Chime

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Capítulo 25

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Los bebés eran idénticos —a menos que eligieras creerle a Eldric—, pero las lunas no lo eran. La luna de la derecha colgaba en la posición de las doce, pero la luna de la izquierda aún no se había elevado tan alta.

—Hmm —le dije.

—Hmm —dijo Eldric.

—Mi querida Rose —dijo Leanne—. Eres toda una artista también.

Menos mal que no podía ir tras Rose. Menos mal que la Musa Oscura sólo atacaba a los hombres.

—Rosy Posy —dijo Rose, pero no a Leanne—. Briony Vieny.

—Nuestros nombres coinciden —dije.

—Muy bien —dijo Rose.

—Nuestros nombres coinciden, pero las lunas no coinciden.

—Estás perfectamente en lo correcto —dijo Rose.

—¿Tuvimos una conversación sobre esto antes, Rose? ¿Cuando estaba enferma?

—Sí —dijo Rose.

Había sido una conversación acerca de cómo se podría describir la medianoche. Recuerdo estar en un lugar ventilado y diciendo que, diez minutos antes de la medianoche, se parecía a la medianoche. Rose dijo que no era bueno.

—¿Es el que tiene la luna justo encima la intención de representar la medianoche, y el otro representa antes de la medianoche?

—No lo representa —dijo Rose—. Es.

—¿Es entonces?

—Estás perfectamente en lo correcto.

Pero quedé atascada. ¿Rosy Posy y Briony Vieny? ¿Los bebés a la medianoche?

Ellos no debián estar despiertos tan tarde.

—No dejes de pensar —dijo Rose—. De lo contrario, no te curarás.

—Estoy pensando —le dije—. Pero Rose…

—Yo prefiero Rosy Posy.

—Pero Rosy Posy. —Tenía que hacerle entender que yo no estaba ni enferma ni herida—.

¿Cómo es que esto va a curar los pensamientos tristes?

—No tendrás que pensarlos más.

El crepúsculo se deslizaba sobre nosotros, nos arrojamos al paquete de galletas. Eldric ofreció compartir con Leanne, pero ella se interesaba sólo por las de tipo casero. Nos apoyamos en las rocas calientes. ¡Las galletas compradas en la tienda son deliciosas! Muy mal por Leanne.

—No dejes de pensar —dijo Rose.

—¿Puedes darnos una pista, Rosy Posy?

—Es contra las reglas.

Mis intentos de averiguar los secretos de Rose se sentía más bien como si estuviera realizando una cirugía cerebral con la luz de una luciérnaga.

—Creo que eres demasiado inteligente para nosotros, Rosy Posy.

Le tendí el índice.

—Sí —dijo Rose, tocando su dedo con el mío.

Rose se tumbó en la manta de picnic perfecta. Cerró los ojos, pero aún estaba sonriendo.

—Así es como quiero vivir mi vida.

El resto de nosotros nos sentamos en silencio, mientras la niebla, la luna y los páramos obraban en una espuma de romance. Leanne estaba, sin duda, deseando que Rose y yo estuviéramos lejos. Toda esa espuma, pero no había privacidad para dos personas en un matorral.

—Excepto que quiero que sepas el secreto —dijo Rose, con los ojos todavía cerrados.

—Lo estoy intentando, Rosy Posy.

—¿Todo el mundo tiene un secreto, crees eso? —dijo Eldric.

—El mío es un marido loco en el ático —le dije.

Leanne se echó a reír. Se me ocurrió que nunca la había oído reír antes.

—Esto no es un secreto apropiado —dijo—, pero yo no se lo digo a muchas personas, ya que suena terriblemente vanidoso. Sé que puedo confiar en que los tres entiendan lo que quiero decir.

Pero sólo había dos de nosotros, ya que Rose estaba dormida. Sus ojos soñadores se movían bajo los párpados revoloteando. Ella quería ser llamada Rosy Posy. Tenía una inconciencia, por supuesto que lo tenía. Así es como quiero vivir mi vida. ¿Cómo podría haber dudado que ella fuera una chica de verdad?

—No soy una artista en sí —dijo Leanne—, pero creo que mi regalo es trabajar con artistas, trayendo sus obras a la vida. Motivando al artista que haga lo mejor que él puede hacer.

¡Y devorándolos! Sólo bastaba con mirarla… toda ojos nacarados y dientes de “ven aquí”.

—Estoy totalmente de acuerdo —dijo Eldric—. Ése es claramente tu regalo.

¿Qué quiso decir? No, esperaba, en la forma en que Leanne lo tomó. Mira su sonrisa. Ella pensó que era un cumplido.

—¿Cuál es tu secreto, Eldric? —dijo Leanne.

—El problema que tengo con decir mi secreto —dijo Eldric—, es que es un secreto.

—¿No hay nadie a quien le dirías? —dijo Leanne.

—Una persona, tal vez —dijo Eldric—. Pero como hay tres de ustedes, este no puede ser el momento de revelarlo.

Una persona, tal vez. Rosy Posy sabía como quería vivir su vida. A Briony Vieny le gustaría vivir la de ella sabiendo el secreto de Eldric.

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