¡BOOM!

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—No soy una descerebrada —dijo mi madre—. Tú estás de vuelta y tenemos una casa por lo que Xiaotong y yo dejamos de hacerlo. Si quieres irte no te lo puedo impedir. No tiene sentido que te quedes si no quieres. Para eso es mejor irse…

—Esta mañana te dije delante de los niños lo que quería —dijo Padre—. No lo hice bien. Los hombres pobres como yo no tienen ambición. He venido con la cabeza gacha a buscarte y estoy muy agradecido de que me acogieras. Después de todo somos marido y mujer. Como un hueso y un tendón, si rompes el hueso seguirá conectado al tendón…

—Has conseguido algo. Por lo menos —dijo mi madre— has aprendido a hablar a una persona con dulzura…

—Yuzhen. —La voz de Padre se suavizó—. Te lo debo. De ahora en adelante haré lo que me digas, seré tu esclavo…

—Ya veremos si eso es cierto —dijo mi madre—. ¿Cómo sé que no te irás con otra Tía Burrita?

—No digas eso, por favor. No des en donde más duele —respondió Padre.

—¿Crees que sabes lo que es el dolor? —dijo Madre enfadándose—. No te importo ni la uña del dedo del pie de ella. —Madre empezó a llorar—. ¿Sabes cuántas veces he colgado una cuerda en el techo? Si no hubiese sido por Xiaotong, estaría más que muerta…

—Lo sé… —dijo Padre con dificultad—. Soy el único culpable. No hay nada peor que lo que te hice. Merezco morir…

Seguramente mi padre alargara la mano y tocara a Madre porque la oí gruñir.

—No me toques. —Pero por lo que dijo a continuación supe que él no apartó el brazo—. ¿Por qué meter mano a una vieja bruja como yo?

De repente el fuerte aroma de la carne entró en la habitación en continuas oleadas.

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