Butterfly

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Febrero » Capítulo 15

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Aunque la rodeaba una oscuridad más oscura que la noche, Alexis sabía dónde estaba.

En un dormitorio de Butterfly.

Y se encontraba desnuda en una cama entre frías sábanas de raso. Las sábanas le producían una sensación de agua sobre su piel desnuda, como si estuviera flotando en una piscina de deliciosas sensaciones; eran sedosas y de color crema, como una sólida opalescencia. Le hacían evocar el nácar. Sin encender la luz, sabía de qué color eran las sábanas: de un verde acuoso con tornasoles de aguamarina y suaves matices de rosa y violeta que cambiaban a cada movimiento de su cuerpo.

Y se aspiraba un leve perfume en el aire…, como de gardenias recién cortadas. Se imaginaba los blancos capullos flotando en un cuenco de plata, al otro lado de la estancia, con sus delicados y blancos pétalos como suaves estrellas en la negra noche. El aroma la envolvía y le llenaba los pulmones, dejándola tan aturdida como si estuviera inhalando un exótico opio prohibido.

Percibía también una especie de perfume en los oídos; eran los suaves acordes de un arpa surgiendo de unos altavoces ocultos como si surgieran de las nubes.

Se sentía lánguida, despreocupada y fuera del tiempo.

Cuando alguien entró en el dormitorio, apenas se dio cuenta. Ningún rayo de luz se filtró cuando se abrió brevemente la puerta y se volvió a cerrar. Quienquiera que invadiera aquel banquete de sensaciones había pasado de la oscuridad a la oscuridad. El perfumado aire pareció desplazarse ligeramente. Alexis creyó percibir el beso de unos pies descalzos sobre la mullida alfombra. Después, sintió la presencia cerca de la cama, respirando suavemente.

Sabía quién era. Era él.

Permaneció inmóvil mientras se aceleraba el ritmo de su corazón, y ella experimentaba un estremecimiento en todo el cuerpo y todos sus sentidos se agudizaban. Casi podía aspirar su aroma. Le recordaba el perfume de las almendras.

Cuando la sábana se apartó lentamente de su cuerpo, Alexis cerró los ojos. Sintió que un suave aliento susurraba sobre su busto desnudo. Después, una cálida mano aleteó sobre su piel como una mariposa que explorara una flor. Él le acarició los pechos y le arrancó un gemido.

Se había sentado en la cama y Alexis sentía su proximidad. Las manos le recorrieron la espalda mientras la boca se posaba en sus pechos. Le hizo exquisitamente el amor durante una eternidad hasta que, al final, ella le pasó los dedos por el cabello y atrajo su rostro hacia el suyo.

El beso la dejó aturdida.

Él llevaba barba y eso la excitaba todavía más.

Qué bien sabía besar.

Hubiera querido quedarse allí para siempre, saboreando su boca y su lengua, pero, cuando él se tendió a su lado, deseó otras cosas más urgentes. Apresó su miembro con las manos y la respiración del compañero se aceleró. Alexis se agitó en la cama, resbalando sobre el raso como si nadara y cambiando de posición para saborearlo mejor, mientras él le besaba deliciosamente el vientre y la parte interior de los muslos.

De pronto, el compañero se retiró y la atrajo hacia sí. Se besaron incorporados, cara a cara en la oscuridad mientras él le hundía una mano en el cabello y con la otra le acariciaba el pecho. Ella le retuvo con suavidad para que no terminara demasiado pronto y el amor pudiera prolongarse indefinidamente.

El compañero la volvió boca abajo, se tendió encima suyo y la penetró de esta guisa muy despacio con las manos apoyadas bajo su pecho.

Alexis se excitó inmediatamente.

Después, él la volvió a tender boca arriba y empezó a besarla de nuevo. Alexis le rodeó el cuello con sus brazos y se aferró fuertemente a él. El compañero le separó las piernas y le hizo cosquillas con los dedos, explorándola. No hablaron…, no hablaban jamás; pero ella le decía con su cuerpo lo que quería. Alexis le tomó la mano y le guio el dedo hacia su interior. Él la besó con locura y la estrechó con fuerza contra su sudoroso cuerpo, dejándola casi sin respiración.

A continuación, el compañero retiró la mano, se tendió encima suyo y volvió a penetrarla vigorosamente. Alexis se agarró a las sábanas, arqueó el cuello y hundió la cabeza en la almohada. Tenía un miembro tan duro…

El compañero se retiró una vez más, apartó el pecho de su busto y, por un instante, Alexis flotó sola en el espacio. El compañero le asió las caderas con sus fuertes manos y reanudó los besos y las exploraciones con la lengua. Alexis le rodeó el cuello con las piernas y se sintió engullida por un mar de cálidas sensaciones.

Se estremeció y lanzó un grito.

Después, se inclinó hacia él y asumió el mando. Ya basta de aplazamientos, le dijo su cuerpo. Hazlo ahora, hazlo en seguida…

En medio de aquel placer, él no se olvidó de ella. Mientras su cuerpo se movía siguiendo el antiguo ritmo, su mano se deslizó hacia abajo y tocó aquel minúsculo lugar que era en aquel momento el núcleo de Alexis. El dedo se movió al compás del cuerpo hasta que, al final, ambos alcanzaron simultáneamente el punto culminante.

Cuando Alexis se despertó al cabo de un rato, él ya se había ido y la sola prueba de su presencia allí eran el olor de sus cuerpos en las sábanas y la tibia humedad de sus amorosas efusiones.

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