Butterfly

Butterfly


Marzo » Capítulo 22

Página 28 de 63

22

Permanecía lánguidamente tendida en la bañera mientras los chorros del masaje arrojaban pulsantes corrientes de agua caliente contra su cuerpo desnudo. Le parecía estar flotando en un mundo de sensaciones puras. No había ni un solo centímetro de su piel que no se sintiera acariciado, calentado y suavemente besado por el agua perfumada con olorosos aceites. Se aspiraba en el aire la fragancia del jazmín, la gardenia y la lavanda; los helechos, el musgo y las azucenas del jardín interior que ocupaban un rincón del cuarto de baño aparecían cubiertos por la húmeda bruma del baño. Con una perezosa mano tomó una copa de cristal y saboreó lentamente unos sorbos de vino blanco helado. Después, inclinó la copa y vertió un poco de vino sobre su pecho desnudo. La súbita sensación de frío en medio de aquel calor le resultó estimulante.

Cerró los ojos y apoyó la cabeza contra el mármol negro. La bañera empotrada en el suelo era muy grande; casi hubiera podido nadar en ella. Los accesorios eran dorados y en forma de cisne. Lujuriantes plantas y flores tropicales crecían en las macetas de malaquita verde que rodeaban la bañera; las paredes tenían relucientes vetas doradas. Al pie de los peldaños de mármol negro, una mullida alfombra de lana de llama se extendía por todo el suelo del cuarto de baño. Un carrito de servicio de latón sostenía unos cubos de hielo y una botella de vino; las curvadas tapaderas de plata que cubrían los platos preservaban la frescura de los quesos de Camembert y Brie, del crujiente pan francés, las trufas de chocolate, los palillos italianos, y las rajas de papaya, de melón y de piña. Había incluso un samovar de plata que conservaba caliente el rico café vienés, dejando que el perfume de la canela se escapara en parte hacia la vaporosa atmósfera.

Cuando sintió que una leve brisa le rozaba los hombros desnudos, abrió los ojos. Él se encontraba de pie en la puerta, sonriendo. Había entrado en silencio. Un hermoso joven de musculoso cuerpo y largo cabello rubio. Vestía un blanco atuendo de tenis y estaba sudando. A ella se le antojó un campeón tras una victoria en Wimbledon.

Le observó mientras se acercaba despacio y se desnudaba con aire burlón. Primero la camisa, pasándosela por encima de la cabeza y estirando el torso. Después las zapatillas y los calcetines. Finalmente, los calzones. Era rubio por todas partes; una perfección absoluta.

Subió uno a uno los peldaños de la bañera empotrada con deliberada lentitud. Ella contempló todos los movimientos, todos los pliegues de los tendones y las líneas de su cuerpo. El joven se sumergió en el agua caliente y se situó de pie entre sus piernas, mirándola desde arriba. Ella vio desprecio y vanidad alrededor de sus ojos azules y de sus finos labios; entonces sintió que el aliento se le paralizaba en la garganta.

Después, el joven se arrodilló en el agua y, apoyando suavemente las manos en sus rodillas, se inclinó hacia adelante y la besó. Su boca era dulce.

Se besaron largo rato, entrelazados y flotando en la perfumada agua mientras las ondulaciones mojaban los costados de la bañera y la tupida alfombra de llama. Después, él se levanto de nuevo y esta vez separó las piernas y las colocó una a cada lado de su cuerpo. Ella se estiró hacia arriba y le acarició hasta provocarle una erección. El preservativo ya había sido colocado junto a la bañera. A ella le encantaba ponérselo. Una vez se lo hubo puesto, le tomó el miembro y se lo introdujo en la boca. Sabía a cereza. Era un bonito detalle.

La puerta del otro lado del cuarto de baño volvió a abrirse en silencio. El hombre que entró esta vez, cerrándola suavemente a su espalda, era muy moreno, casi negro. Mientras le hacía delicadamente el amor con la boca a su jugador de tenis, de pie por encima de ella, la mujer observó cómo se desnudaba el segundo hombre. También era hermoso, una perfección.

El hombre subió a la enorme bañera y se situó a su espalda, acunándola entre sus piernas con las manos sobre su busto mientras el amante rubio se arrodillaba y la penetraba en el agua caliente perfumada con esencias.

Volvió a cerrar los ojos y se entregó por entero a la deliciosa sensación de puro placer. Sus dos amantes la besaban, la acariciaban, no dejaban ni un solo centímetro de su cuerpo sin explorar. Su espalda descansaba contra un duro y musculoso tórax, unos fuertes brazos le rodeaban la cintura y unas ásperas y encallecidas manos le sostenían el pecho mientras otro fuerte y duro cuerpo se movía entre sus piernas, otras manos le asían los muslos, una boca se posaba sobre la suya, aspirándole el aliento, y sus acometidas hacían que el agua perfumada con aromas de jazmín se desbordara por los costados de la bañera.

Gritó más de una vez.

Los tres se movían al compás. Después, los hombres la levantaron del agua y la transportaron sobre los peldaños hasta depositarla sobre la suave alfombra de lana de llama. El amante rubio llenó una copa de vino y lo vertió sobre sus pechos. A continuación, se los lamió hasta no dejar ni rastro de vino. La tendió sobre la alfombra y le empujó la espalda contra la alfombra mientras se arrodillaba a su lado y le besaba los magullados labios. Ella extendió los brazos y hundió los dedos en su largo cabello rubio platino.

Su segundo amante tomó algo de debajo de una de las tapaderas de plata del carrito de servicio y le ofreció una fresa bañada en chocolate.

Ahora estaban consumiendo el resto de la comida. Interrumpían sus efusiones amorosas para saborear las excelencias gastronómicas de la cocina de Butterfly. Ambos hombres le daban de comer, tomando bocados de cada plato y suministrándoselos de mil eróticas maneras distintas. Bebieron vino y café y compartieron la cremosa dulzura de los pastelillos italianos.

Ambos la penetraron por turnos por última vez, actuando muy despacio y aplazando el punto culminante para prolongar su placer hasta que, al final, ella emitió la primera palabra a lo largo de más de tres horas de amor…, le surgió junto con un profundo suspiro de satisfacción:

—Ya basta…

Ir a la siguiente página

Report Page