Born

Born


Agradecimientos

Página 35 de 38

A

G

R

A

D

E

C

I

M

I

E

N

T

O

S

La historia del secuestro de los hermanos Born me atrajo con la fuerza de un imán desde la primera vez que la escuché contar con algo de detalle. Durante años me dediqué a leer sobre el caso, pero necesité de mucha ayuda para decidirme a encarar el proyecto y encontrar el tiempo de investigación y de escritura que requería.

Gabriela Esquivada puso su generosidad, talento y obsesión al servicio del libro. Su aporte como editora resultó invalorable: el texto y yo le debemos mucho.

Silvina Chaine colaboró con la investigación, los documentos y las fotos. Hizo su trabajo con una eficiencia abrumadora, como siempre, y tuve la fortuna de contar con su amistad.

Cuando se encontraba a cargo de Santillana, Augusto Di Marco me persiguió —literalmente— para que no dejara escapar el libro; Juan Boido lo tomó para Sudamericana con idéntico entusiasmo y dedicó un tiempo valioso para lograr que el libro tuviera su mejor versión. Gabriela Comte me orientó a lo largo de todo el proceso y me facilitó lo que necesitaba hasta dejarme sin excusas. Agustín Cosovschi me ayudó a revisar el expediente y con las fotocopias en los tribunales. Florencia Ure me sostuvo como si no tuviera otro autor de quien ocuparse. Carolina Kenigstein, correctora y diseñadora, barajó nuestras urgencias y nos guió con enorme pericia en el tramo final.

Cuando había perdido la esperanza de que Jorge Born me recibiera, le pregunté a Daniel Hadad si me facilitaba un contacto con Jorge

Corcho Rodríguez, quien resultó mi puerta de acceso al protagonista de este libro. Agradezco ambas gestiones.

El historiador Federico Guillermo Lorenz escuchó por radio de qué se trataba esta investigación y de manera desinteresada me ofreció sus conocimientos de la época, sus contactos, sus fuentes y la historia del Rolex en la ESMA.

En los dos juzgados donde se encontraban las causas del secuestro me allanaron el acceso a los expedientes y me facilitaron el trabajo. Agradezco la paciencia y la hospitalidad a los empleados del Juzgado Federal Nº 4, a cargo de Ariel Lijo, y del Civil y Comercial Contencioso Administrativo Nº 1 de San Martín, a cargo de Oscar Papavero. También a los encargados de la Comisión Provincial por la Memoria por su diligencia.

Los entrevistados que me brindaron su tiempo aparecen mencionados en las fuentes. Quisiera resaltar a Andrew Graham-Yooll, la primera persona con quien compartí mi interés por el secuestro de los hermanos Born; a Horacio Verbitsky porque me permitió entrevistarlo para este libro; y a Juan Bautista

el Tata Yofre porque compartió conmigo su archivo, además del café y las charlas entretenidas.

Claudia Piñeiro aportó comentarios valiosos para el primer capítulo; Martín Tetaz despejó mis dudas sobre asuntos económicos; Edi Zunino facilitó fotos de Editorial Perfil, Lucila Barrenechea leyó de un tirón y me trasmitió ánimo en un momento crucial; Miguel Ángel Emery, abogado experto en derechos de autor y tío cariñoso, me asesoró cada vez que lo necesité.

Como periodista, Santiago O’Donnell ha sido un maestro generoso y ejemplo a seguir desde el día en que elegí esta profesión. Santiago y el resto de mis hermanos, Matías, Ignacio y Julia, son una fuente permanente de afecto y de alegrías compartidas, al igual que mi madrina Carmen Celia Emery y mi cuñada Francisca Araya. Mucho le debemos al amor y a la fuerza de Teresa Emery, mi mamá, porque a todos nos contagia.

Un libro requiere de mucho tiempo y de mucha energía. Sin Federico Huber no lo habría logrado: él más que nadie me trajo hasta acá. Compartió conmigo cada paso de esta historia y me ayudó de mil maneras. A pesar de las horas que pasaba frente al teclado, Federico supo transmitir entusiasmo a nuestras hijas, Milena y Carmela. Por cierto, en muchas ocasiones ellas me preguntaron impacientes cuándo terminaría, pero los tres, juntos y por separado, me hicieron sentir su aliento amoroso, que para mí resultó imprescindible.

Ir a la siguiente página

Report Page