Cam

Cam


29 CAMERON

Página 31 de 39

 

29


CAMERON

 

 

-¡S

kye! —grité desesperado—. Maldición, pequeña, abre los ojos. —Su cuerpo se quedó laxo en mis brazos y una ola de terror me invadió. —Cielo, no, no puedes irte.

—Ella no se ha ido, Cam —declaró Medhan poniéndose de rodillas a mi lado para tomarle el pulso—. Su cuerpo solo entró en un estado de catarsis, sin embargo, tenemos que actuar rápido, si pasa mucho tiempo, no podremos hacer que regrese.

—¿Se puede saber por qué vinieron ustedes y no Henry? —ladró Aidan acercándose a su mujer.

Esta negó limpiándose las lágrimas sin apartar los ojos de mi pequeña cuando me levanté con ella en brazos.

—Henry sufrió un accidente en la vía, nada grave, pero la policía llegó y no lo dejó moverse del lugar, no tuvo más opción que llamarme.

—Gracias por venir, chicas —les dije, mirándolas. Cada una de ellas abrazaba a su esposo.

—Skye dijo que te necesitaba, que solo estaría bien contigo —lloró Alana y los brazos de Alexy la cubrieron.

—Tenemos que salir de aquí ya mismo —dije moviéndome hacia la salida.

—No podemos. —La voz de Abby me detuvo y giré para enfrentarla.

—¿Por qué no podemos? —Su rostro enrojeció de vergüenza.

—Lo lamentamos mucho, pero ni Alana, ni Emily ni yo sabemos conducir, fue Skye quien nos trajo y ninguno de ustedes podrá hacerlo, se quedarán ciegos en cuanto salgan de aquí.

—Jodido infierno, maldito Mágoras, hijo de puta.

—Yo los llevo —tronó el ángel caído. Por un momento me había olvidado de él.

—¿Puedes ver durante el día? —pregunté con algo de escepticismo.

—Sí, y deberías agradecer que, a diferencia de ustedes, no estoy maldito. 

—Sí, bueno, viendo dónde vives, no estás muy bendito tampoco —ironizó Tarek.

 

***

 

Una vez en el bar, conduje a Skye a nuestra habitación y la deposité con cuidado en la cama. Le quité los zapatos y los jeans intentando que estuviese más cómoda y la cubrí con la sábana. No saldríamos en busca de Mágoras hasta esa noche, por lo que me pasé todo el día sentado a su lado sosteniendo su mano. Su rostro estaba pálido y unas profundas ojeras se dibujaban bajo sus ojos. Estaba aterrado de pensar que Mágoras había ganado y me la había quitado, pero su corazón seguía latiendo. Ella se estaba aferrando a la vida, por lo que, decidido, me agarré con fuerza a la esperanza. Skye era mía, mi mujer, mi mundo y nadie me la iba a quitar.

—¿Hijo? —habló Aidan y puso una mano en mi hombro—. Aker nos dijo cuál es el lugar.

—¿Quién? —pregunté sin apartar la mirada de la chica que se había convertido en mi propio cielo.

—El sujeto que atraparon Nithael y Medhan.

—Está bien.

—Iremos esta tarde en cuanto se oculte el sol.

—Está bien —volví a repetir.

Comprendiendo mi poca disposición para mantener cualquier charla, me dio un ligero apretón y volvió a dejarme solo.

 

Las horas pasaron lentas, como si cada vez que mirara el reloj este se burlara de mí, atrasándose a propósito. Cuando al fin marcó las seis, me preparé para lo que venía.

—Voy a traerte de vuelta, mi amor, voy a pelear por ti —susurré besando sus labios. Cuando me puse de pie, las compañeras de los otros aparecieron como invocadas—. Por favor, cuídenla por mí.

—Lo haremos, no te preocupes —prometió Ángela.

Les agradecí y me fui a cumplir la misión más importante de mi vida: salvar la otra mitad de mi alma. 

 

Todos estaban reunidos en el bar luciendo gestos sombríos, excepto el tal Aker, que parecía tranquilo sentado en una mesa apartado de los demás.

—Llegó la hora —dije dirigiéndome a él.

—Está bien, pero te advierto que no pueden ir todos.

—¿Qué mierda es esa de que no podemos ir todos? —demandó Alexy. 

—¿A alguno se le ocurrió pensar el alboroto que causarían siete demonials acercándose al infierno? Satanás estaría más que encantado de poder apresar sus almas y convertirlos en esclavos.

—Eso no importa, igual iremos.

—No. —Lo corté sabiendo que Aker tenía razón. Íbamos a meternos a la boca del lobo y ponernos en bandeja para terminar siendo esclavos en el infierno—. Iré solo.

—Y un demonio que lo harás, Cam —gritó Alexy.

—Por supuesto que no —agregó Aidan.

—Necesito que dejen de actuar como padres sobreprotectores —ladré—. ¿De verdad van a exponerse y dejar a sus mujeres viudas? A ver tú, Tarek, ¿vas a dejar a Ángela sola para que críe a Gunnar?

—No pretendo morir —respondió de forma despreocupada.

—¿Qué hay de ti, Marcus? ¿Quién cuidará de tu amada Em si no regresas?

La incertidumbre brilló en sus ojos, no había nada que mi hermano quisiera más en el mundo que a su mujer.

—Voy a volver —afirmó.

—Puede que vuelvan, pero también es posible que no, y no pienso correr ese riesgo, así que nadie me acompañará y se acabó la discusión. 

—Craig, soy tu padre y no vas a darme órdenes —rugió Aidan—. No te atrevas a decirme lo que debo o no hacer —advirtió apuntándome.

—Tú tienes a Abby y a Kevin.

—Y también te tengo a ti y nada en el mundo te va a volver a alejar de mi lado.

Despeiné mi cabello tirando de las puntas impaciente, estaba perdiendo la batalla y el tiempo se acababa, ¿por qué demonios todos tenían que ser tan malditamente tercos?

—Yo iré con Cam. —La sorpresiva intervención me dejó estupefacto. Miré a Nithael, esperando ver alguna mueca burlona, pero él lucía totalmente decidido—. No tengo ninguna mujer ni hijos ni nada que cuidar, así que no corro riesgos.

—Yo los acompaño —se ofreció Medhan.

—¡No! —gritamos su hermano y yo al mismo tiempo. Él frunció el ceño.

—No te ofendas, daquiros[1], pero no hace mucho corrías detrás de tu mujer como un caballero andante dispuesto a salvar a su damisela en apuros —le dijo Nithael.

—Nayleen no es mi mujer, solo le presté ayuda cuando la necesitaba.

—Pues para ser solo un gesto de caridad, parecías muy preocupado por la chica.

—Nithael… —El nombre salió como una advertencia.

—Tu hermano tiene razón, Medhan, tú tampoco puedes ir y no solo porque necesitas quedarte y averiguar que va a pasar con Nayleen, sino porque serías la primera presa perseguida allí, para ninguno es un secreto que tienes poderes que nosotros no, por lo que serás como un faro atrayendo el mal contra ti.

Medhan masculló una maldición que nos desconcertó a todos. Él no solía perder la compostura nunca.

—Más te vale que no mueras —advirtió dirigiéndole una profunda mirada a su hermano pequeño—. No quiero ser yo quien explique a matrorha[2] la razón por la cual no regresaste.

—Cam, ¿estás seguro de que quieres hacer esto? —preguntó Alexy.

—Estoy seguro, ustedes deberían poder entenderme mejor que nadie, ya que estoy convencido de que, al igual que yo, serían capaces de ir hasta el infierno por sus mujeres.

—Todos te entendemos, pero eso no consigue que estemos menos preocupados.

—Voy a volver, que se joda Mágoras, él no me va a arrancar del lado de mi Skye.

Me despedí de Alexy, Tarek y Marcus. Aidan se quedó de pie esperando su turno hasta el final.

—Por favor, regresa, hijo —pidió atrayéndome en un abrazo y besando mi mejilla.

—Lo haré, eso dalo por hecho.

Asintió entregándome las llaves de su camioneta.

 

***

—¿Hacia dónde nos dirigimos? —pregunté a Aker, quien se hallaba sentado en la parte de atrás de la camioneta. Nithael estaba en el asiento del pasajero.

—Hacia Muir Woods.

Conduje sin importarme romper los límites de velocidad, mientras más pronto encontrara el lugar, menos tardaría en regresar con mi chica.

—¿Por qué conducen autos? ¿Qué hay de sus alas? ¿Solo las tienen como adorno?

Nithael bufó ante las preguntas.

—¿Piensas que somos idiotas? Vivimos en una ciudad, ¿qué crees que pensarían los humanos sin ven un enorme pájaro surcando el cielo? —contesté mirándolo por el espejo retrovisor. No era tan tonto como para confiar en él, así que, a pesar de estar concentrado en la conducción, también tenía un ojo puesto en el sujeto.

—Les dan demasiada importancia a los humanos, ni siquiera merecen un poco de nuestra atención. —Su voz estaba cargada de veneno. Nithael y yo compartimos una mirada suspicaz. 

—¿Algún problema con la subcriaturas? —preguntó burlón mi compañero.

—Ninguno, no pierdo mi tiempo pensando en ellos.

Ignoré la conversación, que no me interesaba mucho, y me concentré en el camino. Muir Woods se encontraba en el condado de Marin, a solo doce kilómetros del puente Golden Gate. Cuando pasaba por este sentí la opresión en mi pecho, por un instante levanté la cabeza hacia el mirador, recordando la noche en que Skye, aún disfrazada de Steven, y yo pasamos un tiempo sentados allí.

“Sé fuerte, pequeña, por favor, sé fuerte”, rogué para mis adentros.

 

Las primeras secuoyas, los árboles gigantes que custodiaban el bosque, aparecieron a la vista, consiguiendo que mi adrenalina aumentara. Busqué dónde estacionar y bajé seguido de mis acompañantes. Como era habitual en el lugar, una espesa niebla parecía envolverlo todo, creando una atmosfera misteriosa. Sin decirnos nada, Aker comenzó a caminar adentrándose por uno de los senderos que seguía la ruta de Osean View; iba a seguirlo cuando Nithael me detuvo poniendo una mano en mi hombro.

—¿Qué pasa si nos está conduciendo a una trampa? —preguntó haciendo un gesto con la barbilla hacia el hombre que ya iba varios metros por delante de nosotros.

—Es un riesgo que estoy dispuesto a correr, si no estás seguro de ir, es mejor que regreses al bar.

—No dije que no pensara ir, solo que no confío en él.

—¿Y crees que yo sí? Ahora mismo no confío ni en mi sombra, pero por Skye estoy dispuesto a todo.

Soltando un suspiro exasperado apartó su mano y ambos comenzamos a seguir al ángel caído que permanecía en silencio.

—¿Por qué decidiste venir? —le pregunté a Nithael un rato después.

—Porque tu mujer es mi amiga, sé que tú piensas que estoy interesado en ella de forma romántica, pero no es así. Estoy demasiado destrozado para pensar en amar a alguien, sin embargo, Skye me agrada. Además, parece que soy el único aquí que no tiene nada que perder.

—Agradezco tu sinceridad —dije.

—Tal vez sería bueno que fuéramos más rápido —comentó Aker sin mirarnos—. El lugar está a unos tres kilómetros.

—Haberlo explicado antes —protesté, pasando por su lado con Nithael pisándome los talones. Aproximadamente a un kilómetro, me di cuenta de que el ángel no estaba—. Mierda —exclamé deteniéndome en el acto.

—Demonios —masculló Nithael cuando estuvo a punto de chocar conmigo.

Nos quedamos mirando detrás de nosotros al camino que habíamos hecho y entonces lo vimos acercarse corriendo. Permanecimos en el mismo sitio esperando que nos alcanzara y cuando lo hizo, tenía una mirada asesina en sus ojos.

—No me refería a que usaran su estúpida velocidad sobrenatural, imbéciles —ladró.

—No te pases, amigo, recuerda que no estás aquí de paseo —amenacé y lo vi apretar los dientes.

Esta vez nos adaptamos a él, cuya velocidad apenas podía rebasar el límite humano. Lo que no significaba que no fuéramos muy rápido.

—¿Por qué te echaron del cielo? —le preguntó Nithael.

—Ese no es tu puto asunto —fue su agresiva respuesta.

—Tienes razón, no me interesa a quién jodiste allá para que merecieras el destierro.

—Es aquí —declaró Aker cuando nos acercamos a un grupo de árboles.

No sé por qué había imaginado que nos conduciría a alguna cueva o algo por el estilo, pero en el lugar que señalaba no había más que niebla rodeando los troncos de los enormes árboles, que parecían luchar por alcanzar las nubes.

—¿Me estás jodiendo? —pregunté mirando alrededor sin comprender nada.

—No eres mi tipo para pensar en eso —respondió—. Ese es el camino, solo tienen que ir hacia la niebla.

Estudié el lugar señalado intentando encontrar algún portal, pero lo único que conseguía ver era la espesa vegetación. Decidí no perder el tiempo en dudas, no era momento de titubear. Me dirigí hacia el tupido follaje escuchando los pasos de Nithael detrás de mí; poco después me sorprendió escuchar otros, Aker se unió a nosotros sin decir nada. Haciendo a un lado las ramas de los árboles más bajos y pisando la maleza nos adentramos en las profundidades del bosque cobijados por la densa niebla. Entonces ocurrió. Un segundo nos hallábamos atravesando un conjunto de arbustos y al siguiente bajo nuestros pies se abrió una especie de hoyo negro que nos condujo por una empinada y cavernosa cueva. Miré alrededor, algo impactado por lo que acababa de suceder.

—Eso fue interesante —comentó Nithael.

—¿Qué pasa si un humano se cruza con esto? —interrogué en dirección a Aker.

Este hizo un encogimiento.

—A mí no me importaría si alguno cayera por el agujero y fuera directo al infierno, pero lo cierto es que no sucedería nada, ellos pasan por encima de la boca de la cueva sin siquiera notarla. El portal no se abre para los humanos, esto solo puede hacerlo alguien con un poder oscuro, como ustedes que son mitad demonio.

Sabiendo que el tema de los humanos no era del agrado del hombre, me callé y continué el descenso que se hacía cada vez más empinado y trabajoso, mis botas resbalaban en las rocas y estas se desprendían bajo mis pies, rodando por la ladera. En algún momento me quedé en silencio tratando de escuchar la caída, pero era como si el pozo en el que nos estábamos adentrando no tuviese fin. El silencio solo era interrumpido por nuestras respiraciones, todos concentrados en el difícil camino. A medida que nos adentrábamos en lo profundo de la tierra, el aire se hacía más pesado y húmedo, mezclándose con el moho.

—Esto es todo lo que estoy dispuesto a acompañarlos —declaró Aker varios kilómetros después—. Me costó mucho salir del maldito infierno y no voy a arriesgarme a volver allí de nuevo.

—Te entiendo, no te preocupes, nosotros continuaremos desde aquí —dije, sabiendo que había hecho más de lo que le pedimos.

—Espero que la humana valga la pena lo que estás haciendo —comentó volviéndose para empezar a subir la cuesta.

—Ella lo vale todo —afirmé sin vacilar—, por cierto, si necesitas ayuda o un lugar donde quedarte, puedes volver al bar y pedírselo a cualquiera de mis padres, Aidan o Alexy, ellos te ayudarán.

—¿Tienes dos padres? —preguntó perplejo.

—Ya ves, algunos tenemos suerte —dije mientras seguía para alcanzar a Nithael.

—Que tengan buen viaje —lo escuché decir a mi espalda.

 

***

 

Llegamos a un punto donde la cuesta terminaba y de pronto nos vimos ante lo que parecía ser un acantilado; al acercarnos a la orilla, solo pudimos ver oscuridad en el fondo.

—¿Y cuál es el plan desde aquí? —preguntó Nithael sentándose con los pies colgando en el borde.

Nuestras ropas estaban cubiertas de mugre y las uñas llenas de tierra por intentar sostenernos de las escarpadas paredes de roca.

—Pienso que tendremos que volar —respondí quitándome la camiseta para atarla a mi cinturón y me dispuse a cambiar de forma. Al verme se levantó e hizo lo mismo.

—Sabes que si nos equivocamos y elegimos mal el camino terminaremos encerrados para siempre en el infierno, ¿verdad? —preguntó echando un vistazo hacia la oscuridad.

—Nunca lo he tenido más claro que en este momento —respondí.

Entonces desplegamos nuestras alas y nos lanzamos al vacío, totalmente a ciegas y sin la menor idea de lo que nos esperaba. Incliné mi cuerpo de modo que mi cabeza quedó hacia abajo, de esta forma caía más rápido. Cerré los ojos, invocando una imagen de Skye sonriendo, diciéndome que me amaba y eso me animó, al pensar que esa sonrisa sería el premio que obtendría por salir de allí vivo.

Ir a la siguiente página

Report Page