Blockchain

Blockchain


Introducción

Página 8 de 17

117. How bitcoin mining works. The Economist Explains, The Economist, 20 de enero de 2015. www.economist.com/the-economist-explains/2015/01/20/how-bitcoin-mining-works.

118. Schopenhauer, Arthur: El mundo como voluntad y representación. Leipzig, Bibliographischen Institut & F.A. Brockhaus, 1819.

119. De Tocqueville, Alexis: De la démocratie en Amérique, volumen 2, segunda parte, capítulo 7. París, C. Gosselin, 1840 para el segundo volumen (el primer volumen de la obra había sido publicado en 1835).

120. Platón: La República . Atenas, Ática, Antigua Grecia, años 380 a.C.

121. Camilo Mora, Randi L. Rollins, Katie Taladay, Michael B. Kantar, Mason K. Chock, Mio Shimada & Erik C. Franklin: Bitcoin emissions alone could push global warming above 2°C. Nature Climate Change, volumen 8, páginas 931–933, 29 de octubre de 2018. doi.org/10.1038/s41558-018-0321-8.

122. Nakamoto, Satoshi, octubre de 2008: Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic Cash System. Lista de correo sobre criptografía metzdowd.com.

123. Berlin-Neubart, Heinrich y Barlow, Robert Hayward: Anales de Tlatelolco: unos anales históricos de la nación mexicana y Códice de Tlatelolco versión preparada y anotada por Heinrich Berlin; con un resumen de los anales y una interpretación del códice por Robert H. Barlow. Ciudad de México, Antigua Librería Robredo de J. Porrúa, 1948.

124. Marco Polo: Livres des merveilles du monde (Los viajes de Marco Polo), 1300.

125. Mann, Charles C.: 1493: Una nueva historia del mundo después de Colón. Nueva York, Alfred A. Knopf, 2011.

126. Ferguson, Niall: The Ascent of Money: A Financial History of the World. Nueva York, Penguin, 2008.

127. Fernández-Armesto, Felipe: 1492: The Year Our World Began. Nueva York, HarperCollins, 2009.

128. Nakamoto, Satoshi, octubre de 2008: Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic Cash System. Lista de correo sobre criptografía metzdowd.com.

129. Tempest, Matthew: Treasury papers reveal cost of Black Wednesday. The Guardian, 9 de febrero de 2005. www.theguardian.com/politics/2005/feb/09/freedomofinformation.uk1.

130. Nakamoto, Satoshi, octubre de 2008: Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic Cash System. Lista de correo sobre criptografía metzdowd.com.

131. Hay estudios que muestran la manera en que modelos culturales basados en la discriminación influyen sobre el diseño de algoritmos. La inteligencia artificial puede adoptar el marco ético cuestionable de sus programadores y promotores: Angwin, Julia; Larson, Jeff; Mattu, Surya; y Kirchner, Lauren: Machine Bias. There’s software used across the country to predict future criminals. And it’s biased against blacks. ProPublica, 23 de mayo de 2016.

132. Rovelli, Carlo: Relative Information. Edge.org. www.edge.org/response-detail/27074.

133. Dawkins, Richard: El gen egoísta. Oxford University Press, 1976.

134. Dawkins, Richard: El largo alcance del gen. Oxford University Press, 1982.

135. Borges, Jorge Luis: El Aleph. Cuento aparecido en la revista Sur, Buenos Aires, 1945. Primera edición literaria de Emecé, Buenos Aires, 1949.

136. Côté, Jean-Marc: En l'an 2000. Ilustraciones creadas en 1899 para la Exposición Universal de París en 1900.

137. Foucault, Michel. Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. París, Gallimard, 1975.

138. Buterin, Vitalik: White Paper (documento explicativo) de la plataforma descentralizada Ethereum: A Next-Generation Smart contract and Decentralized Application Platform. The Ethereum Wiki. Cuenta del proyecto Ethereum en GitHub (publicado a finales de 2013 y con actualización permanente; hay propuestas de migración del documento a una wiki similar a Wikipedia). github.com/ethereum/wiki/wiki/White-Paper.

139. Wood, Gavin: Ethereum: A secure decentralised generalised transaction ledger (Yellow Paper de Ethereum, revisión EIP-150), 2014. gavwood.com/paper.pdf.

140. Weil, Simone: L'enracinement. Gallimard, 1949.

 

LA CARRERA POR CONSTRUIR LA MEJOR CADENA DE BLOQUES

JUSTO CUANDO LA FÍSICA HABÍA DESCARTADO EL ÉTER, LLEGA EL «ETHER»

Hasta el 30 de julio de 2015, hablar de ether (éter en inglés: del griego «aire superior» o aire puro, fresco) implicaba referirse a viejas cosmogonías141 y a teorías sobre el universo desmentidas por la física. La filosofía de la Antigüedad incluyó una misteriosa sustancia, ligera e invisible, entre los elementos fundacionales de todas las cosas. En Occidente, Aristóteles consideró que el éter era el quinto elemento, la quintaesencia, pues las estrellas no podían estar conformadas por los cuatro elementos terrenales definidos por los presocráticos —el agua, la tierra, el fuego y el aire—. En Oriente, las filosofías ancestrales hindú y japonesa definían los mismos elementos que los presocráticos, y consideraban igualmente el éter —akasha en sánscrito— como una sustancia invisible que actúa como tejido del universo, una solución en la que se hallan inmersos los objetos animados e inanimados que conforman la realidad. En una línea similar, la filosofía china definió cinco elementos esenciales de la naturaleza: tierra, agua, fuego, metal y madera. Desde entonces, la naturaleza y relación entre estos elementos dictarían la práctica de la medicina tradicional —en la cosmogonía china, los elementos se encuentran en una interacción constante, y de sus valores contrarios surgen los matices del universo—. En la Antigüedad, por tanto, el ritmo del mundo estaba en manos del éter y, de un modo u otro, la quintaesencia de Aristóteles permaneció en la física moderna hasta el desarrollo de la física cuántica.

Figura 7.1. La BBC apodó «el Einstein de Escocia» al físico James Clerk Maxwell (1831-1879), pionero de la física matemática y formulador de la teoría de la radiación electromagnética. Su teoría sobre la propagación de la luz en el universo requería un medio en el cual las ondas pudieran propagarse, que él llamó éter lumínico, más tarde refutado por requerir un marco de referencia absoluto.

A finales del siglo XIX, la teoría electromagnética de James Maxwell no concebía que la luz —considerada solo una onda, al desconocerse su sorprendente desdoblamiento como partícula— pudiera propagarse en el vacío, de modo que el científico escocés desempolvó la tradición aristotélica e introdujo el éter como sustancia material con las características «etéreas» que definen este adjetivo. Diversos experimentos que confirmaban la constancia de la velocidad de la luz descartaron este medio del universo, si bien Einstein introdujo la posibilidad de la existencia del éter en una variante de la teoría general de la relatividad, al postular esta supuesta sustancia como alternativa o variante de la energía oscura (o energía presente en el espacio, que acelera la expansión del universo y, por tanto, su tendencia a la disgregación de materia o entropía).

Exista o no el éter como medio invisible del universo, el concepto tiene una nueva acepción desde 2015. El nuevo uso no es menos intangible que los postulados presocráticos y aristotélicos sobre el éter: «ether» —en su versión en inglés— es también la criptomoneda, o moneda electrónica corriente y no fungible, de Ethereum, plataforma blockchain que se apropia simbólicamente de la poderosa metáfora de Maxwell, según la cual el éter sería el medio de transmisión necesario para propagar fuerzas gravitacionales o electromagnéticas en el universo.

GENERACIÓN ETHEREUM

En términos más que metafóricos, para convertirse en un protocolo tan decisivo como TCP/IP o WWW, la cadena de bloques necesitará una o varias plataformas que generalicen las ventajas de blockchain y reduzcan sus riesgos, desde la especulación a la lentitud o el consumo desaforado de energía (un impacto cuantificable sobre el mundo real de una tecnología que presume de liviandad etérea). A diferencia del carácter anónimo de Satoshi Nakamoto, el Homero contemporáneo —ni siquiera sabemos si se trata del pseudónimo adoptado por una persona o por varias—, la criptomoneda ether y la plataforma en la que sirve como moneda de cambio, Ethereum, surgen a partir del white paper142 firmado por un autor que no oculta su identidad, el programador ruso-canadiense Vitalik Buterin (en alfabeto cirílico, ), nacido el 31 de enero de 1994. Para situar la fecha en perspectiva, el juego de culto con perspectiva first-person shooter, Doom, acababa de aparecer; surgían también las primeras páginas web comerciales, como el primer índice taxonómico de la Red, Yahoo; y Sony lanzaba entonces su primera videoconsola, Playstation. Faltaba todavía un año para el lanzamiento comercial del DVD y ni Sony ni su principal competidor, Matsushita, concebían un futuro143 donde el ocio multimedia migrara a la Red y las empresas de la todavía rudimentaria red telemática transformaran el mundo tecnológico144.

El capítulo dedicado a Ethereum en el contexto de las Sagas de Internet, el relato de realidad-ficción que todos contribuimos a escribir, incluirá información concreta sobre el joven fundador de la plataforma, aunque desconocemos qué importancia tendrá esta referencia: ¿una mera nota al pie? ¿un par de párrafos? ¿un capítulo? ¿una saga entera? Quizá los gigantes tecnológicos de hoy muestren en la actualidad un desdén por blockchain equiparable al expresado por Sony y Matsushita con las páginas de la WWW en 1994, frecuentadas por académicos, hippies, empollones e inadaptados145.

Hoy, mientras los debates superficiales giran en torno al valor de mercado de las criptomonedas bitcoin y ether, desarrolladores y usuarios pioneros estudian qué problemas presenta Bitcoin y qué cambios ofrece Ethereum para superarlos. Bitcoin es una cadena de bloques orientada a las transacciones de la principal criptomoneda por valor y volumen de transacciones, bitcoin. Este uso intensivo como sistema de pago y transacciones entre partes que conservan su anonimato ha favorecido su popularidad y, con esta, varios fenómenos paralelos menos deseables, como la fluctuación de su precio y retos técnicos inesperados146. La volatilidad del valor de la criptomoneda en relación con divisas fiduciarias denota una elevada especulación en torno al proyecto, mientras los escollos técnicos para la adopción generalizada del nuevo método de pago se centran en la lentitud de la infraestructura —se requieren diez minutos para añadir un nuevo bloque—, la creciente capacidad de proceso y energía necesarias para actualizar el registro de transacciones (a través de la prueba de trabajo o «minado»), y la propia rigidez del protocolo. En definitiva, el protocolo Bitcoin tiene un gran impacto medioambiental y, técnicamente, es difícil de modificar y mejorar147.

ABANDONANDO EL CORSÉ DE BITCOIN PARA HACER QUE BLOCKCHAIN BRILLE

Ethereum y otras alternativas con implantación más marginal tratan de suplir el enfoque único, la lentitud, la especulación y los problemas técnicos experimentados por el mayor y más veterano proyecto blockchain, con una cadena de bloques diseñada para múltiples usos y con vistas al uso de contratos inteligentes y aplicaciones distribuidas.

En el esquema de una infraestructura diseñada como ordenador universal148 que, como es el caso de Ethereum, aspira a ejecutar contratos inteligentes y aplicaciones distribuidas a escala masiva, la cadena de bloques asume el rol estratégico que permanece en la sombra, el back-end: allí donde se almacena el histórico de transacciones, distribuido entre todos los participantes y diseñado para impedir manipulaciones fraudulentas. Al comparar un servicio creado sobre blockchain con una aplicación convencional, aparecen paralelismos entre los elementos fundamentales del front-end y back-end de ambos esquemas: la cadena de bloques equivaldría a la base de datos; los contratos inteligentes serían la capa intermediaria entre la información y la aplicación final; en tercer lugar, las aplicaciones distribuidas equivaldrían al sitio web (pensemos en Facebook, Twitter o la interfaz de nuestro servicio bancario).

En un sitio web, el usuario realiza peticiones a través de la interfaz, normalmente con diseño simplificado e inteligible (en Ethereum y plataformas similares: la aplicación distribuida, o DApp). Acto seguido, las peticiones son gestionadas en una biblioteca de administración de rutinas situada estratégicamente entre la aplicación web y la base de datos, denominada interfaz de programación de aplicaciones (API en sus siglas en inglés), que se corresponde con los contratos inteligentes (smart contract) en la cadena de bloques. La API traducirá estas peticiones en forma de instrucciones que recuperan información de la base de datos, del mismo modo que los contratos inteligentes conectarán la cadena de bloques con la aplicación distribuida.

Figura 7.2. Diagrama con la evolución desde el paradigma Web 2.0 (aplicaciones en la nube computacional, con sistemas de distribución de tráfico CDN), al híbrido actual, en el centro (bases de datos distribuidas combinadas con alojamiento en instancias a la carta en la nube computacional); el modelo planteado por plataformas como Ethereum (derecha) crea un «ordenador mundial» gracias a un modelo P2P para base de datos y recursos de computación, incluida una máquina virtual distribuida (EVM).

Las aplicaciones web convencionales han solucionado fenómenos como los cuellos de botella por el exceso o asimetría en el tráfico con distintas estrategias, entre las que destacan las redes de distribución de contenido y las rutinas de balance de carga. Estas últimas distribuyen las peticiones llegadas del exterior para evitar la saturación y, en ocasiones, adaptan la infraestructura al volumen de tráfico con robots de escalabilidad automática (algoritmos que añadirán o suprimirán capacidad de proceso, en forma de servidores —virtuales o dedicados—, para afrontar picos puntuales). Además, las aplicaciones web actuales, que constituyen conglomerados con distintas tecnologías, rutinas y subrutinas codificadas en distintos lenguajes de programación, incorporan programas denominados servidores Web que categorizan estrategias para afrontar el volumen y actividad de las visitas.

DIME CÓMO EVOLUCIONA LA WEB OSCURA, Y TE DIRÉ CÓMO LO HACE EL RESTO

El uso reiterado de determinados recursos en un servicio web deja trazas que inspiran patrones a partir de los cuales se programa la caché web, o copia de las peticiones más populares entre la aplicación y el back-end —API y base de datos—. Gracias a una estrategia que involucra al usuario, a la infraestructura y al servicio consultado, los sitios web tradicionales han mejorado su estabilidad149: la caché que el usuario construye en su navegador web con el mero uso cotidiano de la Red, la caché que arma el servidor web del propio sitio y las estrategias para equilibrar el tráfico en función de los recursos disponibles (algoritmos de balance de carga).

Gracias a estas medidas y a las redes de distribución de contenidos (CDN en sus siglas en inglés: una suerte de caché virtual ofrecida por terceros como servicio externo para mejorar el rendimiento de contenido multimedia), desaparece poco a poco del imaginario colectivo la falsa equivalencia interiorizada por quienes usamos la WWW desde los años 90, según la cual la popularidad o «viralidad»150 de un recurso alojado en un sitio web —popularidad, según la hipótesis de la memética, que aplica los principios del evolucionismo al modo en que información y cultura se propagan en medios descentralizados—, colapsará su acceso. En la misma línea, las principales aplicaciones han aprendido a repeler con efectividad la mayoría de los ataques de denegación de servicio de carácter distribuido —DDoS151—, consistentes en tomar el control remoto de un grupo de ordenadores para bombardear un servicio con peticiones que parte de este grupo de «zombis».

La misma estrategia distribuida que aumenta la eficacia de las CDN y los ataques distribuidos de denegación de servicio, DDoS, sirve también para la cadena de bloques: la carga de rutinas ha sido diseñada para distribuirse del modo matemáticamente más eficiente entre todos los equipos participantes. Como ocurre con cualquier servicio web, las bases de datos distribuidas, aseguradas con criptografía asimétrica y con historial compartido, variarán en rapidez en función de un elevado número de variables, si bien hay varios parámetros que diferencian a las infraestructuras P2P de un sitio web «centralizado» (un apelativo algo irreal, dada la sofisticación actual en la gestión de tráfico a cargo de los principales servicios supuestamente centralizados, que emplean varias cachés, redes de distribución de contenido y copias en red de todos los recursos alojadas en centros de datos de todo el mundo).

UNA ADMINISTRACIÓN DE SISTEMAS AUTOMATIZADA Y DISTRIBUIDA

La cadena de bloques es una arquitectura de datos que depende de la capacidad de proceso de cada uno de los «nodos» o participantes en un momento concreto: un escenario con más usuarios, equipos más potentes y mejor conexión a Internet repercutirá, aunque sea de manera marginal, sobre la actualización del historial compartido, lo que implica gestionar escenarios de cuellos de botella ya experimentados por infraestructuras P2P previas — Napster, BitTorrent, LimeWire, The Pirate Bay, Kazaa, Skype—. Los problemas de gestión de tráfico y transacción masiva de datos se acrecientan en cadenas de bloques diseñadas para albergar todo tipo de contratos inteligentes y aplicaciones distribuidas, al haber sido diseñadas como computadoras universales.

Las cadenas cuya actualización se realiza a través de la rutina de proof-of-work o «minado», especialmente exigente en recursos de computación demandados, limitan su futuro y evolución al haber definido un protocolo que sacrifica flexibilidad a favor de seguridad y consistencia. En infraestructuras como Bitcoin, el tiempo y los recursos de minado necesarios para lograr un consenso en las actualizaciones del archivo compartido de transacciones son difíciles de reducir —incluso cuando se integran en la red distribuida más y mejores equipos y conexiones para asumir el papel de nodos—. En parte, ello se debe a que, para garantizar la integridad de las transacciones, Bitcoin incrementa periódicamente la dificultad de la prueba matemática requerida para lograr un encabezado de nuevo bloque matemáticamente compatible (el proceso para añadir a la cadena un nuevo bloque de transacciones).

Conscientes de esta limitación y con el fin incrementar tanto la velocidad de la red distribuida como su versatilidad de usos, varios proyectos de blockchain han diseñado lenguajes de programación específicos y máquinas virtuales que permiten programar nuevas funcionalidades sobre la marcha (a través de contratos inteligentes —las API de blockchain—; y aplicaciones distribuidas —las aplicaciones web de blockchain-), así como su testeo: el desarrollo y puesta a punto antes de que su publicación permita un uso extendido a toda la plataforma que los promueve.

CREANDO UN MUNDO NUEVO: LENGUAJE Y MÁQUINA VIRTUAL A MEDIDA EN ETHEREUM

Ethereum es la cadena de bloques abierta a todos (sin permisos ni intermediarios) que aplica esta estrategia a mayor escala hasta el momento: el lenguaje Solidity y la máquina virtual de la plataforma, EVM, contrarrestan la limitación de desarrollar software para una infraestructura sin servidores centralizados y dependiente de la capacidad de computación de una red P2P en perpetua mutación152. En un principio, el «minado» o prueba de trabajo de ether, la criptomoneda de Ethereum, fue diseñado para aplicar el mismo grado de seguridad distribuida y obtener el mismo tipo de fichero centralizado actualizado que Bitcoin, pero en una fracción del tiempo requerido por la primera cadena de bloques; desde Ethereum 2.0 —la actualización mayor Constantinople de febrero de 2019—, la prueba de trabajo —PoW— ha sido sustituida por la prueba de participación —PoS— un método más rápido que no requiere «minado»153. Las transacciones de ether son igualmente más rápidas que las de bitcoin, pues Ethereum confirma transacciones en segundos, mientras Bitcoin requiere minutos en el mejor de los casos.

Lenguajes de programación a medida y máquinas virtuales no son las únicas herramientas para estimular la participación de desarrolladores e inversores, quienes asumen el riesgo de los pioneros al dedicar tiempo y recursos a un entorno que todavía no ha llegado al gran público. Además de desligar blockchain de su primer uso y mostrar la versatilidad de la tecnología, los primeros smart contract y DApp diseñados para distintos usos deberán demostrar su operativa y ventajas objetivas con respecto a tecnologías existentes, y explicar de un modo inteligible sus principales ventajas. Entre ellas, crear mercados de aplicaciones y servicios capaces de funcionar en infraestructuras descentralizadas y con historial compartido que ofrecen a los participantes la soberanía de su propia información, por oposición a los entornos actuales gestionados como jardines vallados, en los que el creador de la plataforma decide qué aplicaciones aceptar y bajo qué criterios, estableciendo un rasero potencialmente discriminatorio154.

Figura 7.3. Ejemplo de programación con el lenguaje Solidity disponible en Ethereum: un contrato inteligente que crea las normas de un esquema simple de criptomoneda.

Es demasiado pronto para saber la velocidad de implantación e impacto real de la hasta hoy mayor plataforma de DApps sobre la cadena de bloques, Ethereum. En esta ocasión, sin embargo, no existe el riesgo de que la plataforma sea absorbida por una empresa que transforme su ethos, dada la naturaleza del proyecto, con un funcionamiento administrativo y jurídico similar al de Wikipedia: como la enciclopedia colaborativa, Ethereum rinde cuentas únicamente a una Fundación sin ánimo de lucro (en contraste, los principales servicios de la Red, a excepción de Wikipedia, son empresas sin objetivos éticos fundacionales que priorizan la utilidad a corto plazo —rentabilidad económica— sobre el interés a largo plazo de los participantes).

EXPERIMENTOS EN BLOCKCHAIN: ¿ADAPTAR LO EXISTENTE O CREAR REDES SUPERPUESTAS?

Además de su relativa complejidad técnica, que impide explicar sus ventajas e inconvenientes de un modo simplificado, una de las dificultades que afronta la cadena de bloques ha sido la incapacidad de crear servicios cuya utilidad percibida resuene entre comunidades de usuarios pioneros, acostumbradas a experimentar con aplicaciones P2P para intercambiar ficheros y documentos, tanto en entornos empresariales como domésticos155. La cadena de bloques ha sido diseñada para registrar bloques de referencias comprimidas de forma segura (valores hash) de todas las transacciones realizadas, un volumen de datos expresamente frugal para acelerar así la validación de operaciones (cada transacción requiere el cotejado de todas las referencias del historial para evitar el fraude). Por el contrario, si el registro de la cadena de bloques incluyera ficheros de gran tamaño, la arquitectura perdería toda operativa. En Bitcoin, la información se almacena en el directorio de datos, incluyendo la información de la cartera usada, que cuenta con un límite de capacidad de 1 MB por cada bloque, cifra que limitaría cualquier contenido adicional a documentos de texto sin formatear (ASCII). No obstante, pese a esta limitación, varios proyectos han modificado el código de Bitcoin para crear programas de mensajería y aplicaciones de intercambio de ficheros con la misma arquitectura encriptada y a prueba de falsificaciones del histórico de transacciones ideada por Satoshi. En estos esquemas, los mensajes o ficheros enviados por el emisor de una transacción son comprimidos y convertidos en su huella comprimida (hash), o cadena de longitud fija, que es validada y enviada, para permitir su registro en la cadena de bloques156.

Estos experimentos, toscos e inoperativos, han sido superados gracias al uso de contratos inteligentes y aplicaciones distribuidas157. Asimismo, surgen protocolos adicionales que estas plataformas instalan sobre su infraestructura básica, los cuales facilitan servicios no disponibles en el código base de las principales cadenas de bloque. Estas redes superpuestas (de overlay network) facilitan precisamente el intercambio de ficheros a cambio de una cantidad estipulada en la criptomoneda soportada por la plataforma (bitcoin, ether, etc.). Las overlay network funcionan con un sistema de incentivos similar al aplicado al núcleo de la cadena de bloques; en este caso, en lugar de recibir una compensación por encabezado de bloque encontrado mediante el proceso de «minado», los participantes en la red superpuesta reciben una compensación económica por su labor de intermediarios, almacenando ficheros y permitiendo su acceso remoto a cambio de un importe en la criptomoneda de la plataforma.

Estas redes con servicios adicionales transformarían una simple transacción en una operación con un token (un valor específico acordado) asociado a un título de propiedad, el acceso a un documento alojado en la red P2P, etc. Ethereum ha optado por cobrar a los usuarios de cuentas de propiedad externa (desarrolladores con clave pública para publicar sus propios contratos inteligentes y aplicaciones distribuidas sobre estos) por cada transacción realizada, por lo que un intercambio de ficheros entre usuarios que implicara el envío y la descarga de ficheros no podría competir en coste con los servicios de almacenamiento en la nube y envío remoto existentes. Surge así la oportunidad para otros actores que, como Filecoin158, IPFS, Sia, Stork y Swarm, desarrollan nuevos protocolos de «almacenamiento descentralizado» que pretenden combinar la ventaja de viejos sistemas P2P centrados en el intercambio de ficheros con la arquitectura blockchain (el carácter seguro, anónimo y con histórico compartido de la transacción genera confianza en un sistema que carece de instituciones intermediarias —tenedoras tradicionales de la «confianza»—).

P2P Y LA TERCERA OLEADA DE INNOVACIÓN EN LA RED

La idea es compleja, pero no banal: sustituir viejos intermediarios de aplicaciones para crear aplicaciones capaces de coordinar la lectura e intercambio de grandes volúmenes de ficheros en redes superpuestas P2P sobre cadenas de bloques, incentivadas mediante el pago de criptomoneda. La computación en la nube, o alojamiento remoto de la información del mundo en repositorios controlados por un puñado de compañías con sede en Estados Unidos y China, hallaría un competidor fundado sobre infraestructuras P2P mutualistas de comportamiento orgánico: cadenas de bloques capaces de coordinar y almacenar la información y los servicios de la Web 3.0, o tercera oleada de innovación en Internet después de los excesos puntocom y de la Web 2.0 (Internet móvil de banda ancha, redes sociales, concentración de servicios en monopolios de facto y los abusos derivados de esta evolución)159.

Figura 7.4. El paradigma de Filecoin, un sistema de almacenamiento descentralizado erigido sobre blockchain y concebido por Protocol Labs. El proyecto recibió abundante financiación con una pre-ICO («oferta inicial de monedas») de 52 millones de dólares y una ICO posterior de 200 millones de dólares.

De momento, las aplicaciones para la web y para las tiendas «valladas» iOS y Android recurren a infraestructuras dedicadas o al alquiler de servicios de computación en la nube, gestionados por alguno de los grandes actores del sector160. Otra alternativa comercial, como desarrollar aplicaciones en el «jardín vallado» de redes sociales como Facebook, es incapaz de ofrecer un mínimo de garantías sobre la integridad ética del entorno161, tras los escándalos sobre el abuso de datos de usuarios como el protagonizado por la empresa británica de análisis de mercados Cambridge Analytica. La responsabilidad de la tecnología blockchain es tan elevada como la esperanza desproporcionada que muchos depositan en ella.

¿Hasta qué punto blockchain —una base de datos construida sobre tecnologías ya existentes como redes P2P, criptografía de clave público-privada y mecanismos de consenso—, puede cambiar nuestra manera de almacenar información, transferir valor o coordinar la sociedad para que los intercambios económicos o sociales sean más equitativos? La ausencia de supervisión humana en la relación entre los nodos de este tipo de redes, presenta tanto una oportunidad como un riesgo162. El código de cada plataforma, creado a menudo por voluntarios y equipos que trabajan de un modo tan descentralizado y orgánico como la arquitectura que propugnan, mostrará defectos y puntos débiles que influirán sobre futuras versiones, y los servicios que logren mayor resiliencia y popularidad acabarán inspirando al resto del ecosistema.

HACIA UN MUTUALISMO CONTEMPORÁNEO

A menudo, no son las prácticas sistemáticas más completas o justas las que se acaban imponiendo, y blockchain será difícilmente una excepción, tal y como demostró la lectura materialista de la historia realizada por los grandes ideólogos nacionalistas y comunistas del siglo XIX, quienes se impusieron en la calle a los intentos de combinar de manera equilibrada derechos individuales y colectivos, como el socialismo utópico de sansimonistas y anarquistas. Despreciando el vitalismo y las contradicciones que yacen en cada uno de nosotros, exploradas por autores como Fiódor Dostoyevski, el materialismo dialéctico trató de gestionar criaturas predecibles, capaces de comportarse de manera racional bajo condiciones ideales, pero la realidad es más compleja y el ser humano más impredecible: en ocasiones, actuamos de manera irracional, incluso bajo condiciones ideales.

¿Puede un artefacto contable y digital (por tanto, de naturaleza matemática e intangible, el colmo del platonismo) diseñado para almacenar información y transferir valor entre sus participantes, mejorar también los métodos de organización social y humana? A medida que la tecnología de uso diario avanza hacia una mayor cuantificación de actividades en el mundo físico y virtual, nuestra identidad se verá afectada por los trazos digitales que el entorno sensible haya recopilado de nosotros. En contextos de falta de oportunidades o de persecución política y social, o en realidades cotidianas inmersas en la economía informal, la cadena de bloques puede erigirse en una institución mutualista capaz de crear confianza donde las instituciones públicas son inexistentes, opresoras o disfuncionales163.

Como ocurre con los nobles ideales de salvaguarda del idealismo y aspiración a la justicia social del socialismo utópico de Henri de Saint-Simon o Pierre-Joseph Proudhon, inspiradores del mutualismo y del cooperativismo, la cadena de bloques ha convencido, de momento, más desde el punto de vista teórico que en la aplicación cotidiana de su potencial. En teoría, blockchain es irresistible combinando sus ventajas: una arquitectura inclusiva y descentralizada, de libre asociación y constituida orgánicamente, en la que los participantes protegen su privacidad y contribuyen a que emerja una «confianza distribuida» al compartir las transacciones realizadas. Pero su arquitectura abierta y acceso libre presenta también el reto de los proyectos que se arman de buenas intenciones y son invadidos por la disfunción, la esclerosis y el riesgo de uso para actividades ilícitas a gran escala, como el lavado de dinero.

¿PUEDE UNA CADENA DE BLOQUES DILUIDA SER MEJOR QUE LA VERSIÓN PURISTA?

¿Puede una plataforma mantener las ventajas de la cadena de bloques si decide tanto suprimir su carácter abierto y universal como limitar el acceso e instaurar una autoridad centralizada? Así lo creen los postuladores de la arquitectura de cadena de bloques con permisos, que sacrifican el carácter inclusivo y potencialmente mutualista de los sistemas sin permisos pero, a cambio, ejecutan los mecanismos de consenso con mayor velocidad, combinan la infraestructura P2P de los nodos participantes con una infraestructura adicional que acerca su rendimiento y carácter predecible al que logran las bases de datos con arquitectura convencional. Su operativa es similar a la popularizada por intranets corporativas y de las administraciones. No obstante, estas ventajas técnicas son contrarrestadas con una arquitectura operativa que, por defectos de diseño, es tan incapaz de garantizar la neutralidad del funcionamiento de la estructura como una base de datos centralizada: la «ausencia de confianza» procedente de los mecanismos de consenso descentralizados existentes en redes blockchain sin permisos, se transforma en este caso en una confianza promovida por el intermediario, que no podrá garantizar matemáticamente su comportamiento impecablemente objetivo en el entorno, pues contará con un acceso privilegiado a información y herramientas que podría compartir de manera partidista.

Muchos consideran esta arquitectura híbrida como un mal necesario en la evolución de blockchain, pues desempeña un rol de consolidación de la tecnología al atraer a actores como instituciones bancarias y administraciones públicas de distinto nivel, desde el asociacionismo a pequeña escala a experimentos para crear un perfil público-privado de la ciudadanía sobre una estructura similar —con las ventajas y riesgos que semejante medida conllevaría—. Ripple es, de momento, la cadena de bloques con límite de participantes y autoridad centralizada con un número mayor de transacciones, apoyándose sobre nodos en los que confía para controlar y acelerar su mecanismo de consenso.

Figura 7.5. La cadena de bloques crea una estructura interdependiente y solidaria que actúa como un organismo complejo. Los postulados del mutualismo de inicios del siglo XIX pretendieron combinar el principio del trabajo «libre y atractivo» con métodos de transmisión de valor justos y eficientes. En la imagen, vista de una utopía arquitectónica, la «arcología» (ciudad-edificio) creada por Paolo Soleri en Arizona, Arcosanti.

Al afrontar al debate sobre las ventajas e inconvenientes de cadenas de bloques abiertas y su alternativa, las blockchain con permisos, quizá asistamos a un debate evolutivo crucial desde mecanismos de consenso tradicionales —los cuales muestran claros síntomas de agotamiento—, hacia sistemas que aprenden de los ideales mutualistas del pasado y tratan de hacerlos viables en una especie de democracia directa automatizada... Pero, ¿puede un sistema de organización depender o, peor aún, basarse en criterios influidos por algoritmos? Sea como fuere, nos enfrentamos a un momento de contestación y madurez tecnológica que impiden calmar las críticas —muchas de ellas legítimas— al sistema político «menos malo» de la actualidad, las democracias liberales y su sistema de democracia representativa, que sacrifican participación en favor de estabilidad pero que, en momentos de incertidumbre y agitación propagandística como el actual, son incapaces de lograr la una o la otra.

141. Del griego relato mítico relativo a los orígenes del mundo (o bien teoría científica que trata del origen y la evolución del universo).

142. Buterin, Vitalik: White Paper (documento explicativo) de la plataforma descentralizada Ethereum: A Next-Generation Smart contract and Decentralized Application Platform. The Ethereum Wiki, cuenta del proyecto Ethereum en GitHub. github.com/ethereum/wiki/wiki/White-Paper.

143. D. Anthony, Scott: Sony: Winning the DVD Battle But Losing the Innovation War? Harvard Business Review, 19 de febrero de 2008. hbr.org/2008/02/sony-winning-the-dvd-battle-bu.

144. Sisario, Ben y Russell, Karl: In Shift to Streaming, Music Business Has Lost Billions. The New York Times, 24 de marzo de 2016. www.nytimes.com/2016/03/25/business/media/music-sales-remain-steady-but-lucrative-cd-sales-decline.html.

145. Markoff, John: What the Dormouse Said: How the Sixties Counterculture Shaped the Personal Computer Industry. Nueva York, Penguin, 2005.

146. Es el caso de, por ejemplo, el derroche energético ligado al propio diseño del protocolo: Why bitcoin uses so much energy. The Economist, 9 de julio de 2018. www.economist.com/the-economist-explains/2018/07/09/why-bitcoin-uses-so-much-energy.

147. Antonopoulos, Andreas M.: Mastering Bitcoin: Unlocking digital cryptocurrencies. Sebastopol (California), O'Reilly Media, 2014.

148. Buterin, Vitalik: A Prehistory of the Ethereum Protocol. Sitio web personal de Vitalik Buterin, 14 de septiembre de 2017. vitalik.ca/general/2017/09/14/prehistory.html.

149. Lucifredi, Federico y Ryan, Mike: AWS System Administration. Best Practices for Sysadmins in the Amazon Cloud. Sebastopol (California), O'Reilly Media, 2018.

150. Blackmore, Susan: The Meme Machine. Oxford University Press, 2000.

151. Del inglés «Distributed Denial-of-Service», o ataque de denegación de servicio procedente de diversas fuentes y, por tanto, más difícil de anular.

152. Wood, Gavin: Ethereum: A secure decentralised generalised transaction ledger (Yellow Paper de Ethereum, revisión EIP-150), 2014. gavwood.com/paper.pdf.

153. Ethereum Constantinople (también St. Petersburg, o Ethereum 2.0) es la segunda actualización no compatible —«hard fork»— de Metropolis la tercera versión (de un total de cuatro) programada por la plataforma Ethereum. Las dos anteriores son Olympic y Frontier, mientras la cuarta fase de desarrollo de la plataforma cuenta con el nombre de código de Serenity: Sharding roadmap, The Ethereum Wiki, cuenta del proyecto Ethereum en GitHub. github.com/ethereum/wiki/wiki/Sharding-roadmap.

154. Werbach, Kevin: The Blockchain and the New Architecture of Trust. Cambridge (Massachusetts), The MIT Press, 2018.

155. Paratii Video: A Brief History of P2P Content Distribution, in 10 Major Steps. Paratii en Medium, 25 de octubre de 2017. medium.com/paratii/a-brief-history-of-p2p-content-distribution-in-10-major-steps-6d6733d25122.

156. Gupta, Saurabh: Storing documents in blockchain. Blockchain Musings, Medium, 2 de junio de 2017. medium.com/blockchain-musings/storing-documents-in-blockchain-1d4d361ca962.

157. A efectos de arquitectura de datos, los smart contract pueden equipararse a las API —interfaz de programación de aplicaciones—, mientras las aplicaciones distribuidas —DApp— representan la interfaz usada por el usuario en una aplicación web.

158. Wilson, Fred: What Is Going to Happen in 2019. AVC, 1 de enero de 2019. avc.com/2019/01/what-is-going-to-happen-in-2019/.

159. Boullosa, Nicolás: La oportunidad de blockchain. Anuario Perspectivas Wellcomm 2018: La comunicación en la era blockchain, febrero de 2018. perspectivas2018.well-comm.es/autores/nicolas-boullosa_la-oportunidad-de-blockchain/.

160. Entre otros servicios, Amazon Web Services, Microsoft Azure, IBM Bluemix, y Google Cloud Platform.

161. Graham, Mackenzie: Facebook, Big Data, and the Trust of the Public. Departamento de Ética Práctica de la Universidad de Oxford, 13 de abril de 2018. blog.practicalethics.ox.ac.uk/2018/04/facebook-big-data-and-the-trust-of-the-public/.

162. De Filippi, Primavera y Wright, Aaron: Blockchain and the Law. The Rule of Code. Cambridge (Massachusetts), Harvard University Press, 2018.

163. Tett, Gillian: Bitcoin, blockchain and the fight against poverty. Financial Times, 22 de diciembre de 2017. www.ft.com/content/60f838ea-e514-11e7-8b99-0191e45377ec.

 

BLOCKCHAIN Y LA «ÉPOCA CLASICA» DE INTERNET

CUANDO EL ECOSISTEMA DESCENTRALIZADO EMPEZÓ A RECENTRALIZARSE

Las grandes cuestiones en torno al desarrollo y evolución de Internet están ligadas a los efectos de la nueva tecnología, la imprenta de nuestro tiempo, sobre la propia condición humana en cada momento histórico: si la imprenta facilitó el surgimiento del periodismo, Internet ha provocado su mayor crisis y pone entredicho modelos de conocimiento basados en intermediarios tradicionales. Pero la propia fiebre de la sociedad del conocimiento —la cacofonía de la desinformación y los bulos, producidos por usuarios que son a la vez receptores y altavoces de todo tipo de información— parece querer producir sus propios anticuerpos: protocolos seguros, distribuidos y radicalmente democráticos que, como blockchain, asocian a cualquier transacción un histórico de registros no falsificable. Estos nuevos protocolos facilitarán el surgimiento de una sensación de corresponsabilidad en redes de usuarios en las que el propio objetivo individual se ajustará a la capacidad y salud general de un sistema interdependiente: la cadena de bloques alcanza consensos mediante la confirmación de las buenas prácticas en la infraestructura, pues el precio a pagar para correr esquemas corruptos —como un cartel para fomentar ataques del 51 % que faciliten el doble pago, o la corrupción— es demasiado elevado para mantener su atractivo (en condiciones de ausencia de errores humanos en el código fuente del protocolo de una blockchain dada).

Cuesta creer que, hace veinticinco años, la «International Network», heredera de ARPANET, fuera considerada uno más de los numerosos proyectos incomprensibles para el gran público, originado al calor de una agencia de inteligencia estadounidense que trataba de justificar el presupuesto público asignado con libros blancos y experimentos a medio cocinar. Hasta mediados de los años noventa, Internet era un medio técnico al que se accedía con los primeros navegadores de acceso a la Red, artilugios toscos y carentes de cualquier aspiración práctica o estética, antes de que el amor por la tipografía de Steve Jobs y el estudio de la experiencia del usuario transformaran el medio.

Figura 8.1. Navegador WorldWideWeb, creado por el propio Tim Berners-Lee en el CERN de Ginebra. El documento de bienvenida explica al visitante cómo usar el hipertexto. «Referencias a otra información están representadas así. Haz doble clic en ello para saltar a la información relacionada», especifica el segundo párrafo. Quizá, en unos años, los conceptos de blockchain experimenten un proceso de divulgación equivalente y nos acaben pareciendo igual de obvios.

En los inicios, el utilitarismo de los creadores y primeros usuarios de las plataformas se imponía a cualquier otra consideración. En 1990 aparecía la interfaz de acceso diseñada por el propio Tim Berners-Lee en el CERN de Ginebra, llamada «navegador WorldWideWeb». Las sagas de Internet, esa historia con aureola mítica que construimos sobre la marcha a partir de la evolución de un medio hoy ubicuo, nos recuerdan que Tim Berners-Lee programó su navegador, así como los protocolos que permitirían universalizar el acceso remoto a documentos de hipertexto sin necesidad de conocimientos técnicos, en una estación de trabajo NeXT, un equipo ideado para facilitar la transición desde una informática ajena al diseño a una herramienta para promoverlo: el ordenador, con un cuidado aspecto y arquitectura y Unix por sistema operativo, había sido planeado para evolucionar sin constricciones técnicas. Steve Jobs había fundado NeXT tras ser expulsado de la compañía que había cofundado; años más tarde, el retorno de Jobs a una Apple a punto de desaparecer convertiría el sistema operativo que asistió a Berners-Lee en la concepción de los protocolos HTTP, HTML y URL, en la base del sistema operativo Mac OSX. Poco a poco, la priorización de la sencillez y la coherencia en el diseño informático influyó sobre los nuevos proyectos de Internet, que pudieron aprovechar la mayor capacidad y estabilidad de ordenadores, móviles y otros dispositivos, así como un mayor ancho de banda en conexiones físicas y protocolos móviles.

Dos décadas después, Apple es la mayor empresa mundial por capitalización bursátil y ha sobrevivido en su transición desde compañía minoritaria a empresa dominante y madura tras la muerte del propio Jobs en 2011. La evolución de la informática personal y los terminales de la Internet ubicua no se entienden sin la aportación de Jobs, escéptico de Internet, de su incongruencia estética y epistemológica, así como de su naturaleza caótica e incontrolable. A su pesar, desde su retorno a Apple como consejero delegado, Jobs contribuiría decisivamente a la transición entre la Internet puntocom —dominada por la especulación y el fracaso de proyectos poco realistas—, y la Web 2.0 —dominada por servicios de Internet que lograron la sofisticación y estabilidad demandadas por los usuarios gracias a la banda ancha y a la irrupción de la Internet móvil—. El sistema operativo adaptado desde NeXT y que pasaría a llamarse Mac OS X, así como la exitosa miniaturización del ocio y las comunicaciones (iPod, iPhone, iPad), allanarían el camino a la compañía y a sus competidores.

ATRACÓN DE ÉXITO WEB 2.0: EL DILEMA DE GESTIONAR EL EXCESO DE LA CENTRALIZACIÓN

En diez años, Steve Jobs había transformado la empresa que había hallado vendiendo productos para los nichos académico y gráfico, en la mejor posicionada para sacar partido de la era que el filósofo surcoreano Byung-Chul Han ha definido como «la sociedad de la transparencia»164, la cual ofrece, poco más de una década después, síntomas preocupantes: los servicios más populares y los beneficios publicitarios están concentrados en pocas empresas, y la estrategia de rastreo de los datos y la actividad de los usuarios permite a estas mismas compañías165, propietarias de los mayores repositorios de datos centralizados jamás creados, desestabilizar economías y sociedades.

Quizá estés leyendo este libro, que forma humildemente parte de la saga apócrifa de Internet, para analizar hasta qué punto la tercera gran fase de desarrollo de la Red (que podemos llamar «la saga de la Internet 3.0», o Web 3.0, etc.), puede ser protagonizada por una tecnología de organización de los datos descentralizada y repartida entre los participantes a partir de un esquema P2P alérgico a intermediarios, resistente a los ataques y a la manipulación, gracias al carácter orgánico de su red y a un historial de transacciones compartido166.

Ir a la siguiente página

Report Page