Cam

Cam


19 CAMERON

Página 21 de 39

 

19


CAMERON

 

 

L ancé una piedra y la vi hundirse en las profundidades del lago. En la soledad de la cabaña de Tarek ya no estaba tan seguro de que huir hubiera sido la solución, si bien tenía que reconocer que me había ayudado a aclarar mis ideas. La furia se había desvanecido convirtiéndose en algo parecido a la pena. Yo había escuchado muchas veces hablar sobre los corazones rotos y aquel concepto siempre me parecía una total quimera, pero acababa de aprender de primera mano que no solo puede romperse, sino también doler como la mierda, y odiaba eso. Maldije mil veces a Steven por causarlo y me maldije a mí mismo por permitirle hacerlo.

Cansado de estar ahí sin hacer nada, lancé la última piedra que me quedaba del pequeño montón que había recogido y me puse de pie, lamentando no poder siquiera encontrar a un demonio; en ese lugar alejado no había humanos, por lo tanto, tampoco comida para ellos, no iban a perder el tiempo acercándose ahí. Caminé adentrándome en el bosque circundante a la cabaña, pensando que la naturaleza no era algo que disfrutara, estaba demasiado apegado al caos y el bullicio de la ciudad. No entendía qué había llevado a Tarek a comprar ese lugar y menos a pensar en vivir en él alguna vez.

Mi teléfono sonó y lo saqué de mi bolsillo, el nombre de Alexy brillaba en la pantalla. Recordé que le había dicho que me llamara si me necesitaba, por lo que respondí enseguida, pensando que tal vez había surgido algún problema.

—¿Pasa algo? —pregunté apenas presioné el botón de responder a la llamada.

—No, solo quería saber cómo te encuentras.

—Estoy bien, no tienes que preocuparte, de hecho, estoy pensando regresar mañana en la noche.

—Vaya, me alegro de que no te tomara tanto tiempo organizar tus ideas.

No le aclaré que mis ideas seguían siendo un maldito desorden, pero que estaba seguro de que allí no las iba a ordenar. Apenas había pasado un día desde mi huida del bar, y yo sentía como si llevara siglos lejos y la mierda continuaba cubriéndome.

—Voy a colgar, estoy dando un paseo y pienso hacer un recorrido por los alrededores en mi motocicleta, tal vez cazar alguna sanguijuela me ayude.

—¿Quieres que vaya allí y salga contigo? —Alexy nunca podía abandonar su papel paterno, lo había desempeñado por tanto tiempo que no lograba desprenderse de él.

—Estoy bien solo, de todos modos, te lo agradezco.

Colgué sin darle tiempo a despedirse y continué adentrándome en el bosque. Caminé durante una hora más hasta que comprendí que aquel paseo no tenía ningún sentido, así que regresé a la cabaña y tomé la motocicleta. Vagué durante varias horas, inconsciente del tiempo, hasta que casi me quedé sin gasolina y mis ojos comenzaron a arder anunciando que estaba a punto de amanecer.

Regresé a la cabaña y una vez en el interior, me dirigí a una de las habitaciones. Recostado en la cama, recordé la última vez que estuvimos allí: fue cuando Emily y Marcus regresaron de Rusia. Quisimos desconectarnos un poco de todo y nos fuimos unos días de vacaciones. Como solo había dos habitaciones, Tarek y Ángela se quedaron con la principal, Alana y Alexy en la otra, y Emily y Marcus tomaron el sofá-cama de la sala, por lo que Steven y yo terminamos acampando afuera. Nos pasamos toda la noche conversando, era algo que hacíamos a menudo, solo pasar el tiempo hablando de todo y de nada importante. Con él —o, mejor dicho, con ella—, todo era sencillo, no existían las complicaciones y podía ser libre. Recordé que, al despertar a la mañana siguiente, estaba ciego; el sol se filtraba a través de las aberturas de la tienda de campaña que estábamos usando y no me permitía ver nada. Mi pequeño compañero fingió ayudarme a llegar a la cabaña, pero en cambio me guio por el camino e hizo que tropezara y cayera, dándome una zambullida en el lago. Fue su venganza porque la noche anterior yo lo había lanzado al agua. Se rio tanto, que estaba seguro que sus carcajadas lograban escucharse hasta la ciudad. Luego de que lo maldijera en todos los idiomas que sé y lo amenazara con hacerle algo peor cuando se durmiera, como meter una serpiente venenosa en su cama, me ayudó a llegar a la casa. Moví la cabeza y cerré los ojos, molesto porque cada pensamiento fuera dedicado a ella.

—Skye. —Pronuncié en voz baja el nombre en el que me había negado a pensar. En ese momento decidí que podía darme la licencia de hacerlo, total, nadie más que yo sabría lo tonto que era y cómo al decirlo había podido saborearlo y reconocer que en realidad me gustaba. Incluso sabía su significado.

Alcancé mi teléfono y busqué la lista de reproducción, necesitaba algo de ruido para lograr acallar mis pensamientos. Entonces las canciones comenzaron a fluir y demasiado tarde me di cuenta de que era una mala idea, ya que todas las había puesto ella allí: eran mis favoritas, pero también las suyas. Comprendí que no podía hacer nada para olvidarla, todo en mí estaba ligado a su recuerdo, grabado en mi piel como si fuera uno de mis tatuajes. El karma en definitiva podía ser una jodida perra cuando se lo proponía.

 

Me esperaba un largo día por delante, así que la mayor parte del tiempo me la pasé dando vueltas por el pequeño lugar. Al menos Tarek se había asegurado de que la luz no pudiera filtrarse por ningún lado, y la cabaña permanecía en penumbras, lo que ayudaba, porque ciego y aburrido ya era una combinación bastante mala. Intenté leer alguno de los libros de los estantes y casi terminé por lanzarlos a la chimenea, tenía que decirle al vikingo que su gusto por la literatura era una mierda. Intenté con la televisión y eso fue más frustrante, lamenté no haber llevado conmigo mi computadora. Todo era su culpa, salir corriendo de mi casa, olvidarme de mis cosas, sentirme como un león enjaulado, todo se lo debía a ella.

 

 

 

 

 

Ir a la siguiente página

Report Page