Carthage

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Tercera parte El regreso » 13. El muro interminable

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Abril de 2012

A lo largo del muro interminable.

Un muro de veinte metros de altura, sin fin (visible).

De repente el muro se alza a tu lado: no has conseguido ver el principio ni tampoco ves el fin.

El muro está hecho de una sustancia finita: hormigón. Pero su circunferencia es infinita.

Tú estás fuera del muro, a lo largo de su interminable longitud. Dentro, el muro ciñe.

Aunque el muro (exterior) se puede medir, no es posible hacer lo mismo con el muro (interior).

Del color de viejos huesos desteñidos. El muro interminable.

Lo habías visto desde lejos, pero sin reconocerlo porque no habías visto nunca nada que se pareciese a un muro de veinte metros de altura, bordeando una carretera estatal.

Dentro, oculto a los ojos de los civiles, se encuentra el Centro Penitenciario Clinton para Hombres, ubicado en Dannemora, Nueva York.

Hasta que, de repente, el muro se alza de tal manera al lado de tu vehículo que no llegas a ver su altura ni las torres de vigilancia de los guardias, situadas a intervalos regulares en lo más alto.

El muro interminable, que se levanta a poquísimos metros a la derecha de tu automóvil. El muro que se traga casi todo lo que se podría ver a través del parabrisas de tu vehículo.

¡Cuántos kilómetros por la carretera estatal 375! ¡Cuántas horas por el paisaje que corre a toda velocidad, colinas de origen glaciar de los Adirondacks en el límite más septentrional y frío del estado de Nueva York!

El muro interminable, del color de huesos viejos, que bordea Dannemora, un pueblo pequeño.

A la derecha de la carretera estatal 375, en dirección norte, el muro interminable se extiende hasta el infinito.

A su izquierda, las inhóspitas fachadas de Dannemora.

A lo largo del muro interminable por cuya entrada (bien protegida) se te permitirá acceder al interior de la prisión. Donde, en algún lugar dentro del muro interminable, él te está esperando.

Hasta entrar en el desolado pueblo que es Dannemora, al exterior del muro interminable, como las orillas de la laguna Estigia bordean sus inhóspitas aguas. Dentro y a través de Dannemora, que es una población desierta a esta hora de la mañana, mientras, en el exterior, el muro interminable continúa.

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