Chime

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Capítulo 12

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Capítulo 12

El lobo y el león

 

Mírame, Briony, caminando y hablando con un chico. Esta noche es el primer encuentro de la Fraternidad Bad-Boyificus. Eldric y yo caminamos por el sendero. El sol se oculta en el río como una gran naranja. Eldric y yo lo admiramos.

Se siente como si hubieran pasado meses desde la llegada de Eldric, pero sólo han sido unas semanas. Si quieres prolongar tu vida, este es mi consejo: busca nuevas experiencias, muchas. Detienen el tiempo. Estas son las que yo recomiendo: sentarse a desayunar con alguien, pero en serio, sentarse y hablar. Planear los detalles de un club secreto mientras tu padre lee el periódico e, incluso, si tu padre nota lo que haces, está bien, porque mantienes las cosas importantes en secreto.

Nadie sabe de la fraternidad.

Perdónenme: Fraternidad. Ésta es una palabra que demanda mayúscula.

Los caballos Shira han marcado el camino con sus pezuñas. Ponemos los pies bajo sus huellas y reímos.

Briony feminina regularitatis est.

Ella es una reguladora femenina que se merece unas vacaciones, sólo por una tarde.

Escuchen lo que hizo. Entren en la extrema inteligencia de Briony Larkin.

Esta es Briony Larkin.

Esta es Briony Larkin; quien incendió la estación de bombeo.

Esta es Briony Larkin; quien incendió la estación de bombeo; lo que hizo feliz a Boggy Mun.

Esta es Briony Larkin; quien incendió la estación de bombeo; lo que hizo feliz a Boggy Mun; lo que lo llevó a curar a los aldeanos de la tos del pantano.

Esta es Briony Larkin; quien incendió la estación de bombeo; lo que hizo feliz a Boggy Mun; lo que lo llevó a curar a los aldeanos de la tos del pantano; que también curó a Rose Larkin.

Esta es Briony Larkin; quien incendió la estación de bombeo; lo que hizo feliz a Boggy Mun; lo que lo llevó a curar a los aldeanos de la tos del pantano; que también curó a Rose Larkin; lo que quiere decir que Briony Larkin se merece unas vacaciones, y ni siquiera fue obligada a escabullirse por la noche ni preocuparse por ser descubierta, ni se vio obligada a preocuparse de que Rose se despertara y se metiera en el pantano por el pánico, porque Padre y el Sr. Clayborne están cuidando a Rose,

¿las sorpresas jamás acabarán?

Esta es Briony Larkin.

Me merezco unas vacaciones, y me merezco que me dispensen los elogios y la confianza esperados de la hija de un clérigo. Llevo mi vestido más viejo, que se parece bastante a un saco de papas, y llevaba muy poco por debajo. Nunca habría imaginado lo bien que se siente esto. Es liberador, y te recuerda que estás en camino a la degradación moral. Pronto comenzaré a pintarme los labios y beber ginebra.

La primera reunión de la Fraternidad Bad-Boyificus también va a ser mi primera lección de lucha. Hice un puño y se lo mostré a Eldric.

— Fistibus13 Briony. —Sacudí la mano—. ¿Eldric terrorificorum est?

—¿Asombroso? ¡Soy asombroso!

—¡Asombroso no! —dije—. Lo contrario. Escucha con atención: terrorificorum.

—Hmmm —dijo Eldric.

—¡Dame paciencia, Oh, Júpiter Magnificum!

—¡No me asusta! —gritó Eldric—. ¡Nunca me da miedo Briony fistibus!

Reímos y reímos. Era consciente de que no me odiaba a mí misma, lo que me dejaba en un dilema filosófico. ¿Debería odiarme por no odiarme?

Briony la perdonada Briony.

No suena igual.

Inicié la conversación así:

—¿Crees que volverás a Londres?

Me encontré muy interesada en su respuesta.

—No por un tiempo —dijo Eldric—. Padre intenta encontrar otro tutor dispuesto a pasar al menos un año en Swampsea. Siento que es mi deber como un chico malo, y miembro fundador de la Fraternidad, quejarme cada vez que habla de quedarnos. Así que por favor no le menciones lo feliz que soy aquí.

13 Fistibus: Se refiere a Briony: “La que lanza puñetazos”.

— Mumibus wordium —dije, aunque sabía que el Sr. Clayborne sabía que Eldric se sentía a gusto en Swampsea, y que, de los tres, el Sr. Clayborne, Eldric y yo, todos sabíamos que el otro sabía. Un ejemplo del idioma de la familia Clayborne. Es un lenguaje silencioso, pero del todo diferente al mío con Padre. Y yo, Briony Larkin, estaba comenzando a entenderlo.

Aprendía rápido los idiomas. ¿Alguna vez lo mencioné?

—Hablando de tutores —siguió Eldric—. Me imagino que tu padre te dejó ir sin lecciones desde que ese Genio Fitz tuyo se fue. Espero no ser una molestia.

—No puedes culpar a Padre —dije—. O, puedes culparlo, y yo ciertamente te invito a que lo hagas, pero tendrá que ser por otra cosa. Padre intentó enviarme a la escuela, ya estaba todo arreglado, y mis cosas estaban empacadas, pero Madrastra se enfermó y me quedé en casa a cuidarla.

—Seguramente habría más gente capacitada disponible para eso.

—Es complicado.

Era algo imposible. Madrastra estaba enferma.

Pero eso no era del todo cierto. Madrastra cayó. Madrastra se cayó. Rostro Mugriento la golpeó, y se cayó. Lo que la hizo caer en su enfermedad.

Hice caer a Madrastra y se enfermó. Hice caer a Rose y se enfermó.

No sabía lo que hacía en ese entonces, pero recuerdo bien ambos incidentes. Mi vida cambió en los pocos minutos que tardó Madrastra en contarme de ellos. No podía dejarla entonces, no a la Madrastra que yo había lastimado, no podía dejarla enferma, y sola, para que cuidara a Rose, a quien también había lastimado.

Quizás fuera rara, pero no soy mala.

Eldric se volvió hacia mí suavemente. Alguna antena mágica recibía ondas de indignación: Eldric estaba listo para saltar.

—Así que sacrificaste…

—¡No sacrifiqué nada! —Odio esa palabra. Padre la usaba en sus discusiones con Madrastra.

¿Es justo que Briony sacrifique su vida por ti y por Rose?

Padre perdía el control de su voz cuando discutía con Madrastra. Ya no era la voz queda y calmada de clérigo, ni los tonos graves de su voz irritada. En su lugar, gritaba. El Reverendo Larkin realmente gritaba.

Pero en esta discusión particular, Eldric era el tranquilo y yo la que tenía la garganta llena de gritos. Gritar es ira, y Briony sumada a ira no es bueno. Briony más ira resulta en algo como Rostro Mugriento.

No debería gritar. Debería olvidar que había esperado con ansias ir a la escuela después de que mi Padre echó a Fitz. Que habría amado poder ir a cualquier lado, pero especialmente a Londres, ¡y a la escuela!

Eldric y yo habíamos dejado de caminar. Nos habíamos detenido en una discusión.

—No entiendes —dije—. Mi Padre y Madrastra querían que fuera, pero me negué.

Desempaqué mis cosas.

Me había quedado junto a la cama de Madrastra. Ella no podía subir las escaleras, no con la lesión en su espalda. Su hermoso cabello negro yacía revuelto en la almohada. Tenía su sonrisa generosa… ¿cómo podía sonreírme después de lo que hice? Ella sufriría por el resto de su vida.

Fitz no siempre fue amable con ella; dijo que sus dientes eran demasiado grandes.

Pero estaba celoso, creo. Habíamos sido la mejor de las duplas, él y yo, pero cuando mi Madrastra llegó a la familia, se convirtió en mi mejor amiga, dejándolo a Fitz de segundo.

—Sé que las cosas se hacen de otra forma en la Constelación del Dragón —dijo Eldric—.

Y sé que cuando se está en la Constelación del Dragón, es mejor hacer lo que los de la Constelación del Dragón hacen. Pero no puedo evitar traer una tradición de mi nativa Tierra. Allí, se supone que los padres les den oportunidades a sus hijos. No todos los padres, claro, pero sí los que son como el tuyo, y el mío. Se espera que abran puertas para sus hijos, así pueden hacer su camino por todo el mundo.

Cuatro de marzo. El cumpleaños de Eldric.

¡Cuatro de marzo!

—Pero te dije, Eldric, Padre me dio oportunidades.

—¿Y tú madrastra?

—Te dije que también. Yo me quise quedar… ¡decidí quedarme!

Mi Madrastra había tomado mi mano entre las suyas, que estaban frías. Siempre estaba fría, y ese día, la habitación estaba bastante caldeada. No le gustaban los fuegos, ni siquiera en las noches más frías. “¿Ves lo que pasó?”, dijo. “¿Lo ves, querida?” Lo veía, aunque desearía no haberlo hecho. Ella describió los eventos, como un rompecabezas. Nunca me dijo lo que pasó. Me dejó sacar mis conclusiones.

Pieza del rompecabezas número uno: mi Madrastra había estado sentada bajo la mesa del salón con Rose, ayudándola con esos malditos collages.

Pieza del rompecabezas número dos: estaba en la puerta del salón, mirando, y dije algo sobre no entender cómo Madrastra soportaba el tedio.

Pieza del rompecabezas número tres: me quedé de pie mirando al río, al pantano.

Madrastra vino al jardín, Rostro Mugriento salió del agua.

Veía lo que había estado pensando. Sabía exactamente lo que había estado pensando.

Estaba celosa de que Madrastra pasara tanto tiempo con Rose. Mi envidia había invocado a Rostro Mugriento.

—Si tu madrastra realmente te quería tanto —dijo Eldric—, no habría aceptado tu…

bueno, no diré sacrificio.

—Excepto que lo dijiste —dije—. Y además, no entiendes.

Pero mis argumentos se estaban desvaneciendo. Sabía que yo tenía razón, pero no podía explicar porqué. Dimos la vuelta en el puente. Nuestros pies parecían susurrar. El chico león estaba callado; la chica lobo estaba callada. Había estado entrenando a la chica lobo, llevándola a subir y bajar las escaleras, cuando nadie ve. Es maliciosamente agotador.

En mayo, el barro se ha derretido hasta quedar en fango. El musgo es verde esmeralda y las plantas muestran sus brillantes flores amarillas. Podrías pensar que recuerdan a tiempos felices de primaria, hasta que sabemos sobre sus hábitos de comer carne. Acortamos camino entre las Llanuras, rodeados de musgo y barro, con brillantes y carnívoras sonrisas amarillas a nuestro alrededor.

Había olvidado como la chica lobo podía cambiar las direcciones, como en el espacio de un respiro, podía pasar de los edificios a los estuarios. Eldric hacía lo mismo, lobo y león, moviéndose tan rápidos como el viento.

—Eres rápida —dijo Eldric.

—Me estoy acostumbrando a eso —dije, lo que hizo que Eldric riera.

Al menos no nos dirigimos hasta el corazón del pantano, lo que significaba que era poco probable que alguien se hiciera daño. La lección de lucha iba a tener lugar en un prado llamado las Cicatrices, no porque estuviéramos interesados en adquirir alguna, sino porque era bastante grande, seca y estaba libre de cultivos. En el otro extremo de las Cicatrices se levanta la estación de bombeo, o por lo menos lo que queda de ella.

—Divertido lo de estación de bombeo —dijo Eldric.

—Divertido —le dije.

La estación de bombeo ya estaba siendo reconstruida. En cuanto todo esto fuera de un rojo chillón y escombros, Rose se enfermaría. Sin embargo, yo tenía otro plan. Podríamos guardar distancia en la línea de Londres-Swanton, una vez que se levantara y corriera.

Estaba atrasado, lo que era preocupante. Rose tenía que abandonar Swampsea una vez mejorara. No importaba cuán lejos viajáramos, Rose iba a morir por la tos del pantano si Mun Boggy la infectaba otra vez antes de que ella se marchara.

Resulta que hay dos maneras de formar un puño. Si haces una clase de puño, golpearás a tu oponente. Si haces el otro tipo, te romperás el dedo pulgar.

Eldric curvó mis dedos en su lugar, puso mi dedo sobre ellos también, con cuidado. Lo hizo casualmente, como si tocara a chicas todos los días. Tal vez lo hace. ¿Alguna vez habrá tocado, realmente, a una chica, tocándola a la manera de Pearl y Artie?

¡Tan entrometida y curiosa, Briony!

—Suaviza las rodillas, hundes los talones. Querrás mantenerte abajo.

—Tengo una ventaja allí. —Adopté una mejor posición, me hundí.

Eldric golpea, poco a poco, sólo para mostrarme, manteniendo los brazos cerca de sus costados, girando el puño al hacer el golpe, regresándolos cuando lo arrebataba.

—Es la intensidad lo que le da el poder —dijo—. Además, proviene del giro de la cadera.

Nunca golpees desde el codo.

—Por supuesto que no —le dije—. Sólo una estupidibus lucharía con un estilo como ese.

¿Adivinen qué? Puedo golpear, así como para hacer reír a la gente.

Flexiono las rodillas, cargo mi peso y hundo los talones. Caderas centradas y ¡zas! Mi puño se impulsa hacia adelante.

—¡Bien hecho! —dijo Eldric, a pesar de que el golpe rebotó en su mano como una piedra.

—¿Por qué no ruegas por misericordia?

—Estaba a un punto de hacerlo —dijo Eldric—, pero eso me pondría en desventaja.

Él se rió y me eché a reír, pero la obediente hija del clérigo no lo hizo. Esa chica se había ido; la chica lobo había regresado. La chica lobo, con una danza de hojas, garras y con la luna brillando en sus dientes. Cuando Júpiter siseó el aire con rayos, ella los atrapó en el aire.

—¡Buen tiro, Júpiter!

—¡Buena atrapada, chica lobo!

La boca de ella era una caverna de estrellas.

Eldric ajustó mis manos.

—Tienes que tensar tu mano derecha un poco.

La bruja asintió. Eldric dio por sentado que ella utilizaba la mano derecha. Pero la bruja era zurda, y tenía la segunda visión, lo que significaba que vio a los Extraños retorciéndose por debajo de las piedras grandes que se esparcían por las Cicatrices. Vio a los Extraños

moviéndose y tambaleándose hacia ella con sus piernas como cuerdas. Pero Eldric no tenía en la segunda visión; él era ciego a los extranjeros, por lo que también ella fingió no verlos. Le mostró su nueva habilidad para formar un puño; él le dio al puño toda su atención.

Uno no se ríe de los Extraños, a pesar de sus brazos y piernas de espagueti, a pesar de sus descomunales cabezas, que cuelgan sobre sus cuellos de espaguetis. Los Extraños se sienten orgullosos y poderosos. Los Extraños controlan la cosecha.

—Excelente fistibus —dijo Eldric, pero no soltó mi mano. Inspeccionó la palma de mi mano izquierda, la arruga de las cicatrices.

—No hay fortuna que leer en esa palma —le dije, pero por supuesto él quería saber sobre eso; por supuesto que él se había estado muriendo por preguntarlo desde que nos conocimos.

—¿Quieres la versión de la historia en la que soy una heroína, o quieres la versión real?

—Ambas —dijo Eldric.

—¡Codicioso! —dije.

—Yo estaba muy enferma —le dije, no había mencionado esto porque fuera la verdad, a pesar de que lo es, sino porque mencionarlo hace que la gente sienta lástima por mí.

Incluso una bruja quiere simpatía—. Mis recuerdos del evento son bastante nebulosos.

—Esto también es cierto—. Pero sé que estaba escribiendo una de esas historias que Rose siempre menciona, y supongo que olí el fuego… en cualquier caso, me encontré en la puerta de la biblioteca.

Aquí es donde mi historia del fuego se aparta de la verdad. Había, de hecho, estado escribiendo, pero sólo los Horrors saben lo que me poseyó para tropezar en la biblioteca.

¿Qué me hizo invocar el fuego?

No creo que alguna vez lo sepa. Ni siquiera Madrastra se atrevía a hacer alguna teoría. Y

quemé mi mano… bueno, había estado enferma, y tal vez no había estado lo suficientemente fuerte como para controlar el fuego.

—Debes recordar —dije—, que esta es la versión heroica.

—Lo tengo muy en cuenta —dijo Eldric.

—Traté de rescatar mis historias, no por mi propio bien, pero sí por el de Rose. Las historias la calman, y hay tantas y tantas que ama. Sabía que me llevaría años escribirlas toda de nuevo, y aun así, nunca serían las mismas.

—Lo creo —dijo Eldric—, versión heroica o no. —Curvó los dedos en un puño.

—Entonces quemé mi mano en el intento —dije—. Creo que debo culpar a mi enfermedad.

Es lo inquietante de pertenecer a dos mundos, con un pie en el mundo humano, hablando con Eldric de cicatrices e incendios y con el otro pie en el mundo de los Antiguos, donde los Extraños me miran con sesgo y por los lados bajo sus sombreros de hongo, sus lenguas aleteando de sus cabezas de piruletas.

Parece extraño que un día dedicado a chicos malos y al boxeo se convierta en un día de recuerdos. Pero así fue. Mis recuerdos eran aburridos y grises, como una fotografía. Los libros eran negros, el fuego gris. Una nube de encaje blanco se precipitó en la biblioteca. En un primer momento no la reconocí, a Madrastra, porque no era posible que ella estuviera allí. Ella no podía levantarse de su lecho de enferma. Sus pulseras eran del color de la ceniza, a pesar de que tuviera cadenas de oro.

Las llamas saltaron dentro de la habitación. Afilando sus dientes en el suelo. Y entonces no pude ver, sólo había un sonido, un ruido delgado, una voz de mujer, gritos de una niña. La niña se había quemado la mano.

¿Cuánto dolor, sin embargo, debe haber soportado Madrastra al correr hacia el fuego?

¿Para tratar de salvarme? Nunca se lo pregunté, por supuesto.

—Mi turno. —Siempre he querido saber acerca de la cicatriz que se sumerge en la ceja de Eldric. Eldric me da una explicación de la Gran Explosión del Pudín14, lo que me hizo reír tanto que tuve que dejar de luchar para recuperar el aliento.

—¡Ama! —Ahora los Extraños hablan.

—¡Háganos nuestra historia, ama!

Hablaron al mismo tiempo, con sus voces idénticas, uno recogiendo precisamente el momento donde lo dejaron la última vez. Si se cerraran los ojos, se podría pensar que es una sóla voz.

Golpear, patear, bloquear. Tengo que deshacerme de mis faldas si realmente voy a patear.

—¡Háganos nuestra historia, ama! Nuestra historia necesita ser detallada. La historia de “la tierra oscura”, o “las raíces”, las raíces que tendemos toda la primavera mientras puedan tener suministros y cerveza.

Patear, golpear, bloquear, golpear. Todas esas historias, las historias de los Antiguos, se quemaron en el incendio.

—Escriba de nosotros, ama. Escriba de la arcilla. La Arcilla, es correctamente atractiva, pero ustedes no lo ven. Usted no ve los cristales que lleva, no ve el deslizamiento.

Los Extraños son los que saben de esas cosas. Los Extraños mandan en el inframundo, no el diablo. Maduran el maíz, pintan de colores las flores y doran las hojas de otoño.

14 Original en inglés: Gran Pudding Caper.

—Haga nuestras historias del inframundo. Nos hace la historia o el Espíritu Inquieto lanzará su hoja tortuosa. Cuando ella extiende los gusanos fríos nadie escucha su chillido.

Golpear, bloquear, patear.

—El Espíritu Inquieto, que chilla un nombre. Ese nombre lo conoce muy bien. Es un nombre particular. Es Briony Larkin.

Madrastra gritó mi nombre el día del incendio. Madrastra, que corrió a la biblioteca a pesar de su lesión. Tengo una teoría sobre cómo pudo haber logrado realizar tal hazaña.

Se presenta en forma de ecuación: Amor + Miedo = Fuerza Potente. Es como las madres arrojan de automóviles fuera de control a sus hijos. Es la forma… bueno, en realidad, no debería especular, sin haber experimentado el amor de parte de la ecuación. Pero he leído acerca de una madre y un automóvil en el Chismoso de Londres.

—Haznos nuestra historia, ama. Cree nuestra historia.

Eldric atrapó mi puño, lo examinó, se aseguró de que yo no hubiera roto mi pulgar.

—Tus puños son hermosos —dijo.

¡Hermosos! ¡Dijo que mis puños son hermosos! Cómo me habría gustado decirle acerca de los Extraños.

—Gracias —dije. Su mano estaba caliente en mi puño—. Eres adorable.

Soltó mi puño en un gesto de burlona protesta. Sonrió con su sonrisa curvilínea. Cómo me habría gustado decirle todo.

Los secretos presionan dentro de una persona. Presionan el camino de agua en una presa.

Los secretos y el agua, ambos quieren salir.

¡Hermosos! Eso es lo que un amigo diría. Un amigo que sostiene la mano de una persona.

Sin embargo, Briony, no hay que pensar en tener amigos y en tocar manos. Si todo va según lo planeado, y Rose sale de Swampsea. Vas a dejar Swampsea en uno de los trenes del Sr. Clayborne, pero nada va a cambiar realmente. Vas a vivir sola, excepto por Rose, vas a vivir en la oscuridad con el polvo y las migas, y cuando escuches un ruido, vas a hundirte en las grietas del revestimiento de madera.

Una amistad no te llevará a ninguna parte. Tienes que guardar tus secretos. No hay que hablar de los Extraños, ahora lanzándose lejos de ti. Ahora desapareciendo bajo las rocas.

102 No debes creer que el niño bonito de Londres guardará tus secretos. ¿Quieres cambiar la presión de todos los secretos por una cuerda alrededor de tu cuello?

Adivina qué es lo que convierte a las plantas en carbón.

La presión.

Adivina qué es lo que convierte a la piedra caliza en mármol.

La presión.

Adivina qué torna el corazón de Briony en piedra.

La presión.

La presión es incómoda, pero también lo es la horca. Mantén tus secretos, chica lobo. Haz danzar tus puños con los de Eldric, arrebátale un rayo a los dioses. Aúlla a la luna, a la luna de color rojo sangre. Deja que tu boca sea una caverna de estrellas.

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