Carnaval

Carnaval


CAPITULO XIV

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Arriba, en la habitación compartida con May, Jenny se hallaba sentada decante del espejo, cepillándose el cabello, mientras fuera llovía torrencialmente. A medida que transcurrían los momentos, la fuerza del aguacero iba en aumento y el ruido del agua, inundando la calle, ©restaba a la habitación, iluminada por la luz de una vela, deliciosas apariencias de refugio.

La suave respiración de May y el roce del cepillo formaron con el ruido del agua, al caer, un conjunto monótono, adormecedor, que favorecía los pensamientos fantásticos de Jenny. De repente, ésta se levantó, alzó ruidosamente la persiana y abriendo la ventana extendió sus manos para hundirlas en la húmeda oscuridad. May se sentó en la cama, entontecida por el sueño. El aire, entrando en el cuarto, hizo oscilar la luz de la bujía.

—Pero, ¿qué pasa? —gritó May.

—¡Oh, Masie, Masie! —dijo su hermana—, están lloviendo besos, besos de ensueño, verdaderos besos brujos.

—¿Pero estás loca?

—¡Oh, déjame acostarme en seguida y soñar!

—Oh, May, daría cualquier cosa por soñar esta noche!...

Muy poco después la lluvia caía mansamente, mientras Jenny soñaba con fogosos amores.

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