Congo

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Día 12. Zinj » 3. Regreso

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3Regreso

La idea se le ocurrió a Elliot como un relámpago.

«En medio del campamento —dijo más tarde—. Estaba mirando a Amy, que trataba de comunicarse con Kahega. Le estaba pidiendo un trago, pero Kahega no entendía el lenguaje de signos, y se encogía de hombros, impotente. Se me ocurrió que la habilidad lingüística de los gorilas grises era, al mismo tiempo, su gran ventaja, y su talón de Aquiles».

Elliot propuso que capturaran a un solo gorila gris, aprendieran su lenguaje, y lo usaran para comunicarse con los demás. Bajo circunstancias normales, llevaría meses aprender un nuevo lenguaje de simios, pero Elliot pensaba que podía hacerlo en cuestión de horas.

Seamans ya estaba trabajando en las verbalizaciones de los gorilas grises. Todo lo que necesitaba era más datos. Pero Elliot había llegado a la conclusión de que los gorilas grises utilizaban una combinación de sonidos y signos. Y sería fácil descifrar estos últimos.

En Berkeley, Seamans tenía un programa de computación llamado ENA (Explicación de Normas Animales), capaz de observar a Amy y traducir sus signos. Como ENA utilizaba programas descifradores de códigos desarrollados por el Ejército, era capaz de identificar nuevos signos, y de traducirlos, además. Si bien ENA había sido concebido para trabajar con Amy en el lenguaje estadounidense de signos, no había ninguna razón para que no funcionara con un lenguaje enteramente nuevo.

Si podían hacer una conexión por satélite entre el Congo, Houston y Berkeley, podrían suministrar por vídeo datos de un animal cautivo directamente al programa. Y ENA prometía una rapidez de traducción superior a la capacidad de cualquier observador humano. (El programa del Ejército estaba diseñado para descifrar códigos enemigos en cuestión de minutos).

Elliot y Ross estaban convencidos de que resultaría. Munro no. Hizo algunos comentarios menospreciativos acerca de interrogar a prisioneros de guerra.

—¿Qué intentan hacer? —preguntó—. ¿Torturar al animal?

—Emplearemos estrés situacional —dijo Elliot—. De ese modo provocaremos el uso del lenguaje. —Estaba preparando el material, disponiéndolo sobre el suelo: un plátano, un cuenco con agua, un caramelo, un palo, una enredadera jugosa, paletas de piedra.

—La mataremos de miedo, si es necesario.

—¿A ella?

—Por supuesto —dijo Elliot, cargando la pistola con un dardo de Thoralen—. A ella.

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