Chats

Chats


12

Página 15 de 33

12

—¿Eva? Zóc Zupermazk.

—Te estaba esperando... Oye, aquello que dijimos...

—¿Que vendríaz a vivir conmigo?

—Sí. Que estoy dispuesta...

—¿Eztáz dizpuezta?

—Tengo que huir este mismo fin de semana. No aguanto más. Mañana mismo. ¿Qué te parece?

—No lo zé.

—¿Cómo que no lo sabes?

—No, no lo zé. Ez muy peligrozo.

—¿Qué quieres decir? ¿Que no quieres hacerlo? No puedo más, Supermask, no puedo más, ¿me oyes? Si no cuento contigo, ¿con quién voy a contar?

—Claro que puedez contar conmigo —se apresura a decir la voz, impaciente—. Lo que no zé ez si yo puedo contar contigo.

—¿Que no puedes contar conmigo? ¡Oh! ¿Pero qué dices? —Eva pega un puntapié al suelo—. ¿Cómo puedes decir...?

Una larga pausa durante la cual Eva pasea arriba y abajo por la acera, delante de la boca del metro, con movimientos convulsos, como si se estuviera haciendo pipí, con lágrimas en los ojos y, sobre todo, el pecho lleno de miedo, de angustia. Ahora que veía la luz al final del túnel, esa luz se apaga, le niega su ayuda.

—Claro que puedes contar conmigo —repite con un sollozo.

—Ezta noche, no me conectaré —dice Supermask—. Zólo para dejar que lo pienzez bien. Y mañana, a la zalida del inztituto, te ezpero en la plaza de Calatañazor. Ve allí con el equipaje, porque ya no volveráz a caza.

Eso ha sonado terrible.

—¿De acuerdo? —tiene que insistir, para sacar a Eva del estupor—. ¿De acuerdo?

—Sí, sí, sí, de acuerdo.

—Cuando vayaz al inztituto, por la mañana, lleva todo lo que necezitez en la mochila. No te preocupez, que yo ya te compraré lo que no puedaz llevar.

Eva está tan alterada que no puede parar de moverse, le parece que se ahoga, que en el mundo no hay aire suficiente para sus pulmones. Ahora, diría que se está poniendo enferma.

—Hazta mañana, Eva.

Es como una sentencia tenebrosa.

Se corta la comunicación.

Ir a la siguiente página

Report Page