? ¿Quién está enjaulado, quién libre?”… A ambos lados de los barrotes, puede observarse a los primates haciéndose muecas mutuamente. Es demasiado fácil decir que el hombre es superior porque es quien ha hecho el zoo. Nosotros imponemos nuestra clase especial de horror: el cautiverio en jaulas, una forma de castigo entre nuestra especie, asumiendo que los demás primates sienten lo mismo que nosotros».

Berensky comparó los primates con los embajadores extranjeros: «Durante siglos, los simios se las han arreglado para llevarse bien con las personas, como embajadores de su especie. En los últimos años, incluso han aprendido a comunicarse con las personas mediante el lenguaje de los signos. Pero se trata de un intercambio diplomático unilateral; ninguna persona ha intentado vivir en una sociedad de simios, dominar su lenguaje y sus costumbres, comer sus alimentos, vivir como ellos. Los simios han aprendido a hablar con nosotros, pero nosotros nunca hemos aprendido a hablar con ellos. ¿Quién, entonces, tendrá un intelecto mayor?».

Berensky agregó una predicción: «Llegará el momento en que las circunstancias obliguen a alguna persona a comunicarse con una sociedad de primates según las condiciones impuestas por éstos… Sólo entonces se darán cuenta las personas del egoísmo condescendiente con que tratan a otros animales».

La expedición de STRT, aislada en las profundidades de la selva tropical del Congo, debía hacer frente ahora a este problema. Debían vérselas con una nueva especie de animal, similar al gorila, y tratar con él, de alguna manera, respetando sus condiciones.

Esa noche Elliot transmitió a Houston los sonidos semejantes a resuellos grabados en la cinta, que fueron retransmitidos a San Francisco. La transcripción que siguió a la transmisión fue breve:

Seamans escribió: TRNSMISN RECBDA, AYUDARÁ

IMPORTNT NCSITO TRADCCION PRONT, escribió Elliot. ¿CNDO LISTA?

ANÁLISIS COMPTR DIFICLES - PROBLMS XCDN MGNTD LS CH/J.

—¿Qué quiere decir eso? —preguntó Ross.

—Dice que los problemas de traducción exceden la dificultad del lenguaje de signos chino, o incluso del japonés.

Ella no sabía que existiera un lenguaje de signos chino o japonés, pero Elliot le explicó que todos los idiomas principales tenían lenguaje de signos, y que cada uno seguía sus propias reglas. Por ejemplo, el BSL, lenguaje británico de signos, es totalmente distinto del ASL, lenguaje estadounidense de signos, aunque el inglés escrito y hablado son virtualmente idénticos en los dos países.

Los distintos lenguajes de signos tienen una gramática y sintaxis distinta, y cada uno obedece a distintas tradiciones de signos. El lenguaje chino de signos utiliza el dedo medio, apuntando hacia arriba, para expresar varias cosas, como la frase «dentro de dos semanas» o la palabra «hermano», pero esta seña se considera insultante e inaceptable en el lenguaje estadounidense de signos.

—Pero éste es un idioma hablado —observó Karen Ross.

—Sí —dijo Elliot—, pero es un problema complicado. No creo que podamos traducirlo en poco tiempo.

Para la noche, tenían dos nuevas informaciones. Ross envió una simulación computable a Houston que volvió con un curso de probabilidad de tres días y una desviación estándar de dos días para encontrar las minas de diamantes. Esto significaba que debían estar preparados a pasar otros cinco días en el lugar. La comida no era problema, pero las municiones sí: Munro propuso usar gases lacrimógenos.

Esperaban que los gorilas grises usaran una técnica distinta, y eso hicieron: atacaron inmediatamente después de que oscureció. La batalla de la noche del 23 de junio se vio realzada por las explosiones de la metralla y el siseo del gas. La estrategia fue efectiva: los gorilas fueron rechazados, y esa noche no regresaron.

Munro estaba satisfecho. Anunció que tenían suficiente gas lacrimógeno para mantener a raya a los gorilas por una semana, tal vez más. Por el momento, sus problemas parecían resueltos.

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