Blitz

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Noviembre

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NOVIEMBRE

Todo el mundo encontró divertida la idea de una aplicación para móviles que en cada llamada de teléfono se activaba con la forma de un reloj de arena en la pantalla. A medida que la conversación avanzaba, el reloj de arena se consumía de manera gráfica, con una arenilla roja que caía por el estrecho conducto que comunicaba el depósito superior con el inferior. A Àlex se le ocurrió que al caer la arena se pudiera leer un mensaje en la zona que quedaba vacía. Un mensaje que podría decir algo así como «¿seguro que esta llamada era tan importante?».

Cada mes la aplicación ofrecía un resumen visual al usuario, en el que la arena del reloj se dividía entre los números de teléfono con los que más tiempo hubiera estado en conversación. Con enorme entusiasmo, Anabel propuso venderle la idea a una compañía de telefonía móvil. Aunque me parecía que las empresas serían las menos interesadas en que los usuarios cobraran conciencia del tiempo malgastado, pues que malgastaran su tiempo era la clave del negocio, me estimulaba ser útil, poder ser fuente de beneficio para quienes eran ahora mis socios. El camino para abandonar la parálisis pasaba por el trabajo, lo cual por previsible no dejaba de ser lamentable. Haría paisajes pero dentro de los móviles. Como quien levanta barcos de vela dentro de botellas de cristal.

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