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Introducción

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Immanuel Kant, también decisivo a inicios de la Ilustración, completaría las tesis de Descartes y Rousseau con la modernización del idealismo: para Kant, existen conceptos morales y éticos que, como los objetos, tienen una existencia conceptual universal que precede a su propia manifestación en la vida cotidiana. En un contexto de prosperidad y virtud, teorizó Kant, estos valores —él los llamó «imperativos categóricos»— prosperarán de manera orgánica22.

ORÍGENES DE LA TAXONOMÍA MODERNA

Kant coincidía con Rousseau en la bondad intrínseca del individuo cultivado —cuando a este se le permite actuar racionalmente—, y llegó a equiparar cualquier acto inmoral con derivas personales contrarias a la esencia de estos valores universales o «imperativos». El individuo ilustrado, por tanto, podría prosperar materialmente y florecer moralmente sin necesidad de guiarse por la religión: en última instancia, su convicción de que el mundo racional y mecanicista contenía una perfección matemática se convirtió en una deriva religiosa. La Ciencia había sustituido a Dios23.

En el siglo XIX, el pensamiento cartesiano y el idealismo de Kant influyeron sobre el pensamiento utópico y, a la vez, generaron el rechazo de quienes reivindicaron el carácter imprevisible del ser humano y las sociedades: los románticos y existencialistas leerían a tres autores y filósofos contestatarios del siglo XIX, críticos con el empirismo reduccionista: Arthur Schopenhauer (para quien seres vivos y objetos muestran un esfuerzo por evolucionar); Søren Kierkegaard (preocupado por la angustia de quien se siente atrapado en una existencia artificial, ajena a revelaciones); y Friedrich Nietzsche, quien abogaba por olvidar la separación artificial entre persona y entorno, entre cuerpo y alma, para reconectar con la naturaleza y con un vitalismo propio de nuestro potencial24.

La lectura crítica de estos pioneros del perspectivismo (según el cual la realidad es compleja y multidimensional, con fenómenos cuyo resultado es superior a la suma convencional de sus partes) se materializaría luego en las vanguardias artísticas del siglo XX y en el postmodernismo. Los personajes complejos e imprevisibles de la literatura rusa sirvieron de arquetipos de ese mundo humano que se resiste a ser reducido a un autómata de comportamiento previsible.

Figura 2.1. Retrato de 1872 del escritor ruso Fiódor Dostoyevski, obra del pintor realista Vasili Grigórievich Perov. Dostoyevski rompió con el carácter unidimensional de los personajes literarios; su sensibilidad ante la complejidad humana anunciaba la llegada de la filosofía existencialista.

En paralelo, surgían las primeras críticas a la deshumanización de nuevos sistemas de vida y producción. Ya en el siglo XX, la física moderna parecía ponerse del lado de los filósofos críticos con el idealismo de Kant: la teoría general de la relatividad confirmaba que la pureza matemática de la geometría euclidiana, o la teoría de Isaac Newton según la cual existen un tiempo y un espacio absolutos, eran meras construcciones conceptuales, una mera percepción cultural refutada por los nuevos hallazgos25.

El mundo no se reducía a nuestra percepción e interpretación, y la utopía de la cuantificación mecanicista (de crear, en definitiva, sociedades racionalizadas a partir de fórmulas matemáticas y sistemas de producción automatizados) era descartada en el mismo momento en que Europa se sumía en el horror de los totalitarismos y las consecuencias del choque entre distintas interpretaciones de la modernidad.

LA EMERGENCIA DE LAS BASES DE DATOS Y EL PENSAMIENTO SISTÉMICO

En julio de 1945, cuando las caravanas de desescombro de una Europa en ruinas levantaban una polvareda que marcaba el inicio de la reconstrucción, se materializaba la división entre los ganadores: la Unión Soviética presionaba para aplicar en Europa del Este las teorías de progreso y planificación económica y social dictadas por el materialismo dialéctico.

En el recién creado Bloque Occidental, Estados Unidos se ufanaba por atraer el talento científico de la Alemania ocupada. En el mismo mes de julio de 1945, el ingeniero y director de la oficina de Investigación y Desarrollo estadounidense, Vannevar Bush, publicaba un ensayo26 que abría el incipiente mundo de la lógica y la computación al pensamiento de sistemas. En el artículo, Bush nos invitaba a considerar «un futuro dispositivo... en el cual un individuo pueda almacenar todos sus libros, archivos y comunicaciones, cuya mecanización permita su consulta con gran velocidad y flexibilidad. Algo así como un ampliado e íntimo suplemento de su memoria». Este dispositivo imaginado, bautizado como Memex, influiría sobre el diseño de bases de datos, ordenadores personales e Internet: el germen de la sociedad cibernética.

En paralelo, la filosofía parecía adaptarse a los nuevos retos: la supervivencia a la bomba atómica, la Carrera Espacial y la informática moderna consiguen una amplia financiación pública y una concentración de talento en torno a las tecnologías de organización y procesado de datos. En el Bloque del Este, el nuevo ámbito recibirá recursos a raíz de las tensiones derivadas de la Guerra Fría y, en el Bloque Occidental, la informática crecerá gracias al contexto de una era de crecimiento económico, prosperidad y expansión de la sociedad de consumo.

El filósofo continental europeo más influyente del momento, el alemán Martin Heidegger, trató de desentenderse de su simpatía inicial por el Tercer Reich y se centró en su estudio de la relación entre el ser humano y la realidad circundante, entre existir y ese concepto abstracto que llamamos tiempo. Su rechazo por la burocracia moderna partía del «desencantamiento» entre la vida moderna y el medio (la compleja relación con el paisaje y el medio, así como la sutil superposición de experiencias en la mente, que las evoca de manera orgánica).

Heidegger se retiró con su mujer a una pequeña cabaña de la Selva Negra cerca de su Messkirch natal, en el sur de Alemania, donde combinó el estudio con experiencias cotidianas que asoció con el concepto de la «autenticidad», tales como coger el cántaro y salir a llenarlo a la fuente junto al humilde refugio de montaña. Heidegger criticará27 la dinámica de la sociedad burocrática del momento, propulsada por la técnica. Esta técnica había logrado, según él, un nivel de sofisticación que causaba una inercia autónoma, capaz de propulsarse a sí misma. Al ser inquirido sobre el puesto de la filosofía en un mundo que aumentaba su dependencia de archivos y sistemas de datos, de infraestructuras para el movimiento de mercancías, personas e ideas (interrelacionadas en sistemas complejos y automatizados), Heidegger contestó que la filosofía había perdido su prestigio y el pensamiento científico la había sustituido. En la cúspide del nuevo pensamiento científico, Heidegger situó a la cibernética.

La reflexión del filósofo alemán en la distendida entrevista concedida durante un paseo en torno a su casa de campo en las montañas de la Selva Negra, avanzaba el rol de las redes de transmisión de datos.

ALUMBRANDO MÁQUINAS DE PENSAMIENTO SISTÉMICO

Habían pasado veinte años desde las reflexiones de Vannevar Bush sobre los medios de almacenaje, consulta y difusión de información, pero los grandes ordenadores seguían siendo complejos y costosos mastodontes instalados en universidades y centros de investigación. El germen del cambio hacia una computación integrada en la sociedad y la vida individual que Heidegger presentía en el ambiente apareció en la Bahía de San Francisco, donde se produjo en ese momento la polinización cruzada entre: las inversiones estratégicas a largo plazo del aparato de Defensa instalado en el valle de Santa Clara; la apuesta por una educación superior multidisciplinar orientada a experimentar en humanidades y ciencias, gracias a la presencia en Stanford de profesores como Gregory Bateson, pionero del pensamiento de sistemas28; y la permeabilidad entre centros de I+D privados como el que Xerox mantenía en Palo Alto (el célebre PARC) y figuras claves de la contracultura29. El ambiente de apertura a nuevas ideas y respeto por la experimentación interdisciplinar posibilitó fenómenos inauditos, tales como el surgimiento de un protocolo de comunicaciones remotas, TCP/IP, diseñado para lograr la interoperabilidad de cualquier equipo informático al comunicarse a distancia con otras computadoras, independientemente de las características del terminal. Sorprende más aún que los promotores de los nuevos protocolos de red, Vinton Cerf y Robert E. Kahn, trabajaran para una agencia de investigación militar, DARPA.

Figura 2.2. El Xerox Alto, ordenador personal concebido por investigadores de Xerox en el Palo Alto Research Center —Xerox PARC—, en 1973. Si bien no fue comercializado, el Alto integró el primer sistema operativo con interfaz gráfica de usuario, además de conexión Ethernet y ratón. Dos jóvenes interesados en la informática, Steve Jobs y Bill Gates, pasaron por el PARC en la época, hecho que cambió el curso de la informática personal.

La experimentación artística y psicotrópica —a través del consumo de alucinógenos y la filosofía de la autosuficiencia, el do it yourself, hazlo tú mismo— tratará de traspasar ciertos clichés de la conciencia y la percepción humanas, y muchos verán en los toscos experimentos informáticos de la época una oportunidad para «aumentar las capacidades humanas», a través de lo que el joven Steve Jobs definió como «bicicleta para la mente», u ordenador personal30. Lenguajes de programación, sistemas operativos, interfaz física (hardware) y aplicaciones (software) florecerán a la par que las primeras convenciones y protocolos.

En 1968, el entonces profesor de Stanford Douglas Engelbart presentaba en la célebre demostración Mother of All Demos conceptos físicos e intangibles de la todavía inexistente informática personal, a través de su prototipo de computadora, NLS. El prototipo incluía: unidad central de proceso, lector de datos, monitor, teclado y, por primera vez, un dispositivo vectorial para desplazarse por la pantalla, el ratón. La combinación permitirá —explicaba Engelbart en la presentación— almacenar información a la que se accederá usando metáforas del mundo real, tales como escritorios, ficheros, ventanas a distintas localizaciones, documentos y el germen de lo que después serán bases de datos, hipertexto, llamadas telemáticas o incluso videoconferencia. Engelbart había logrado financiación de la agencia DARPA y libertad para experimentar y aportar una visión ambiciosa. Los allí presentes desarrollarán luego estas ideas en el centro PARC de Xerox y, desde allí, influirán sobre los productos comerciales de dos empresas marginales: Apple y Microsoft. En paralelo, se fraguan las primeras tensiones entre los postuladores de un movimiento de software y hardware libres, y aquéllos que consideran que la manera más eficiente de extender la informática personal depende de la protección de licencias de uso.

UN SEGUNDÓN ESENCIAL: EVOLUTIVA DE LA BASE DE DATOS

Gracias al pensamiento de sistemas, la era cibernética evitó desde sus primeros pasos el formalismo excesivo de la mentalidad cartesiana, optando por una «ecología de la mente»31 más interesada en aprender de sistemas complejos como los que la ciencia empezaba a conocer en profundidad: la estructura molecular y genética de los organismos, la interrelación de los elementos integrantes de un ecosistema natural, o el propio carácter «emergente» de la conciencia humana, irreductible a un mero proceso mecánico. Si la voluntad del mundo moderno de describir y catalogar lo circundante había inspirado los registros del matemático alemán del siglo XVIII y precursor de la informática Gottfried Leibniz (materializados en los primeros métodos de clasificación taxonómica, como el propuesto por Carlos Linneo para nombrar los seres vivos usando una convención lógica), la era cibernética daba punto de salida al reinado de la base de datos.

La base de datos ha ocupado un papel discreto en la historia de la informática, manteniendo el carácter segundón de las herramientas diseñadas para maximizar su utilidad y, a la vez, reducir la posibilidad de error hasta niveles tolerables por cualquier sistema complejo. En realidad, la capa de presentación de los datos o información consultada y modificada en un sistema, el front-end, es capaz de operar gracias a lo que no se ve: en cualquier aplicación web es preciso mantener un sistema de acceso a datos; estos permanecen almacenados tras un sistema de permisos —y, de manera ideal, protegidos con copias de seguridad periódicas— para garantizar su integridad: cuando el usuario ni siquiera es consciente de que accede a esta colección de datos, generalmente almacenados y consultados en formato digital, la aplicación diseñada para gestionar el repositorio de información ha cumplido con su cometido.

Por primera vez, sucede algo remarcable: Blockchain ha transformado el escaso interés de las bases de datos entre el público, hasta el punto de convertir este elemento, analizado hasta ahora en función de su utilidad y discreción, en el principal elemento estratégico de lo que ve el usuario: la utilidad del front-end, materializada en forma de interfaz de acceso a una aplicación.

¿Por qué tanto revuelo entre el gran público por la arquitectura de un sistema de almacenamiento sistemático, si hasta ahora las bases de datos solo han suscitado interés en grandes instituciones burocráticas y sistemas empresariales? La ventaja de la cadena de bloques radica en su carácter distribuido y en unas características técnicas radicalmente democráticas, propias de viejas utopías mutualistas incapaces de demostrar su viabilidad en la práctica a gran escala32: en la cadena de bloques, el producto es la estructura de la información y su soberanía intrínseca, que pertenece a los usuarios que participan en ella.

UN SISTEMA DE TRANSACCIONES SEGURO Y SIN INTERMEDIARIOS

El propietario de cada objeto almacenado localmente garantiza su «título» de propiedad con una clave doble: una contraseña privada, para que nadie pueda disputar la propiedad del objeto de manera ilícita, que el usuario no comparte con terceros; y un sellado público de este título de propiedad, que se difunde en un documento colectivo donde existe el historial con toda la actividad transaccional de todos los objetos de esta base de datos distribuida.

En cuanto a los «objetos» almacenados en una base de datos distribuida con arquitectura blockchain, pueden consistir en una criptomoneda diseñada para una cadena de bloques dedicada exclusivamente a transacciones con esta moneda virtual —es el caso de Bitcoin—; o bien un sistema de pago u objeto con un valor asignado diseñados para una plataforma blockchain ya existente y habitualmente con varios usos potenciales; en estos casos, la comunidad blockchain usa el término token para asignar los objetos que protagonizan las transacciones sobre una aplicación de Ethereum personalizada.

Blockchain es, en esencia, un sistema mutualista protegido con criptografía asimétrica (con una clave doble: una parte privada; y la otra publicada junto al «sello» almacenado en el documento histórico compartido por todos que llamamos cadena de bloques) en el que todos los participantes han mostrado voluntariamente su inventario, generando una confianza «por diseño». La figura del intermediario es, por tanto, prescindible si así lo deciden todos los usuarios de la base de datos distribuida de manera segura. Una arquitectura P2P que mantendrá su integridad y evitará el fraude masivo siempre que los procesos lícitos de actualización de la cadena de bloques superen en número los ataques contra la integridad de la información (usando argucias como, por ejemplo, una bifurcación, o publicar una versión apócrifa de la cadena de bloques en la que una porción de los últimos bloques haya sido fabricada).

DEL MUTUALISMO TEÓRICO A BLOCKCHAIN

La idea esencial de la cadena de bloques, el mutualismo solidario y basado en una confianza reforzada por los intercambios entre nodos del sistema sin necesidad de recurrir a una autoridad central, surge mucho antes...

Año 1848. En la víspera de la conocida como Primavera de los pueblos33, una oleada de revoluciones atravesó Europa, en las que la ideología liberal, que había dominado hasta entonces la lucha contra las costumbres representadas por el Antiguo Régimen, fue desbordada por las ideologías alimentadas por el historicismo del idealismo alemán, con Friedrich Hegel como figura principal: los liberales dieron paso al nacionalismo y el movimiento obrero organizado. En ambos casos, los ideólogos tomaron buena nota de una aportación crucial de Hegel: el pensador alemán amplió la disciplina de la ontología, la cual pretendía categorizar la relación entre el ser humano y su entorno, entre los entes animados e inanimados, entre la sustancia y la idea. El mundo necesitaba categorías exactas a partir de ideales que existían «a priori», tal y como habían teorizado Leibniz y, sobre todo, Kant.

El renacer de la ontología, o el estudio sistemático del mundo circundante, aparece en el contexto de la oleada de cuantificación enciclopedista de la Ilustración. Si Carlos Linneo se había centrado en establecer una nomenclatura lógica para los seres vivos, Hegel quiso establecer el marco para medir el universo. Con el idealismo hegeliano, la filosofía se ocupaba de lo que, ya en la segunda mitad del siglo XX, Michel Foucault llamó la relación entre «los nombres y las cosas» que las designan34. En paralelo, en el mundo matemático se fraguaba el nacimiento de la computación, con acontecimientos como el desarrollo conjunto de la máquina analítica y sus detalles operativos, a cargo de Charles Babbage y su colaboradora Ada Lovelace, autora del primer programa de cálculo informático, o algoritmo, publicado en las notas que Lovelace incluyó en la traducción de un artículo científico en septiembre de 184335.

Los primeros avances en computación llegarían con el desarrollo de su ontología (es decir, con la categorización de tipos, propiedades y relaciones entre distintas entidades que aportó la nueva disciplina. Sin el uso de categorías organizadas a partir de atributos consistentes (por ejemplo, cualquier «silla» en la clase «sillas», independientemente de su material, color y tamaño; o cualquier piedra en las clases «minerales» y «seres inanimados»; etc.), la ontología carecería de coherencia, e imposibilitaría sistemas de almacenamiento de datos que agrupan distintos elementos de un mismo contexto. Sin la posibilidad de reconocer la naturaleza de objetos, elementos o conceptos abstractos, es imposible lograr una delimitación conceptual, de modo que las organizaciones sistemáticas se funden en una mera enumeración ecléctica.

Figura 2.3. El naturalista sueco del siglo XVIII Carlos Linneo aspiró a una clasificación racional de los seres vivos. Linneo ideó una nomenclatura binomial cuya primera palabra indicaba el género y la segunda el nombre de la especie. Agrupó los seres vivos en géneros, los géneros en familias, las familias en clases, las clases en tipos, y los tipos en reinos.

LA CLASIFICACIÓN ALOCADA QUE HIZO REÍR A UN FILÓSOFO FRANCÉS

Michel Foucault elige una de estas enumeraciones surrealistas para abrir el prefacio de su ensayo Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas36: «Este libro nació [escribe Michel Foucault] de un texto de Borges. De la risa que sacude, al leerlo, todo lo familiar al pensamiento —al nuestro: al que tiene nuestra edad y nuestra geografía—, trastornando todas las superficies ordenadas y todos los planos que ajustan la abundancia de seres, provocando una larga vacilación e inquietud en nuestra práctica milenaria de lo Mismo y lo Otro. Este texto cita «cierta enciclopedia china» donde está escrito que los animales se dividen en a) pertenecientes al Emperador, b) embalsamados, c) amaestrados, d) lechones, e) sirenas, f) fabulosos, g) perros sueltos, h) incluidos en esta clasificación, i) que se agitan como locos, j) innumerables, k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, l) etcétera, m) que acaban de romper el jarrón, n) que de lejos parecen moscas.»

Una clasificación digna de abrir uno de los ensayos de filosofía más influyentes de la segunda mitad del siglo XX. Sin una ontología basada en ciertos atributos y convenciones asumidas por todos, nuestros sistemas no pertenecerían al marco lógico surgido en nuestra cultura desde los primeros esfuerzos de sistematización de la realidad por los presocráticos y su voluntad de indagar en la esencia de las cosas («episteme»). Según Foucault, «en el asombro de esta taxonomía, lo que se ve de golpe, lo que, por medio del apólogo, se nos muestra como encanto exótico de otro pensamiento, es el límite del nuestro: la imposibilidad de pensar esto. Así, pues, ¿Qué es imposible pensar y de qué imposibilidad se trata?»

En cierto modo, una de las publicaciones más influyentes del momento en Silicon Valley, el fanzine Whole Earth Catalog de Stewart Brand, fusionará el pensamiento ecléctico de cajones de sastre al estilo de la taxonomía imposible de Borges con la clasificación sistemática de la informática del momento. El fanzine de Brand, diría Steve Jobs más tarde, se convirtió en «el Google de mi generación... Era idealista, y rebosaba de interesantes herramientas y nociones fantásticas»37. El lema de la publicación, «acceso a herramientas e ideas» rompía con taxonomías tradicionales para crear ecosistemas de conceptos y herramientas. Las viejas taxonomías que trataron de organizar Internet, como las clasificaciones que incluiría Yahoo! en la página principal de su primera versión —ya en los años 90 y en plena eclosión de la Internet comercial—, dieron paso a los motores de búsqueda, con su indexación y proceso de datos. Los algoritmos permitían una evolución borgiana de las bases de datos.

La ontología informática hundía sus raíces en la vieja escolástica y tenía entre sus pioneros al sabio franciscano mallorquín del siglo XIII Ramon Llull, quien había creado un dispositivo lógico para demostrar la supuesta superioridad de la fe cristiana ante la musulmana. Este dispositivo, Ars Magna, calculaba ideas mediante procesos mecánicos, e inspiró el trabajo de categorización de Gottfried Leibniz, creador de unos «argumentos ontológicos». El trabajo de Leibniz, a su vez, fue crucial para el surgimiento de la programación informática y las primeras bases de datos, que dependerán de una ontología —categorización de elementos— coherente, con relaciones consistentes entre objetos, sus clases y sus atributos.

UN FANTASMA RECORRE INTERNET: ¿EL FANTASMA DE BLOCKCHAIN?

Como base de datos distribuida, blockchain se encuentra por tanto entre las tecnologías deudoras del trabajo pionero de filósofos que se remontan a Ramon Llull, aunque el auténtico pistoletazo de salida tiene lugar a mediados del siglo XIX, cuando Karl Marx escribe una de las expresiones más célebres de este siglo: «Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo».

La diagnosis de Karl Marx llega después de estudiar con detenimiento los textos de Friedrich Hegel y la idea de este último de que la dialéctica histórica dicta el devenir de las civilizaciones; asimismo, Marx estudiará la miseria obrera en las factorías británicas de la Primera Revolución Industrial, a través del trabajo de su colaborador Friedrich Engels (hijo de industriales y crítico de la explotación en el primer sistema fabril38). Marx cree que, al controlar los medios y tecnología de producción —maquinaria, edificios, organización o primeras bases de datos—, la desigualdad social aumentará debido al fenómeno de la acumulación de capital, un proceso que —considera Marx— engendrará la propia destrucción del capitalismo, al forzar a los obreros a la rebelión.

Al inspirarse en un filósofo idealista como Hegel y, en la vertiente económica, tomar sus ideas de acumulación infinita de bienes estratégicos del economista liberal David Ricardo (quien, habiendo construido su teoría el siglo anterior, había creído que se trataría de una acumulación de un bien escaso, las tierras fértiles, por los terratenientes), Marx lo apostó todo a una visión reduccionista de la realidad39. Los eventos no le dieron la razón: factores no considerados en su teoría, como el aumento de la producción y de los salarios en el último tercio del siglo XIX, mejoraron las condiciones de la clase obrera, si bien habría que esperar a dos guerras mundiales para que la destrucción del ahorro entre las clases más favorecidas permitiera una prosperidad acompañada de una convergencia entre rentistas y asalariados. La solución revolucionaria de Marx, consistente en nacionalizar los bienes de producción y establecer un régimen de economía planificada, no llegaría nunca, como él había previsto, a los países más industrializados, sino al país más atrasado del continente: la Rusia zarista.

En el contexto revolucionario de las ideologías planificadas, como el comunismo, las conquistas liberales —el «contrato social», en forma de libertades individuales y propiedad privada— serían las primeras sacrificadas, engendrando una contradicción insuperable: al anteponer el fin a los medios, los revolucionarios pretendían establecer la libertad colectiva suprimiendo la libertad individual. A medida que el movimiento obrero se organizaba en torno a sindicatos mayoritariamente comunistas, las principales tesis del socialismo utópico eran descartadas por el rechazo de estas corrientes a sacrificar la libertad individual con la excusa de construir una sociedad más justa.

El anarquismo cristiano, inspirado en las ideas de Henri de Saint-Simon, pretendía reformar la sociedad combinando las herramientas racionalistas de la Ilustración, tales como la estadística, con un cristianismo humanista y compatible con el progreso natural40. El apoyo de Saint-Simon a la estadística y el método científico influyeron sobre el surgimiento de la burocracia ilustrada. Asistido por quien fuera su secretario personal, el positivista Auguste Comte, Saint-Simon fundó la sociología como disciplina, e influyó sobre el primer aparato tecnocrático moderno. Pero el «socialismo aristocrático» de los sansimonistas fue percibido como sospechoso por idealistas alemanes y positivistas ingleses, convencidos de la incompatibilidad de la propiedad privada y la libertad individual con la justicia social.

Figura 2.4. El filósofo político y revolucionario francés del siglo XIX Pierre-Joseph Proudhon, precursor del pensamiento anarquista y el mutualismo económico, fotografiado por el célebre «Nadar» (Gaspard-Félix Tournachon) en 1864.

Los sansimonistas no fueron los únicos grandes perdedores del movimiento obrero del siglo XIX: las tesis mutualistas y proto-anarquistas de Pierre-Joseph Proudhon influyeron, por su coherencia, a intelectuales de la talla del pedagogo catalán Francesc Ferrer i Guàrdia, pionero de la educación laica, no memorística y atenta al potencial de cada alumno; y el escritor ruso Lev Tolstói. Sin embargo, su crítica a las contradicciones de la filosofía de Karl Marx produjo una reacción airada del autor del Manifiesto Comunista, que respondió con el planfleto La miseria de la filosofía: Respuesta al escrito La filosofía de la miseria de M. Proudhon41. La filosofía era, para Marx, una pérdida de tiempo, al tratarse de una disciplina a su juicio especulativa e inexacta.

A medida que retrocedía la popularidad de sus escritos e ideas, crecía la estima de un grupo de intelectuales fieles sobre sus tesis: Proudhon sospechaba de las consecuencias nefastas que llegarían con la nacionalización de la tierra, las fábricas y la maquinaria, así como con la tesis marxista de que era posible distribuir el trabajo con la exactitud «matemática» del materialismo dialéctico. Una vez arrebatada la capacidad de decisión y la autonomía, el individuo yacería en el mundo desarraigado, sin contexto al que llamar tierra ni realidad cotidiana a la que otorgar un significado; el riesgo del comunismo consistía en encarnar un tipo de esclavitud similar, cuando no peor, que la del liberalismo clásico que pretendía superar. La única solución viable, proponía el proudhonismo, consistía en superar las tensiones nacionalistas y obreras revolucionarias de la Primavera de los Pueblos de 1848 con una transición no violenta hacia un sistema que sustituyera progresivamente los grandes monopolios privados por cooperativas de trabajadores y, en el campo, una sustitución del latifundismo por pequeños propietarios de tierras productivas (y por cooperativas de libre asociación promovidas por estos). Partiendo de tesis sociológicas próximas al sansimonismo de Auguste Comte, Pierre-Joseph Proudhon confiaba en que la estadística y otras herramientas tecnocráticas facilitaran las transacciones entre trabajadores y cooperativas, lo que favorecería el trueque de horas de habilidades en un tipo de trabajo por alimentos, manufacturas u otro tipo de habilidad, contabilizada igualmente en horas de trabajo.

Visto como un acratismo propio de bohemios salvo en contados lugares (como en el litoral mediterráneo español, donde el anarquismo permaneció a menudo como método mayoritario de organización obrera), el socialismo utópico entró en un largo período de letargo, invocado de vez en cuando por intelectuales de cada momento, tales como el escritor francés y filósofo existencialista Albert Camus42.

Las ideas de Proudhon parecían aguardar un momento más propicio...

¿EL MOMENTO DE DESEMPOLVAR EL MUTUALISMO?

Con la cibernética, académicos y estudiantes equipararon el carácter orgánico y descentralizado de las comunicaciones entre terminales informáticos de la red telemática ARPANET y Usenet, germen de Internet, con un libertarismo de corte mutualista. Conceptos como el de «revolución cibernética» surgen con el florecimiento de los primeros grupos de noticias de uso generalista en Usenet (o, en la jerga de la época, «la ARPANET de los pobres»).

Pronto empezaron a aparecer los primeros grupos de noticias del sistema de discusión Usenet (o, en la jerga de la época, «ARPANET para los pobres»), popularizándose conceptos todavía en uso como FAQ y spam y, en 1984, el periodista y pionero de la cibernética Steven Levy proponía la «ética hacker»43, una serie de principios no categóricos más próximos al mutualismo anarquista de Proudhon que a los «imperativos categóricos» de Immanuel Kant. Según esta ética, el acceso a las computadoras debe ser ilimitado y total; se estipula que toda la información debería ser libre; aparece una invitación a desconfiar de la autoridad y promover la descentralización; se afirma que es posible crear arte y belleza en una computadora; se constata que las computadoras pueden mejorar la vida; entre otras orientaciones.

Pronto, estos valores fundamentales de la cibernética y la ética hacker —basados en la colaboración, la honestidad, la conciencia social, el respeto por la privacidad e ideas de otros participantes, etc.—, se toparon con los límites de la responsabilidad individual y la tolerancia: con la popularidad de Internet, aparecieron los primeros ataques maliciosos y la necesidad de proteger no solo los mensajes privados, sino también las bases de datos de centros académicos y de investigación.

En 1988, activistas informáticos sientan las bases del retorno del mutualismo anarquista sepultado por el marxismo. El programador y divulgador Timothy May, propulsaba el activismo cibernético con el anuncio del movimiento cypherpunk, o criptoanarquismo, una corriente entre programadores y usuarios informáticas que se declaraba a favor del uso de la criptografía asimétrica —el mismo esquema aplicado en blockchain— para proteger la privacidad y libertad individual en Internet44. En su documento fundacional, el Cyphernomicon45, Timothy May asocia el criptoanarquismo a un tipo de capitalismo indistinto de la sociedad mutualista propuesta por Pierre-Joseph Proudhon, con una diferencia fundamental: el software e Internet podían servir de plataforma para lograr herramientas entre usuarios más respetuosas con la privacidad, justas y eficientes.

Figura 2.5. Timothy May fotografiado en California en 1994. May es el autor del Manifiesto criptoanarquista (1988), que luego incorporó a The Cyphernomicon, un listado de preguntas frecuentes sobre el movimiento cypherpunk. En los últimos años, Tim May se había enfrentado a antiguos colegas y amigos con declaraciones fuera de tono; murió el 13 de diciembre de 2018 en Corralitos, California.

Satoshi Nakamoto anunciaba su propuesta de criptomoneda justo treinta años más tarde, en 2008. Las cadenas de bloques surgidas diez años después del artículo de Nakamoto y cuarenta después del surgimiento del criptoanarquismo, son las primeras estructuras operativas de sistemas de confianza desvinculados de intermediarios. Un mutualismo operativo y aplicable a infinidad de ideas y sectores. Eso sí: a fecha de 2019, blockchain tiene poco visible, inteligible y operativo que ofrecer al usuario final. ¿En dónde nos encontraremos en 2028? Prosigamos con nuestro análisis aquí y ahora (un «aquí» que es varios lugares y un «ahora» que incluye el registro de tiempo, o timestamp de los bloques generados en todas las cadenas de bloques operativas mientras lees estas líneas).

La promesa del mutualismo aplicado a distintos ámbitos puede ser una noticia esperanzadora en una época en que renacen las viejas tensiones dialécticas entre naciones y clases surgidas con el pensamiento historicista de Friedrich Hegel. El escritor anglo-irlandés (con todo lo que ello representa) George Bernard Shaw dejó algo escrito que parece estar preparado para los problemas a los que nos enfrentamos, arropados por el auge identitario: «Una nación sana es tan inconsciente de su nacionalidad como un hombre sano lo es de sus huesos»46.

Ni más ni menos.

19. Rousseau, Jean-Jaques: Emilio, o De la educación. Jean Néaulme, La Haya, 1762.

20. Descartes, René: Discurso del método; estudio preliminar, traducción y notas de Bello Reguera, Eduardo. Tecnos, Madrid, 2003. Edición original publicada en los Países Bajos en 1637 (Leyde, Leiden).

21. Rousseau, Jean-Jacques: Du Contrat social (El contrato social). Edición original por Marc-Michel Rey, Ámsterdam, 1762.

22. Kant, Immanuel: Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Traducido por José Mardomingo (edición bilingüe). Barcelona, Ariel, 1999.

23. Nietzsche, Friedrich: La gaya ciencia, sección 125 (El frenético). Edición original publicada en Alemania en 1882.

24. Nietzsche, Friedrich: La genealogía de la moral. Alianza Editorial, Madrid, 1996.

25. Isaacson, Walter: Einstein: His Life and Universe. Simon & Schuster, Nueva York, 2008.

26. Bush, Vannevar: As We May Think (Cómo podríamos pensar). Semanario The Atlantic, Washington DC, julio de 1945.

27. Martin Heidegger concedió la entrevista en 1966 a condición de que esta se publicara póstumamente. Nur noch ein Gott kann uns retten (Solo un dios puede salvarnos) apareció en Der Spiegel el 31 de mayo de 1976, p. 193-219.

28. Bateson, marido de la antropóloga cultural Margaret Mead, recopiló su pensamiento de sistemas en el ensayo Pasos hacia una ecología de la mente (1972), de influencia decisiva en los inicios de la informática personal.

29. Para indagar sobre la intersección entre contracultura y cibernética en la bahía de San Francisco, consultar: Markoff, John: What the Dormouse Said. How the Sixties Counterculture Shaped the Personal Computer Industry. Nueva York, Penguin, 2005.

30. Steve Jobs declaró su sorpresa al comprobar en una gráfica de un número de 1973 de la revista Scientific American que el ser humano en bicicleta supera a animales y otros vehículos de transporte en términos de distancia recorrida, peso y energía necesaria para el desplazamiento (coste del transporte en calorías por gramo por kilómetro). Jobs declararía más tarde que esta constatación inspiró su cometido de crear un ordenador personal que aumentara las capacidades humanas de un modo análogo.

31. Bateson, Gregory: Steps to an Ecology of Mind (Pasos hacia una ecología de la mente). University of Chicago Press, 1972.

32. Existen experimentos mutualistas cercanos que contradicen esta información. Es el caso de la Corporación Mondragón, grupo vasco compuesto por 102 cooperativas, 140 filiales productivas, 8 fundaciones, una mutua, 10 entidades de cobertura y filiales internacionales. Cuenta con más de 70000 trabajadores en España y más de 12000 en el resto del mundo. Información adicional: Larrañaga, Jesús: El cooperativismo de Mondragón. Interioridades de una utopía. Azatza, ed., 1998.

33. Eventos también conocidos como Revoluciones de 1848, en los que se manifiestan el nacionalismo y los movimientos obreros. De fondo, prosigue la lucha entre el modelo del Antiguo Régimen y el modelo liberal de la Ilustración.

34. Foucault, Michel: Les mots et les choses : une archéologie des sciences humaines, Paris, Gallimard, col. Bibliothèque des sciences humaines, 1966.

35. Isaacson, Walter: The Innovators: How a Group of Hackers, Geniuses, and Geeks Created the Digital Revolution. Nueva York, Simon & Schuster, 2015.

36. Foucault, Michel: Les mots et les choses (une archéologie des sciences humaines). París, Éditions Gallimard, 1966.

37. Jobs, Steve: 114 discurso de la ceremonia de graduación de la Universidad de Stanford, 2005. news.stanford.edu/news/2005/june15/jobs-061505.html.

38. Friedrich Engels es autor de La situación de la clase obrera en Inglaterra (1845), de donde Karl Marx extraería buena parte del conocimiento con voluntad científica en torno a la organización del trabajo desde inicios de la Revolución Industrial.

39. Piketty, Thomas: Le capital au XXIe siècle, p. 15-69. París, Éditions du Seuil, 2013.

40. Grenouilleau, Olivier: Saint-Simon, L'utopie ou la raison en actes. París, Payot & Rivages, 2001.

41. Marx, Karl: La miseria de la filosofía: Respuesta al escrito La filosofía de la miseria de M. Proudhon. México, Editorial Siglo XXI, 1987.

42. Camus, Albert: Escritos libertarios. Barcelona, Tusquets Editores, 2014.

43. Levy, Steven: Hackers: Heroes of the Computer Revolution. Nueva York, Nerraw Manijaime/Doubleday, 1984.

44. May, Timothy: The Crypto Anarchist Manifesto, noviembre de 1992. www.activism.net/cypherpunk/crypto-anarchy.html.

45. May, Timothy: The Cyphernomicon (documento en forma de preguntas frecuentes, FAQ). Lista de correo Cypherpunks, 1994.

46. Shaw, George Bernard: John Bull's Other Island (prefacio de la comedia), 1904.

 

DE VUELTA EN LA HABITACIÓN DE NEO

CUANDO EL USUARIO NO ES CONSIDERADO CIUDADANO: ¿DE QUIÉN SON LOS DATOS?

La década que ahora agotamos ha estado marcada por la abundancia digital aportada por la Internet ubicua, así como por sus excesos. En todos estos años, nos hemos acostumbrado a servicios maduros que nos han hecho olvidar problemas técnicos y dificultades de épocas pretéritas. Pero en estos años también hemos sido testigos de una tendencia en apariencia irrefrenable que, como el poder de atracción de cuerpos masivos en el universo, ha concentrado nuestro tiempo ante la pantalla en torno a un puñado de servicios, propiedad de un número reducido de empresas ubicadas hoy en los primeros puestos mundiales de capitalización bursátil.

En 2014, salían a la luz los resultados de un experimento que Facebook había llevado a cabo durante una semana de enero de 2012 entre 700000 usuarios de la red social, que desconocían su rol de conejillos de indias. El estudio47 describía un nuevo fenómeno: «el contagio emocional» producido al visitar información de carácter deprimente en el perfil personalizado de la red social. Dos años después de la publicación del artículo, la prensa y la opinión pública debatían sobre el auténtico rol de las redes sociales en el uso instrumental de datos a gran escala (big data) durante las campañas electorales turbulentas que habían, respectivamente, catapultado a Donald Trump a la Casa Blanca, y decantado el voto en el Reino Unido a favor del abandono de la Unión Europea. En 2018, el escándalo sobre el uso de Facebook y medios análogos para diseminar contenido político y social de corte propagandístico tomó mayor amplitud, al confirmarse que al menos una empresa de estudios de mercado, Cambridge Analytica, había recopilado información de usuarios a través de Facebook para elaborar «perfiles psicográficos» de la ciudadanía, una metodología cuantificativa para describir los atributos psicológicos de usuarios, un primer paso para el envío de información personalizada que influyera en decisiones de compra, ideología y voto48.

Meses antes, el 6 de mayo de 2017, el semanario británico The Economist había dedicado su portada49 a los gigantes de Internet, situadas entre las compañías con mayor valor bursátil gracias al control casi monopolístico de sus respectivos mercados, y a una proyección de beneficios que no predecía grandes riesgos a medio plazo. La ilustración de la portada constaba de una imagen de la que surgen varias plataformas petroleras, cada una de las cuales incluye el logo de un gigante tecnológico. El titular tampoco dejaba lugar a dudas en esta metáfora sobre la nueva economía extractiva, con más valor bursátil que las petroleras: El recurso más valioso del mundo: datos y las nuevas reglas de la competencia. El semanario británico aludía en el subtítulo a la libre competencia: el escrutinio público aparecía como un auténtico nubarrón en la lejanía para estas empresas que habían acaparado el valor de Internet y se habían convertido en custodios tanto de la información consultada por los usuarios como de las trazas de actividad dejadas por estos en la Red —usadas para mejorar la efectividad de la publicidad contextual—. La prensa no se había equivocado y, en mayo de 2018, la Comisaria de la Competencia de la Comisión Europea, la danesa Margrethe Vestager, anunciaba la entrada en vigor de una nueva ley de protección de datos en la Unión Europea, conocida por sus siglas en inglés, GDPR50. En paralelo a nuevas leyes para proteger a los usuarios del abuso potencial de su información personal y actividad en Internet, la Comisión Europea amplió el escrutinio de los servicios más populares de Internet, cuestionando el porqué de la ausencia de alternativas comerciales viables.

Figura 3.1. La máquina de hacer excusas. Portada de Bloomberg Businessweek del 18 de marzo de 2019. Una pequeña aplicación de código se ejecuta en la portada de la publicación, sobreimpresa ante el rostro impertérrito de Mark Zuckerberg. La aplicación envía órdenes de «excusas públicas» para simular una actitud «empática»; tras una pausa, la aplicación ordena un «LO SIENTO» en mayúsculas. Una pausa más y llegan las lágrimas, que acto seguido son enjuagadas por un personaje público que, como sugiere la portada, se comporta con la rigidez de un cíborg. La aplicación termina con un «retorno a recopilar datos de usuarios». La hipocresía de Facebook erosiona su imagen pública y suscita dudas sobre el futuro hegemónico de una plataforma que opera como «jardín vallado».

Poco a poco, la credulidad e inocencia de los usuarios, quienes acceden a Internet a través de pantallas y objetos que se camuflan como relojes, altavoces o espejos51 para hacer ejercicio, muta hacia una mayor concienciación sobre el riesgo de confiar la información personal a empresas que controlan los repositorios centralizados donde se encuentran estos datos, así como los algoritmos que los combinan con la actividad del usuario y con lo que este ha decidido compartir públicamente con el mundo. En la última década, el efecto de red y la utilidad objetiva de las redes sociales lograron lo impensable apenas unos años atrás: convencer al tercio más conectado de la población mundial sobre el triunfo de la mentalidad de la transparencia digital. Esta transparencia, camuflada primero tras una aureola de supuesta colaboración y altruismo, mutó a mediados de la década, con el triunfo de Instagram y la función de grupos en redes sociales y mensajería, hacia un exhibicionismo en que solo los usuarios más populares, o influencers, reciben algo más a cambio que supuesta popularidad (contabilizada en número de «me gusta» y otras menciones, importando poco de dónde vengan y a quién representan).

La década se acerca a su fin ofreciendo los síntomas del agotamiento de un ciclo, y aportando la sensación de que, quizá, Facebook y sus competidores nos hayan hecho a todos partícipes del mayor estudio cognitivo jamás realizado, en el cual hemos cumplido, con buen ánimo e intachable motivación, con nuestro papel de cobayas humanas. Había que sonreír y proceder con el empacho de presentaciones de TED Talks52, y se hizo. Tras años de inspiración retórica en formato encapsulado para su transmisión memética en la Red, llega la hora del discurso crítico y los modelos alternativos capaces de devolver a Internet la naturaleza abierta y descentralizada que perdió con la concentración de la Web 2.053.

BYUNG-CHUL HAN Y EL EMPACHO DE LA HIPERTRANSPARENCIA

Byung-Chul Han, el filósofo y teórico cultural surcoreano afincado en Alemania, donde ejerce de profesor en la Universidad de Berlín, es uno de los estudiosos del mercado de la vanidad de bajo coste en Internet54. Experto del concepto de «autenticidad» después de dedicar su doctorado en Friburgo al estudio de la filosofía de Martin Heidegger, uno de los críticos de la modernidad, Byung-Chul Han, explora el surgimiento de la «sociedad de la transparencia» como norma cultural, un exhibicionismo generalizado que roza lo pornográfico55 y que constituye el pilar fundamental de una pujante economía dependiente del rastreo de los datos y la actividad de los usuarios56. El dictado de esta transparencia, reforzada con las redes sociales y el ensalzamiento del mito de los usuarios-creadores, reforzaría un sistema que convertiría la apertura al mundo en la única alternativa viable, un dictado de gustos que rozaría lo obligatorio para evitar supuestamente la penalización de los excluidos57. Este dictado contemporáneo, que juega un rol próximo al ostentado por el confesorio en la institución católica, devalúa conceptos hasta hace poco centrales como el pudor y el propio derecho a la privacidad.

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