Carmina Burana

Carmina Burana


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<Las advertencias de Cupido>

Lamento sobre la decadencia del amor cortés al modo ovidiano, presentado en forma de un sueño monitorio de Cupido. Para A. G. Elliot[310], sin embargo, supone una sátira humorística de la autoridad ovidiana. El poema consta de dos partes que corresponden a temas distintos. Las estrofas 1-5 son rítmicas de cinco versos. La segunda combina al modo de Gautier de Châtillon, cuyos ecos se advierten en la estrofa sexta (cfr. C. B. 123, 1), tres versos goliárdicos y un hexámetro final en cada estrofa, que es la fuente de la

auctoritas.

1

Mientras mis miembros restaurados recuperaba

y al sueño los entregaba,

mientras el dominio de las fuerzas

anímicas languidecía

y el de las corporales prevalecía[311],

2

he aquí que Cupido, armado de aljaba,

pero de diadema y collar despojado,

sus alas cruelmente manoseadas

y el semblante triste, nunca así antes alterado,

en sueños a mí se me presentaba.

3

Cuando lo vi tan perturbado

y con el vestido desaliñado,

el estupor paralizó mis miembros por completo,

mas cuando se retiró despacio

de los órganos de mi cuerpo,

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le pregunto la razón de su semblante desconsolado

y de su aspecto descuidado,

por qué tenía las alas manoseadas

y no, como conviene, alisadas,

así como el motivo de su llegada.

5

El amor antes de dulce semblante

y ahora por cruel pena grave,

cuando me vio preguntarle

y ante su respuesta expectante,

respondió a todo parte por parte:

6

«De luto está el instrumento[312] del Amor,

mi canción ha sido silenciada por el ajenjo[313] del dolor,

mi fuerza anterior se disipó, mi poder se desvaneció,

el vigor me abandonó, el arco de Cupido se estropeó[314]».

7

El

Arte de amar, que Ovidio nos lega,

se dejó de aprender y todo el mundo lo desprecia,

pues si alguien lo emplea, como la gente hace hoy día,

torpemente lo emplea por la costumbre adquirida[315].

8

Nasón con mi arte y mis reglas instruido

y de las voluptuosidades del mundo felizmente abstraído,

se esforzó por apartar al mundo de su error:

quien se conocía bien, enseñó el sabio amor[316].

9

Los misterios de Venus ya no se guardan

en arcas[317], sino que, expuestas, al público se sacan.

¡Ay, dolor! ¿Es que no da vergüenza en público ayuntarse?

Citerea, en especial, manda que sus ritos no los vea nadie[318].

1

0

El hombre de hoy día de la ignominia en el amor se gloría,

con impaciencia en jactarse sin base real porfía,

vanagloriándose de sus experiencias en el amor sin un cuerpo tocar.

¡Ay, de nuestras hazañas nocturnas hacemos publicidad[319]!

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1

Los ocultos actos de Venus, que por méritos hay que lograrlos

y con el mejor servicio y conducta alcanzarlos,

se venden ahora en los prostíbulos o se les da forma de pacto:

¡A tantas afrentas está mi ley sujeta a diario[320]!»

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