Blockchain

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Introducción

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262. Moore, Matthew: Steve Jobs obituary published by Bloomberg. The Telegraph, 28 de agosto de 2008. www.telegraph.co.uk/news/newstopics/howaboutthat/2638481/Steve-Jobs-obituary-published-by-Bloomberg.html.

263. Dixon, Chris: Blockchain Can Wrest the Internet from Corporations' Grasp. Wired, 4 de enero de 2019. www.wired.com/story/how-blockchain-can-wrest-the-internet-from-corporations/.

264. Butelik, Vitarin: Ethereum: The Ultimate Smart Contract and Decentralized Application Platform, diciembre de 2013. web.archive.org/web/20131228111141/vbuterin.com/ethereum.html.

265. Buterin, Vitalik: Ethereum White Paper: A Next-Generation Smart Contract and Decentralized Application Platform. Alojado en la Wiki de Ethereum en GitHub, diciembre de 2013. github.com/ethereum/wiki/wiki/White-Paper.

266. Hirai, Yoichi: The Solidity Programming Language, 2016. solidity.readthedocs.io/en/latest/.

267. Buterin, Vitalik: Slasher: A Punitive Proof-of-Stake Algorithm. Ethereum Blog, 15 de enero de 2014. blog.ethereum.org/2014/01/15/slasher-a-punitive-proof-of-stake-algorithm/.

268. Buterin, Vitalik: Slasher Ghost, and Other Developments in Proof of Stake. Ethereum Blog, 3 de octubre de 2014. blog.ethereum.org/2014/10/03/slasher-ghost-developments-proof-stake/.

269. Prisco, Giulio: The Ethereum Killer Is Ethereum 2.0: Vitalik Buterin's Roadmap. Bitcoin Magazine, 29 de noviembre de 2017. bitcoinmagazine.com/articles/ethereum-killer-ethereum-20-vitalik-buterins-roadmap/.

270. Jameson, Hudson: Security Alert: Ethereum Constantinople Postponement. Bitácora de Ethereum, 15 de enero de 2019. blog.ethereum.org/2019/01/15/security-alert-ethereum-constantinople-postponement/.

271. Wood, Gavin: Ethereum: A Secure Decentralised Generalised Transaction Ledger. Libro Amarillo de Ethereum, revisión EIP-150, 2014. gavwood.com/paper.pdf.

272. Buterin, Vitalik: On Inflation, Transaction Fees and Cryptocurrency Monetary Policy. Bitácora de Ethereum, 27 de julio de 2016. blog.ethereum.org/2016/07/27/inflation-transaction-fees-cryptocurrency-monetary-policy/.

273. Hardin, Garrett: The Tragedy of the Commons. Science, Vol. 162, No. 3859, 13 de diciembre de 1968, pp. 1243-1248.

 

HACIA UN ORDENADOR MUNDIAL PARA CREAR VALOR PROGRAMABLE

UNA GENERACIÓN NACIDA DESPUÉS DE NAPSTER

A principios de 2019, la joven profesora asistente Kate Klonick, especializada en cómo Internet y las nuevas tecnologías afectan la condición humana, empezaba una de sus clases sobre el marco jurídico de la Red en la Escuela de Derecho de St. John, Nueva York, con una broma: «Chicos, ¡la última vez que se impartió este curso en este lugar lo último en tecnología era Napster!». El comentario suscitó silencio y no risas. De repente, Klonick concluyó que algo había fallado: «Un momento: ¿Sabéis lo que es Napster?». La mayoría de los alumnos, recién entrados en la Universidad, negaron de soslayo, lo que condujo a la profesora a proclamar en su cuenta de Twitter: «Tengo solo 34 años y soy YA 'ese' tipo de profesor274.»... Napster, la primera red P2P para el gran público, dedicada al intercambio de ficheros musicales entre usuarios, surgió en 1999 y, tras intentar lanzar una versión legal del servicio, cerró en 2001, intervalo en el que los novatos universitarios de hoy apenas habían nacido.

Blockchain, la tecnología P2P que parece destinada a empequeñecer las aportaciones pioneras de Napster (y su evolución acorazada: el protocolo P2P para el intercambio de todo tipo de ficheros BitTorrent275), cuenta —entre sus personalidades y adeptos más influyentes— con ingenieros informáticos que a principios de siglo estaban todavía enrolados en la escuela primaria. Y, algunos de ellos, como le ocurrió a Kate Klonick con sus alumnos, crecieron junto a padres y mentores que sirvieron de cicerones cibernéticos, al introducir a sus hijos adolescentes pedazos a medio hacer del futuro construido entre todos. Es el caso de Vitalik Buterin: su padre le mostró las características y potencial de la cadena de bloques cuando era adolescente, época en que —ha reconocido— pasaba horas jugando a World of Warcraft.

Ya entonces, ha rememorado, soñaba con las posibilidades de Internet y con su potencial para expandir no solo conocimiento, sino prosperidad. La familia Buterin emigró desde Rusia a Canadá cuando Vitalik tenía apenas seis años; un niño dotado y aficionado a la tecnología desde entonces, el fundador de Ethereum cree ahora que puede revertir a la sociedad las oportunidades de que él mismo dispuso276, y ayudar a crear una «computadora mundial» para asistir a los 1700 millones de adultos en todo el mundo que carecen de acceso a una cuenta bancaria o a un proveedor de telefonía móvil.

Alos 17 años, cuando Vitalik empezaba a experimentar con blockchain, Bitcoin, la primera criptomoneda y valor simbólico por antonomasia en el nuevo mercado del dinero digital, demostraba su resistencia a las periódicas declaraciones solemnes que anunciaban su defunción. Era la primavera de 2012 y crecía el interés de tecnólogos, inversores, desarrolladores y profanos; en paralelo, los intereses contra la criptomoneda empezaban monitorizar su evolución técnica y económica. Ben Reeves, uno de los pioneros entusiastas en el nuevo sector y cofundador del servicio de exploración y monedero digital de criptomonedas Blockchain.info, lamentaba ya por entonces la falta de un sitio web que sirviera de punto de encuentro para entusiastas y facilitara información en torno a las principales criptodivisas de manera inteligible y transparente, además de facilitar un mecanismo sencillo, seguro y centralizado de comprar, almacenar y gestionar estos valores en la Web a cambio de una comisión.

Figura 13.1. Antes de su adquisición por la plataforma blockchain de Justin Sun, Tron, el servicio P2P de intercambio de ficheros P2P había ganado cierta notoriedad entre los transeúntes de San Francisco, Nueva York y Los Ángeles, ciudades en las que contrataba espacio publicitario para informar sobre la deriva de la Red. En la imagen, un anuncio de la campaña de 2013.

Poco después, Reeves se convertía uno de los inversores iniciales de Coinbase277, firma de San Francisco fundada por Brian Armstrong y Fred Ehrsam en junio de 2012.

LOS PRIMEROS MERCADOS DE INTERCAMBIO DE CRIPTOMONEDAS

En el mismo verano de 2012, la empresa recién fundada presentaba su idea en el programa de lanzamiento inicial de la incubadora de negocios californiana Y Combinator, donde logró la inversión necesaria para el futuro servicio Coinbase.

Uno de los asesores menos mediáticos de Y Combinator, Garry Tan, proporcionó apoyo a la firma y observó su sorprendente despegue. Cuando poco tiempo después, en enero de 2013, Garry Tan coincidió en las oficinas de Y Combinator con Armstrong, este le explicó una buena-mala noticia, justo cuando el valor de Bitcoin superaba por primera vez la barrera de los 20 dólares, cuatro veces más que un año antes: Coinbase no solo había consolidado sus servicios de compra e intercambio de monedas fiduciarias y almacenamiento de estos valores (monedero digital) desde su lanzamiento al público en octubre de 2012, sino que, durante muchas de las mañanas de ese mes de enero de 2013, Coinbase se quedaba sin fondo líquido a las 9 de la mañana (la liquidez era imprescindible para asegurar las transacciones realizadas esa misma jornada). Garry Tan aconsejó a Brian Armstrong tomar más dinero de inversores, pues Coinbase podía acceder a nuevos préstamos en condiciones ventajosas con el viento a favor.

Desde Nueva York, el veterano inversor Fred Wilson, fue uno de los interesados en la nueva ronda de financiación de Coinbase, a la que concurrió a través de su firma Union Square Ventures. Quedaba claro —o, al menos, así lo parecía estar a ojos de «insiders» de comprobado olfato—, que Bitcoin no se iba a ninguna parte; pero, más allá de constatar lo obvio, el estudio de la documentación en torno a criptomonedas ocultaba un enorme huevo de Pascua: para Tan, para Wilson y para muchos otros, blockchain, la base de datos distribuida sobre la que funcionaba el creciente número de dinero fiduciario digital, era la puerta para hacer mucho más con esa infraestructura técnica. Coinbase no era el único actor que trataba de otorgar credibilidad y herramientas seguras y fáciles para neófitos: las plataformas de intercambio de criptomonedas proliferaban en Europa y Norteamérica.

Todavía en 2013, surgía en Bratislava, Eslovaquia, el mercado de compra e intercambio de criptomonedas Coinmama, centrado en facilitar la adquisición de estas divisas mediante una tarjeta de crédito o débito a cambio de una comisión. A diferencia de Coinbase, que pretendía atraer a usuarios no expertos y concentraba en la aplicación todo lo necesario para adquirir, guardar y transferir distintas criptomonedas sin salir de la aplicación web, su rival europeo enviaba el dinero fíat adquirido a la cuenta del usuario en esa divisa y obligaba a los usuarios a usar un software adicional, o billetero.

Conocedora de la familiaridad estadounidense con servicios electrónicos para comerciar con acciones y otros valores (como E-trade), Coinbase quería ser un punto de encuentro para el mundo cripto. Para lograr su cometido, el equipo de Coinbase diseñó una aplicación en forma de plataforma vertical con información y herramientas para comprar, gestionar y almacenar criptomoneda (y, por tanto, con un monedero integrado en sus aplicaciones Web y móvil) en un listado restringido de países. Por el contrario, Coinmama se conformaba con ofrecer seguridad y rapidez en la compra rápida de criptodivisas —con tarjeta de crédito o débito— desde todo el mundo, mediante transacciones que se asociaban directamente con el billetero del interesado. En paralelo, surgían varios servicios que prometían operar como una bolsa entre usuarios, que podrían ejercer la compraventa de criptomonedas y tokens, así como convertir cualquier valor a las principales divisas mundiales.

Figura 13.2. Fred Ehrsam y Brian Armstrong, fundadores de Coinbase, la aplicación web para intercambiar dinero digital, celebran en su primera oficina (2012) el reparto de las opciones sobre acciones de la compañía.

Con la llegada de servicios que, como Coinbase, centralizaban la inversión en una interfaz de usuario para todos los públicos, se reducían las barreras técnicas que favorecerían la carrera especulativa. El comercio de criptomonedas parecía destinado a convertirse, en la práctica, en el nuevo comercio de divisas, o forex trading. Este despegue coincidió con un evento que constataba la resistencia de la infraestructura ante los primeros ataques sistémicos, incluso cuando estos no se debían al temido ataque del 51 %, o única circunstancia técnica que en teoría permitía revertir la actualización de blockchain con bloques legítimos, sino al error de diseño de software: el 12 de marzo de 2013, Bitcoin afrontaba un problema técnico que partía de su propia concepción descentralizada y voluntaria, en la que los nodos aparecen y desaparecen de la infraestructura según sus intereses. Este esquema dinámico de red en el que los nodos pueden entrar y salir a conveniencia —emulando la conexión a infraestructuras P2P previas como BitTorrent—, puso a prueba sus limitaciones durante una actualización del software de Bitcoin. Un nodo con la última versión del software disponible en esa fecha instalada, 0.8, «minó» un nuevo bloque que fue pronto aceptado por los nodos con la misma versión; sin embargo, un error de código impidió que todos los nodos de la red Bitcoin corriendo la versión anterior, 0.7, pudieran validar el nuevo bloque278.

El núcleo de desarrolladores del protocolo reconocía acto seguido la raíz sistémica del problema. El caos momentáneo surgía de la repentina incompatibilidad de versiones de software (y no por la incongruencia entre dos bloques actualizados en el mismo momento batallando por su legitimidad al propagarse al resto de participantes). Sin la intervención de los desarrolladores, la cadena de bloques de Bitcoin podía bifurcarse sin remedio, dando alas a los críticos. Una discusión de emergencia entre los participantes del software en #bitcoin-dev llegó a la decisión de pausar cualquier transacción hasta decidir cómo proceder, y la filtración de esta noticia desató una caída del 23 % de valor de la criptomoneda, que se situó momentáneamente en 37 dólares. Poco después, se lograba un consenso entre desarrolladores: la mayoría del «poder de minado» para «desempatar» la incongruencia entre el consenso de los nodos con versión 0.8 y 0.7 se otorgaba a la última cadena actualizada que los nodos con la versión más veterana habían consensuado, pues esa era la cadena que todos los participantes podían aceptar. Un parche posterior en la última versión acabó con la incongruencia momentánea durante períodos de transición entre distintas versiones del protocolo y, en abril de 2013, Bitcoin superaba los 100 dólares de valor en el mercado.

Quienes habían finiquitado Bitcoin a raíz de un problema técnico propio de infraestructuras descentralizadas, clamaron entonces sobre la «burbuja» y el «esquema Ponzi» que constituía el sector; esa «moda» oscura e ininteligible no podía durar...

UN «LEGO DE LAS CRIPTOFINANZAS

»

PARA CREAR CONTRATOS SOCIALES A MEDIDA

A finales de 2013, la cadena de bloques dejaba finalmente de ser una mera comparsa para erigirse en posible plataforma de cualquier proyecto en busca de una base de datos distribuida y con histórico de transacciones entre participantes a prueba de falsificación.

Una vez creado el relato que la blogosfera empezaba a identificar como «la Internet del dinero»279, y comprobada la resiliencia técnica de la arquitectura explicada por Satoshi Nakamoto en su documento de 2008 (incluso teniendo en cuenta episodios como el sobresalto técnico de marzo de 2013), la inquietud empezó a transformarse en euforia: además de almacenar dinero digital con probada seguridad, los inversores interesados en el sector corrieron a asegurar sus puestos cuando, a finales de año, el entonces todavía desconocido Vitalik Buterin irrumpió en los foros especializados. Buterin se había convertido en un cripto-entusiasta, más interesado en el futuro de blockchain que en su propia deriva académica.

En el verano de 2013, Vitalik Buterin asistió técnicamente a los desarrolladores de Mastercoin, un protocolo superpuesto de Bitcoin, para que los smart contract ofrecidos fueran más flexibles y versátiles (aunque no con capacidades de «máquina universal», o capaces de ofrecer soporte a cualquier aplicación imaginable). Los desarrolladores de Mastercoin reconocieron públicamente tanto el esfuerzo de Vitalik como la calidad del trabajo presentado, pero evitaron un cambio tan radical en su hoja de ruta: el nuevo programador había intentado acelerar la adopción de una tecnología en la que creía desde la fila de atrás, pero su respeto por la jerarquía había traído solo un desengaño.

La decepción alentó el desarrollo de una plataforma ajena a Bitcoin, con su propia criptomoneda y con aspiraciones de ordenador universal Turing completo: las DApp auténticamente flexibles debían residir, al fin y al cabo, en una arquitectura más flexible y fácil de actualizar que una simple red superpuesta sobre Bitcoin un sistema limitado más allá de las transacciones280. El nuevo entorno evitaría la subordinación a proyectos anteriores y permitiría a cualquiera programar sus propias organizaciones, así como los «contratos sociales» que las regirían. Llegaba el momento de automatizar a Jean-Jacques Rousseau281.

En diciembre de 2013, con solo 19 años y todavía con intención de seguir con sus estudios en la Universidad de Waterloo, en Canadá, Vitalik describía la esperada ampliación del protocolo de Nakamoto en un documento que atraería el interés del mundo cripto. El ruso-canadiense ilustraba cómo la cadena de bloques podía albergar el primer ordenador descentralizado a escala mundial con capacidades de «máquina universal», en el que podrían convivir y funcionar infinidad de aplicaciones de todo tipo sin abandonar los sólidos cimientos de blockchain. En paralelo, en noviembre del mismo año, el valor de bitcoin (la moneda de la cadena de bloques con el mismo nombre), superaba momentáneamente los 1000 dólares de valor, para permanecer luego estable en una horquilla entre la barrera psicológica de los 1000 superada a finales de 2013 y los poco más de 200 dólares de suelo, dinámica que acabaría de manera abrupta con el frenesí de 2017.

El 17 de diciembre de 2017, los mercados de intercambio pagaban 19 783,21 dólares por cada bitcoin.

LA DIFERENCIA ENTRE UN SERVICIO MÁS Y UN PROTOCOLO FUNDACIONAL

El sueño merecía dedicación completa. Vitalik Buterin dejó los estudios tras lograr la beca de 100000 dólares282 otorgada por el controvertido inversor de capital riesgo —y cofundador de Paypal— Peter Thiel. En 2014, aparecía Ethereum. El proyecto presentaba una innovadora manera de financiación colectiva que haría soñar a los especuladores283: lo que Buterin había logrado entre entusiastas de blockchain para financiar un proyecto sólido podía también funcionar ofreciendo promesas que luego no tenían por qué cumplirse. Ethereum, no obstante, iba en serio y el producto apuntaba mucho más alto que el mero pelotazo especulativo mediante la financiación colectiva con tokens, u ofertas iniciales de monedas (ICO), una brillante idea para lograr un capital inicial diversificado y debidamente monitorizado (al servirse del histórico proporcionado por blockchain y por la convertibilidad de tokens en la futura criptomoneda de la plataforma, ether).

Buterin debía demostrar no solo frialdad para armar una estructura jurídica que impidiera la sobreactuación de algún regulador antes de que la plataforma iniciara su actividad, sino para soportar la presión de dirigir lo que expertos como el mencionado inversor Fred Wilson consideran el inicio de un nuevo paradigma en computación basado en la criptografía, la descentralización a gran escala, las máquinas virtuales P2P como infraestructura para servicios, y el uso de mecanismos de consenso que garantizan una gobernabilidad mutualista sin necesidad de intermediarios.

Mientras imaginaba su plataforma sobre una arquitectura sin intermediados, transnacional, resistente a eventos inesperados y a prueba de falsificación del historial de transacciones, Vitalik no se conformaba con una copia mejorada y acelerada de Bitcoin, que convirtiera la confirmación de transacciones y el consenso para «minar» nuevos bloques en un requisito más eficiente y menos decisivo. Además de almacenar información, transferir valor, o coordinar actividades sociales o económicas, Ethereum quería erigirse en un protocolo fundacional de Internet más. Un bloque P2P esencial que alcanzara a largo plazo la importancia de la WWW. Con el anuncio de las nuevas capacidades de intercomunicación instantánea de alta velocidad de las futuras redes 5G, quedaba claro para Buterin y sus colaboradores que el protocolo seguro blockchain era esencial para contrarrestar el poder que gobiernos y grandes empresas captarían sobre la sociedad284.

Figura 13.3. Según el mito, Zeus hizo que un águila se comiera el hígado del titán Prometeo como castigo por haber llevado la luz de la razón a los mortales. Al ser inmortal, el hígado del titán crecía de nuevo por la noche. El pintor valenciano formado en Italia José de Ribera (apodado Lo Spagnoletto) pintó a Prometeo en 1630.

Su explicación prometía poco menos que el Anillo Único que llegará a las manos de Bilbo, transportándonos a las hazañas de la saga de Tolkien, si bien el origen de este nuevo elemento unificador, ese «éter» (o, en la física de inicios del siglo XX, ese hipotética solución unificadora que impregna el universo y permitiría a la luz desplazarse), encaja más con el mito clásico de Prometeo (el titán que, según la tradición griega, roba la luz del conocimiento a los dioses del Olimpo para concedérsela a los hombres) que con el de Sauron, el Señor Oscuro de Tolkien, corruptor de los Anillos creados por los herreros élficos y encarnación del Mal en estado puro.

Como una metáfora de nuestra historia apócrifa en forma de saga de Internet, la evolución científica de dos conceptos, el de éter —tesis desechada del siglo XIX según la cual el éter era un fluido del universo que ayudaba a propagar la luz en el espacio—, y el de materia oscura —el 80 % de la materia del universo, que no interactúa con la radiación electromagnética—, constituye el equivalente en astrofísica a una gran fuerza prometeica para propagar la luz luchando en el universo contra una fuerza oscura no menos poderosa que todo lo engulle... Algo así como si el mito de Prometeo en la mitología griega y el papel del Señor Oscuro en el mundo de Tolkien se hubieran conocido en alguna saga formulada en un universo paralelo, siguiendo las hipótesis del multiverso y de la teoría de cuerdas285.

GAS: USO RESPONSABLE DE RECURSOS EN LA MÁQUINA VIRTUAL DISTRIBUIDA EVM

Pero volvamos a esta dimensión y al único tipo de éter que nos ocupa en este libro: la definición de Ethereum a cargo de Vitalik decantaba su «computadora universal», al menos sobre el papel, hacia la tesis prometeica. Ethereum se presentaba como plataforma con su propio lenguaje de programación, Solidity, y su propia máquina virtual descentralizada, Ethereum Virtual Machine, EVM. Gracias a estas herramientas, se podía convertir blockchain en un taller para todo: un ecosistema con un único tipo de «objeto» cuyo cambio de estado o evolución se registra en un fichero único compartido, mediante el cual armar aplicaciones descentralizadas que usan algoritmos de intermediación con la cadena de bloques (smart contract) para crear servicios seguros, sin puntos de rotura ni de control, con un sistema seguro de pago y cualquier otro tipo de transacción286.

Para confirmar su naturaleza prometeica y evitar su potencial oscuro, Ethereum combina los cimientos diseñados por Satoshi Nakamoto (el fichero único de interacciones entre participantes) con transacciones en su propia criptomoneda, ether, como sistema para cuantificar el coste de las operaciones e incentivar la economía de recursos. La nueva infraestructura de computación descentralizada prometía hacer viable la ejecución de contratos inteligentes en EVM, pues la neutralidad y disponibilidad del diseño hacía obligatorio el registro de todos los contratos en cada uno de los nodos de Ethereum... Pero, ¿cómo convencer a desarrolladores y usuarios de que los contratos mejor programados y más usados debían sacrificar su éxito para ceder capacidad de computación en EVM al resto de operaciones en la larga lista de contratos? ¿Qué ocurriría cuando el elevado número o la dudosa calidad de un porcentaje suficiente de smart contract encareciera y atascara una infraestructura descentralizada?

Estos riesgos habían sido, por diseño, teóricamente neutralizados: pese a contar con su propia criptomoneda y permitir su transacción (como en Bitcoin), Ethereum no concebía el comercio de ether como un servicio per se, sino como medio de pago interno para el uso ágil de la plataforma como «la computadora descentralizada del mundo». Los usuarios convencionales usarían ether para formalizar servicios y transacciones, mientras que los desarrolladores de smart contract y DApp asociarían sus fondos en ether con los identificadores —clave pública— de estos programas personalizados, para pagar una pequeña cuantía por cada operación realizada en EVM.

Este pago por uso en ether, o gas287, variaría en función de indicadores predefinidos y relativos a un determinado contexto capaz de reducir la sobrecarga de operaciones en algún bloque del registro compartido, o fenómenos como nuevos tipos de abuso (ataques desde redes descentralizadas hacia otros recursos de Internet, creación de algoritmos para generar y distribuir contenido basura, etc.).

PRECISIÓN DE LENGUAJES DE BAJO NIVEL Y BLOCKCHAIN

Una saga de Internet que evolucione hacia las sub-sagas de la supuesta Tercera Oleada de innovación en la Red, la que nos ocupa y que consiste en el ascenso de las bases de datos descentralizadas como cimientos de una nueva generación de servicios P2P, no podía sostenerse sin mencionar otra de las sagas de ficción con un culto notorio en el entorno tecnológico, La guerra de las galaxias. Donald E. Knuth es una de las personas más respetadas en la sombra de lo que hoy conocemos por el —cada vez más controvertido— epígrafe de Silicon Valley, contenedor semántico donde todo parece caber. Knuth, pionero en ciencia computacional en la Universidad de Stanford, es el autor del equivalente enciclopedista del mundo de la programación288: la colosal obra en varios volúmenes The Art of Computer Programming289, equiparable en ingeniería de software y diseño de algoritmos a la no menos quijotesca tarea emprendida por Honoré de Balzac entre 1830 y 1848, con su inacabada novela río La comedia humana.

El primer libro de los cuatro que conforman El arte de programar ordenadores290, aparecido en Estados Unidos en 1968, precede a la propia informática personal y constituye el libro de referencia que acompañó el despegue de los lenguajes de programación modernos, las aplicaciones y sistemas operativos para todos los públicos y el desarrollo web, pues en su interior está la salsa básica de lo que hoy conocemos como «algoritmos». Knuth es una de las pocas personas que se han ocupado de comprender y diseñar algoritmos básicos a la antigua usanza: de manera artesanal. Lo ha logrado empleando un lenguaje de programación de bajo nivel, con el cual se puede obtener un control mucho más preciso sobre las instrucciones binarias en un entorno de operaciones determinado.

Se suponía que la evolución de la capacidad de proceso en informática —gracias a la dinámica de la Ley de Moore— convertiría el diseño de algoritmos «a pelo» (tal y como ha enseñado Knuth durante décadas y ha recopilado en su mencionada magnum opus), en una actividad obsoleta, cuyas ganancias no merecería la pena perseguir. Pero, a medida que aumenta la complejidad, autonomía e interdependencia de infraestructuras con ambiciones de computadora para todo291, los algoritmos bien diseñados desde la base son más imprescindibles que nunca.

Figura 13.4. El fundador de Ethereum, Vitalik Buterin (izquierda), posa en mayo de 2016 con Sasha Ivanov, el fundador de Waves (plataforma que desarrolla herramientas de red superpuesta —overlay network— para acelerar el uso de la cadena de bloques).

Aprender a programar algoritmos usando lenguajes de bajo nivel permite adaptar las instrucciones diseñadas a la estructura informática que se usará, desde el hardware al entorno operativo, y resulta que estos beneficios «marginales» se han convertido en un terreno estratégico para el desarrollo de cualquier aplicación que aspire al uso más eficiente de recursos con operaciones complejas. Conociendo la dependencia que los científicos computacionales de Google, Facebook, Amazon, Microsoft o Apple, entre otros, mantienen con respecto a trabajos «artesanales» como la obra de cuatro tomos sobre algoritmos de Donald Knuth, hace menos gracia —e infunde un respeto propio de los entusiastas de Star Wars— saber que el epicentro «techie» de Santa Clara conoce a Donald Knuth con el alias de «el Yoda de Silicon Valley»292. Knuth se parece a Yoda, o Yoda se parece a Knuth. En la saga que nos ocupa, Knuth concentra en la salsa algorítmica que ha preparado durante cinco décadas en su obra de cuatro tomos una autoridad real equiparable a la representada por Yoda en la saga de La guerra de las galaxias.

Comprender la importancia del dominio de lenguajes de bajo nivel es volver a los orígenes de la informática moderna. Estos lenguajes son capaces de interactuar con precisión con el hardware diseñado repercute sobre la sencillez al crear instrucciones precisas con 0 y 1 (lenguaje binario, «de máquina», ejecutado directamente por la Unidad Central de Proceso) e instrucciones más complejas en el «primer nivel de abstracción», a través de los denominados «lenguajes ensambladores». La calidad intrínseca y el rendimiento de las operaciones que constituyen la unidad básica de algoritmos complejos, e influirá decisivamente sobre la resiliencia y rapidez de respuesta de algoritmos que se encuentran tras gigantescas «máquinas universales» como Google AI, Amazon Web Services, Microsoft Azure o el entorno de datos de usuarios custodiado por Apple.

Esta importancia estratégica del campo explorado por Donald Knuth desde antes de que existieran los ordenadores modernos explica una de las primeras decisiones estratégicas de Vitalik Buterin al compartir su proyecto Ethereum con un grupo de expertos antes de hacerlo público. Vitalik diseñaba un protocolo que aspiraba a albergar cualquier aplicación imaginable, y que debía constituir en la práctica un ordenador descentralizado con millones de nodos y una máquina virtual dinámica distribuida que fuera Turing completa, para la cual no existieran límites de funcionalidad. Para lograrlo —constató Vitalik—, debía rodearse de colaboradores expertos, capaces de programar con los lenguajes abstractos más eficientes, incluidos lenguajes de bajo nivel, para diseñar de manera optimizada desde la base: desde la máquina hasta los compiladores o «ensambladores» de instrucciones.

Uno de los expertos en C++ contactados por Vitalik, el programador británico Gavin Wood, decidió enrolarse en el proyecto, tomando la responsabilidad de convertir Ethereum en «máquina universal» (una plataforma para albergar proyectos de propósito general) de nueva creación por su carácter distribuido, su escala y el dinamismo de su participación (con nodos entrando y saliendo de la infraestructura, añadiendo o restando capacidad de proceso y complejidad). Esta máquina universal —Turing completa, capaz de ejecutar cualquier programa concebible— debía diseñar su propia estructura con un lenguaje suficientemente preciso para crear herramientas de «bajo nivel» que pudieran replicarse en una red P2P, para agilizar así el futuro ordenador global y prepararlo contra retos sistémicos.

Más tarde, en un artículo sobre los orígenes de la plataforma293, Vitalik explicaría el nuevo rol asumido por Gavin Wood: «Era la época en que el protocolo Ethereum era enteramente mi propia creación. A partir de ese momento, no obstante, nuevos participantes empezaron a unirse al redil. El más prominente de lejos en el desarrollo del protocolo fue Gavin Wood... Gavin también puede recibir la mayor parte del crédito por el sutil cambio de estrategia al ver Ethereum como una plataforma para construir dinero programable, con contratos basados en blockchain que pueden contener activos digitales y transferirlos de acuerdo con reglas preestablecidas, a una plataforma informática de propósito general. Esto comenzó con cambios sutiles en el énfasis y la terminología, y luego esta influencia se hizo más fuerte a través de un enfoque creciente en el entorno294 Web3, que concebía Ethereum como una pieza en un conjunto de tecnologías descentralizadas con otros dos pilares, Whisper y Swarm».

LA EXCELENCIA EN UN ARTE IMPRECISO: COMPUTAR, ALMACENAR, COMUNICAR

Vitalik y Gavin usaron inicialmente el lenguaje C++, probado en Bitcoin, para concebir su propio esquema de plataforma de propósito general. Partían de una filosofía surgida de la precisión y frugalidad de la programación con lenguajes de bajo nivel, capaces de interactuar directamente con la arquitectura de hardware y de sistemas que uno quiere emplear en un proyecto. El punto de vista externo asistió al fundador de Ethereum en una tarea crucial: saber cómo funcionaría la plataforma y qué puentes existirían entre la base de datos distribuida con historial compartido, los «contratos» personalizados y las aplicaciones para el usuario final, DApp.

En la metáfora del ordenador mundial descentralizado, este debe comportarse como cualquier computadora útil, en la que existe un entorno de «computación» para calcular; un segundo nivel para el «almacenamiento» efímero o permanente para recordar operaciones; y un tercer protocolo para «comunicar» estas operaciones computadas según las órdenes recibidas. Por primera vez, capacidad de computación, almacenaje para recordar operaciones e instrucciones de ancho de banda para distribuir estas operaciones, se ensamblaban en una estructura P2P de alcance masivo para un empleo libre y sin más intermediación que seguir las reglas técnicas del juego. La «computadora mundial» contaría con tres pilares: Ethereum, o el protocolo para programar y albergar contratos inteligentes, garantizando su comunicación con ambos extremos de la plataforma, blockchain y aplicaciones finales; Swarm, el protocolo para comunicaciones; y Whisper, la utilidad de comunicaciones integrada en la cadena de bloques de Ethereum.

Los «contratos inteligentes» de Ethereum garantizaban la lógica descentralizada; Swarm pasaba a propulsar el almacenamiento P2P; y Whisper se convertía en la mensajería descentralizada. Finalmente, la combinación de estos tres protocolos —Ethereum, Swarm y Whisper— lograba el funcionamiento de las aplicaciones distribuidas, o la puerta de entrada de usuarios a una DApp en forma de servicio web, aplicación para móvil, etc. Esta arquitectura entusiasmó a la comunidad de programadores más preocupada con la evolución de Internet en las primeras dos décadas del siglo XXI hacia servicios cada vez más opacos y centralizados en torno a «jardines vallados» de servicios y aplicaciones.

El protocolo Ethereum tomaba lo mejor de Bitcoin y no se conformaba con la orientación pecuniaria, sino que otorgaba «significado» a la transmisión de valor en la red descentralizada, y lo asociaba a todo tipo de operaciones posibles. Todo estaba por hacer y todo era posible.

SOLIDITY, VIPER Y EL RIESGO DE LA TORRE DE BABEL

La plataforma actuaba como repositorio universal de claves público-privadas, otorgando a cada participante la potestad sobre su propia identidad y posesiones digitales que hubiera decidido almacenar en este sistema contable universal: el protocolo Whisper garantizaba la transmisión a través de la infraestructura de las acciones de cuentas de usuario, credenciales (de usuarios y de smart contract) y «reputación» (importante para un minado basado en la responsabilidad demostrada y veteranía en esa labor).

Desde los inicios, Vitalik Buterin había argumentado que una arquitectura con semejantes requerimientos de escala encontraría pronto barreras infranqueables si optaba por el uso de alguno de los lenguajes de programación contemporáneos, dado su elevado nivel de abstracción: JavaScript, Python, Go o incluso C++ eran lenguajes precisos y a prueba de constricciones, como demostraba su uso extensivo por las mayores firmas de la Web, pero su flexibilidad para ejecutar instrucciones y erigir infraestructuras desdeñaba el diseño preciso y a nivel de hardware o la interoperabilidad que necesitaría un «ordenador mundial descentralizado», que debía trabajar con una infraestructura tan heterogénea y cambiante como la de un organismo multicelular en busca de la «primera versión operativa» de un sistema nervioso.

La primera tentativa de Vitalik Buterin de dar con un lenguaje preciso para la tarea de Ethereum, Serpent, se reveló ilusoria: los primeros contratos programados con Serpent contaban con varias vulnerabilidades y redundancias. Vitalik Buterin se concentró de nuevo en la tarea con la ayuda de Gavin Wood, y de esta colaboración surgió Solidity, un lenguaje que combina aspectos de JavaScript, Go, Python y C++ (los más populares entre los primeros desarrolladores de Ethereum). Solidity quería evitar convertirse en un seco y tosco esperanto cuyo objetivo se redujera meramente a evitar el efecto Torre de Babel de trabajar con distintos lenguajes para crear una plataforma cuya unidad dependía de la programación de su software, en vez de contar con un repositorio centralizado.

Figura 13.5. Ilustración que pone de relieve uno de los riesgos que afronta blockchain: si bien la tecnología promueve la colaboración, el mutualismo y el voluntarismo, también facilita el «nacionalismo de criptomonedas»: cualquier enfado entre desarrolladores conduce a nuevos servicios y criptomonedas, la mayoría de dudosa viabilidad.

Solidity, próximo a C y a JavaScript, trata de demostrar desde hace un lustro si está a la altura de su nombre y si puede propulsar el ordenador mundial descentralizado; mientras tanto, un grupo menor de investigadores experimenta con Viper295, un lenguaje derivado de Python y diseñado para escribir algoritmos con precisión. De nuevo, la sombra de Yoda —en este caso, no el Yoda de La guerra de las galaxias, sino de Donald Knuth, el veterano experto en programación de bajo nivel y Yoda de Silicon Valley—, planea sobre Ethereum: Viper es un lenguaje recursivo o «decidible», un lenguaje que solo acepta instrucciones precisas procedentes de las posibilidades comprendidas en una secuencia finita de símbolos. Su objetivo es evitar abstracciones demasiado alejadas de la realidad del hardware y la infraestructura para —potencialmente— ganar en estabilidad y precisión.

La cadena de bloques, una nueva infraestructura (Ethereum para contratos, Swarm para recordar instrucciones, Whisper para transmitir la información), y un nuevo lenguaje de programación: Vitalik y sus colaboradores acababan de diseñar un paradigma capaz inocular Internet contra la concentración de servicios liderada desde conglomerados digitales de Estados Unidos y China296, y evitar complejos sistemas de distribución de contenido pagando a intermediarios. Ethereum prometía una distribución de DNS a prueba de especuladores y no discriminatoria.

Quedaba casi todo por hacer, pero todo era posible.

El 30 de julio de 2015, Ethereum «minaba» su primer bloque.

274. Comentario en la cuenta de la profesora de Derecho digital estadounidense Kate Klonick en Twitter, @Klonick. twitter.com/Klonick/status/1085685104901533696.

275. Ironía de la historia: BitTorrent, el veterano (al menos, a efectos del acelerado tiempo de Internet) protocolo P2P para el intercambio de ficheros, es hoy propiedad de Justin Sun y la plataforma blockchain que controla de manera mayoritaria, Tron. Justin Sun adquirió en el verano de 2018 la arquitectura de computación descentralizada, diseñada en 2001 por Bram Cohen, entonces estudiante de la Universidad de Buffalo. La suma de la operación, 140 millones de dólares en efectivo, confirmaba los sólidos apoyos a Tron desde el mundo empresarial —y, se rumorea, gubernamental— chino. Lunden, Ingrid: BitTorrent is selling for $140M to Justin Sun and his blockchain startup Tron. TechCrunch, 18 de junio de 2018. techcrunch.com/2018/06/18/bittorrent-tron/.

276. Peck, Morgen: The Uncanny Mind That Built Ethereum. Wired, 13 de junio de 2016. www.wired.com/2016/06/the-uncanny-mind-that-built-ethereum/.

277. Karnik, Karan: The Early Bird Got the Coin. Medium, 22 de marzo de 2018. medium.com/@karankarnik/the-early-bird-got-the-coin-blockchain-technology-ca7a929741d7.

278. Seward, Zachary M.: This is how we mint money now: Software upgrade glitch causes bitcoin flash crash. Quartz, 12 de marzo de 2013. qz.com/61893/this-is-how-we-mint-money-now-software-upgrade-glitch-causes-bitcoin-flash-crash/.

279. Antonopoulos, Andreas M.: The Internet of Money. Merkle Bloom LLC, 2016.

280. Schneider, Nathan: Code your own utopia: Meet Ethereum, bitcoin’s most ambitious successor; A new ‘Lego of cryptofinance’ enables users to design social contracts. Al Jazeera USA, 7 de abril de 2014. america.aljazeera.com/articles/2014/4/7/code-your-own-utopiameetethereumbitcoinasmostambitioussuccessor.html.

281. La referencia ineludible de la Ilustración para el surgimiento del concepto de contrato social es Rousseau y su obra: El contrato social: o los principios del derecho político. Madrid, Espasa Calpe, 1968 (la primera edición en francés, editada en Ámsterdam, está fechada en 1762).

282. Clifford, Catherine: These 20 Kids Just Got $100,000 to Drop Out of School. And They Want to Change Your Life. Entrepreneur Magazine, 5 de junio de 2014. www.entrepreneur.com/article/234544.

283. A diferencia de la financiación colectiva (crowdsourcing) a través de plataformas centralizadas, paradigma de la colaboración Web 2.0, las ICO certificaban con exactitud cada aportación a un proyecto y aseguraban un retorno proporcional a los beneficios reales en el futuro. En los foros especializados, algunos especuladores soñaron con un equivalente P2P a la burbuja puntocom: lanzar proyectos soñadores sin intención de continuidad y únicamente diseñados para captar dinero inicial a través de la ICO.

284. Rosmino, Claudio y Hackwill, Robert: 5G, blockchain and IoT: what does the future of telecommunications look like? Euronews, 5 de noviembre de 2018. www.euronews.com/2018/10/31/5g-blockchain-and-iot-the-future-of-telecommunication.

285. Cowen, Ron: Simulations back up theory that Universe is a hologram. Nature, 10 de diciembre de 2013. www.nature.com/news/simulations-back-up-theory-that-universe-is-a-hologram-1.14328.

286. Antonopoulos, Andreas M. y Wood, Gavin: Mastering Ethereum: Building Smart Contracts and DApps. O'Reilly Media, Sebastopol (California), 2018.

287. Anuncio público de Vitalik Buterin sobre la propuesta del concepto de pago por uso de capacidad de computación en EVM, o gas/gwei. Cuenta de Twitter @VitalikButerin, 8 de marzo de 2019: twitter.com/VitalikButerin/status/1103997378967810048.

288. Roberts, Siobhan: The Yoda of Silicon Valley. The New York Times, 17 de diciembre de 2018. www.nytimes.com/2018/12/17/science/donald-knuth-computers-algorithms-programming.html.

289. Knuth, Donald E.: The Art of Computer Programming, Volume 1: Fundamental Algorithms. Boston, Massachusetts, Addison-Wesley, 1968 (para la primera edición del primer volumen de una obra compuesta de cuatro volúmenes, aunque Knuth ha planeado siete).

290. Knuth, Donald E.: El arte de programar ordenadores (cuatro volúmenes de siete proyectados por el autor). Barcelona, Reverté, 1985.

291. Webb, Amy: The Big Nine: How the Tech Titans and Their Thinking Machines Could Warp Humanity. Nueva York, PublicAffairs, 2019.

292. Roberts, Siobhan: The Yoda of Silicon Valley. The New York Times, 17 de diciembre de 2018. www.nytimes.com/2018/12/17/science/donald-knuth-computers-algorithms-programming.html.

293. Buterin, Vitalik: A Prehistory of the Ethereum Protocol. Sitio personal del fundador de Ethereum, 14 de septiembre de 2017. vitalik.ca/general/2017/09/14/prehistory.html.

294. Swarm es una plataforma de almacenamiento distribuida y red conceptual distribuida, un servicio superpuesto en el entorno web3 de la plataforma Ethereum. Documentación de Ethereum web3: Swarm Guide. swarm-guide.readthedocs.io/en/latest/.

295. Viper es un lenguaje experimental con algunas características de precisión (bajo nivel) basado en el lenguaje de orientación a objetos Python, creado para programar smart contract precisos. Documentación de Viper: ethereum-viper.readthedocs.io/en/latest/.

296. Webb, Amy: The Big Nine: How the Tech Titans and Their Thinking Machines Could Warp Humanity. Nueva York, PublicAffairs, 2019.

 

EL DHARMA DE ETHEREUM

CUATRO FASES HASTA LA ILUMINACIÓN

Hace 3500 años, las civilizaciones védicas del valle de Indo, un territorio entonces más fértil situado entre los modernos Irán, Afganistán, Pakistán y el noroeste de India, empezaron a ocupar las llanuras del Ganges y a establecer múltiples sociedades agrarias y pastoralistas cuya cosmogonía giraba en torno a un concepto: el dharma. Dharma es un vocablo en sánscrito, el viejo idioma indoeuropeo emparentado con la mayoría de lenguas europeas, que designa la vía o conducta correcta, el camino de la iluminación durante las distintas etapas de la vida.

El dharma aparecerá —como lo hacen los viejos conceptos élficos en el mundo de Tolkien— en los cimientos de las primeras religiones védicas, y crecerá en importancia durante la evolución mística de estas creencias (desde el hinduismo primitivo hacia el jainismo y el budismo). Esta rica cosmogonía asociará la trayectoria humana con cuatro etapas, desde la primera inocencia hasta la iluminación (a la cual debe aspirar quien labore en su propio camino). El hinduismo se refiere a las cuatro etapas de la vida, o cuatro ásrama (también áshram) con los siguientes avatares conceptuales: estudiante, cabeza de familia, ermitaño y, finalmente, vagabundo religioso.

El budismo prefiere extender la metáfora y, para alcanzar el nirvana, la iluminación, es necesario superar cuatro fases previas (y evitar, de este modo, la eterna recurrencia de la vida sin significado, o samsara): quien entra en el flujo del dharma; quien, pese a haber comprendido las leyes del universo, vuelve al reino de los sentidos; quien supera la etapa de la sensualidad y ya no vuelve a su mentalidad pretérita; y, finalmente, la persona que ha alcanzado la lucidez y escapado del samsara297. ¿Es esta lucidez presente en la filosofía shramánica, base del hinduismo, jainismo y budismo, comparable a la iluminación concedida a los hombres por el titán Prometeo en la Grecia presocrática298? El fuego de la iluminación oriental y el fuego del conocimiento occidental coinciden en una idea: profundizar en el conocimiento de uno mismo implica reducir el egoísmo y avanzar hacia una comprensión más precisa de la interdependencia entre las personas, y entre las personas y las cosas.

No somos entidades estanco totalmente autosuficientes, sino que logramos la dicha —nos dicen las filosofías ancestrales mencionadas, sean orientales u occidentales— cuando sentimos con mayor detalle la colosal envergadura de nuestra interdependencia299. Somos integrantes de redes complejas, asociadas a la ecología de la naturaleza y a la de la mente: hemos creado redes artificiales y, sobre estas, otras redes capaces de comportarse como un ordenador de arquitectura distribuida entre sus participantes (P2P).

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