Carmina Burana

Carmina Burana


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<Una pastorcilla sin par>

Primer ejemplo en los

Carmina Burana de la pastorela clásica. Ante la visión en el campo florido de la doncella, el poeta al punto se prenda de ella y trata de seducirla. Cfr. número 158. A pesar de las dudas que Schumann plantea sobre el carácter completo de esta pastorela (así como también en los poemas 90, 157 y 158), creemos con Dronke[163] que no sólo están completas, sino que, tal como están, alcanzan nuevas dimensiones. Estrofas rítmicas de seis versos monorrimos, excepto el último de cada estrofa que rima con el correspondiente de las otras estrofas, como ocurre también en el poema 158.

1

En el tiempo del calor estival,

cuando todo está en flor,

yo mismo era todo ardor.

Bajo un olivo que era un primor,

fatigado por el calor y el sudor,

me detuve un rato.

2

Había un árbol en un prado

de todas las flores pintado,

por la hierba, las fuentes y el lugar grato,

mas también por la sombra y del aire el hálito.

Platón[164] con su pluma nunca hubiera pintado

un lugar tan grato.

3

Fluye una fuente de vivaz vena,

se oye el canto de filomena[165]

y de las náyades[166] la cantinela.

Era casi el paraíso en la tierra.

No hay otro lugar, lo sé a ciencia cierta,

que sea más regalado.

4

Mientras me place allí gozar

y me regocijo de ello disfrutar

y del calor descansar,

contemplo una figura singular,

una pastorcilla sin par

que recogía moras.

5

Ante su visión al amor me entrego;

fue obra de Venus, así lo creo.

«Ven», le dije, «no soy un bandolero,

nada robo, a nadie ofendo.

A mí y lo mío a ti entrego,

más hermosa que Flora[167]».

6

Ella me respondió con verbo breve:

«De los juegos de los hombres no estoy al corriente.

Mis padres conmigo son crueles[168].

Mi madre entrada ya en años menos pacientes

se enfadaría por una cosa tan leve.

Respétame, pues, ahora».

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