Carmina Burana
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<El héroe Eneas>
Resumen del tema de Troya desde el rapto de Helena hasta las relaciones entre Eneas y Lavinia. Tiene muchas características comunes con el poema precedente. Dísticos elegíacos con rima interna y final idéntica.
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Paris arde de amor, ofrenda a los dioses en altar troyano
y, sin decir a sus hemanos más, surca las olas del mar.
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Se declara a la Tindárida, que le corresponde y abandona al Atrida[286],
a seguir a Paris presta, a sacrificar su fidelidad dispuesta.
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Surca el raptor las aguas, posee a la que con amor deseara,
pero la situación se proclama y Grecia la guerra prepara.
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Contra el dardánida esta situación provoca el Tidida,
Palas al Eácida incita con la misma ira[287].
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Argo queda despoblada, la flota se reúne, el mar amenaza,
la víctima es sacrificada, un viento favorable se levanta.
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Tras resistir el embate marino, se fija el ancla en la costa de los frigios,
les impide la entrada Héctor, al combate presto.
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Ilión[288] está en guerra, Grecia busca a su Helena;
un engaño abre la puerta para que los enemigos perezcan.
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Ante el ataque de los dánaos[289], aterrorizada por una nube de dardos,
la ciudad de Hécuba[290] resuena, suenan y retumban las trompetas.
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Los guerreros reclaman furiosos las armas, arrebata la vida a Héctor una trampa[291];
con la lucha la ciudad padece, Troya bajo el enemigo se estremece.
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Si una artimaña a los dánaos no ayudara y la divinidad no
[cooperara,
los muros de la ciudad que ahora no tienen rey, estarían todavía en pie.
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Buscan una artimaña, construyen un caballo, se esconden los griegos dentro de sus costados,
Príamo se vuelve ciego y conducen al animal dentro.
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Sinón[292] suplica y lágrimas derrama, el ítaco[293] en su engaño se afana,
devora a la ciudad la llama, aquella construcción las puertas sobrepasa.
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Sometida a la voraz llama, al creer en quien le engaña,
Ulises con sus engaños convierte a Troya del fuego en pasto.
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Una artimaña a la ciudad entrega, la ciudad a su destrucción lleva,
el fuego devorador a Pérgamo[294] arrasa, Troya se acaba.
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Las riquezas de la ciudad destrozada fueron pasto de las llamas,
cerrojos puertas, murallas se rindieron a las llamas.
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Cae Ilión por los argivos[295] aborrecida, antes festiva,
famosa, hermosa; ahora un zarzal, antes una rosa.
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Huye del fuego liberado, a afrontarlo todo preparado,
en su poderosa flota confiado, el hijo por ti, Citerea, engendrado[296].
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Va a la tierra destinada por el hado, por las alas de sus naves llevado,
en su camino afronta la ira del mar, la muerte, la pasión, la calamidad.
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Prepara el mar la ruina, las olas vienen crecidas,
las olas espumosas sobre las naves pasan, la tormenta brama.
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Sopla el Noto enfurecido, se levanta un siniestro torbellino,
el marinero troyano usa con pericia sus manos.
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Entonces como quien delira, se levanta del piélago la ira,
cerca está la muerte terrorífica, lejos de allí está la lira[297].
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De todo privado, tras cumplirse punto por punto el hado,
alcanzan hábilmente los barcos el reino deseado.
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La paz desea, pero una agria contienda la altera,
la furia le espolea y una nueva guerra le encadena.
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En la guerra saquea, contra Turno[298] guerrea, señorea,
y la espada en sangre empapada busca sus entrañas.
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Expiando su atrevimiento malvado, te confiesas, Turno, derrotado,
por espada muere atravesado, de las fieras botín y pasto.
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Eneas logra la victoria, la guerra cesa,
a la lucha sigue la gloria, la paz regresa.
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Tras levantar un trofeo monumental, con la promesa de fidelidad
toma por esposa a la princesa real con el beneplácito de la divinidad[299].