Check-in

Check-in


Check-in

Página 4 de 13

El irnos del edificio para permitir que lo compren, implica una retirada, una debilidad para que otro ocupe un espacio, algo que me siempre me he negado a asumir. Van a pagar bien, y podremos pagar con creces el traslado a otro entorno de menos precio, pero pienso que va a generar una crisis de confianza en los trabajadores y los empleados.

Si, inmediatamente anunciamos el motivo, todo el mundo se tranquilizará, pero no querría que Bauzas tenga una segunda jugada y nos pille a contrapelo. Entonces, nuestra credibilidad quedará puesta en duda.

De momento, he podido evitar despidos. Y eso que el consejo de dirección me ha presionado, pero les he dicho que la que directora de proyectos y desarrollo soy yo y para mí la opinión del director de recursos humanos cuenta tan poco como la del administrativo que entra a trabajar por la tarde. Su preocupación sólo es contratar o despedir sin esmerarse en mirar la repercusión a escala humana.

Al final, he tenido que mostrarle a ese energúmeno de Arturo, que los números se me daban mejor que él a la hora de calcular finiquitos y como el consejo ya no se fiaba de su criterio, me han permitido introducir varias prejubilaciones. Los contratados de menos de cinco años no se van a salvar… pero son lo suficientemente jóvenes como para retomar de nuevo otro camino.

La jugada no está mal. Con lo que nos paguen por abandonar el edificio, compramos otro local más barato, prejubilamos a algunos empleados sin que parezca un expediente de regulación de empleo encubierto y nos ahorramos una guerra de desgaste contra varios colosos empresariales que nos barrerían como un mosquito si no les interesamos.

Bauzas tiene tentáculos en todas partes. Nunca he sabido si ese individuo es dueño de un banco, de varias empresas, intermediario de ellas o un inversor de los de Wall Street trasladando su manera de hacer al negocio español. Pero en la crisis en que estamos inmersos es uno de los que huele oportunidades a un país de distancia… siempre procurando que otro pague los platos rotos en el proceso, claro.

No me fío de él. Hay un precio acordado y unos pocos despidos pactados que mañana revisaremos sin que, espero, no se salte los términos. Soy consciente de que nuestras acciones van a bajar durante un par de días hasta niveles peligrosos, pero también que cuando informemos de todo, su valor se restablecerá, incluso más que antes al ver que es una inversión para reducir costes y no una deslocalización.

¿Pretenderá sacar tajada de nuestras acciones? No puede hacerlo, si compra acciones después del trato le podemos acusar de utilizar información privilegiada a la hora de adquirirlas, al ser una parte directamente implicada, o de hacer un trato empresarial tan sólo por su propia conveniencia y no del conglomerado empresarial al que represente en este caso.

Comprar acciones de esa manera es casi tan ilegal como manipular su valor falsamente para su cotización en bolsa. Pero no es tonto, y si pretende hacer eso, seguro que ha encontrado un método: un posible alias, operar a través de varias empresas al unísono, enmascarar sus pasos mediante un par de brokers, etc.

No me preocupa mucho que él gane dinero, a fin de cuentas es algo que no ha parado de hacer con o sin nuestra aportación, pero me preocupa la credibilidad para con los nuestros si se guarda un as en la manga. O simplemente no quiero que nos relacionen demasiado con él, de cara a la prensa.

Hablando de prensa…voy a llamar un rato a Roberto, mi contacto del diario provincial, a ver si sabe algo. Una llamada que es mejor que haga desde mi teléfono de prepago en vez desde el del hotel, para dejar el menor rastro posible.

Se pone a la escucha casi al instante. Se nota que está ávido de noticias.

– Has tardado en llamar, Aurora.

– Siempre ando muy ocupada, Roberto. Y mi escaso tiempo es oro.

– No seas tan hostil, deberías comenzar a tomarte libre parte de ese tiempo.

– No me interesa para nada aprovecharlo en otras cosas que en las que lo estoy aprovechando actualmente. ¿Cómo vas de noticias frescas?

– Sabes que no te puedo facilitar todas las noticias que conozca o los soplos que reciba. No quiero más líos de la cuenta.

– Siempre te he pagado diligentemente por tu aportación, Roberto. Y es una retroalimentación, no sólo una vía de un sentido. Gracias a mí has ganado un par de premios con tus artículos.

– Échamelo en cara siempre que puedas, Aurora, que yo haré lo mismo con el par de soplos que te he dado. Yo he escrito sobre esos pelotazos financieros antes que nadie, pero tú has podido llevarlos a cabo porque te pasé información previa al respecto.

– Un 5% de información que completaba el 95% restante que ya tenía yo. No sé si sabes mucho de finanzas pero con esto debería quedar claro quien le debe más a quien. Además, ahora no me preocupan los demás sino yo misma. ¿Hay alguna noticia de algo en lo que salga yo?

– No eres tan conocida, mujer. Al menos, para salir en algo que ocupe la primera plana. La mayoría de lectores no se fijan en los nombres que aparecen de los analistas de la bolsa y sus previsiones.

– Tu ausencia de respuesta es como la respuesta en sí misma. Vamos, que nadie ha hablado de mí para nada.

– Mis colegas de los otros periódicos me pasan información sobre la temática, para que no nos repitamos y nos repartamos un poco el dividendo de los lectores. Pero no te puedo hablar por parte de los diarios más sensacionalistas.

– A ese tipo de prensa no le intereso yo, sólo los zoquetes famosos que se olvidan de cerrar la ventana cuando le están pegando los cuernos a su mujer o que se olvidan, al emborracharse, de que siempre habrá una cámara filmándolos.

– Entonces, tranquila. Sé que tú no tienes una vida interesante ni ligues que los demás quieran conocer. Vamos, que no tienes vida aparte del trabajo.

La provocación era una característica de Roberto. Siempre intenta fastidiarme desde que me negué a salir con él. Se piensa que nuestra relación puede ser algo más que profesional. ¿Y qué pretende? ¿Convertirme en una ama de casa o añadir mi nombre a una lista de ligues que debe tener en algún archivo de texto? Ni una cosa ni la otra me interesan lo más mínimo.

– Mi vida personal no es asunto tuyo. Ni tampoco pretendo que formes parte de ella. Nos conocemos de la universidad, Roberto, y si tampoco pasó nada entonces, no va a pasar ahora.

– Entonces los dos teníamos pareja, Aurora. Unas parejas que ahora no tenemos porque queríamos ser los mejores en nuestro trabajo, ¿recuerdas? Intenta ver una lección de vida de todo eso, yo lo hago.

– Mi lección de vida es fijarme en varias de las compañeras de curso y como están ahora en casa, acabando sus tareas, para acostarse al lado de alguien que las hace sentir menos de lo que son. Y encarceladas a unos llantos de niños que suplicarán por ellas a todas horas. ¿Me puedes explicar tú que vida es esa?

– Pues a veces es mejor eso que el que estemos ambos, a estas horas, acabando la edición del periódico de mañana o revisando papeles para una reunión de trabajo como seguro estás haciendo. Creo que ambos hemos llegado más allá de donde pretendíamos y, si no disfrutamos ahora de la vida, nos podemos arrepentir el resto de ella cuando miremos atrás.

Ese maldito sabe cómo sacarme de mis casillas. O al menos como intentarlo. Pero no esta vez, necesito la mente fría para mañana.

– Yo ya he disfrutado de la vida, Roberto. He viajado gratis por todo el mundo gracias a mi trabajo. Me he alojado en hoteles sin pagar un euro y conocido a gente muy importante. Si tú llamas vida a estar persiguiendo noches locas sin descanso, puedes quedarte con tu concepto de vida. El mío me basta.

– Sólo me preocupo por ti, Aurora. Hace mucho que nos conocemos y no me gustaría ver que te arrepientes más adelante.

– En realidad, es de ti de quien te preocupas, de poder calmar tus necesidades un rato con alguien. Pero esa no soy yo, tengo trabajo.

Se oye un suspiro por la otra línea. E incluso diría que un pequeño gemido, pero no tengo tiempo ahora para preocuparme por sus sentimientos, tengo trabajo que hacer. Chantajearte emocionalmente es otra trampa que quieren hacer los demás y no me he permitido caer en eso. Bueno… al menos, no desde que conocí a…

Es igual. Borra su nombre de tu mente ahora mismo y corta la comunicación, que tienes trabajo que hacer.

– Tengo que volver al trabajo y tú también al tuyo. Hasta luego.

– Hasta luego, Aurora. Descansa.

Cuelgo. Aunque me fíe de él, no estará mal comprobar que, efectivamente, no hay ningún soplo sobre la noticia.

Hora de ponerse a buscar por Internet. Noticias de economía, rumores en los periódicos más sensacionalistas y en la prensa amarilla.

En Internet no encuentro nada, ni una sola mención al trato que mañana haremos. Todo lo demás es lo habitual, hablando sobre como nuestras acciones se mantienen en un nivel estable, los nuevos fondos de inversión, las buenas condiciones laborales de los empleados o la pérdida de confianza que se dio hace un tiempo al vender fondos de inversión. La antigua dirección no hacía demasiado bien las cosas hasta que yo llegué..

Pero todo esto es la información a la que todo el mundo puede acceder. Y a mí me interesa el lugar donde están los secretos de verdad: la Internet profunda.

No me interesaba mucho lo tecnológico fuera de lo que necesitara para mi trabajo pero cuando comencé a escuchar el concepto, me atrapó sobremanera. La Internet profunda, o todo el contenido de Internet que no forma parte del Internet superficial, cuyas páginas no han sido indexadas por los motores de búsqueda de la red y no aparecen como ningún resultado.

Muchos fiscales y agencias del gobierno han catalogado estas páginas como un refugio para la delincuencia por sus contenidos privados o ilícitos. Los contenidos de servidores internos, de redes de organismos administrativos o páginas que vinculan a contenidos ilegales como la dura pornografía o el alquiler de sicarios son algunos de los elementos que integran esta especie de iceberg enterrado bajo el mar que sería la Internet ordinaria.

Todo lo ilegal se puede encontrar en ella, incluida la información privilegiada que tanto puede dañar o mejorar una inversión y que muchos, con habilidad en tecnologías de la información, pueden comunicar para perjudicar al máximo a una empresa o ex jefe.

Y, por supuesto, también hay foros en que se pueden encontrar esos secretos empresariales que los trabajadores resentidos cuelgan como información al mejor postor. No toda la información te llega gratuitamente, a veces se ha de comprar.

Sólo el tamaño de la Internet Profunda, se estima en varios centenares de veces mayor que el de la red ordinaria, y ya hace que la búsqueda sea un poco más exhaustiva. Pero, como ya he entrado otras veces, sé exactamente a qué sitios debo ir primero. Lo básico, tener instalado en el ordenador el navegador Tor para poder acceder a la Internet profunda cuando se inicia su software junto con otros pasos, es ya algo que tengo instalado en mi portátil.

A diferencia de otros foros, estos foros son mucho más dinámicos. Una oferta para vender un nuevo programa pirata puede ser respondida por más de un centenar de personas en apenas media hora.

No me gusta entrar en este medio, pero pienso que es un medio para un buen fin como es salvaguardar la integridad laboral de nuestros empleados y la confianza de los inversores. Repito el proceso, una vez más, veo como el Tor me ofrece otro de sus mensajes de bienvenida y de recordatorio acerca de que no guardará mi historial de navegación y como de repente aparece un nuevo mundo digital ante mí.

No es la primera vez que entro, pero no por ello es menos desagradable. Anuncios de venta de drogas, canibalismo, instrucciones para fabricar armas nucleares y otro sinfín de horrores están presentes aquí.

¿Qué es esto? Un anuncio que conduce a una web para comprar mujeres que probablemente vayan indocumentadas y a las que se les prometió un feliz futuro al viajar a otro país.

No creo que muchas mujeres, que no fueran yo, pudieran navegar tranquilamente por este infierno. Aparecen imágenes muy fuertes y sin ningún tipo de censura y lo peor es que aparecen como publicidad aunque embarques tus esfuerzos en otros medios.

Reviso un poco las dos o tres páginas más fidedignas que he encontrado al respecto de información empresarial. Dos de ellas las utilizo desde que pronosticaron el batacazo por fraude de dos importantes consultoras empresariales y la otra es una donde sé que uno de los ingenieros informáticos, que trabajan a las órdenes de Bauzas, opera.

Su nick cambia a menudo, pero he aprendido a identificar su estilo, y los chivatazos que da a menudo se han de interpretar de forma contraria ya que animan a hacer lo que va a favor de los intereses de Bauzas. Si dice que una empresa va a quebrar, es porque se pretende que se retiren los accionistas y las acciones caigan en picado. Si pronostica que una empresa va viento en popa, es porque anima a invertir en ella para que el valor de las acciones aumente. Y muchas veces, esas previsiones tienen una realización contraria.

Si Bauzas quiere que un directivo de una empresa rival salga mal parado, acaba ingresando aquí la filmación de su secreto más sórdido, sabiendo que alguno de los usuarios acabará por llevarlo a la luz en la Internet ordinaria. De esta forma, crea publicidad negativa sobre alguien a quien le interese quitarse de en medio y una tercera persona acaba haciendo el trabajo sucio por él sin que se manche las manos en ningún momento.

Lo último que salió de aquí que iba a favor de sus intereses fue la filmación del propietario de una cadena de hoteles en pleno desmadre con varios gigolós masculinos.

Me repugnan todos esos corruptos. ¿No saben deberse a su trabajo sin caer en burdas tentaciones? Me alegra observar en la red que, aunque no deba temer ningún secreto oscuro, nadie ha introducido nada sobre mí que pueda usarse para romper mi concentración mañana. No le perdonaría a él ni a ningún otro mal nacido sobre la faz de la tierra, manchar mi reputación.

Algunos mensajes hablan de movimientos empresariales relacionados con la empresa de informática que es vecina a nosotros en el mismo edificio. Se especula con su marcha fuera de Barcelona, con la disminución de ventas en su delegación de Mataró, y de cómo la facturación de su fábrica en Gerona ha aumentado al producir un mayor número de ordenadores, colapsados por la competencia.

En tal caso, los problemas quedan personalizados a la empresa y no a su cambio físico. Nada que nos relacione. Me alegro de poder salir por fin de este mundo virtual de pesadilla, que sólo puede traer un mal augurio a quien lo utilice demasiado. Y esa no voy a ser yo.

Cierro el explorador y abro el último de los contratos. Parece un precio justo para lo pactado y con esto, el banco cambiará de sede. El traslado será realizado durante unos cuatro meses, lo suficiente para que los clientes puedan acercarse para realizar las gestiones que deban con el cambio de localización.

Siempre que se vende una propiedad la gente sólo mira el precio pero es preciso pensar en sus consecuencias a medio plazo y los intereses o problemas financieros que puede generar a nivel colateral. Es lo primero que me enseñaron en las prácticas: nunca debes tomarte el dinero a la ligera, ya que nadie hace nada gratis o a un precio que no le convenga.

Examino lo que sé de Bauzas. No su perfil profesional, sino lo que sé de él personalmente. Le gusta intimidar en las reuniones y no le importa ser políticamente correcto, cuando tiene la sartén por el mango va a lo directo y conciso sin pararse en la consideración hacia herir los sentimientos de los demás. Si no puede prosperar por la vía legal, utiliza la vía ilegal procurando sacar información oscura sobre la persona que tenga enfrente. Y no dudará en usarla o incluso en lanzar las fotografías, documentos o imágenes que prueben dicho secreto, encima de la mesa de reuniones, delante de todos.

No tiene escrúpulos y, lo que es peor, aunque actúe con violencia verbal e intimidación hacia los demás, genera tanto negocio que todos con los que trabaja le toleran su forma de ser. Y los que no trabajan con él, le toleran por miedo a cualquier represalia que pueda realizar.

Si sigo pensando en ese monstruo, acabaré teniendo pesadillas cuando vaya a dormir. Algo que en algún momento debería hacer.

Aunque son ya las once y estoy bastante despejada todavía tengo un poco de nervios por mañana. Estar en albornoz en la habitación, mientras trabajo, no suele ser lo mío pero me relaja un poco. Pero no lo suficiente.

Mientras miro la cama vacía pienso en lo tentador que resultaría. ¿Cuánto hace? Más de lo que puedo recordar. Poder permitirte el tumbarte en la cama con alguien que te abrace y te bese y te quite las preocupaciones del día. Que te diga al oído que te quiere y “no te preocupes, cariño” para que te tranquilices y tus ondas alfa se propaguen.

Sí, es muy fácil. Siempre recibiré una oferta tentadora cuando esté en público, vestida o con falda. Siempre habrá alguien dispuesto al alcance de una llamada. Miro el móvil. Si llamara a Roberto, estaría aquí en cuestión de minutos. Su trabajo no está muy lejos y, a estas horas, habrá acabado ya su sección.

Un pensamiento tentador, Aurora, pero la tentación no es lo tuyo. Nunca lo ha sido. Aleja lo fácil de tu pensamiento, sólo lo difícil es bueno, y no te volverán a hacer daño de nuevo. Con una vez vale, otra no.

Duerme y sé fuerte, Aurora. Sé fuerte.

B-221

– Esto no me gusta, Olga.

– No me seas así, Jennifer. ¿Hemos cenado en mi casa, no?

– Pues sí. Y el viernes acabé mi último examen, pero no tener nada que hacer no es motivo para desmelenarse tan rápido.

– Mira, tía, he quedado con Gero y vendrá un amigo. O sea que tú puedes tener plan también, si quieres. ¿Has llamado ya a tu padre?

– Sí, si no se preocupa. Le he llamado cuando estábamos cenando antes.

– ¿No estaba tu madre con él?

– Mi madre tenía trabajo por la tarde y creo que todavía no había llegado. Al menos, no estaba con él entonces.

– Mira, tía, te acostumbrarás. Yo, al principio, también estaba un poco triste, pero luego vi que era lo mejor que se separaran.

– ¿Lo mejor para ellos o para ti? Porque no veo que se ocupen mucho de lo que haces.

– Pues sí, tengo más libertad, ¡qué voy a decirte! Y la aprovecho. Además, ellos también lo hacen y salen cuando quieren con quien quieren.

– ¿Y no te da cosa? Yo todavía me estoy acostumbrando a que vea a mi madre con un tío distinto cada vez.

– Pues alguno de los que ha venido, estaba bien bueno.

– ¡Olga, cómo eres! ¡Pero si son mayores que yo! ¡Y que tú!

– No tan mayores, tu madre es espabilada y algún treintañero bien bueno ha caído ya.

– ¡No hables así de ella, es mi madre!

– Perdona, pero es la verdad. Y no la critico, la apoyo. A lo mejor, incluso ha caído un veinteañero también, jejeje.

Las dos amigas comenzaron a reírse. Jennifer comenzaba a asumir que, tal vez, Olga tenía razón. Quizás sus padres merecían un tiempo de descanso de ellos mismos, después de todo.

Ambos eran profesores de instituto, aunque su madre había comenzado a trabajar como profesora asociada con una universidad online. No le iba mal el cobrar por algunas horas extras mientras realizaba un par de asignaturas a la que asistían alumnos de su misma edad, universitarios como ella.

También había empezado a desmelenarse, como decía Olga, y a salir con sus amigas separadas y yendo a discotecas casi cada fin de semana. Cuando llegó al sujeto número siete, Jennifer dejó de contar los novios o amantes que le había visto a su madre en todo ese tiempo.

Su padre, en cambio, no había levantado cabeza en ese aspecto. Había salido un par de veces con algunos amigos pero siempre volvía solo. Y como ella iba viendo alternativamente a sus padres, según le convenía al ser mayor de edad, sabía de las andanzas de ambos y alguna vez era interrogada por ellos. Aunque era más su padre quien quería estar al tanto de lo que hacía la otra parte que no al revés.

No se podía quejar. Ambos le habían dado una educación excelente, no le había faltado de nada y ahora estudiaba con gran eficacia el segundo curso de Filología Hispánica. Después de veinte años casados, igual les tocaba volver a vivir una segunda juventud.

Esa noche iban a encontrarse de nuevo, después de varios meses de estar separados, para poder limar asperezas.

A esas alturas, Jennifer no esperaba que se reconciliaran. Había visto demasiado ilusionada a su madre con su nueva vida de libertad para volver a enfundarse la bata de andar por casa y atrincherarse en la cocina. Además, siendo ella ya una hija adulta, no implicaba ningún tipo de carga para hacer la comida u otro tipo de cuidados. Ella ya era autosuficiente.

Había salido muchas veces de noche, pero no le gustaba mucho la vida nocturna. Simplemente, acompañaba a su amiga Olga en sus tours nocturnos y cuando coincidían con compañeros de la universidad.

En ese sábado, ambas celebraban que habían acabado los exámenes de febrero, y habían quedado para cenar. Pero la realidad es que Olga le había preparado una encerrona porque no le había dicho que había quedado con su novio Gero.

– Te he dicho que te acompañaría, pero estos sitios de fiesta son peligrosos, ya lo sabes.

– Peor hubiera sido ir a por la zona de la Vila Olímpica. Allí pareceríamos extranjeras, pero en esta zona hay pubs más tranquilos.

– Mientras después me lleves a casa, ningún problema. Si te vas a ir a hacer manitas con Gero, me lo dices antes, y hubiera traído mi coche.

– Quien sabe, tía, a lo mejor eres tú la que me pide las llaves del coche.

– Yo no soy así.

– Venga, Jenny, conmigo deja la imagen de doña perfecta, que ya nos conocemos. La noche con el Rafi no es la única noche loca de tu vida.

Jennifer se sonrojó. Era una chica como todas. Quería ser responsable y no preocupar a sus padres pero tampoco quería quedarse al margen de lo que implica vivir la vida a esas edades. Aunque, de momento, ningún chico parecía lo suficientemente bueno como para que fuera su novio formal, al que dedicarle parte del tiempo que destinaba a sus estudios.

La calle estaba llena de gente a esas horas. Era lo que tenían las principales calles de Barcelona durante un sábado noche, multitud de gente que iba sin rumbo y se perdía en los primeros pubs que encontraban. Aunque la zona del Born le gustaba mucho porque se podía salir con tranquilidad, no le desencantaba escaparse a veces por la zona de Aribau. Pero ninguno de esos destinos era por donde salían esa noche.

– Mira, no es que me no me fíe de Gero. Pero mantenlo a raya, que ese sólo quiere lo que quieren todos.

– Y lo que también queremos todas muchas veces. Si quieres, acabo saliendo con el empollón friki que hay en tu clase o con uno de los gordos que hemos visto en ingeniería, que no tienen tiempo ni para hacer deporte, de todos los deberes que llevan encima.

– Con esos no, pero Gero es un poco garrulo. Ha aparcado los estudios desde que salió del instituto.

– ¿Y qué quieres que haga? Ha intentado buscar trabajo y ha conseguido encontrar trabajo de mozo de almacén, que para la crisis que hay hoy día, igual acabaremos allí nosotras también cuando acabemos los estudios. Entonces verás que nos llevará cuatro años de ventaja.

– Si tenemos estudios, siempre tendremos opciones a algo más que eso.

– Eso no te lo discuto, pero, si no paso de ahí y me he de conformar con un trabajo mileurista, al menos no me arrepentiré de haber sacrificado los fines de semana estudiando en vez de salir para sacar mejores notas.

– No tengo que sacrificarlos yo, ni tú tampoco. Llevamos todo al día y tenemos tiempo de salir y hacer deporte, o sea que él también podría estudiar si quisiera en vez de haber sido un ni-ni a ratos.

– Que me lo tire, no quiere decir que me vaya a casar con él. Siempre tan conservadora.

– Bueno, tú toma precauciones.

– No te embales, de momento lo hemos de encontrar… mira por ahí anda.

Vieron un par de chicos que estaban mirando el reloj y estaban enfrente de uno de los pubs más concurridos. Habían salido del antro para poder ser visibles pues dentro había una multitud tremenda.

A medida que se iban acercando, el rostro del acompañante de Gero se hacía más visible al igual que el propio Gero.

Gero era delgado y moreno, y sus manos estaban envueltas de callos y pequeñas heridas. Jennifer no sabía hasta qué punto las heridas podían ser de su trabajo o de otros vicios inconfesables de Gero que le habían llevado a experimentar con varias sustancias para aumentar la excitación propia del fin de semana.

Si a eso le añadíamos que su vestimenta habitual se nutría de los pantalones anchos, las chanclas y las camisas más simples que uno pudiera encontrar, el conjunto en sí evidenciaba a un hippie en toda regla. Algo que le molestaba a Jennifer, puesto que al ir con él, había muchos sitios donde ni podían ni les dejaban entrar. Lo mínimo era, que el muy egoísta, pensara que iba con más gente y podía estropear los planes de los demás.

Pero el otro chico… parecía la antítesis de Gero. No sólo por ser rubio en vez de moreno sino por ser más alto que él, de complexión más robusta, y mucho mejor vestido, incluso con los pantalones cortos que llevaba. Sus manos parecían más ligeras que las de Gero, seguramente porque no hacía un trabajo como el suyo, o quizás era estudiante. Al menos tenía la edad adecuada para ello.

– ¡Hola, tías! ¿Listas para la fiesta?

– Siempre tan ordinario, Gero. Asustarás a Jennifer antes de tiempo.

– Ya lo conocemos. Hola, Gero. ¿Nos presentas?

– Claro, claro. Este es Gabi.

– ¡Hola, Gabi, encantada! ¡Esta es Jennifer!

– Encantado, hola, Olga. Hola, Jennifer.

– Hola, Gabi. ¿De qué os conocéis?

– Bueno, en realidad no lo conozco a él, conozco a su hermano porque vamos a la misma clase de Estadística en la universidad.

– ¿En la universidad?

– Eso ha dicho, Jennifer. Iba con mi hermano y como ayer acabaron exámenes le he dicho que se viniera. Mi hermano se ha quedado en otro pub porque se ha encontrado a su tropa de pádel y nosotros hemos seguido hasta aquí. Unos pijillos aburridos, vaya.

– Espero que no os moleste que me haya venido. Si me quedaba con mi hermano en ese pub, no hubiera salido hasta las tres de la mañana.

– ¡Ningún problema, vente con nosotras! ¿A que sí, Jenny?

– Vamos todos, hoy es sábado noche.

Ir a la siguiente página

Report Page