Carmina Burana

Carmina Burana


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<Lamento de Dido>

Lamento de Dido enfrentada a la muerte. Pertenece al género

planctus, pues aquí precisamente se trata del

planctus Didonis. Muchos estudiosos consideran este poema, tanto por sus elementos formales como por sus sentimientos, una de las canciones más bellas de la lírica medieval. En este poema, como otros emparentados con él de amplia difusión en esta época, sobresale la humanidad de Dido, cuyo amor la domina por entero[265]. Destaca también la anticipación del futuro que a veces se hace. Secuencia con una introducción de dos hexámetros.

1

¡Oh ciudad de Cartago, gloria y señora de Libia!

¡Oh tesoros del hermano[266] que van a ser dilapidados,

oh púnicos reinos!

2

a

¡Oh caudillos frigios,

oh amados forasteros,

a quienes, tanto tiempo

por el mar dispersos,

ya el séptimo invierno

os baqueteaba

por el odio

de Juno,

la furia de la Escila,

la sangre saniosa de los Cíclopes

y la malvada Celeno[267]

os habían arrastrado

de Dido

hasta el reino!

2

b

¡Quienes me afligen

con odio cruel

son los que tras la caída de Frigia

había dado acogida,

náufragos, en el reino

de la ardiente Libia!

¡Ay, desgraciada de mí,

qué hice

que a sidonios

y a tirios[268]

sometí

a mis adversarios,

pueblos ignorados

y bárbaros!

3

¡Ei dor!

¡Ei dor!

¡Ya navegan con brío

los navíos!

¡Ya no queda esperanza a Dido!

¡Ay de los colonos tirios!

¡Llorad, habitantes de Sidón,

porque con una espada

perdí mi alma

por amor de un frigio

que era un ladrón!

4

a

Eneas, mi huésped frigio,

Yorbas, mi enemigo tirio[269],

me acechan con muchos peligros

pero de modo distinto.

¡La reina, en verdad, de la ardiente Libia

queda abandonada y despreciada,

mientras el tálamo de Lavinia[270]

el huésped troyano alcanza!

¿Qué haré, desgraciada?

¡Otra Dido en su corazón manda!

¡Ay, viví demasiado!

¡La muerte que haga lo que falta!

4

b

Esta región seca y desierta

me rodea con cruel guerra,

me aterra de mi hermano la dureza

y de los numidas la fiereza.

Me ofenden con este proverbio:

«Dido se hace Helena:

nuestra reina en su regazo

un extranjero troyano calienta».

¡Insoportable condición,

absurda razón,

si tengo que aguantar lo que no me gusta

para su satisfacción!

5

a

¿Ana[271], no ves

cómo es de fiel

este pérfido traidor?

¡Con bien urdida trampa

dejándome abandonada

del reino púnico escapa!

Nada queda a tu hermana

salvo morir,

hermana mía como nadie amada.

5

b

Se enfurece la Escila[272]

y se lanzan

a aguas no tranquilas.

Parte su nave

y la tempestad

al frigio no espanta.

¿Dulce hermana,

por qué esta tardanza

y por qué está ociosa mi espada?

6

a

Brilla la constelación de Orión,

se enfurece el invernal Aquilón,

Escila reina en el mar.

¡En momento de tempestad,

Palinuro[273],

sin seguridad

sueltas amarras del litoral!

6

b

¡Suelta amarras al caudillo troyano,

desenvaine la espada mi mano

para que la sangre corra sin obstáculo!

¡Adiós, flor de Cartago!

¡Este trofeo de guerra

se lleva Eneas,

autor de una acción tan fea!

7

¡Oh alma querida,

única esperanza de mi vida!

¡Te vas sin dilación

a la escondida mansión

del Flegetonte

y del Aqueronte[274],

a las tinieblas

del horror

y el recorrido

de Pirois[275]

no detendrá tu sino!

¡Sigue a Eneas

y no renuncies

a la dulce seducción

del amor,

ni olvides

los dulces lazos del amor,

sino testigo seas

y mensajera

de mi dolor!

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