Chernobyl

Chernobyl


27. Miércoles, 7 de mayo.

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Guardaron silencio un momento, incluso Aftasia. Los Garfield contemplaban el parque verde y el distante monumento, pero no decían nada. Los coches que circulaban, los magníficos bloques de apartamentos, la alta torre de televisión en el horizonte parecían contradecir el horror de la historia de Babi Yar.

Finalmente, Candace aventuró:

—No veo por qué no quiso que parásemos en el monumento.

—Un momento —dijo Didchuk amablemente, e intercambió unas cuantas palabras con Aftasia—. Dice que el monumento está muy bien, pero que llegó un poco tarde. Lo erigieron hace solamente ocho años, y la inscripción ni siquiera menciona a los judíos. Eso es lo que dice —terminó, con la voz ronca por el esfuerzo—. ¿Puedo decirle a la señora Smin que han comprendido lo que les he estado contando?

—Vaya si lo hemos entendido —dijo Garfield, sacudiendo la cabeza.

Aftasia pronunció otra frase, y Didchuk tradujo.

—Dice la señora Smin que de esa forma los soviéticos aprendimos a no confiar en los extranjeros. Descubrimos que los alemanes no estaban interesados en…, dice que en «liberarnos». No vinieron para hacernos ningún bien. Eran ladrones, bandidos, violadores. Eran asesinos.

Aftasia asintió y añadió una frase más. Didchuk bajó la cabeza mientras traducía.

—Y dice que nosotros, los judíos…, estoy hablando en su nombre, ya comprenden; yo no soy judío… Nosotros los judíos aprendimos a no confiar ni siquiera en nuestros vecinos.

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