Cam

Cam


21 CAMERON

Página 23 de 39

 

21


CAMERON

 

 

P or norma general, los lunes eran días de descanso para nosotros, además del único momento en que las chicas tenían permitido acercarse al bar, así que aprovechábamos para pasar la noche en familia. Me encontraba de pie en la barra con mi computadora encendida navegando por la red, intentando distraerme y no pensar en lo sucedido. Había llegado hacía unas horas al bar, después de cambiar de idea y quedarme cuatro días en la cabaña de Tarek. En cuanto me vieron, las chicas se lanzaron sobre mí pidiéndome perdón. Intenté seguir molesto con ellas, pero lo cierto es que las amaba, todas eran como mis pequeñas hermanas, y casi me vi obligado a perdonarlas; aunque en el fondo seguía sintiendo que, de cierta forma, me habían traicionado, sobre todo Alana, que era en quien más confiaba.

Maldije al percatarme de que, por estar distraído, había hecho una mala inversión y acababa de perder una pequeña fortuna. Dejé esa mierda de la bolsa de valores, si continuaba, iba a dejarlos a todos en la calle. Levanté la cabeza para ver que Alexy, Tarek y Marcus estaban conversando con Aidan, quien había ido de visita con Abby y Kevin; su mujer se encontraba sentada en una mesa con Alana y Emily, mientras el pequeño jugaba solo en un rincón con lo que parecía una nueva colección de superhéroes. Durante su conversación sentí la mirada de Aidan clavada en mí en todo momento, aunque escuchaba pequeños fragmentos de lo que decían, no estaba realmente prestando atención, por lo que no me enteraba de todo, pero al ser consciente de su escrutinio, imaginé que Alexy lo estaba poniendo al tanto de lo sucedido con Steven… “No, Steven no, Skye”, me corregí a mí mismo.

Seguí fingiendo que estaba concentrado en algo, aunque, para ser sincero, ni siquiera estaba seguro de lo que había en la pantalla, mi mente seguía yendo una y otra vez a ella, preguntándose en qué momento aparecería, y por qué yo seguía siendo tan estúpido como para esperar que lo hiciera. Los días transcurridos desde que descubrí el engaño no habían logrado aplacarme ni hacer que me sintiera mejor. Ángela no estaba tampoco, así que asumí que estarían juntas cuidando de Gunnar.

Alcancé a ver por el rabillo del ojo a Aidan acercándose y quise salir corriendo, sabía que quería sacar a relucir su actitud de padre preocupado y no estaba de ánimo para aguantarlo.

—¿Podrías darme una copa de whisky? —preguntó quedándose de medio lado con el codo apoyado en la barra.

Tomé un vaso y lo deposité con más fuerza de la necesaria sobre la barra causando un sonido agudo, luego agarré la botella y sin prestar atención la llené casi hasta rebosar.

—Vaya, no sabía que existían los whiskies quíntuples —bromeó levantando el vaso, con cuidado de no derramar su contenido.

—Bien, tienes tu trago, ahora suéltalo, di lo que sea que vayas a decir y no te quedes ahí solo mirándome.

—Hey, cuidado con tus palabras, no olvides que soy tu padre —me reprendió y continuó bebiendo—. Además, ¿cómo sabes que voy a decirte algo? ¿Acaso ahora lees la mente como Medhan?

Bufé y volví a prestar atención a la computadora.

—No creo que te hayas acercado aquí solo a beber un jodido whisky, estoy seguro de que, con tu dinero, debes tener algunos más finos y costosos en tu casa. No necesito leer mentes para saber tus motivos para estar ahí de pie fingiendo despreocupación.

Dejó salir un suspiro y volvió a dejar el vaso en la barra.

—Te daré la razón, la calidad de este licor es cuanto menos precaria —concordó con una mueca—. Demonios, ni siquiera sé cómo es que nadie se ha envenenado con esto aún. En cuanto a mis motivos para acercarme a ti, bueno, pueden ser muchos. Eres mi hijo, así que sería raro si no te saludara o intentara saber cómo estás.

—Primero: nadie se ha envenenado aún porque los clientes que vienen aquí no son tan estirados como para pedir un puto whisky, y segundo, ya me viste y sabes que estoy bien —le solté cortante.

—¿De verdad estás bien, Craig? —Apreté los puños, conteniéndome para no lanzar un puñetazo en su dirección; estaba seguro de que golpear a mi progenitor no me daría puntos en mi camino a la redención, en caso de que alguna vez quisiera encontrar alguna, claro. Cuando se dio cuenta de que no respondía, continuó hablando—. El hombre que me engendró era mi mejor amigo. —Fruncí el ceño, confuso por cómo había comenzado su discurso, pensando que tal vez el whisky de mala calidad estaba haciendo algún efecto negativo en él después de todo—. Durante doce años de mi vida él fue mi mentor, la persona a quien admiraba y quería imitar. Seguía sus consejos y me refugiaba en él cada vez que el hombre al que creía mi padre me golpeaba. Entonces, un día descubrí que no era hijo de quien pensaba, me habían engañado todo el tiempo; peor aún, la persona en quien más confiaba también me engañó cuando no me dijo quién era en realidad. Craig conocía mis penas y supo de mi dolor cuando me enteré de que no era hijo de Morog, aun así, eso no fue suficiente para atreverse a confesarme que él me había engendrado. Tuve que enterarme apenas unos minutos antes de que muriera, ¿y sabes qué aprendí de aquello? —Negué, sin salir de mi estado de confusión—. Aprendí que a veces las personas que nos aman también pueden mentirnos. Me hubiese gustado que Craig me contara la verdad antes y tener más tiempo para disfrutar de su cariño, pero no tuve la oportunidad, sin embargo, en mi corazón siempre supe que él me amaba.

—¿Y la conclusión es? —pregunté prestándole atención.

—La conclusión, Craig, es simple: cuando supe que eras mi hijo, pasé mucho tiempo observándote, queriendo aprenderlo todo de ti, lo que me llevó también a prestar atención a… ¿cuál es su nombre?

Apreté los labios, no quería decirlo en voz alta, porque si lo hacía se sentiría real; sería aceptar que Steven no existía y que en su lugar estaba ella.

—Skye —respondí en voz baja.

—Skye —repitió el nombre haciendo que me estremeciera—. Significa…

—Cielo —terminé por él.

Una sombra de sonrisa apareció en sus labios.

—La observé también, ya que ustedes parecían un ente único todo el tiempo, tú te movías a su compás y ella al tuyo, además, si es verdad que una mirada puede expresar un mundo de sentimientos, la suya siempre estaba llena de brillo cuando se enfocaba en ti. No era difícil saber cómo se sentía, aunque, por otra parte, tú resultabas confuso en ese sentido, al punto de que nunca se me ocurrió que pudieras albergar sentimientos por tu “amigo”. —Remarcó la última palabra y esto me hizo sentir bastante incómodo.

—¿La estás defendiendo? —protesté, pensando que no era la reacción que esperaba de él.

—No, Craig, jamás pondría a alguien por encima de ti y menos si ese alguien te causa algún tipo de dolor. Lo que quiero explicarte es que, al igual que mi padre no fue sincero, tal vez esa chica tuviera motivos para no decirte la verdad, y eso no significa que sus sentimientos sean menos válidos.

Abrí la boca queriendo darle una respuesta, pero fui interrumpido por Ángela, que llegó llevando a Gunnar en brazos. Su rostro estaba blanco y se veía bastante triste.

—¿Dónde está Skye? —preguntó Abby desde su posición sentada con Alana y Emily.

—Se fue hace unos días —respondió Ángela en voz baja.

Traté de procesar esa información y lancé una mirada acusadora a Alexy; era el único con quien había hablado los días que estuve fuera y nunca mencionó que ella se hubiese marchado.

—Era lo menos que podía hacer después de habernos tomado por tontos —declaró Tarek.

Su mujer lo fulminó con la mirada.

—¿Sabes a dónde fue? —preguntó otra vez Abby y quise agradecerle que hiciera la pregunta que deseaba hacer yo, pero eso también me hizo darme cuenta de algo. Ella, al igual que las demás, sabía la verdad sobre Steven.

Miré a Aidan, interrogante, y este asintió, confirmando mis sospechas.

—A Chicago, su abogado le está resolviendo el asunto de su herencia, pero me preocupa que no haya llamado, hace tres días que se fue, ya deberíamos tener noticias de ella —manifestó Ángela.

La tensión en mi cuerpo aumentó, ella no podía haberse ido tan lejos, ahora mi corazón estaba soportando un nuevo golpe, la idea de no verla más. Todos vimos a Emily levantar la mano, llamando la atención de la mujer de Tarek.

—No creo que haya ido allí —dijo, moviendo las manos.

—¿Qué está diciendo? —inquirió la mujer de Aidan, la única que todavía no conocía por completo el lenguaje de señas.

—¿Qué te hace pensar eso? —interrogó Ángela a Emily, sin responder la pregunta de Abby. La pelirroja esposa de Marcus dudó, como si no supiera si era correcto responder—. ¿Emily?

—Su abogado la llamó, Skye no puede recuperar su herencia, es por eso que comienza a preocuparme que no sepamos nada de ella. Tal vez deberíamos pensar en buscarla.

—¿Por qué no puede recuperar su herencia? —preguntó Ángela, acercándose a su marido para entregarle el bebé y centrarse por completo en la otra chica.

Me quedé allí, pareciendo ajeno al intercambio, pero procurando no perder detalle de lo que se dijera, ya que eso afectaba a la chica de la que estaba enamorado como un loco.

—Tu padre gastó todo su dinero, no le quedó nada.

Ángela dejó salir un sonido ahogado y se llevó la mano a la boca mientras comenzaba a negar.

—Él no pudo hacerle eso, no después de… —No terminó y deseé que lo hiciera, quería saber los secretos de la persona a la que creí conocer durante un año y que al final resultó ser solo una extraña.

—Lo lamento —se disculpó Emily—, ella no quería decirte nada. Según me contó, su abogado descubrió que tu padre usaba su dinero para, supuestamente, ayudar a una fundación de mujeres y niñas con problemas, que resultó ser una casa de prostitución.

—Santo cielo, la fundación de la que tanto hablaba, y que nunca conocimos. Siempre que le pedía ir allí para ayudar me daba alguna excusa.

—Hay algo más, su socio era Clint Fontana.

Esta vez fue Abby quien jadeó, retrocediendo. En apenas un parpadeo, Aidan estuvo a su lado para sostenerla. Tarek pareció olvidar su enojo y se acercó a consolar a su esposa, que tenía el rostro cubierto de lágrimas.

—No puede ser —dijo Ángela llorando y aferrándose a su esposo.

—¿Por qué se fue? —demandé, sorprendiéndolos a todos. Enseguida ocho pares de ojos estuvieron fijos en mí—. ¿Acaso es tan cobarde que prefiere huir a tener que enfrentarse a lo que hizo? —No sabía por qué me sentía tan furioso al saber que ella se había ido, pero de alguna forma era como si me hubiese abandonado.

Ángela no respondió, en cambio, le dirigió una mirada acusadora a Alexy.

—Yo le pedí que se fuera —respondió este sin perder su semblante tranquilo.

En ese momento escuchamos el ruido de un trueno, afuera se estaba desatando una tormenta y eso me hizo pensar en Skye sola en la calle y con frío. La furia pronto se convirtió en zozobra, no la quería herida ni sufriendo.

—¿Por qué hiciste eso? —grité con desesperación— ¿Acaso olvidaste que es humana? Debe de estar asustada y sin saber a dónde ir.

—Lo lamento, pensé que era lo que querías.

Mis ojos se pusieron rojos y tomé aire tratando de recuperar la calma.

—¿Cuándo vas a dejar de decidir por mí y pensar qué es lo que quiero? Nunca dije que quería que ella se fuera.

Alexy se masajeó el rostro, frustrado.

—Cameron, intento hacer lo mejor por ti, estabas enojado porque ella te mintió, porque nos mintió a todos. —Retrocedí sabiendo que sus intenciones no habían sido malas, el problema con Alexy era que se preocupaba demasiado por mí—. Además, no tienes de qué preocuparte, ella está bien.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque Medhan vino aquí la noche que ella se fue, me dijo que Nithael la encontró en la calle y la llevó a su casa. Se está quedando con ellos.

Una imagen de Nithael mirando a Steven vino a mi cabeza, una vez más mis ojos cambiaron de color y sentí deseos de matar a alguien. Recordé el estúpido apodo y en un instante algo hizo clic. Maldije y golpeé la barra, mi computadora cayó y se estrelló contra el piso.

—Hijo de puta —ladré.

—¿Craig? —llamó Aidan.

Lo ignoré y comencé a caminar hacia la puerta.

—Cameron, ¿qué está pasando? —preguntó Alexy siguiéndome.

—Lo voy a matar —dije sin detenerme.

—¿A quién vas a matar? —interrogó, tomándome del brazo para hacer que me parara.

—Él lo sabía, siempre lo supo.

—Hermano, ¿podrías ser más explícito? No estamos entendiendo una mierda —declaró Tarek.

—Nithael, él sabía que Steven era mujer.

—¿Qué te hace pensar que lo sabía? —preguntó Aidan, acercándose hasta donde Alexy me seguía reteniendo.

—Él la llamó “dríade”.

—Una ninfa —dijo, y me sentí estúpido porque él lo captara enseguida y yo hubiese tardado tanto en darme cuenta del significado.

—Parece que nuestro hermano silencioso no era el único que nos ocultaba secretos —comentó Tarek lanzándole una mirada de censura a Marcus, quien mantuvo su semblante en blanco.

—Suéltame —ordené a Alexy y moví mi brazo para liberarme.

—No puedes ir allí y enfrentarte a Nithael, él y Medhan te matarán antes de que puedas parpadear.

—¿Acaso piensas que soy tan débil? —bufé, sintiendo la furia recorrer mi cuerpo. Estaba a punto de cambiar de forma y atacarlos a todos si no me dejaban ir.

—No, pero Medhan es poderoso y no creo que vaya a quedarse de brazos cruzados viendo cómo atacas a su hermano.

—Voy a ir a buscarla —siseé entre dientes.

—¿Por qué harías tal cosa?

—Porque es mía —declaré sin vacilar.

Su cabeza se movió en aceptación.

—Yo voy contigo, la traeremos, pero sin causar problemas. —Sus palabras parecían más una advertencia, una que no me tomé muy bien.

—No necesito que me sigas, puedo hacerlo solo. —Me zafé de su agarre y retrocedí para impedirle alcanzarme de nuevo.

—Si no dejas que uno de nosotros vaya contigo, no saldrás de aquí —amenazó Aidan y deseé romperles la cara a los dos.

No respondí nada, solo abrí la puerta y salí, que fueran ellos los que decidieran quién me acompañaría, a mí me importaba una mierda. Luego quise darme cabezazos con las paredes cuando me di cuenta de que los dos me habían seguido; conociéndolos, debí imaginar que lo harían.

 

La casa de Medhan estaba a apenas unas calles y, por fortuna, a esa hora y con la lluvia que estaba cayendo, todo estaba solitario, por lo que empleé toda mi velocidad y me tomó apenas unos segundos llegar allí. La puerta se abrió antes de que pudiera llamar y Nithael apareció en el marco, cruzándose de brazos e impidiéndome entrar.

—Me estaba preguntando cuánto tiempo te tomaría venir por ella. Lo que no imaginé fue que trajeras a tus papis contigo.

Sus palabras terminaron por desatar mi furia. Sin pensarlo, cambié de forma y me lancé sobre él, tomándolo del cuello con una de mis garras, lo empujé dentro de la casa y estrellé su espalda contra la pared, en la que se abrió una gran grieta.

—Cameron, suelta a mi hermano —demandó Medhan, pasando por nuestro lado con una tranquilidad que me sorprendió—. ¿Alguien desea beber sbiten? Es una bebida que aprendí a preparar cuando vivía en Rusia.

Por un segundo me distraje y esto le dio tiempo a Nithael de empujarme lejos, lanzándome sobre una maceta que quedó hecha trizas. Me puse de pie, dispuesto a atacarlo de nuevo, pero Alexy y Aidan se pusieron frente a mí para detenerme.

—Cameron, déjalo ya —ordenó Alexy.

—¿Dónde está? —demandé, mirando con odio al sujeto a quien quería matar.

Él se mostró tranquilo y me sonrió, condescendiente.

—Dríade está bien.

Sí, iba a matarlo.

—Siempre lo supiste, ¿verdad?

—¿Cómo no saberlo? No es mi culpa que tú estuvieras ciego.

Al menos no fingió desconocer de qué le hablaba y tuve que darle crédito por eso. Estaba a punto de arremeter contra él otra vez, cuando la voz de Medhan me detuvo.

—Cameron, no vuelvas a atacar a mi hermano. —Sabía que me estaba amenazando, aunque por su tono de voz, en apariencia aburrido, cualquiera pensaría que solo me hablaba del clima—. El sbiten es muy bueno durante el invierno, ayuda al cuerpo a mantenerse caliente.

—Puedes dejar tu mierda. ¿Dónde está ella? —exigí, cansado de su estupidez.

—Si te refieres a la chica, está dormida en la habitación de Nithael.

Era mejor que se hubiese callado si quería impedir que matara a su hermano. Pensar en ella en su habitación fue todo lo que necesité. Mis garras fueron directo a su garganta, esta vez no lo tomé por sorpresa, en un parpadeo cambió de forma también, repeliendo mi ataque.

—¡Basta! —ladró Medhan, poniéndose en medio. Seguía con su taza de lo que sea que estaba bebiendo y no parecía ni un ápice perturbado porque dos demonials estuvieran luchando en su pequeña sala de estar.

—Nithael, Cameron vino a buscar a su mujer, así que deja que se la lleve.

—Ella no es su mujer —declaró el aludido.

—Si pudieras escuchar lo que piensa la chica cada vez que está cerca de él, no estarías tan convencido de lo que dices.

Ahora el hermano mayor había conseguido un efecto positivo en mi estado de ánimo, no sabía si a propósito, pero no me importaba; era cierto, tal vez ella no era mi mujer en el sentido literal de la palabra, pero seguía siendo mía. Miré a Nithael con una sonrisa indulgente. Sus ojos violetas ahora ardían en un intenso rojo.

—Se irá solo si ella quiere; si no, cortaré tu cabeza antes de permitir que te la lleves.

—Me la llevaré y me gustaría verte intentando impedírmelo —lo reté.

No tuve tiempo de decirle nada más, porque en ese momento escuché los gritos de Skye y estos hicieron que todo rastro de animadversión desapareciera de mi cuerpo. Lo único en que pensé fue en protegerla.

Ir a la siguiente página

Report Page