Cola

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4. Aproximadamente 2000: Ambiente festival » Montañas Azules, NGS, Australia: Miércoles, 1.37 por la mañana

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MONTAÑAS AZULES, NGS, AUSTRALIA
Miércoles, 1.37 por la mañana

Estoy en pie y fuera de la tienda, contorsionándome y meneándome entre una masa de cuerpos sensuales. Estoy flanqueado por Celeste Parlour y Reedy, que emiten sonidos tranquilizadores. «Eso es, colega, baila hasta sacudírtelo. Baila hasta sacudírtelo.»

El bajo empieza a sincronizarse con los latidos de mi corazón y siento cómo mi cerebro se expande más allá de los confines del cráneo y de la materia gris.

WWWWOOOOOSSSSHHH

Hay gente que baila sin parar entre remolinos polvorientos, bailando semidesnuda, algunos en plan salvaje y hasta las cejas, otros garbosos como los bailarines de cabaret de uno de esos programas de máxima audiencia de los años setenta que echaban los sábados por la noche.

Y doy vueltas hacia un lado y hacia el otro, hacia arriba, hacia abajo y hacia los lados, trepidando en una inestable proyección astral hasta que siento algo afín al mármol frío reemplazando la tierra cálida bajo mis pies desnudos.

Estoy aquí y estoy listo. «Mi caja, ¿dónde está mi caja?», le grito al tío que está en las torres, y él señala mis pies con un gesto de la cabeza y Reedy me ayuda y saco el primer tema de mi caja de discos y me acerco a ponerlo. Hay gente rodeando el podio. Empieza un coro, N-SIGN, N-SIGN…

Por encima de él escucho una voz, una voz escocesa, irrisoria y maliciosa. «Está follao», dice.

Se les divisa bailando entre la polvareda, movimientos estereotipados que me revelan su identidad antes de que lo hagan sus rasgos, que nunca parecen llegar a definirse lo suficiente. Oigo voces preocupadas, y me cubren con ropas sofocantes, sobre los hombros, que impiden que respire la piel, que me asfixian, tengo algo incrustado en la cabeza…, quiero quitarme todas las capas, arrancarme la carne de los huesos, liberar mi espíritu de esta prisión purulenta y sofocante.

… las corrientes sinuosas de aire cálido me envuelven, atormentándome y atrapándome.

Salgo por encima de las torres, de cabeza y observo el horror boquiabierto de los chicos y chicas cuando la música chirría y yo me estrello contra el duro suelo. Me siento como si tuviera el aspecto de uno de esos superhéroes cuando le han disparado con un rayo láser derribándole desde lo alto de un rascacielos. Agotado, más que dolorido por algo concreto.

No hago más que reír y reír y reír.

Ahí está el Amo, se ha deshecho de la chaqueta, sólo lleva los pantalones de camuflaje y el chaleco. Lleva en el brazo un tatuaje futbolero impresionante. Bertie Blade tiene un aspecto de lo más petulante, flexionando los músculos mientras un Ossie Owl despeinado yace a sus pies. ¡Reedy! Pregunta si me encuentro bien. Ahora Helena también está aquí, intenta hablarme pero yo le sonrío estúpidamente.

¿Helena?

Helena está aquí. Joder, debo de estar soñando. ¡Helena! Cómo cojones…

Acaricio algo, una especie de carnívoro bien alimentado de alguna clase, mientras las palabras de Helena se vuelven insignificantes, evaporándose con el calor de mi cerebro.

La bestia maúlla y abre la boca y salen de su estómago vapores rancios que me asaltan. Apartándome, me levanto y me introduzco entre la multitud. En dirección al bajo, oigo que alguien me llama por mi nombre, no mi nombre de ahora, sino el viejo, pero es un nombre de chica, no el mío.

Carl es el líder de las chicas.

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