Blitz

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Agosto

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AGOSTO

Con Carlos planeamos unas vacaciones que al final no hicimos porque tuvieron que viajar de manera precipitada a Etiopía para la entrega de una niña que llevaban solicitando en adopción desde hacía dos años. Les deseé mucha suerte y me pregunté en secreto y sin respuesta si algún día tendría hijos. Ser hijo sin hijos me convertía en vía de tren clausurada, lo cual me importaba bastante poco. Me preocupaba más la sensación persistente de que había perdido algo de mi sentido del humor, eso sí hacía que me sintiera huérfano, y a veces, sin motivo, sobre todo si compartía un rato o una conversación con mi madre, recurría a las bromas, las payasadas y las frases con doble sentido. No sólo para hacerla reír, sino para recordarme a mí mismo que era capaz de lograrlo. Y entonces rememoraba las ocasiones en que había hecho reírse a carcajadas a Helga durante aquellos dos días en Múnich.

En verano me mantuve ocupado con el último proyecto que preparaba para el estudio de Àlex. Los encargos habían disminuido hasta el raquitismo y mi plan era dejar el trabajo al terminar el año porque en la empresa iban a despedir a gente y yo quería ser el primero, me parecía de justicia al haber sido el último en incorporarme a la plantilla. En Cataluña al ERE, que era la forma oficial de llamar a los despidos múltiples en una empresa con pérdidas, lo llamaban ERO. Y a mí me hacía gracia esa variante. La erótica del desempleo, bromeé un día, pero fue con una diseñadora que ya había recibido su carta de despido y no le encontró la gracia.

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