Cama
CAMA » 46
Página 50 de 89
46
Los informativos del día siguiente eran un campo de batalla. Había un político involucrado en una trama sexual mortífera, una huelga de bomberos, unos hinchas que se manifestaban agraviados porque su equipo local había sido derrotado por otro equipo local, una mujer que era famosa sin que se supiese por qué, el pronóstico de lluvias, un problema técnico con el sonido y un señor sordo que vestía una camisa demasiado ajustada hablando en lenguaje de signos.
Y, entonces, una pequeña noticia al final.
—Malcolm Ede... —decía Ray Darling.
—Eso es un peluquín, no hay duda —insistió Mal.
No lo era, yo lo había visto de cerca. Me seguía debiendo cinco libras. La jeta de Darling refulgía como una enorme calabaza de Halloween.
—... lleva un año entero sin levantarse de la cama, según fuentes locales. De momento, ninguno de los integrantes de la familia Ede ha querido pronunciarse sobre cuáles son los motivos de tal decisión. No parece deberse a motivos de salud.
A continuación emitieron una secuencia tomada desde el otro lado de nuestra valla en la que aparecía mamá cortándole las uñas de los pies la noche anterior. Se quedó lívida al verse.
—Me cago en Dios... —nos llegó una voz desde el ático—. ¿Habéis visto eso?
La casa entera pareció vibrar como si los rayos del sol se hubiesen concentrado en ella sobre un punto muy concreto. Papá incluso se dignó a bajar, aunque no por mucho tiempo. Miró a Mal, luego a mí, y preguntó sencillamente: «¿Quién?».
«No puede haber sido Lou», lo tranquilicé. Hacía meses que no sabíamos nada de ella. Yo había ido a verla a su casa; su padre me dijo que se había marchado, pero aún podía olerse su perfume en la entrada de la casa, a pesar del hedor a tabaco.
—La señora Gee —graznó mamá, con su cuchillo y su tenedor equidistantes entre el plato y su boca—. La señora Gee.
A la vieja no se le escapaba nada. Era una cotilla. Podía imaginármela viendo las noticias mientras pensaba «si tuviera la edad de Ray Darling» y hacía chasquear sus caderas como un cepo.